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Zaragoza Luce
Primer festival de luz de Zaragoza. Del 21 al 23 de febrero de 2025
El festival Zaragoza Luce reunió en su primera edición celebrada del 21 al 23 de febrero de 2025 ocho intervenciones de artistas internacionales, nacionales y locales. Distribuidas en diferentes emplazamientos del casco histórico de Zaragoza, estas actuaciones transformaron la ciudad durante tres días mediante el uso de la luz y de la tecnología. Muchas de las obras fueron inéditas en España, mientras que otras se presentaron en formatos adaptados a cada espacio. Los artistas aragoneses Néstor Lizalde y Gustavo Omedes presentaron dos obras con mayor y menor éxito en el festival. El primero de ellos convirtió la fachada del Colegio de Arquitectos de Aragón en una escultura electrónica interactiva. Pii, expansión arquitectónica, es una adaptación de su obra del año 2015 Pii expuesta anteriormente en Etopia (Zaragoza). La nueva propuesta de Lizalde fue, sin duda, un acierto: además de poner en valor la fachada del COAA ubicada en la Plaza de Santa Cruz, generó un dispositivo electrónico que, como si de un cerebro se tratase, procesaba y generaba respuestas inmediatas reflejadas en la fachada del edificio. Esta intervención fue la única que exploró la dualidad entre el interior y el exterior, aportando un valor añadido al discurso artístico. Sin embargo, El Núcleo del artista Gustavo Omedes localizado en la Plaza San Felipe, presentó serias dificultades de comprensión al carecer de un texto explicativo de calidad, lo que lo convirtió en un objeto carente de interés artístico más allá de lo puramente tecnológico. En este mismo sentido la obra de Toni Arola situada en el Teatro Romano, Fiat Lux, volvió a quedar ensombrecida por la explicación realizada por el comisario Curro Melero. El concepto del mito de la caverna de Platón, al que alude Arola y que dota a la obra de un profundo significado, no se reflejaba en ningún texto, los cuales se centraban únicamente en aspectos banales y carentes de profundidad. En la Plaza del Pilar pudimos encontrar tres obras de artistas internacionales. En la bandeja central, la obra Sign de los holandeses Vendel & de Wolf, compuesta por cientos de cañas de bambú recubiertas con cinta de aluminio, se convirtió en una hoguera al ser iluminada. La cuidadosa disposición de las cañas hacía que la percepción de la obra variase según el punto de vista del espectador a medida que este la rodeaba. De nuevo, la explicación de la obra presentaba notables carencias, lo que favorecía una interpretación, quizás errónea, de la misma. En contraste, el discurso ofrecido sobre esta en el festival de Ámsterdam, donde también estuvo expuesta, resultó ser mucho más acertado. En la fuente de la Plaza de la Seo Atelier Haute Cuisine mostró Artificial Humans, una instalación que exploró la relación entre la humanidad y la tecnología. Figuras humanas de fibra de vidrio, creadas mediante un programa de inteligencia artificial, evocaban la alienación del ser humano ante la metrópoli y reflejaban la dependencia contemporánea de los smartphones. La obra, dispuesta en la fuente de forma diferente a como lo hace habitualmente -con todos sus elementos orientados en una misma dirección, a modo de rebaño-, resaltó su narrativa, integrándose a la perfección con el pavimento de travertino. En el otro extremo de la plaza, en la Fuente de la Hispanidad, la obra Solar Dust de Quiet Ensemble mezcló el arte sonoro con la tecnología. El juego de los láseres sobre las mallas generó un universo hipnótico que captó la atención de todos los espectadores, quienes no dudaron en contemplar el ciclo completo de cada proyección. La integración del sonido con las proyecciones facilitaba la comprensión de la narrativa de la obra a través de un diálogo excepcional. Sin lugar a duda, fue la intervención más interesante del programa, recibiendo la mejor respuesta del público. Otra de las obras que más destacó del festival fue, sin duda, Trayectos de la luz del alba, de Javier Riera, una intervención sobre la fachada de la iglesia de Santa Isabel de Portugal. Sus proyecciones geométricas abstrajeron la fachada de forma magistral, generando una nueva lectura de esta al descontextualizarla del entorno urbano. La destreza de Riera supo provocar en el espectador una apertura hacia otros planos y realidades, como si de un ilusionista se tratase. Para finalizar nuestro recorrido, en el Puente de Piedra pudimos encontrar la instalación más polémica del festival, Colosses de Louxor Spectacle. En ella, el estudio de la escala en relación al espacio no resultó tan acertado como en las intervenciones anteriores de este colectivo en Vichy o Angers, donde las dimensiones de los puentes se encontraban en consonancia con las de la instalación. El Puente de Piedra resultó, en definitiva, demasiado colosal para los Colosses franceses. En consecuencia, la ausencia de un discurso curatorial sólido restó fuerza a las obras expuestas, dificultando su comprensión para el público en general. Es una lástima que los textos no hubiesen estado mejor elaborados, ya que este tipo de festivales son espacios idóneos de encuentro entre el arte contemporáneo y la sociedad. Pese a ello, pudimos disfrutar de interesantes propuestas que enriquecieron el panorama cultural zaragozano.
Créditos de la fotografía: Verónica Rodríguez.
Antonio DE CLEMENTE GARCÍA
Arquitecto. Máster en estudios de comisariado. Miembro de AACA, AECA y AICA Fecha de Entrega: 24/02/2025 Fecha de Admisión: 25/02/2025 << volver ![]() |
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