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Francesca Woodman y Julia Margaret Cameron: retratos para soñar
Institut Valencià d’Art Modern, del 11 de julio al 20 de octubre de 2024
Decía la fotógrafa norteamericana Francesca Woodman (Denver, 1958 – Nueva York, 1981) que las fotografías podían ser «lugares donde el espectador puede soñar». Este es el argumento que la comisaria Magdalene Keaney ha empleado para enhebrar el discurso de esta exposición, tejiendo un gran lienzo en el que las imágenes de Woodman y Julia Margaret Cameron (Calcuta, 1815 – Sri Lanka, 1879) parecen crear un universo onírico conjunto. Cameron y Woodman fueron dos artistas y dos mujeres muy diferentes. Su aproximación a la fotografía también lo fue. Julia Margaret Cameron se inició en esta práctica en su madurez, a los 48 años. Por aquel entonces vivía en la isla de Wight y tenía como vecinos al poeta y dramaturgo Alfred Tennyson y a su familia, quienes se convirtieron en sus modelos. La artista procedía de una élite económica y social que le permitió tener el tiempo necesario para desarrollar su arte, sin preocupaciones. Se propuso conceder a la fotografía un valor artístico que hasta entonces no tenía y, para lograrlo, tomó como influencias el estimulante ambiente creativo victoriano. La pintura prerrafaelita —y por ende la del Quattrocento— le sirvió de modelo. A través del objetivo emuló a Burne-Jones o a Rossetti, pero también a Fra Angelico o a Perugino. En sus imágenes se constata un estudio minucioso del arte religioso del pasado y un fuerte influjo de la literatura de Tennyson, de la mitología clásica y de los textos bíblicos. Por su parte, Francesca Woodman partía de un contexto familiar muy relacionado con el arte. Hija y hermana de artistas, nació en Colorado, aunque pasó un año en Florencia durante su infancia debido a una beca artística obtenida por su padre. En Italia fue escolarizada, aprendió la lengua italiana y sus padres adquirieron una casa un pueblo de la Toscana que se convertiría en la residencia de vacaciones de la familia. En este ambiente proclive al arte, Francesca comenzó a hacer fotografías a una edad temprana con una cámara Yashica. En los años 70 asistió a la Rhode Island School of Design, un prestigioso centro educativo para las enseñanzas artísticas, donde contactó con fotógrafos Aaron Siskin, profesor en el centro. Woodman fue admitida en el Honors Program de la RISD y pudo instalarse en Roma durante un año, en las instalaciones de la escuela en un palacio barroco romano. Durante aquel curso tomó clases de Historia del Arte, lo que tendría un impacto importante en su propia producción artística. A su regreso a Rhode Island en 1878 continuó formándose y se graduó. Posteriormente se instaló en Nueva York y realizó una residencia artística en New Hampshire. Sin embargo, un desengaño amoroso y la mala recepción que tuvieron sus fotografías le llevaron a quitarse la vida con 22 años. Las vidas de Cameron y Woodman fueron muy diferentes. Sin embargo, el interés por el arte italiano, el sentido de la espiritualidad, la búsqueda de trascendencia y de elevación de su arte, fueron aspectos comunes a ambas. Por ello, esta exposición organizada por la National Portrait Gallery de Londres propone un recorrido por ciertas temáticas que fueron comunes a ambas artistas. Lo interesante es que, a pesar de los paralelismos, las aproximaciones a cada asunto son muy diferentes. Entre estos ejes temáticos se encuentran los ángeles y seres celestiales, la mitología, los dobles, la naturaleza en su relación con la feminidad, cariátides y formas clásicas, modelos y musas y hombres. La exposición trae a Valencia no solamente fotografías de ambas autoras sino también otros materiales como los cuadernos de Woodman, hojas personales en las que realizaba todo tipo de anotaciones y a las que pegaba imágenes. Igualmente, las fotografías de Cameron vienen a veces acompañadas de facsímiles de manuscritos de Tennyson, lo que incide en esa base tan literaria de su producción. La labor de la comisaria refleja una investigación profunda y una capacidad para poner en diálogo las obras de ambas artistas en torno a temáticas comunes. Más allá de lo argumental, hay algo en la estética indolente de la fotografía y la pintura victoriana común al arte de Woodman. Ni la distancia cronológica ni geográfica, ni la etapa vital tan diferente en la que se encontraban ambas artistas a la hora de tomar sus imágenes, son capaces de silenciar unas preocupaciones e intereses comunes. La exposición demuestra cómo, además, ambas fueron innovadoras desde un punto de vista técnico: Cameron preparaba las placas de vidrio y las impresiones a la albúmina y las revelaba en un laboratorio montado en su casa de campo. Por su parte, Woodman trabajó con técnicas originales como la diazotipia, pudiendo verse varios ejemplos en la exposición, en la sección dedicada a las cariátides. La exposición viene acompañada de un catálogo con textos de la comisaria, de la conservadora de la Woodman Family Foundation Katarina Jerinic y de la historiadora de la fotografía Helen Ennis.
Guillermo JUBERÍAS GRACIA
Investigador postdoctoral Juan de la Cierva en el Departament de Història de l’Art de la Universitat de València. Miembro de AACA, AECA y AICA Fecha de Entrega: 29/09/2024 Fecha de Admisión: 30/09/2024 << volver ![]() |
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