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![]() Juana Francés - Pablo Serrano. La relación de dos artistas de El Paso
Resumen: Estudiamos la repercusión personal y profesional de la relación de dos artistas, Juana Francés y Pablo Serrano, miembros fundadores del grupo El Paso. Comparten vivencia, aficiones, amistades, en ocasiones exposiciones, y entre otras cosas, una misma manera humanista de entender el arte. Abstract: We study the impact of the personal and professional relationship between two artists, Juana Francés and Pablo Serrano, founding members of the El Paso group. They share experiences, hobbies, friends, sometimes exhibits, and among other things the same a humanist way of understanding art.
Palabras clave castellano: Juana Francés, Pablo Serrano, escultura
Palabras clave inglés: Juana Francés, Pablo Serrano, sculpture
Se ha escrito y debatido sobre la relación de artistas que han formado parejas sentimentales, muchas veces superficialmente tratando la anécdota de unas relaciones tempestuosas, a veces analizando la repercusión de esta unión, la fagocitación del uno por el otro, otras, estudiando la influencia de ambos en sus respectivas creaciones. Así se ha hablado, entre muchos otros, de Camille Claudel y Rodin, de Sonia y Robert Delaunay, o de Frida Kahlo y Diego Rivera. Si bien pocas veces se ha investigado sus consecuencias en artistas españoles como Amalia Avia y Lucio Muñoz, Juana Francés y Pablo Serrano, Menchu Lamas y Antón Patiño… Quizá nos atrae más una relación marcada por el desamor, entendemos que el sufrimiento al que éste conduce es más fructífero para la obra del artista, creyendo que los momentos mejores de creación son los marcados por la sublimación de los sentimientos, bien, los iniciales de la relación o los finales. Muchas veces no es así, el éxito del vínculo, su repercusión en la obra, viene marcada por el cúmulo de todo lo que comparten, atracción mutua, aficiones, gustos, amigos, ideas, opiniones, y la cercanía de una persona con la que poder comentar, dialogar, discutir sobre todo lo que interesa a ambos. Tenemos que analizar como fue esta relación entre Pablo Serrano y Juana Francés, vamos a dejar que nos lo diga ella: Mi encuentro con Pablo Serrano es fundamental. Fue hallar el amor a la vez que un camarada para recorrer juntos el camino del arte. Ahora cada uno tiene su estudio, necesitamos mucho espacio los dos. Somos feroces críticos el uno del otro y compartimos todo el tiempo posible. Nos gusta la soledad de dos (Arazo,1980). Estas palabras son de octubre de 1980, todavía vivía Pablo, con ocasión de la exposición de la artista en la galería Punto de Valencia. La periodista comenta que ríe jovialmente y la describe como vivaz, de cabello corto y flequillo, adivinando un temperamento inquieto en la mirada y en la forma de accionar. La declaración que sigue la hace en 1986, el año siguiente del fallecimiento de Pablo, en Palma de Mallorca con motivo de la exposición de la artista en el Palau Solleric, se muestra muy reacia a hablar de él, por el dolor que siente: La muerte de Pablo es aún muy reciente, su recuerdo permanece muy vivo, es muy doloroso hablar de Pablo; pero te puedo decir que fue, a lo largo de treinta años, mi amor, mi amigo, mi compañero, mi vida, durante todo ese tiempo (O.,1986). En 1987 declara a José Manuel Álvarez Enjuto: Nos conocimos en una exposición mía en la primavera del cincuenta y seis en el ateneo de Madrid, y desde ese momento… ¡clak! Para mí Pablo fue todo, fuimos compañeros, amigos, el mi padre, yo su madre, su hija, mi hijo, todo (Álvarez,1987). En esta misma entrevista realizada en el año 1987, con ocasión de su exposición en la galería Juana Mordó, le preguntan ¿Qué variaciones se producen en su vida con su marcha?: “Una soledad tremenda, un corte total. No puedo contestarte más, no me preguntes” (Álvarez,1987).
Vamos a remontarnos al año 1956, cuando se conocen, las relaciones que Juana Francés había tenido hasta entonces habían sido un fracaso, ninguna se hizo definitiva. Una mujer como ella, con las ideas claras con respecto a su carrera artística, su bagaje intelectual, incluso su físico, en ese momento, tenía que impresionar. Hemos comentado que no iba a ser fácil encontrar pareja, pues para ella lo primero era la pintura y no un matrimonio al uso. Necesitaba otra persona que su tarea principal también fuese el arte, y que además hubiese comunión de ideas, de forma de ver la vida. Pablo llega a Barcelona el 30 de julio de 1955, procedente de Montevideo, con una beca de dos años para viajar por España, Francia e Italia. Esta beca es el Premio de Escultura del Salón Nacional Bienal de Artes Plásticas. Deja en Uruguay esposa e hijo, Pablo Bartolomé nacido en el año 1939. En 1956 conoce a Juana Francés en las Salas del Ateneo de Madrid, donde ésta expone. Parece ser que este encuentro es decisivo y que se hace visitante asiduo de la exposición, según cuenta su amigo y crítico Cirilo Popovici (Popovici, 1976). No sabemos que intención tenía Pablo Serrano cuando sale de Uruguay, pero el hecho es que no volvió a vivir allí. Podría ser Juana Francés el motivo principal o uno de los motivos para su establecimiento en España. Quizá se habría quedado de todos modos, su intención era abrirse paso en Europa, Juana fue un gran apoyo para Pablo en todo momento, pero en sus inicios en España pudo ser, además, su introductora en el mundo artístico. No sabemos con exactitud el año de nacimiento de Pablo Serrano, pues como Juana, no le gustaba decir la edad que tenía, la partida de nacimiento y la inscripción de bautismo se quemaron, creemos que nació en 1908, con lo que sería 15 o 16 años mayor que ella. Todo el mundo pensaba que se llevaban más, Juana era una persona menuda, vistiendo siempre muy juvenil, que parecía más joven, y él con su barba podía aparentar más edad. La escultura que Pablo Serrano hace de Juana Francés en 1957, no es la de una mujer, sino la de una niña, no sabemos si él la ve así, o es la faceta de Juana que quiere resaltar, pues a ella seguramente le agradaba que él la mirase de ese modo. Pablo era un hombre con mucha personalidad y mucho bagaje que había vivido una vida en Uruguay, seguramente cuando llega a España no busca nada sentimentalmente hablando, pero lo que no pretendía era una relación convencional. A Pablo no le hacía falta nadie para introducirse en España, era una persona que sabía relacionarse muy bien con todo el mundo, pero Juana también estaba muy bien relacionada y a su exposición iban muchos artistas de vanguardia y críticos. Va a la exposición de Juana y se siente atraído por la persona física, intelectual y humana, y por su faceta artística. A ella le debe de ocurrir lo mismo, ambos son el complemento del otro. La amistad se inicia inmediatamente, emprenden un largo viaje recorriendo gran parte de Europa con José Mª Moreno Galván. Su relación se consolida. En carta de María Freire, artista uruguaya, fechada en Montevideo el 5 de febrero de 1960, agradece a Juana y Pablo: “las atenciones que nos dispensasteis, la cordialidad y amistad que nos brindasteis, el taller de Juanina, la Tasquita del 9, la cena con el Equipo 57 y tantos otros recuerdos tan emotivos” (Documento 00359.03 Carp. 63-A Museo Pablo Serrano de Zaragoza). Este documento nos indica que son un nexo de unión entre artistas de los dos países, además de mostrarnos la relación existente entre grupos de pintores de distintas tendencias y formas de afrontar los problemas plásticos y políticos.
Eran muy diferentes los dos. Juana Francés amaba la tranquilidad, ser pocos, la soledad de dos, que decía ella, le importunaba mucho el teléfono. Pero Pablo citaba a todo el mundo en el estudio. Era una persona desbordante, le gustaba estar con mucha gente, y a Juana esto le producía mucho cansancio. Juana no era muy organizada con sus cosas, su correspondencia…, y por el contrario Pablo lo tenía todo muy controlado. Esta faceta, en cierto modo desordenada de la artista, no la podemos llevar al terreno de la obra, cuando había una exposición tenía que tenerlo todo bien controlado, las obras bien preparadas para enviar, tenían que estar bien transportadas y bien embaladas a la vuelta, incluso en alguna ocasión escribía para recordarlo. No fue una mujer convencional ni acomodaticia, se ha pensado siempre que pesó mucho la personalidad de Pablo en ella, creemos que sí, pero no en el sentido que se piensa, él no eclipsó ni a la artista ni a la persona, si ella estaba en segundo plano fue voluntario. Juana Francés era una trabajadora incansable, lo que le gustaba era trabajar, sólo hay que ver la gran cantidad de obra de que disponemos. Le gustaba exponer, las exposiciones las preparaba con ilusión, y le gustaba viajar. Pero todo esto en diferente medida que a su marido. Pablo era un gran trabajador, pero también un teórico, justificaba su obra, le gustaba presentarla, tener entrevistas, relacionarse con críticos y galeristas, era su propio marchante. Seguramente esta unión, fue un bien para ambos, los dos eran invitados a todos los sitios, se relacionaban con mucha gente, artistas, escritores, críticos…, estas relaciones sólo les pudieron aportar más riqueza cultural, abrirles nuevos campos y diferentes puntos de mira. Respecto al trabajo, cada uno trabajaba en su estudio, aunque en algún tiempo lo comparten, eran muy metódicos y ordenados en su tarea, por lo que tampoco se pudieron perjudicar el uno al otro en este aspecto. La unión les favoreció a los dos. La música era también algo más que tenían en común, según una carta fechada el 19 de marzo de 1973, en Barcelona, de Gabriel Puig (Documento s/n Museo Pablo Serrano de Zaragoza), compañero de colegio de Pablo en Sarriá, por la que sabemos que tocaba el oboe. Juana Francés tenía la carrera de piano. Para Popovici: “pocas veces se ha dado en la historia del arte español tan total fusión por parte de una pareja de artistas y que a pesar de esa compenetración, se hayan quedado cada uno con su identidad propia, insoslayable e indiscutible” (Popovici, 1976:12) Pablo admiraba a Juana y se dejaba aconsejar, ella le ayudaba en la selección de piezas que llevaba a las exposiciones, y siempre le acompañaba. Él siempre estuvo alentándola, animándola, apoyándola, si bien es cierto que en todo momento demandaba su presencia, su opinión, su atención y su compañía, y esto, en una persona tan activa y de tanta vida social dentro y fuera de España, como era Pablo Serrano, tuvo a la fuerza que quitar mucho tiempo y atención a los trabajos de Juana. Hay que decir que Pablo estaba tan ilusionado con las exposiciones de Juana como con las que hacía él. Existe un diario escrito por Pablo, del viaje a Lisboa con ocasión de la exposición antológica de Juana en la Fundación Calouste Gulbenkian, en el que detalla el viaje, la estancia, el montaje de la exposición, la inauguración… realizando algún dibujito (Documento s/n Museo Pablo Serrano de Zaragoza ).
Diario viaje a Lisboa escrito por Pablo Serrano
Tuvieron entre ellos una buena relación. En el año 1968 Pablo tiene que viajar a Nueva York, no sabemos por qué circunstancias no viaja con Juana, le escribe casi todos los días, unas cartas muy íntimas y cariñosas (Documentación s/n Museo Pablo Serrano de Zaragoza) Pablo necesitaba a Juana sentimental e intelectualmente, necesitaba su apoyo y su consejo, en el tiempo que están separados le escribe continuamente y algunos días dos veces. Hay mucho amor, cariño y celos. Entre las cartas de Pablo encontramos borradores escritos a mano por Juana. No sabemos si Juana estaba detrás de todos los asuntos de Pablo, le dirigía o corregía lo que no le parecía bien, o si solamente lo hacía cuando él no estaba bien de salud. Si en Juana Francés encontramos en su carácter algún rasgo infantil, no tenemos que descartar que faltasen en Pablo, quizá es algo común en la generalidad de los humanos. El caso es que si hoy, hay familias que felicitan la navidad con fotografías de sus hijos, el matrimonio felicitaba el año 1967 con una fotografía de ellos en su estudio con la perrita Catalina (Documento s/n Museo Pablo Serrano de Zaragoza ).
Tarjeta de felicitación del año 1967 con foto
Compartieron, estudio largo tiempo, fueron miembros fundadores del grupo El Paso, participando en las primeras exposiciones del mismo, realizaron otras exposiciones conjuntas con diversos artistas, y los dos juntos en Lausanne, Altea, Alcoy, Aranjuez, Sevilla y Zaragoza, esta última en la sala Gastón, titulada J. Francés - Pablo Serrano. Homenaje a la Convivencia Artística. Podemos ver alguna relación entre la obra de ambos en algunos momentos, así decía Pablo: El hombre en la vida no hace más que ir conformando su propia bóveda. Entre 1960 y 1963, estaba haciendo sus Bóvedas para el hombre, utilizando ladrillo, escayola y bronce. En este momento Juana Francés está empleando materiales de construcción en sus cuadros informalistas, y entre estos emplea trozos de ladrillo, tras estos años, su pintura volverá a dar un cambio hacia cierta figuración, empezará su etapa de El hombre y la ciudad.
Ambos tienen en amplios momentos de su trayectoria una preocupación por los problemas humanos. Los Fajaditos de Serrano son seres sin libertad, atados y oprimidos, en la misma línea que los homúnculos de Juana Francés. Es lógico que en una relación tan profunda como la que viven, haya puntos en común aunque la obra de uno y otra sea tan diferente. Podríamos decir que en los Hombres con puerta, de Pablo Serrano, la puerta está abierta, las bóvedas, que el hombre conforma a lo largo de toda su vida, son para cobijarse, refugiarse. En los homúnculos de Juana Francés, no existe esa visión de esperanza y protección, los de Juana están atrapados, encerrados en sus ventanas y cajas, el ambiente es claustrofóbico y agobiante, impera la soledad y la incomunicación. Son dos formas diferentes de ver el mismo problema. Hay una obra informalista de la artista que nos recuerda a las Unidades yunta de Serrano e incluso al Pan partido. Creemos que es simplemente la forma, el estar en contacto continuo con una persona y su obra, son formas que se quedan en la retina y en un momento u otro aparecen, y no tienen por que tener correspondencia en el tiempo.
Eduardo Westerdahl dice: Pero aún quedan sólidas muestras de sus trabajos que están acompañadas por los cuadros de su mujer, Juana Francés, pintora de insólitas denuncias. Esta compañía con una artista como Juana Francés ha creado una comunicación, un perfecto maridaje. En la obra de Juana, el hombre –de manera absolutamente diferente- vuelve estar, pero esta vez como denuncia de una opresión social. Y termina: Se comprenderá que la unión de Pablo-Juana viene a formar un frente de acción común. Su casa se convierte de esta manera en un templo o fábrica de maquinaria espiritual en defensa del hombre (Westerdahl, 1977: 273). La esposa de Manuel Viola, Laurence, destaca la afirmación de Juana Francés al lado del escultor: “Hay que apreciar en Juana Francés la mujer que supo afirmarse al lado de Pablo Serrano cuya personalidad hubiera podido resultar aplastante, puesto que la obra de Pablo es una afirmación humanista frente al pesimismo desgarrador de Juana” (I. de Viola, 1990). Pablo Serrano fallece en 1985, esto supone una ruptura total en la vida de Juana que queda reflejada en su obra, sufre graves crisis, depresiones. En los años ochenta, la artista había roto con la dureza de su etapa anterior, ahora utilizaba colores muy luminosos, que tras la muerte de Pablo se tornarán de luto, grandes fondos oscuros, generalmente negros sobre los que resaltan los torbellinos de sus cometas. A pesar de todo, sacará fuerzas para defender el proyecto de Pablo, la Fundación Pablo Serrano de Zaragoza, de la que será presidenta. Pocos años le sobrevive, el 9 de marzo de 1990, es encontrada cadáver en su bañera, fallece cuando estaba preparando su última exposición, que acabó siendo su primera exposición póstuma. En su testamento lega la cuarta parte de su abundante creación al Museo Pablo Serrano, quería que su obra y la de Pablo, permanecieran unidas tras su muerte.
María Pilar SANCET BUENO
Miembro de AACA Fecha de Entrega: 10/12/2007 Fecha de Admisión: 11/12/2007 << volver ![]() |
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