Número 41 | Diciembre de 2017
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Juan Moro. Gente de mal vivir sobre un fondo negro
exposición virtual de fotografías en https://www.koruphotographyjuanmoro.com/gentemalvivir
 
 

De Juan Moro tengo que empezar hablando en primera persona, y mentiría si no lo hiciera desde el afecto hacia un amigo, hacia un profesional de la fotografía que destila un entusiasmo y prestancia excepcionales. Lo conocí en una confluencia de imágenes, teoría y praxis, propuestas de retratos, bombardeo de proyectos mecánicos, investigaciones de miradas en forma de cuerpos y palabras. Él se desplaza sereno en su propia historia, desde el museo donde se expone su obra, al relato de su biografía aderezada con la emoción de quien venera la vida, hace un alto para contar sus testimonios en un plató de televisión, se sienta a la mesa y compartimos una comida libanesa. Abre la puerta de su casa y, después de ejercer de guía en su salón-estudio desbordante de material fotográfico, se aleja para mirarte como sujeto y la cámara comienza su intermitente caza de instantes, hasta que logra que el telón negro de fondo y la banqueta de madera, que le sirve de atrezo, sean asimilados como un paisaje temporal propio, y que una se sienta a gusto en ese interrogatorio que pretende saber sin preguntar nada. Juan Moro tiene el don de gestionar las distintas situaciones con templanza de carácter, aprendida, y perfeccionada.

Sabe que un retrato es, en última instancia, una confesión.

Y la fotografía, una revelación.

Madrileño de nacimiento, del barrio de Torrejón de Ardoz, comenzó su periplo en el terreno de la imagen fija tomando instantáneas desde el aire, uniendo así dos de sus pasiones, el B.A.S.E. Jump (salto B.A.S.E. desde estructuras fijas) y la fotografía, simbiosis de arte y emoción, deleite y adrenalina. Ha cubierto campeonatos mundiales y sus trabajos han llenado las revistas especializadas. Su formación como fotógrafo-paracaidista vino dada por su carrera como militar y por sus años como alumno en la Escuela y Galería "Spectrum Sotos", llegando a ser profesor de estecentro de referencia formativa y expositiva en Zaragoza, ciudad donde se trasladó a vivir hace más de veinte años.

Viajero infatigable, Juan Moro ha recorrido y aprehendido decenas de países, sin ser nunca turista; su favorito, por la huella indeleble que dejó en él, es Nueva Zelanda, país del que cuenta con un reportaje desbordante de imágenes geniales, una de las cuales se exhibe en uno de los museos del país. De su convivencia con los Kiwis, extrajo toda una filosofía de vida que impregna su pensamiento y sus producciones, hasta el punto de incorporar su simbología en su proyecto fotográfico, al que llamó Koru Photography.

En la producción de este versátil artista son tan numerosos sus autoretratos como múltiples sus sensaciones, vivencias, pulsiones, modos de ver y de mostrarse. Cada uno de ellos es un jalón en su biografía de los últimos diez años, que exterioriza desde la profunda necesidad interna de manifestación, tan intrínseca al ser humano y que, en su caso, busca plasmar su huella a través de la producción de su imagen permanente. La cámara se erige en canal de expresión ideal, haciendo acopio de sus infinitas posibilidades. El fotógrafo adapta la técnica, utiliza la clave baja para ofrecer y ofrecerse unas versiones en blanco y negro de sí mismo extremas, histriónicas, hipnóticas por el misterio que emanan desde el clímax de su proceso metamorfoseado, travestido, desafiante, que busca inmortalizar sensaciones.

En 2015 decidió invitar a otros a posar ante ese mismo fondo negro que se impone en su salón. Para dar testimonio del desfile, aún inconcluso, de más de ciento cincuenta personas dedicadas al mundo de la cultura en Aragón, hace uso de su Canon full frame, con objetivo fijo de 85 mm., un flash de 300 W, esta vez suavizado con un beauty dish, y los imperativos de la sencillez y precisión en los medios, y la naturalidad en la exteriorización del modelo. De Alberto García Álix, el galardonado artista que más le ha influenciado tanto en su filosofía de vida como en su arte, extrajo la enseñanza de lo efectivo de la simpleza, de captar el sentimiento del retratado y empatizar con él, creando una suerte de círculo de confianza.

A medida que entablas conversación y retratas, entablas afinidad, ellos  [los retratados] se abren y tú te abres y percibes su personalidad, y si con la mayoría lo creas, es como si les robaras (con permiso) un trocito de su alma y me lo cedieran, para que siempre vaya conmigo y sea inmortal. (Juan Moro en conversación con la autora, 1 de diciembre de 2017)

El criterio seguido para seleccionar a los modelos que integran la Gente de mal vivir, ha partido de un planteamiento afectivo, pasional. Juan Moro no evita el sentirse involucrado bajo esa denominación explosiva, una categoría que retrata a un conjunto heterogéneo de individuos del ámbito de la cultura, artistas de diverso signo, dedicados contra viento y marea a aquello en lo que creen, a expresar y perseguir aquello en lo que sueñan, algo que late en cada uno como potente necesidad íntima. El fotógrafo, no sólo captura en ellos ese entusiasmo que marca, en ocasiones, la diferencia con ese otro 'buen vivir', cuya diferencia esencial estriba en la capacidad de crear de unos frente a la vacuidad del mero ejecutar de otros.

Y hablo de ilusión, de esa poderosa ilusión en la mirada que está, o no.

El autor de la serie también refleja esa lucha vital y orgánica, del pensamiento, que conlleva la elección de una senda complicada, hecha difícil, como es la entrega personal a la pulsión creativa, la que hace sentir pletórico, satisfecho, muy a pesar de la carrera de obstáculos cotidianos.

Con todo, resulta curiosa la similitud de este conjunto de biografías de Gente de mal vivir hechas imagen, con el Koru, el helecho en forma espiral que se despliega conforme crece y que es emblema de los maoríes. Despacioso pero sin tregua, este vegetal simbólico formará una nueva hoja, una nueva vida, pura creación, vitalidad, desarrollo. Pero el Koru es también lucha por alcanzar la luz, que le da la vida, por lo que su evolución en busca de la perfección de la forma y la satisfacción de sus necesidades, comporta una buena dosis de lucha, de esfuerzo, de inversión de energía y de expansión de la belleza. La batalla de este elenco de profesionales que Juan Moro eleva a través de una imagen natural pero magnificada, por su propia cualidad artística, radica en llegar al público, conquistar por su valía, y este profesional de la fotografía rinde homenaje a ese gesto que, no en vano, resulta tan familiar para él.

Juan Moro confiesa que, de los retratados, se guarda para sí momentos mágicos, enseñanzas, un intercambio de ideas fructífero y estimulante, una amistad. Así lo expone en la que ya es su galería virtual, donde va incorporando cada nuevo aporte a ese creciente mapa de la cultura en Aragón, mientras pone las bases de la que será una muestra física, esta vez con otra versión de los retratados en papel sensible de gran formato. Al tiempo.

Acabaré este texto también en primera persona, para resistirme a citar o seleccionar a alguno de los afortunados integrantes de esta serie de Gente de mal vivir, e invitar a que todos pasen a ver la galería y se dejen sorprender y fascinar por las versiones de esas mismas personas con las que cohabitamos a diario, en este caso, iluminadas por la precisión cómplice de Juan Moro:

 

https://www.koruphotographyjuanmoro.com/gentemalvivir

Ana PUYOL LOSCERTALES
Miembro de AACA, AECA y AICA

Fecha de Entrega: 24/12/2017
Fecha de Admisión: 24/12/2017


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