Se va mi sombra, pero yo me quedo. Ilusión y fotografía en el Romanticismo
Museo del Romanticismo, Madrid
El 25 de septiembre de 1848 publicaba el periódico la España un emotivo poema de Carolina Coronado, escritora del romanticismo español que viajó por primera vez a Madrid en ese año y que se despidió emotivamente de los amigos que hizo en la capital a través de ese escrito titulado Se va mi sombra, pero yo me quedo. Doblemente acertado es entonces el título de esta exposición. Por un lado, aludir a la sombra, uno de los elementos fundamentales en el proceso fotográfico. Por otro, al ofrecer a través de estas imágenes una buena composición de lugar de los círculos sociales de la burguesía isabelina. A través de esta muestra instalada en las salas de la colección permanente del Museo del Romanticismo, se ofrece al público una selección de imágenes del siglo XIX que deben ser contempladas a través de unos visores inspirados en los de la época en que se fueron tomadas estas fotografías. Los visores se han colocado en mitad de las salas del museo, favoreciendo su contemplación al espectador que recorre las diferentes estancias de este palacete decimonónico. Se trata de fotografías de reducidas dimensiones, puesto que estaban pensadas para ser contempladas en una intimidad doméstica, en ambientes similares a los que hoy las rodean en el museo. Tradicionalmente se ha entendido la fotografía decimonónica como una manifestación artística de gran rigidez, asociándola al retrato burgués, al tableau vivant, y a otras creaciones de composición artificial. En sus primeras décadas, buscó legitimar su artisticidad tratando de equipararse a la pintura, y de ahí el nacimiento de la corriente conocida como pictorialismo, que tuvo importantísimos representantes en la fotografía victoriana y que trataba de imitar a través de las técnicas fotográficas los efectos pictóricos. Pero nuevas visiones como las propuestas en esta exposición, demuestran el gran valor documental que poseen estas imágenes para conocer de forma más aproximada las formas de ocio de la burguesía del siglo XIX. En los últimos años hemos asistido a un creciente interés por la fotografía por parte de los museos de arte del siglo XIX. Es el caso de la notable muestra Dreams of Orient and Occident organizada por el Victoria & Albert Museum de Londres. En ella se ofrecía a través de una serie de retratos una visión de la alta burguesía victoriana y de sus fiestas de disfraces. En la del Museo del Romanticismo, gracias a los visores podemos asomarnos a los interiores de las clases sociales acomodadas de la España de mediados del siglo XIX, conociendo mejor sus formas de ocio. La variedad de técnicas y formatos que puede contemplarse en esta selección de veinte imágenes es notable. Se presentan cartes de visite, una de las fórmulas más extendidas en la fotografía decimonónica, que permitía retratarse de forma económica, y que gustaba mucho a la burguesía que pronto se aficionó a coleccionar e intercambiar las cartes de visite de sus familiares y amigos. También los pares estereoscópicos, pensados para ser vistos a través de un visor que proporcionaba un efecto de tridimensionalidad. Una delicada versión de estos fueron los tissues, pares estereoscópicos positivados en papel albuminado y con un fino papel por detrás, a veces agujereado para conseguir efectos de luz. Otro de los aparatos más asombrosos de la exposición es el conocido como megaletoscopio, en el que se pegaba un lienzo al papel abuminado para recrear efectos de luz y de color. Aquí se presenta una maravillosa vista del teatro de San Carlo de Nápoles, que sugiere el interés de este tipo de imágenes para investigar las escenografías decimonónicas, la mayor parte de las veces perdidas. Uno de los objetivos de la exposición es el de recrear el ocio doméstico de la España isabelina, sin embargo, la mayor parte de estas imágenes proceden de casas de fotografía francesas. Sería interesante saber si se conservan más vistas de este tipo, pero realizadas en España. A pesar de ello, entre las presentadas lo que se aprecian son abigarrados interiores con lujosos muebles y paredes llenas de cuadros, personajes vestidos con ricos trajes y en actitudes ociosas o laboriosas. Son interesantes las dos vistas estereoscópicas que muestran el interior del taller de un artista. “Obrador de pintura” es el título de una de ellas. En ambas se aprecia a mujeres pintando ante un caballete, en talleres recargados de ricos objetos, tal y como conocemos también gracias a la pintura decimonónica. El retrato del taller del artista es uno de los grandes temas de la pintura de este siglo y es interesante verlo también la fotografía, aunque la espontaneidad de estas imágenes sea bastante dudosa, debido a la presencia de todo tipo de cuadros en el estudio (retratos, escenas alegóricas, etc.), cuando conocemos como a las pintoras solía imponérsele unas temáticas muy concretas y cerradas, orientadas en la mayoría de los casos al bodegón y a la pintura de flores. De forma paralela a sus exposiciones, el Museo del Romanticismo diseña una cuidada agenda de actividades. Para este mes de diciembre, se organizó una visita guiada llamada El ocio en el siglo XIX. Las imágenes de la exposición se prestan a ser comentadas, a hacer apreciar al público la evolución de las fórmulas de divertimento y de los roles sociales desde el Romanticismo hasta la actualidad. En definitiva, esta exposición nos demuestra la capacidad que posee la fotografía del siglo XIX de relatarnos de forma visual cómo era esa sociedad burguesa de la España isabelina. Sería muy interesante que se organizasen otras muestras con fotografías de la segunda mitad del XIX, para conocer la evolución de todas estas fórmulas de ocio durante la Restauración.
Guillermo JUBERÍAS GRACIA
Personal investigador FPU, Departamento de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza Fecha de Entrega: 25/12/2017 Fecha de Admisión: 26/12/2017 << volver |
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