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Ornato popular y espacio público
Resumen: Este artículo explora algunas prácticas populares en la transformación del espacio público de la ciudad. Parte de la idea ya formulada por Cerdà que la calle y lo edificado forman parte de una dupla conceptual que se retrotrae mutuamente. En este sentido el trabajo plantea que en una ciudad contemporánea, la práctica de la arquitectura popular como construcción está limitada por los condicionantes urbanísticos y legales vigentes. Sin embargo, el trabajo demuestra que siguen vivas otras prácticas populares vinculadas con la arquitectura entendida como actividad organizativa del espacio de la ciudad. En definitiva, arquitectura como espacio público. El artículo parte de una definición de espacio público organizado en tres planos: el del suelo, el vertical o de fachada y el del aire, y explora mediante el estudio de varios casos en diferentes ciudades, alguna de las prácticas populares de ornato público, todavía existentes, que permiten la apropiación social del espacio público. El artículo asume que la estética de la ciudad no se realiza únicamente mediante la edificación, sino que existen prácticas de ornato, unas más académicas, otras más populares. Abstract: This paper explores some popular practices in the transformation of the public space of the city. The essay starts from the idea already formulated by Cerdà that the street and the building are part of a conceptual pair that goes back to each other. In this sense, the paper argues that in a contemporary city, the practice of popular architecture as construction, is limited by the current urban and legal conditions. However, the work demonstrates that other popular practices linked to architecture are still alive as an organizational activity of the city space. In short, architecture as a public space. The article starts from a definition of public space organized in three planes: the ground, the vertical or the facade and the air, and explores by studying several cases in several cities, some popular practices of public urban decorum, still existing, which allow the social appropriation of public space. The article assumes that the aesthetics of the city is not only done by building, but that there are ornate practices, some academic, some more popular.
Palabras clave castellano: : espacio público, ornato público, estética urbana, apropiación
Palabras clave inglés: public space, urban decoration, urban aesthetics, appropriation
INTRODUCCIÓN En la ciudad actual la distinción entre popular y vernáculo es de suma importancia. Las ciudades, especialmente desde mitad del s. XIX, están habitadas por diferentes y consecutivas capas de población nativas de distintas partes del mundo. La preservación de lo vernáculo tiende a la creación de áreas cerradas, de posibles ghetos, en los que la población emigrada se concentra y trata de mantener y defender sus propios usos y costumbres. En otras ciudades, como es el caso de Barcelona, esta población de distribuye por el territorio mezclando distintas vernacularidades en un mismo territorio que sólo podemos analizar a partir de la categoría de popular. Es decir, la compleja amalgama de personas trabajadoras, pequeños comerciantes, los que ahora denominamos “trabajadores autónomos”, funcionarios y empleados que dependen básicamente de la venta de fuerza de trabajo para sobrevivir, a pesar de que una fracción de este grupo disponga de los medios de producción. En este sentido debemos preguntarnos ¿hasta que punto la ciudad contemporánea permite la manifestación de la arquitectura popular?. Si por arquitectura entendemos, de modo restrictivo, la edificación, la construcción de los edificios, la respuesta tenderá a ser negativa. “De entre todas las funciones que estamos obligados a cumplir en una ciudad: Habitación, Trabajo, Recreo, Circulación etc, etc., la primera, o sea la Habitación, es la más importante. De la forma en que se enfoque este problema, dependiente, no hay duda, la formación moral y física del individuo. Un hogar bien concebido, sano, aireada, soleado, proporciona al que lo habita, todos aquellos elementos que necesita, para encontrarse en un ambiente agradable. Es una satisfacción moral, vivir en un hogar donde todo pueda estar bien dispuesto y en e que, todas las habitaciones, sin llegar a un lujo de espacio innecesario, no tengan ese mínimo de superficie a la que nos obligaba la economía de una sociedad anterior. No hay duda de que una casa en estas condiciones contribuye también a una buena formación física de los individuos, y, sobre todo, de los niños que en ella se han de criar. Y, finalmente, para redondear el concepto perfecto de la casa, ésta debe estar rodeada de todos aquellos elementos que completan su función: La Escuela, los parques, las guarderías y bibliotecas infantiles, los espacios libres para los juegos de los más grandes: piscinas, frontones, campos de deportes, etc. Todas estas funciones complementarias del hogar, deberían ser inmediatas, es decir, inherentes a éste, sin que para disfrutar de él haya que recorrer grandes distancias ni atravesar vías de comunicación, de gran circulación. Todo este magnífico programa es fácil de conseguir; técnicamente, podemos darle, hoy en día, soluciones perfectas, aprovechando todos los medios que el progreso pone a nuestro alcance. Socialmente suprimiendo el derecho de la propiedad particular; de otro modo no llegaríamos. (...) Afortunadamente, hoy en día, este criterio de saneamiento a base de la destrucción de las casas en malas condiciones de salubridad, ya es un criterio del dominio público, una aspiración popular, no solo de los habitantes directamente afectados, sino de todos aquellos otros que saben los males que se pueden derivar para la ciudad toda, si se continúa sin atacar a fondo, un problema de salubridad tan importante”. (Torres Clavé, 1937)
¿En que modelo de vivienda está pensando Torres Clavé?. La referencia es concreta y precisa, La Casa Bloc, edificio de 257 viviendas proyectado por el propio Torres Clavé,J.L. Sert y J. Subirana y que formaba parte de la truncada política de vivienda del “Comisariado de la Casa Obrera” de la Generalitat de Catalunya respondiendo a la política del Estado español sustentada en las diversas Leyes de Casas Baratas.
Pero en el texto, Torres Clavé introduce una indicación, una somera pista, acerca de la irrupción de contenidos populares en la ciudad. La que podemos llamar “acción popular” sobre la fábrica de la ciudad se producirá e todos aquellos elementos que la rodean y que complementan su función. En otros términos, si utilizamos la terminología de Ildefons Cerdà[1] (Cerdà, 1859, 1867a) la irrupción de lo popular se producirá, fundamentalmente en la “vía”, en lo que hoy denominamos espacio público (Borja - Muxí, 2001; Borja, 1988; Borja, 2009). Debemos plantear una precisión importante. Para nosotros el espacio público no se limita a aquello que urbanizamos sobre el suelo de la ciudad. Siguiendo una idea de Portas (Portas, 2005) ya hace algún tiempo planteamos que el espacio público se despliega en tres planos distintos: el plano del suelo que incorpora también el conjunto de estructuras de servicios en el subsuelo, el plano vertical definido por las fachadas de los edificios y que en muchas ciudades ha sido objeto de regulación municipal desde finales del s. XVIII (color de las fachadas, coherencia de estilos, alineación, trazado a cordel, diseño de vanos y remates de edificios, etc) y que como señala Sabaté (Sabaté, 1999)forma parte de las operaciones urbanas de un tipo de urbanismo que podemos llamar figurativo, y que según Choay (Choay, 1998) forma parte de las operaciones de Art Urbain características del urbanismo del s.XIX y parte del s.XX (Remesar, 2016). Por último, planteamos un plano del aire, el vacío que queda entre la caja formada por el plano del suelo y el plano de fachada y que es el que nos permite la conexión sensorial con aquello que continúa del paisaje urbano y con el cielo (Remesar, 2011) Así pues, este trabajo, se propone explorar algunos aspectos de las manifestaciones populares en el espacio público, partiendo de la trialéctica del espacio - Espacio concebido, Espacio vivido, Espacio percibido – que señalara Lefebvre (Lefebvre, 1973, 2000) y posteriormente desarrollara Soja (Soja, 1996). Una trialéctica del espacio en la que el residente, el vecino, de forma colectiva, establece estrategias de apropiación del entorno construido y lo califica mediante intervenciones que, muchas veces no están reguladas y que otras veces, en un segundo nivel, son reapropiadas por la propia administración local en movimientos que, en muchos casos, respiran populismo.
1.- Marcas identitarias y de diferencia Decíamos en la introducción que la posibilidad de mantener contenidos vernaculares en una gran ciudad estaba asociada a la separación de un territorio étnico o cultural del resto de territorios de la ciudad. En principio. El somero análisis de varias comunidades “étnicas” en cuatro ciudades distintas nos va a ilustrar acerca de este tema. Chicago, Montreal, Lima, La Habana La industria de Hollywood nos bombardea constantemente con el mensaje de que el famoso “melting pot”, mezcla de culturas, que define la composición de la población de los EE.UU. tiene como particularidad la consecución de una identidad nacional que está por encima de las diferencias, al mismo tiempo que la identidad vernácula queda garantizada. “Little Italy”, Little Odesa” “Little China”, etc. son escenografía constante de los films y teleseries de producción norteamericana. Las imágenes nos muestran una ocupación de la vía, de la calle, y un color ambiental radicalmente distinto de otras áreas de la ciudad ocupadas por otras colectividades. En Chicago, por ejemplo, encontramos un “Little Vietnam” y una “Little China”.
¿Qué nos muestran estos barrios? En primer lugar, un trazado de las vías que corresponde al trazado del distrito de la ciudad en que se hayan ubicadas y no al trazado de calles estrechas y abigarradas que se corresponderían con la imagen que tenemos de una ciudad china o vietnamita. En segundo lugar, la aparición de unas construcciones que dominan el plano del aire y que deberíamos identificar con las tópicas construcciones en el estilo vernacular correspondiente. En tercer lugar, y entiendo que sería el aspecto más relevante, la ocupación del plano vertical con carteles y enseñas publicitarias que tienen un estilo radicalmente distinto de otras en la ciudad: desde la grafía hasta los colores, que la experiencia nos dice responde a determinados criterios de corte popular. Alguno de estos elementos avanza en el plano del aire. Finalmente, La ocupación del plano vertical con algún tipo de mural que reproduce la idea de la integración de los emigrados en la sociedad EE.UU. al mismo tiempo que señala las diferencias. En definitiva, la vía y la edificación, sigue los parámetros habituales para el resto de la ciudad, lo identitario (Valera, 2010) que podemos tomar como indicio de la popular queda restringido al plano dele espacio público con mayor capacidad adaptativa a situaciones concretas: el plano vertical. La estructura es parecida en el China Town de Montreal. Esta vez con una particularidad. Las volumetrías diferenciadas de los edificios de la zona, permiten en el caso del restaurante “enmascarar” la edificación con un tratamiento decorativo del conjunto de la fachada que nos da la impresión de hallarnos frente a un edificio “típico” de China. Pero es sólo un espejismo.
En Lima, el barrio chino está marcado, como en las otras ciudades por un arco de entrada aal estilo que podemos identificar como chino. En el interior del barrio, volvemos a encontrar lo que comentábamos de Chicago: trazado y edificación en consonancia con el desarrollo urbano de la ciudad. Ocupación del plano vertical con elementos de grafía y color diferenciados. En el caso de La Habana, el arco da entrada a una zona completamente idéntica al resto de la ciudad, sin indicaciones acerca de la diferenciación territorial. Podemos concluir que si tomamos estas referencias como “tipo” las ciudades no posibilitan en desarrollo de una “arquitectura popular o vernácula”, ni mucho menos permiten el desarrollo de la trama urbana en disonancia con el trazado propuesto oficialmente para las distintas áreas de la ciudad formal [2].
2.- LA FIESTA. LA CALLE
“¿Qué es la calle? Es el lugar (topo) del encuentro, sin el cual no caben otros posibles encuentros en lugares asignados a tal fin (cafés, teatros y salas diversas). Estos lugares privilegiados o bien animan la calle y utilizan asimismo la animación de ésta, o bien no existen “En la escena espontánea de la calle yo soy a la vez espectáculo y espectador, y a veces, también, actor. Es en la calle donde tiene lugar el movimiento, de catálisis, sin los que no se da vida humana, sino separación y segregación, estipuladas e inmóviles. Cuando se han suprimido las calles (desde Le Corbusier), en los ‘barrios nuevos’, sus consecuencias no han tardado manifestarse: desaparición de la vida, limitación de la ‘ciudad’ al papel de dormitorio, aberrante funcionalización de la existencia. La calle cumple una serie de funciones que Le Corbusier desdeña: función informativa, función simbólica y función de esparcimiento […] La calle y su espacio es el lugar donde un grupo (la propia ciudad) se manifiesta, se muestra, se apodera de los lugares y realiza un adecuado tiempo-espacio. Dicha apropiación muestra que el uso y el valor de uso pueden dominar el cambio y el valor de cambio” (Lefebvre, 1973)
Lefebvre plantea que la ciudad se sitúa a medio camino entre lo que denomina “orden próximo” y “orden lejano”. El orden próximo hace referencia al conjunto de relaciones que se dan entre los individuos en grupos más o menos amplios, más o menos organizados y estructurados; a las relaciones de estos grupos entre sí. Por su parte, el orden lejano es el de la Sociedad, regido por las grandes y poderosas instituciones (Iglesia, Estado..) mediante códigos jurídicos, una “cultura” y por conjuntos significantes. El orden próximo nos acerca a la cotidianeidad y a la vivencia en el sentido que apuntaba Agnes Heller “en toda sociedad hay una vida cotidiana y todo hombre, sea cual sea su lugar ocupado en la división social del trabajo, tiene una vida cotidiana. Sin embargo, esto no quiere decir, de ningún modo, que el contenido y la estructura de la vida cotidiana sean idénticos en toda la sociedad y para toda persona” (Heller, 1972).
La Fiesta en el orden próximo. Plano del aire
Elementos muy ligeros, simples, los gallardetes, ocupan el plano del aire y señalizan el territorio de la fiesta. A los gallardetes podemos sumar las iluminaciones. En ambas imágenes vemos gallardetes comprados en una tienda, no están fabricados o realizados por los propios vecinos. ¿Importa?
La fiesta en el orden lejano. El Plano del Aire El orden lejano se instituye en un nivel superior, “es decir que está dotado de poder. Se impone” (Lefebvre, 1981). Este orden es abstracto, formal, suprasensible y, en apariencia, transcendente mediante la articulación de principios morales y jurídicos. Este orden se proyecta en la vida cotidiana y “escribiéndose”, materializándose, se hace visible.
La celebración popular de la fiesta en la calle supone, casi imperiosamente, de algún tratamiento de iluminación y, especialmente, de un fin de fiesta basado en los fuegos artificiales. Cuando la fiesta sobrepasa el ámbito de la calle o del barrio, la celebración es apropiada por la administración local que tiene la obligación de organizar eventos y festejos para “todos”. En base a las actividades populares, la administración local instalada en el orden lejano, con el argumento de hacer llegar la fiesta a todos y también, con argumentos fundamentados en temas de seguridad en el espacio público, organiza la fiesta para todos. En esta fiesta, la ocupación del plano del aire es fundamental. Es obvio que estas celebraciones no dejan de ser populares, en el sentido en que gran parte de la población de una ciudad puede sentirse identificada con ellas, pero pierden el carácter de agencia de las celebraciones populares, para convertirse en un espectáculo que, poco a poco, se incorpora al conjunto de espectáculos que definen y dan carácter a una ciudad turística. En palabras de Muñoz, aquello que acontece en el espacio público se “urbanaliza” ((Muñoz, 2008). La ciudad es una mediación entre estos dos órdenes. Al tiempo que lo contiene, mantiene el orden próximo gracias a las relaciones de producción y propiedad y es el lugar de la reproducción de estas relaciones. Al mismo tiempo la ciudad está contenida en el orden lejano. Lo sustenta y encarna, lo proyecta sobre el territorio y sobre el plano de lo cotidiano. La ciudad inscribe, prescribe y escribe este orden lejano en un texto contextualizado. “ Por lo que la ciudad es más obra, acercándose a la obra de arte, que simple producto material.. Si hay producción de la ciudad, y de las relaciones sociales en la ciudad, se trata de una producción y reproducción de los seres humanos por parte de los seres humanos, en lugar de una producción de objetos » (Lefebvre, 2000). Lefebvre discute las dimensiones de la ciudad. Nos recuerda que la ciudad tiene una dimensión simbólica (“les monuments mais aussi les vides, places et avenues, symbolisent le cosmos, le monde, la société ou simplement d’Etat”), una dimensión paradigmática («elle implique et montre des oppositions, le dedans et le dehors, le centre et la périphérie, l’intégré a la société urbaine et le non-intégré ») y una dimensión sintagmática («liaisons des éléments, articulation des isotopies et des hétérotopies » Lefebvre, 2000 : 72)
La fiesta en el orden lejano. La invención de lo popular. Que una actividad o celebración atraiga a las masas, a la mayoría de la población, e incluso se convierta en un reclamo turístico de la ciudad, no significa que, en sus orígenes podamos considerar tal actividad como « surgida del pueblo », de raíz popular. Como ejemplo, dos actividades que tienen un gran impacto popular en dos ciudades. Actividades que, además, representar un esfuerzo artístico importante para proporcionar color e impacto a la propia actividad, transformando totalmente las características del espacio público. Escenografías y coreografías visuales, sonoras, pirotécnicas, etc. generan una « lectura » distinta de espacios públicos de la ciudad. La primera acontece en Barcelona cada fin de semana. Es el espectáculo de luz, sonido, color de las « fuentes mágicas de Montjuïc ». Estas fuentes fueron diseñadas por Buhigas en 1929 como uno de los elementos centrales de la Exposición Internacional de Industrias eléctricas de Barcelona en 1929. Su activación ha traspasado regímenes : dictadura de Primo de Rivera, 2ª República, Franquismo, y ahora Democracia. Es indudable que constituyen un elemento de la « cultura popular » de la ciudad.
En Portugal, António Ferro se situó “Ao leme do aparelho de propaganda, foi a proa e o mastro do regime pró-fascista, manipulando os órgãos de Comunicação, perseguindo e excluindo adversários, falsificando hábitos e costumes e inventando tradições que nunca existiram – do Galo de Barcelos às Marchas Populares de Lisboa. Usando (e abusando) do poder que lhe foi criteriosamente entregue, sentou à mesa do orçamento intelectuais e artistas, arquitectando com eles a figura de um ditador messiânico num país pobre que dança o vira e o fandango. Levou a farsa panfletária ao ponto de comparar Salazar a «uma máquina de raciocinar», vergado ao «espectáculo» da sua inteligência. Verdadeiro workaholic – sempre solícito, venerando e obrigado –, manteve com o ditador uma intimidade única, testemunhando conversas privadas que nunca chegou a contar”(Raimundo, 2015).
Inventadas a partir de un guión que casi podría ser el de un film, no podemos negar que hoy en día, las Marchas Populares de Lisboa, son un acontecimiento popular y arraigado en muchos de los Barrios (Populares) que desfilan y compiten cada 12 de junio por la noche, llenando de luz, color y sabor la Avenida da Liberdade.
La fiesta en el orden cercano. ¡Qué bonita es mi calle!. En muchas ciudades catalanes, especialmente en Barcelona, cada barrio tiene unes fiestas mayores. Fiestas que reproducen el ritual católico de las fiestas de invierno y de verano que estaban bajo la advocación de algún Santo o, como en general sucede en las de verano, bajo la advocación de la Virgen de Agosto. Así tenemos una especie de jerarquía de fiestas Populares que arrancando de la calle, siguen por el barrio y finalizan en las fiestas mayores de la Ciudad. En el caso de las fiestas barriales de Barcelona, algunos de los Barrios tienen por costumbre engalanar las calles con algún motivo que varía año a año. Son casi mundialmente conocidas las fiestas mayores de Gracia, algo menos las de Sants, La Bordeta u otros barrios de Barcelona.
El engalanamiento de las calles procede de la tradición popular de adornar con palmas o elementos vegetales alguna calle con motivo de una festividad. A lo largo del s.XIX esta tradición evoluciona hacia la creación de auténticos “sets” que tienen un tema y que llenan el conjunto de la calle con ornamentaciones diversas. Por lo general este trabajo lo desarrollan los vecinos a lo largo del año, mediante las Comisiones de Fiestas y, hasta ahora, ha sido una actividad muy centrada en los propios vecinos sin participación de artistas, a menos que residan en la calle. Las calles compiten entre ellas y reciben galardones a la “calle mejor decorada” que llena de orgullo y satisfacción a todos sus residentes. Artesanos del mundo cerámico, diseñan placas de cerámica que recuerdan para siempre el éxito logrado.
Durante todo el año. ¡Qué bonita es mi calle! Cuando en España hablamos de las asociaciones de vecinos, normalmente nos referimos a su papel en los procesos de resistencia al franquismo en demanda de mejores condiciones materiales de existencia y del que desempeñan hoy en día como contrapunto crítico a la administración. (Borja, 1988; Domingo–Bonet, 1998; Huertas- Fabre, 1976; Remesar-Lúzia, (coord), 2013). Olvidamos que durante el franquismo las Asociaciones de Vecinos también exisieron y cumplieron um papel de correa de transmisión con las autoridades locales (Alabart, 1982; Andreu Acebal, 2014; Huertas-Andreu, 1996; Martí, 1981). Si ahora las asociaciones de vecinos son de barrio, la mayor parte de las asociaciones del franquismo eran de calle. Una parte importante de la actividad de estas asociaciones fue generar “orgullo” de calle mediante el cuidado y ornamentación de las mismas. Calles del centro histórico de la ciudad que iniciaban su curso hacia la peatonalización, desarrollaron programas enteros de embellecimiento utilizado el plano vertical del espacio público. La primera de ellas y, posiblemente, la más activa en esta dirección fue la calle de Petritxol en la que todavía podemos contemplar buena parte de las actuaciones de los años 1950 a 1970, pero que siguen aportando información y “belleza” sobre lo que acontece actualmente. Dos estrategias de actuación: la placa o plafón (cerámicos, de metal, grafiados) y la capilla advocativa del santo o virgen protectora de la calle (volveremos a este tema en el apartado siguiente). En general las calles siguen un patrón de ornamentación bastante similar. El inicio es decir a los cuatro vientos que como esta calle no hay otra en el mundo. Sigue la advocación y luego de un modo u otro se vincula la calle con lo popular y tradicional, se identifica la diferencia y se ponen de relieve algunos hechos importantes generalmente mediante las figuras de personalidades locales que han residido en la calle a lo largo de su historia. Lo vemos comparando la calle Petritxol (burguesa y en el centro histórico) y la calle Pescadors en el popular barrio de La Barceloneta.
Que San..... me proteja. El orden cercano de la advocación En 2011 Antoni Remesar establecía la diferencia entre monumentos advocativos y monumentos conmemorativos (Remesar, 2011). Creo que la distinción es clara y corresponde a dos órdenes distintos del comportamiento social. En una situación anterior a las Revoluciones Francesa y Norteamericana, donde el ciudadano era un súbdito, la presencia en las plazas de la efigie o retrato del rey no corresponde al plano de la conmemoración, del recuerdo, de la memoria. Corresponde al plano de la advocación, del reconocimiento y búsqueda de protección de aquella figura que, en el orden establecido, es capaz de otorgarla. Lo mismo sucede en el orden de la religión. Ha sido tradicional que las puertas de la ciudad estuvieran custodiadas por algún santo patrón de la ciudad. Sin ir más lejos, los dos edificios civiles más representativo e importantes de Barcelona, lucen en sus fachadas la efigie del protector: San Rafael arcángel en la fachada gótica del Ayuntamiento y San Jorge, patrón de Catalunya, tanto en la fachada neoclásica del palacio de la Generalitat, como en su fachada gótica. También es cierto que en determinados momentos del s. XIX, las advocaciones sacras cambiaron de religión y fueron a buscar en el Olimpo greco-romano las advocaciones funcionales de la ciudad [3].
En cualquier caso, el tema de la presencia objetual (la efigie) de un patrón no es tema baladí. Así, la Caja de Pensiones de Barcelona, desarrolló todo un programa de construcción de vivienda, muchas veces vinculado con el despliegue de la legislación española de Casas Baratas y Casas Bonificables, en el que los distintos edificios se ponían bajo la advocación de un santo protector. En los años 1940, Eugeni d’Ors (D’Ors, 1945)que había vivido en la avenida del Portal del Ángel de Barcelona, reclamaba que la construcción de la nueva sede del Banco de España en Barcelona, contemplara rescatar el ángel custodio y protector que había lucido en la puerta de entrada de la ciudad. A esta petición llegó a sumarse Oriol Bohigas, por entonces un joven arquitecto (Bohigas, 1947). En cualquier caso, la hornacina del banco de España, nos indica el camino de la utilización popular de la advocación. La representación del santo protector en el plano vertical del espacio público, sea en soporte cerámico (como ya hemos visto) sea dentro de una hornacina (capillita) y en forma de figura.
Si en una ciudad como Barcelona, por lo general las advocaciones ocupan el plano vertical del espacio público, en otras ciudades y latitudes, estas representaciones de los protectores del territorio tienden a estar ubicadas en el plano horizontal, ocupando un espacio.
La advocación puede, también, referirse no tanto a la ciudad, a la calle o al barrio, sino a la propia vivienda.
A modo de conclusiones En definitiva, las advocaciones referidas a ciudad, barrio, calle y casa, no hacen sino reproducir la antigua práctica de los romanos. Manifestar de modo ostensible, generalmente mediante algún tipo de figuración, el culto a los lares y penates. Los elementos explorados no agotan la posibilidad de actuación, llamémosle popular en el espacio público. Desvíos de norma municipal como son los cerramientos de balcones, la instalación de antenas parabólicas o elementos de refrigeración en fachada, el cultivo de “balcones floridos” son otras tantas formas de intervenir en el espacio público reglado y diseñado. Son otras tantas manifestaciones de la necesidad de las gentes de dar sentido simbólico a sus lugares de residencia. Son otras tantas manifestaciones de los procesos de apropiación de la ciudad. La construcción está demasiado reglada y normativizada como para poder pensar en manifestaciones de arquitectura popular a menos que, como ya hemos señalado, la arquitectura oficial, culta incorpore los elementos pertinentes de la arquitectura popular (Remesar-García Fortes, 2013)
[1]“Construcción y "vialidad" son ideas correlativas e inseparables, de las cuales la una no puede existir sin la otra por lo que no puede concebirse la vialidad sin " edificios, ya que es el punto de inicio y final, ni puede concebirse la construcción sin vialidad como medio de movimiento, manifestación de la vida del hombre. (...) La casa es el principio y el final de la vialidad y si ["la vialidad"] es tan importante en las grandes ciudades, es porque en ellas hay un número de viviendas que multiplican y complican, las direcciones de movimiento” ((Cerdà, 1867b:847) [2] Otro tema distinto sería valorar si en los Desarrollos “informales” de la Ciudad se produce una utilización de los elementos propios de la arquitectura vernácula o popular, perteneciente a los distintos colectivos que la habitan. [3] A este respecto se puede consultar mi Trabajo “Historia de dos ciudades”, en relación a Barcelona y Lisboa (Remesar, 2004) REFERENCIAS
ALABART, Anna. (1982, febrero 22). Els barris de Barcelona i el moviment associatiu veïnal. Universitat de Barcelona, Barcelona. Recuperado a partir de http://tdx.cat/handle/10803/294860
REMESAR, Antoni
Director del Centre de Recerca Polis. Universitat de Barcelona. Fecha de Entrega: 05/03/2017 Fecha de Admisión: 13/03/2017 << volver ![]() |
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