Número 71 | Junio de 2025
Paseo María Agustín nº 20 Zaragoza - 50004     Tfno.: 976 28 06 60      asociacionaragcriticosarte@gmail.com Normas/plazos para la propuesta de artículos
(call for papers)
imprimir
 
Daniel Vera: la sensibilidad joven que está transformando el paisaje artístico aragonés
Premio AACA al artista aragonés o residente en Aragón menor de 35 años que haya destacado por su proyección artística
 
 

A veces, el arte joven irrumpe con tal fuerza y claridad que es imposible no prestarle atención. Ese es el caso de Daniel Vera (Zaragoza, 1999), un artista visual que, con una trayectoria aún emergente pero firmemente construida, se ha consolidado como una de las voces más personales del arte contemporáneo en Aragón. Formado en la Facultad de Bellas Artes de Zaragoza (campus de Teruel), su trabajo se caracteriza por una investigación constante en torno al paisaje, la memoria y la percepción, y por un lenguaje pictórico, sugerente y cargado de referencias simbólicas.

Este año ha recibido el Premio al artista aragonés o residente en Aragón menor de 35 años que haya destacado por su proyección artística, otorgado por la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte (AACA). El reconocimiento no solo avala la solidez de su propuesta, sino también su creciente presencia en el circuito artístico regional y nacional, en el que ha logrado destacar por la coherencia conceptual de su obra y por su versatilidad técnica.

Entre sus exposiciones más recientes se encuentra Post Paisaje, presentada en el Espacio Joven Ibercaja, y Locus Amoenus, que pudo verse en el Centro Joaquín Roncal de Zaragoza y que posteriormente ha viajado por los centros de la UNED en Calatayud, Ejea de los Caballeros y Barbastro. En ambas muestras, Vera reformula el concepto clásico de paisaje a través de una mirada contemporánea.

Además de su labor expositiva, el artista ha desarrollado intervenciones murales en espacios públicos, como las realizadas en el Festival Asalto de Plan y en Farlete, expandiendo su imaginario visual a nuevos formatos y contextos.

Ha sido también distinguido con el Accésit del Premio Ibercaja de Pintura Joven 2024, y obtuvo el tercer Premio CREAR 2024, del Instituto de la Juventud (INJUVE), consolidando así una trayectoria que destaca por su rigor  y proyección.

Conversamos con él sobre este momento clave en su carrera: el significado de este premio de la AACA, su evolución artística, el diálogo entre pintura y espacio urbano, y los proyectos que marcarán su futuro próximo.

 

Daniel, enhorabuena por el premio. ¿Cómo recibiste la noticia y qué significó para ti este reconocimiento por parte de la Asociación de Críticos de Aragón?

La verdad es que no me lo esperaba. Siempre intento superarme, pero no sabía si este premio podía llegar en algún momento. Ha sido un año de mucho trabajo, especialmente preparando la exposición de Locus Amoenus, que al final fue como poner toda la carne en el asador. Recibir este reconocimiento ha sido algo que agradezco muchísimo. Me llena de orgullo poder llevar ahora este título, especialmente en Aragón, un lugar donde he tenido la oportunidad de vivir y trabajar en todas sus provincias.

 

Eres muy joven y ya estás siendo reconocido por tu trabajo artístico. ¿Cómo ha sido tu trayectoria hasta ahora? ¿Qué te impulsó a dedicarte al arte?

La verdad es que siempre he dibujado, como mucha gente, pero ya con 15 años empecé a recibir algunos encargos y gané un premio de graffiti. Aunque al principio me sentía un poco limitado, decidí estudiar y explorar hasta dónde podía llegar.

Ahora pinto murales, algo que para mí era un sueño de adolescente, y aunque actualmente estoy centrado en proyectos más artísticos o conceptuales, me doy cuenta de que estoy viviendo de lo que siempre soñé. No sabría decir exactamente qué fue lo que me impulsó a seguir este camino, pero siempre he sentido la necesidad de trabajar y dedicarme a la pintura.

 

¿Sientes que este premio cambia algo en tu carrera, o en la forma en la que te perciben dentro del ámbito artístico?

Bueno, por ejemplo, ahora lo incluyo en mi statement, porque funciona como una carta de presentación y aporta contexto cuando me presento a nuevos proyectos. Hace un mes estuve en Córdoba, y mencionar que había recibido este premio, quizás influyó a la hora de que me concedieran la beca. No puedo asegurarlo, claro, pero sí que creo que este tipo de reconocimientos suman y ayudan a abrir puertas.

 

Tu exposición Locus Amoenus, comisariada por Alejandra Rodriguez Cunchillos, ha despertado mucho interés. ¿Cómo surgió la idea y qué querías transmitir con ella?

Bueno, para empezar, el proyecto surgió a raíz de la oportunidad de exponer en el Centro Joaquín Roncal. A mí me gusta mucho trabajar con el espacio, así que hasta que no vi las posibilidades que ofrecía la sala, no empecé realmente a plantearme qué quería hacer allí.

 Llevaba ya unos años trabajando con el tema del paisaje y las geometrías, como en el proyecto que desarrollé conA3rte. Quería llevar ese trabajo un paso más allá. No tanto como cerrar una etapa, pero sí culminarla de alguna manera. Como estaba muy centrado en el paisaje, decidí enfocarme en los paisajes de Aragón. Además, en conversaciones constantes con Alejandra —estuvimos compartiendo ideas durante todo el proceso—, surgió también la idea de introducir el componente mitológico. Ha sido un proceso de casi un año de producción y conceptualización, en el que fueron apareciendo nuevas partes, como la instalación, la parte sonora… Elementos que se fueron incorporando de manera orgánica. Al final siento que todo encajó como un rompecabezas que, para mí, quedó bien cerrado.

 

En los últimos dos años has realizado varios murales que han tenido mucha repercusión. ¿Qué te atrae del arte urbano y qué te permite expresar que no encuentras en otros formatos?

El arte urbano es el medio en el que he crecido, así que para mí es algo muy natural, casi orgánico. Cuando trabajo en una instalación, por ejemplo, el proceso suele ser más complejo y técnico, requiere más planificación y esfuerzo. Sin embargo, con los murales tengo más afinidad, más soltura, me sale de forma más directa.

Además, dentro del arte urbano hay mucha libertad. En algunos festivales me dan carta blanca para hacer lo que quiero: viajo, pinto, y disfruto mucho de ese proceso. En otros casos, sobre todo en encargos más locales, me adapto más a lo que pide la comunidad o el promotor. Me gusta combinar ambos tipos de proyectos, porque siempre aprendo algo nuevo.

Por ejemplo, justo después de inaugurar Locus Amoenus, estuve una semana pintando en Plan, en el Pirineo, dentro del Festival Asalto, y fue una experiencia muy bonita. Venía de pintar paisajes de Aragón en el estudio, y de repente estaba allí, inmerso en ese entorno, empapándome de su esencia. También estuve en Farlete, en los Monegros. Esa conexión directa con el lugar me parece muy valiosa.

Últimamente, además, estoy intentando explorar una línea más específica dentro del muralismo, que tiene que ver con lo instalativo: cómo el mural puede no solo estar pintado sobre un muro, sino integrar elementos espaciales, jugar con el volumen, con lo arquitectónico. Creo que ahí hay un camino poco transitado, y me interesa mucho desarrollarlo.

 

¿Cómo eliges los espacios y los temas para tus murales? ¿Hay un diálogo con el entorno o con las comunidades locales ¿Podrías contarnos alguna anécdota o experiencia especial que hayas vivido mientras realizabas uno de estos murales?

Sí, cada mural es una experiencia distinta, y me han pasado todo tipo de cosas... desde quedarme atrapado en una grúa -porque en este tipo de trabajos puede pasar de todo- hasta anécdotas bastante surrealistas. Por ejemplo, cuando estuve pintando en Cantavieja, que es uno de los pueblos más bonitos de España según National Geographic, el alcalde de entonces me nombró embajador del pueblo. Literalmente me puso una espada en el hombro y me dijo: “Te nombro embajador de Cantavieja”. Siempre lo cuento como anécdota para vacilar un poco, porque fue muy curioso.

También tuve una experiencia muy especial en Transilvania, Rumanía. El primer año fui a una residencia artística en un castillo, y al año siguiente me encargaron un mural para el Museo del propio castillo. La situación cambió mucho: pasé de ser residente a estar trabajando allí, y mientras todos los demás se iban a casa al acabar la jornada, yo me quedaba solo, con las llaves del castillo, cocinándome la cena y viviendo literalmente entre sus muros. Fue una vivencia muy intensa, casi de película.

Respecto al diálogo con el entorno, para mí es fundamental. De hecho, uno de los motivos por los que algunos festivales no han contado conmigo es que mi trabajo tiende a ser muy mimético, se camufla mucho en el contexto. Empecé pintando en pueblos, y eso me enseñó a ser muy cuidadoso con la estética del lugar: en un casco histórico no puedes poner colores flúor ni composiciones estridentes. Yo suelo trabajar con tonos tierra, con texturas suaves, buscando que el mural no rompa la armonía del conjunto.

De ahí nace también mi interés por el trampantojo y el proyecto"Transfer", donde la idea es jugar con lo que se ve detrás del muro, simular que la pared desaparece o se transforma. Me interesa que el mural no imponga, sino que dialogue, que sea sutil, que esté integrado de forma natural en el entorno.

 

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? ¿Hay alguna exposición o intervención que puedas adelantarnos?

Desde que terminé Locus Amoenus, he estado más en una fase de investigación y experimentación en el estudio. He estado probando cosas nuevas, pero sin llegar a cerrar ninguna pieza concreta. Con la llegada del otoño, empezará a activarse de nuevo la temporada, y estoy preparando un nuevo proyecto, aunque todavía no he empezado la producción como tal.

Siempre trabajo en función del espacio en el que voy a exponer, así que necesito saber dónde se va a presentar para empezar a dar forma al proyecto. Hace poco estuve en una residencia artística en Baena, Córdoba, y también estoy involucrado en otro proyecto que se desarrollará en varios pueblos de Girona. Esto último surge de un premio que recibí en Tortosa hace un año y medio; fui seleccionado por el jurado, y eso conlleva participar en una nueva iniciativa relacionada con instalaciones artísticas en esos entornos rurales.

Así que de momento estoy en un punto intermedio: con ideas en marcha, proyectos que se están gestando, y muchas ganas de retomar también la parte más pictórica de estudio. Pero todavía sin un lugar concreto donde "aterrizar" esa parte. En cuanto aparezca ese espacio, todo empezará a tomar forma.

 

¿Cómo imaginas tu evolución artística en los próximos años? ¿Hay alguna disciplina o formato que te gustaría explorar?

Creo que cada vez tiendo más hacia la fusión de disciplinas. Me interesa mucho el cruce entre lo escultórico y lo pictórico, y también la instalación, que muchas veces sigue siendo pintura, pero en un formato más espacial. Es como si la pintura saliera del soporte tradicional y empezara a ocupar el lugar de otro modo. Siento que mi camino va por ahí, aunque sin dejar de lado mis orígenes. A veces, después de un proyecto grande o muy técnico, lo que más me apetece es volver al estudio, sentarme tranquilo y pintar un cuadro como antes, para no perder ese vínculo más íntimo con la pintura.

También es verdad que mucho depende de las circunstancias: de los proyectos que me propongan, o de los que yo mismo decida impulsar. Siempre digo en broma que he hecho instalaciones con tela, con cajas de cartón, con serrín… que ya he probado todos los materiales baratos que existen para montar algo de cierta magnitud [ríe]. Así que espero que en el futuro pueda trabajar con más medios, en condiciones óptimas, no solo para mí, sino para el equipo que muchas veces hay detrás de cada proyecto. Porque al final, aunque uno firme la obra, todo esto se construye en colectivo, y eso también me interesa mucho cuidar.

 

Para terminar, ¿qué consejo le darías a otros jóvenes artistas que, como tú, están empezando a abrirse camino?

Les diría, ante todo, que sean honestos consigo mismos. No puedes mentirte a ti mismo sobre lo que haces o por qué lo haces, porque si no ni siquiera tú vas a creer en tu trabajo. Cuando hablas de tu proyecto, tiene que notarse que es tuyo, que lo sientes. Yo, por ejemplo, podría estar horas hablando del mío porque lo he vivido, lo he pensado y lo he construido desde dentro.

También les diría que no tengan miedo. No me refiero solo al miedo al futuro o a la incertidumbre, sino al miedo de enfrentarse a retos, de probar cosas nuevas.  A veces una idea no se puede realizar con materiales nobles, pero eso no significa que no pueda existir de otra forma. Lo importante es no bloquearse, buscar soluciones y seguir adelante.

Y sobre todo, que no dejen de hacer cosas. Yo llevo años sin parar de pintar, y todos los días hago algo creativo, aunque sea pequeño. Cuanto más estás en contacto con el mundo de las ideas, más fácil es que surjan otras nuevas. Así que eso: constancia, sinceridad y ganas. Para adelante con todo.

 

Con sensibilidad, rigor y una inquietud constante por explorar nuevos lenguajes, Daniel Vera representa una generación de artistas que no solo crean imágenes, sino que construyen relaciones profundas con el entorno y con el espectador. Su trayectoria aún está empezando, pero su voz ya se escucha con fuerza.

Lola DURÁN ÚCAR
Vicepresidenta de AACA

Fecha de Entrega: 19/06/2025
Fecha de Admisión: 21/06/2025


<< volver imprimir