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Una mirada al diseño del siglo XX en Zaragoza
Historias de la modernidad. Diseño y arte del siglo XX. Del 26 de marzo al 1 de junio de 2025 en el palacio de Sástago de Zaragoza
El pasado 26 de marzo de 2025 se inauguró en la sala de exposiciones del palacio de Sástago de la Diputación Provincial de Zaragoza la muestra Historias de la modernidad. Diseño y arte del siglo XX, que ofrece obras icónicas (principalmente de mobiliario) que forman parte de la colección de la Galería Studiolire, fundada por Teresa Puente y Pedro Reula. Hasta el 1 de junio podrá verse esta exposición que ha sido organizada por la Diputación Provincial de Zaragoza y comisariada por el arquitecto Pedro Feduchi, nieto del arquitecto, decorador y diseñador Luis M. Feduchi, figura comprometida con el Movimiento Moderno. Ha sido planteada con una visión integradora y multidisciplinar que persigue reflejar la complejidad de la modernidad. Comienza cronológicamente en los años veinte y llega hasta la década de los setenta de la pasada centuria. Presenta un recorrido guiado por la historia del diseño industrial y del mobiliario, que muestra al mismo tiempo las artes decorativas y las artes plásticas. Se evidencia un diálogo interno entre las piezas y una conexión entre la Bailarina (hacia 1930-1940, en hierro) del escultor turolense Eleuterio Blasco Ferrer, que está ubicada al inicio de la primera sala, y la Cacería (hacia 1925-1930, en hierro repujado) de Juan José García, que se exhibe en la sala que cierra la exposición. La muestra se articula en torno a varios temas que estuvieron presentes en los asuntos y las controversias estéticas de la época como, en primer lugar, la «Tradición versus la modernidad». Este primer espacio comprende principalmente muebles (butacas, sillas, mesas, etc.) de los años veinte y treinta, deudores de los nuevos materiales encumbrados por la industria y el progreso (tubo de acero cromado, madera curvada, etc.) y producidos por famosas marcas como la austriaca Thonet o la española Rolaco. Junto a estas piezas se presentan otras obras (pinturas, esculturas, dibujos, fotografías, etc.) que dejan constancia de la dialéctica entre tradición y modernidad que definió esos años, y que se evidencia, por ejemplo, en Los Monegros (1925) de Ramón Martín Durbán y en la cubierta de la Guía Oficial de Zaragoza, 1928-1929, de los Hermanos Codín. Además, en vitrinas se exhiben publicaciones periódicas de la época especializadas en arquitectura y diseño como Cortijos y Rascacielos, A.C. —revista que dio a conocer los proyectos y obras arquitectónicas del grupo GATEPAC—, Nuevas Formas o D´ací i d´allà. Como bien es sabido, la arquitectura moderna irrumpió en Aragón de la mano de Fernando García Mercadal, del cual se muestran fotografías de sus edificios para la colonia Residencia de Madrid en la revista Viviendas. Asimismo, en algunas de estas publicaciones se dieron a conocer los proyectos firmados por el arquitecto zaragozano Regino Borobio Ojeda, y en los que también colaboró su hermano José, comprometidos con la modernidad como la vivienda unifamiliar para Pedro Hernández Luna (1931). Se incluyen tres magníficos dibujos de José Borobio fechados en los veinte, que tienen como protagonista a la Eva moderna, como es habitual en su producción gráfica de esos años. A continuación, nos adentramos en el espacio titulado «La Fealdad se vende bien (I, II y III)», que abarca el período correspondiente a los años cincuenta, la denomina «década bisagra», en la que, tras el impasse impuesto por el estallido de la Guerra Civil, se recuperó el camino de la renovación. Fue en 1953 cuando Luis M. Feduchi, junto a su hijo y aún estudiante Javier, acometió el Hotel Castellana-Hilton, otro proyecto total y de integración y el diseño de la silla Parábola. En este empeño de modernización no estuvieron solos y, en esta labor, se implicó a la industria. Se promovieron distintas iniciativas como los concursos en lo que participaron Arcadio Blasco, César Manrique y Luis Feito, de los que se presentan obras. En 1957, Luis M. Feduchi, Carlos de Miguel y Javier Carvajal fundaron la Sociedad de Estudios para Diseño Industrial (SEDI), cuyo lema era «la fealdad se vende mal» y movilizaron a artistas como José María de Labra y José Luis Sánchez para inventar la versión madrileña del nuevo oficio de diseñador. Al mismo tiempo, se hace hincapié en otros capítulos señeros de la arquitectura y del diseño de los cincuenta, como el mobiliario creado por Barba Corsini para los apartamentos de la Pedrera (1955) en Barcelona, o para las viviendas sociales de Vista Alegre por el arquitecto Fernando Ramón Moliner, hijo de María Moliner, así como en la versión mediterránea del diseño de José Antonio Coderch y Federico Correa. Todo esto evidenciaba dos vías para el mueble y la arquitectura modernos: la tradición reformada y la apuesta por la industria. A este respecto, cabría citar la Butaca Barceloneta (1957, madera de haya, ante y loneta) de Federico Correa y Alfonso Milá; y la Butaca 2854 (1959, madera de haya y paño de lana)de Carvajal. Además, y como apoyatura para el discurso perseguido, se ofrece una selección de artículos sobre diseño industrial (Revista Nacional de Arquitectura) e interiores de viviendas (Interiores de Hoy). A continuación, en «Forma y Espacio» se nos conduce hacia la década de los sesenta y a los artistas de vanguardia que abanderaron la insignia del diseño. Los más interesados en el tema del espacio habitable fueron los autores geométricos o analíticos como Equipo 57, Néstor Basterretxea y Andreu Alfaro. Así, de este último citado, se expone la Silla MM2 (fibra de vidrio y varilla de acero cromado) diseñada para Martínez Medina. En este caso, también hay vitrinas con revistas sobre mobiliario y decoración de la época. Por su parte, la sección titulada «Modular» incide en la integración de las artes y en el uso de la informática para generar nuevas formas. Interesa la experimentación formal, geométrica y sobre modularidad y ordenación del espacio. Esta es una de las máximas que siguen las piezas de los arquitectos Rafael Leoz y de la pareja formada por Josep Maria Fargas y Enric Tous; las lámparas de techo creadas a partir de los ensayos de geometría de Miguel de Oriol y Antonio Carrillo; o la aplicación de los módulos en las obras de José Luis Gómez Perales. Este último diseñador generaba sus obras como plantillas informáticas que luego seleccionaba, construía, pintaba y ensamblaba. De este modo, en este espacio se advierte una relación sintónica entre la Butaca decanato (1926) de Fargas, la Silla Madrid (1961) de Miguel Fisac y Construcción modular (hacia 1970) de Gómez Perales. La exposición se cierra con un diálogo entre la manualidad de la creación de autor y la necesaria industrialización de los objetos modernos para su consumo masivo. El siglo XX vivió la desvirtualización de aquellos objetos que sirvieron durante siglos para las actividades cotidianas. Así, un cántaro de barro pasó de servir para almacenar o transportar agua a ser una pieza decorativa. La dicotomía entre artes aplicadas, artesanía y diseño industrial del siglo pasado se aprecia en la producción de lacas de técnica japonesa (con obras exquisitas de Enriqueta Pascual Benigani como Plato con ciervo, 1936), en la forja deudora del Déco (como se constata en Plato de Juan José García), en la cerámica de autor (con obras de Antonio Salvador Orodea, entre otros) o la semiindustrial con brillantes esmaltes. Todas estas piezas resumen muy bien las inquietudes en torno a la creación en el siglo de la modernidad. Sin duda, Historias de la modernidad. Diseño y arte del siglo XX es una buena ocasión para contemplar de una manera diferente la modernidad artística del siglo XX en España.
Mónica VÁZQUEZ ASTORGA
Profesora Titular de Historia del Arte, Universidad de Zaragoza Fecha de Entrega: 26/05/2025 Fecha de Admisión: 21/06/2025 << volver ![]() |
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