Una ciudad en imágenes

Una ciudad reatendida –Zaragoza- y revisitada a través de la imagen y de la palabra, necesario ejercicio de la memoria… intermitente, cada cierto tiempo… para poner valor, para establecer la idea de nuestro entorno y de nuestro lugar en él como inquilinos de un gran organismo habitado, que acompaña y condiciona nuestros pasos, nuestro devenir y nuestra existencia en sí, tan compleja como cada uno de los recovecos en construcción de este gran fragmento de un gran escenario.
Una Zaragoza vista por los artistas en el período 1808-2008, es lo que nos ofrece el libro, y catálogo, que ha servido de acompañamiento textual a la exposición celebrada en el Centro de Historia de Zaragoza, entre diciembre de 2008 y febrero de 2009, titulada Vistas de Zaragoza: Pinturas de la modernidad, una muestra completa que recomponía interesantes ejemplos de los muchos perfiles, los más señeros y los más diversos, de la capital de Aragón. El comisariado de la muestra, y la edición del libro-catálogo, corren a cargo del doctor Jesús Pedro Lorente Lorente, quien ha realizado un laborioso ejercicio de investigación para ofrecer, junto con sus colaboradores, un trabajo no sólo útil, sino imprescindible, para acercarnos a la memoria más reciente de la ciudad de Zaragoza.
 
El volumen se articula en torno a dos partes precedidas por una introducción en la que el mencionado editor, analiza el estado de la cuestión en torno a la producción de imágenes dedicadas a la ciudad aragonesa, siempre en conexión con la dinámica creativa de representaciones de ciudades en el ámbito universal, centrada más bien en Europa occidental y Estados Unidos. Comienza explorando conceptos como el casticismo o el papel jugado por el progreso en la elección de las fragmentos urbanos. Y continúa con esta espléndida y enriquecedora localización de las representaciones de Zaragoza dentro del conjunto creativo coetáneo en el marco de las corrientes internacionales, en la segunda parte del libro, donde acomete un pormenorizado relato de las imágenes de Zaragoza por zonas, etapas, artistas y situaciones.
Unas páginas más adelante, un nutrido grupo de profesionales de variado signo, recorren la ciudad desde distintas ópticas -abundantemente ilustradas-, con distintas motivaciones y variados intereses.
 
El objetivo de la pintura no era tanto registrar notarialmente los cambios producidos en la ciudad, sino manifestar la actitud del artista –en definitiva, del individuo- ante los cambios que estaba experimentando la vida humana en el mundo moderno, cuyo escenario natural era y es la ciudad.
Así retrata de manera certera María Dolores Jiménez-Blanco en su texto “Paisajes urbanos y pintura moderna”, la línea esencial que liga al artista con la realidad de la ciudad. Jiménez-Blanco nos habla de la ciudad como una nueva naturaleza, y analiza las motivaciones para pintar una ciudad, la ciudad, sus escenarios, nuevos y viejos, aquí, en París, en la construcción de nuestro pensamiento.
 
Un siguiente capítulo, titulado “La Zaragoza del siglo XIX, vista por los pintores”, nos ofrece –de la mano del reputado historiador, Wifredo Rincón- una vasta visión de la apertura a la contemporaneidad, a la eclosión inventiva, al dinamismo del viaje y la exploración de los espacios, todo lo cual condicionó el panorama artístico de la urbe, reflejada aquí en su devenir durante el siglo XIX.
 
Por su parte, el catedrático Manuel García Guatas, en “Zaragoza, desde el ojo de sus pintores”, realiza una cuidada selección de obras, para cuyo estudio adopta un enfoque de conexión con las vanguardias internacionales, y la recepción de sus motivos por parte de nuestros representantes plásticos, no sin antes ejercitar una reflexión acerca del cultivo del paisaje como género de interés por parte del artista, y sus vicisitudes e implicaciones a lo largo de la contemporaneidad.
 
En un gesto de integración de la realidad institucional como detonante de determinadas actitudes en el desarrollo artístico de un entorno, Ángel Azpeitia y José Antonio Val, como representantes de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, colaboran en un escrito colectivo titulado “Los concursos de pintura rápida del Ayuntamiento de Zaragoza (1963-2005)”, donde estudian el fenómeno del cultivo del paisajismo en el arte desde el condicionamiento implícito que supone la celebración de concursos y otros eventos que requieren temáticas determinadas por parte de los participantes.
“Reflejos urbanos de la postmodernidad: Pinturas murales zaragozanas con vistas de la ciudad”, es el epígrafe que firma María Luisa Grau Tello y que, en un gesto de originalidad, integra esas visiones de Zaragoza en Zaragoza, esas vistas pintadas -siempre de manera sistematizada- de monumentos y otros hitos arquitectónicos en la superficie de los muros de la ciudad, donde se celebran las ausencias de esas referencias desaparecidas en la materia, pero que se pretenden perpetuar en forma de representaciones, no exentas de un extraordinario valor didáctico, estético, y de preservación del imaginario.
 
Por último, Ana María Revilla, hace un recorrido por las iniciativas más actuales llevadas a cabo por los artistas, y en el seno de programas culturales, en “Visiones y revisiones de Zaragoza por los artistas actuales”, donde recopila las acciones urbanas más sobresalientes acaecidas en la ciudad desde los años ochenta del pasado siglo.
 
En definitiva, nos encontramos ante un elaborado compendio de puntos de vista que tratan de construir una imagen de la urbe en su devenir más último, en sus últimos pasos, condicionados, impulsados, errantes y, en ocasiones, errados…
Y, al final, cuando se cierra la última página de esta guía de la contemporaneidad pintada de Zaragoza, poco a poco se reconstruye en nuestra mente un fragmento de lo que hemos sido, a través de los escenarios que hemos poblado en un momento determinado y, en ello, la acción artística es el poderoso médium que nos entrega esas maquetas posibles donde reconstruir los retazos de nuestros recuerdos.

Una magnífica labor de homenaje a una ciudad, por parte de sus artistas, intelectuales y estudiosos que no debería pasar desapercibida para todos los amantes que quieren poseer un poco más a Zaragoza.