El videoartista irlandés James Coleman es una figura de gran prestigio en la escena artística internacional. Uno de sus grandes valedores es Manuel Borja Villel, quien lo incluyó en varias exposiciones del MACBA y en su colección permanente. Este verano le ha dedicado una gran exposición individual en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
La muestra ha tenido buenas críticas en los medios de comunicación; pero no conseguido ni una milésima parte de la fascinación pública destada por la exposición de Hopper en el Thyssen. Y eso a pesar de su hermoso cartel anunciador, donde se veía al famoso actor Harvey Keitel en una escenografía teatral muy atractiva: era uno de los fotogramas del vídeo 'Retake with Evidence', presentado con gran éxito en la Documenta XII de Kassel en 2007.
Visité la exposición durante más de una hora, pero no me encontré con ningún otro visitante en las salas donde se presentaba el núcleo de esta importante antológica, y sólo algún despistado en la Sala de Protocolo o en la Sala de Bóvedas. No me extraña. El museo gstó un dineral en insonorizar las salas para esta exposición, de manera que no se oyeran ruidos procedentes de fuera; pero sin tener en cuenta el ruido ensordecedor de los antiguos proyectores de películas utilizados (para ser más fieles al documento histórico no se han digitalizado sus más antiguas videoinstalaciones, sino que se presentaban en su soporte original, en proyectores “de museo”). Salí de allí compadeciendo a los pobres vigilantes de sala, obligados a permanecer allí a costa de su salud física y mental.
Lamento decir esto, porque en general el contenido me pareció interesante, aunque yo no consiguiera concentrarme por culpa del ruido. También me impidió disfrutar de la exposición una creciente indignación, que quizá sea problema mío, como museólogo y convencido defensor de que las instituciones artísticas están al servicio del público, no sólo de la élite a la que parecía dirigirse esta exposición. A pesar de que en los vídeos más recientes de Coleman el contenido verbal es a veces tan importante, apenas se molestaron en subtitular los diálogos al español o al menos ofrecerlos por escrito en hojas de sala. Pero peor aún se presentaban sus creaciones silenciosas y más abstrusas, como la titulada Fly, que bien explicada podía haber cautivado a muchos espíritus sensibles: a mí me pareció una poesía visual, llena de metáforas filosóficas, como los haikus japoneses. Pero la explicación ofrecida era simplemente esto:
Fly, 1970
Película 8mm transferida a 16mm
Blanco y negro. Sin sonido
Proyección continua
¿Cuántos visitantes habrán captado el juego de palabras del título, que es parte de la clave interpretativa de este vídeo? En él aparece una ventana con vistas a las nubes y un arbolado agitados por el viento, que nos hacen pensar en algo que alza el vuelo (fly) ; pero cuando otro movimiento a este lado de la ventana capta nuestra atención, observamos que una mosca (fly) camina torpemente a este lado del cristal, que la tiene presa, sin poder escapar afuera.
Salí melancólico de la exposición, y aún me dura el efecto.