La singularidad de Darío de Regoyos, radica en su posición en el panorama internacional, por su participación en los círculos artísticos belgas y franceses. La labor paisajística al aire libre, que había impuesto Carlos Haes, culminó por Regoyos en un experimento de pura indagación plástica a partir de su formación en la Real Academia de Bellas Artes de Bruselas, donde tuvo la oportunidad de formarse con Van Sevendonck y particularmente en el paisaje con Joseph Quinaux, y convertirse en el único pintor español puntillista, reconocido por Seurat. Con esta formación, en adelante, la temática de la pintura de Regoyos estaría formada por paisaje, acompañado de presencia humana o animal. Aunque en verdad, la figura humana aparecerá en la obra de Regoyos reducida a unos pocos retratos, algunas escenas de interior, en los que aparecen figuras solitarias, envueltas en una atmósfera silenciosa. Por otro lado en lo que respecta a los paisajes, empleaba formatos menos panorámicos, y más propios de la figura humana. Así pues tenemos el ejemplo de Salida de misa con siroco (1885) o Noche de difuntos (1886), donde los rostros de las mujeres que aparecen, no son identificables, sino más bien quedarán integradas dentro del paisaje. Precisamente en lo referente al paisaje, Regoyos destaca la naturaleza a plena luz del día, obras como Tempestad en los Pirineos (1885) o Camino de los neveros (1911), así lo destacan. Otras obras en cambio, sitúan la escena bajo luz crepuscular o eléctrica. El puerto de Ondarroa (1907) o Nocturno, marina (1902) recogen, en ambos dos casos, estudios de luz. EL primero un atardecer sobre el río, mientras se vislumbran los destellos de la luz eléctrica de las casas. El segundo en cambio, trata de un estudio, de dimensiones reducidas, del efecto de la luz de la luna sobre el mar.
La presente exposición, formada por ciento cincuenta obras aprovecha el centenario de la muerte del artista, acaecida en Barcelona en 1913, para reunir un conjunto de obras, algunas de ellas inéditas, que permitan realizar un mayor conocimiento sobre su vida, su trayectoria y claro está, su pintura
Dejo decenas de testimonios de imágenes que sirven para conocer y entender el tiempo en que vivió, el de la industrialización y los grandes cambios del siglo. En sus obras, se inspiro en la verdad, tanto en asuntos, como en ejecución. A través de ello, encontró la tristeza castiza, dentro de la vida moderna española. La publicación de Viaje por la España negra, recogería la ignorancia de la población frente al progreso proveniente de vertiginosos cambios, fue un libro, cuyo origen radica en un viaje que realizará Regoyos junto a poeta belga Émilie Verhaeren, por el País Vasco, Cantabria y Castilla de 1888. Los dibujos y grabados que ilustrarán este libro, bien podrían considerarse precedentes del horror que aparecerá, años después, en el Guernica de Picasso.
A comienzos del siglo XX, la obra de Regoyos, se había convertido en un caso inusual, pues para unos era un artista extraordinario, en cambio para otro, un desequilibrado. Mientras la crítica de la época no podía admitir aquellos cuadros por el talante conservador y los criterios académicos, sin embargo, para los espectadores inteligentes, que conocían bien la pintura francesa, podían comprender su aprecio por los impresionistas puros: Pisarro, Degas y Gauguin. Sin embargo, las necrológicas publicadas en Barcelona, el día de su muerte, reconocían unánimemente el talento, la calidad humana y sobre todo la discreción y dignidad con que había afrontado tanta incomprensión
Darío de Regoyos (1857-1913). La aventura impresionista
-Museo Bellas Artes Bilbao
7/10/2013-26/01/2014
-Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
18/02-1/06/2014
-Museo Carmen Thyssen Málaga
26/06-12/10/2014