Esperar: Andy Goldsworthy

 

Andy Goldsworthy (Cheshire, 1956) recala de nuevo en Madrid, en la Galería Slowtrack, el nuevo espacio expositivo de Marta Moriarty, para acercarnos su fascinante manera de entender la relación entre arte y naturaleza. Al contrario del gran despliegue de medios y máquinas que los artistas del land-art norteamericano utilizaron para trabajar en grandes extensiones de terreno, Goldsworthy condiciona su trabajo a sus propias manos y a los medios y elementos que la naturaleza le brinda. Sus obras surgen de la observación, de la mirada atenta a los procesos de la naturaleza, a sus ciclos, a los fenómenos que convierten en único un instante fugaz. Goldsworthy aborda sus obras caminando, desplazándose por la naturaleza, al igual que otros artistas británicos como Richard Long y Hamish Fulton, adentrándose en ella en silencio con todos los sentidos alerta hasta encontrar un guiño, un lugar o un elemento sobre el que empezar a trabajar. Goldsworthy busca una empatía con el medio natural, una sintonía con el lugar que elige para transformarlo de manera efímera en un destello inesperado, en una revelación a través de la cual pone en evidencia la grandiosidad de la naturaleza. La lluvia, el hielo, el viento, los ríos, las mareas, las piedras o los árboles son sus aliados que utiliza desde perspectivas y tratamientos sorprendentemente inusuales. Para modelarlos trabaja especialmente con el tiempo, utilizando como unidad de medida la paciencia.

Bajo el título Esperar Andy Goldsworthy presenta en la galería madrileña fotografías y videos de sus últimos trabajos, en los que utiliza su propio cuerpo como soporte. Un formato muy alejado de su exposición de 2007 En las entrañas del árbol, en el Palacio de Cristal del Parque del Retiro madrileño en el que construyó tres complejas estructuras de madera adaptadas a la arquitectura del Palacio de Cristal.

El interés por el trabajo de Goldsworthy quedó patente en la presentación de la exposición, a cargo del crítico de arte Fernando Castro y en presencia del autor y la galerista el pasado martes 29 de marzo, que llenó el salón de actos de la Biblioteca Eugenio Trías del Parque del Retiro de Madrid (antigua Casa de Fieras).

La exposición Esperar permanecerá abierta al público hasta el 21 de mayo de 2016.


Obra denuncia de Alicia Sienes

 

La Asociación de Artistas Plásticos Goya Aragón, desde el 4 de marzo, acoge Mujeres en la Sombra de Alicia Sienes. Exposición, coincidiendo con el Día de la Mujer, muy bien montada y muy bien pensada en cuanto al tema, en el sentido de mujeres con abusos de sus maridos en un aspecto intelectual, la mujer tradicional o la mujer vista como objeto sexual. Tema desarrollado en otra exposición, incluso la única escultura, un desnudo femenino, ya la exhibió.

La artista incorpora un texto, como si fuera una especie de manifiesto, que ejerce cual prólogo de la exhibición. Entre otras consideraciones afirma: Mujeres en la sombra es una exposición que pretende ser homenaje a las mujeres que nos han precedido en un largo camino que han recorrido (ayudadas por algunos hombres) para llegar a los avances actuales en materia de igualdad.

La exposición comienza con una perfecta instalación en el centro de la sala entre dos columnas, mediante unas sirgas cruzadas como sugerencia medio carcelaria, con la incorporación de carteles en color reproduciendo desnudos de mujeres como si fuera un abuso, cuando en muchas ocasiones es voluntario tipo consumo de la mujer que sea para obtener dinero perfil propaganda comercial, y noticias de la prensa sobre la violencia del varón. Mucho machismo y ningún ejemplo de hembrismo.

El resto de la exhibición se centra en mostrar las mujeres avanzadas más o menos alejadas de nuestra época, las tradicionales tipo ganchillo y las de gran personalidad pero anuladas por sus maridos con ejemplos flagrantes, de vergüenza ajena. Los retratos llevan frases en hojas sueltas correspondientes a su situación personal, sin olvidar los de tipo ganchillo y los muy buenos collages para enfatizar en el drama personal. También es muy interesante, por acertada, la contraposición de los retratos entre las mujeres avanzadas en su época y las felices con una vida anodina.

La exposición, de forma intencionada, suena a pasado respecto a la fecha de algunas mujeres protagonistas salvo la instalación, como testimonio denuncia sabido por cualquier persona, con lógicas excepciones, en una sociedad avanzada como la española y en países tipo Francia, Alemania o Dinamarca, por citar tres ejemplos. Que hay asesinatos y abusos, de acuerdo, como hace miles de años y como ocurrirá dentro de cientos de años en personas con graves problemas mentales y reacciones primarias ante la mujer, ni digamos cuando se cruza el amor pasión. Por otra parte, desde hace tiempo seguimos la trayectoria de Alicia Sienes reflejada en varias críticas, de modo que hemos visto su evolución a más, siempre con su total sinceridad artística.


Manuel Viola en recuerdo del porvenir

 

Con el título Manuel Viola en recuerdo del porvenir, se inaugura en febrero la exposición retrospectiva, 1933-1985, en el palacio de Sástago. Comisariado del psiquiatra Javier Lacruz y textos de Juan Antonio Sánchez Quero, Antón Castro, Javier Lacruz y Jesús Navarro Guitar. Impecable exposición que ofrece numerosos documentos y su obra desde la juventud hasta su muerte. Sobre el buen catálogo sugerimos que falta un capítulo con sus exposiciones relevantes, un capítulo bibliográfico, al menos lo más imprescindible, y una fuerte alusión a su gran amistad con el ceramista y pintor Andrés Galdeano, sin olvidar que además del mural cerámico en la CAMPSA de Madrid, 1974, ambos firman dos enormes murales nunca colgados de 1973 y 1974. En la exposición pudo exponerse al menos un mural. Andrés Galdeano, meses antes de morir, nos dio el listado de todos sus murales y los coleccionistas privados. Se merece una gran exposición como pintor y ceramista, sin olvidar textos inéditos. Retomamos el apartado bibliográfico. Cuando hacia 1978 decidimos escribir un libro sobre el surrealismo aragonés, desde 1929 hasta 1979, vamos al juzgado de Zaragoza y el secretario nos da permiso para mirar las datos de nacimiento del pintor surrealista José Luis González Bernal, de Víctor Mira, que no apareció ni en sueños pues con el tiempo descubrimos que había nacido en Larache, Reino de Marruecos, y de Manuel Viola, sobre el que descubrimos tres datos. Concretamos. Uno: Que se llamaba José Viola Gamón, hijo de José Viola Balagueró, natural de Balaguer (Lérida), y de Pilar Gamón, natural de Zaragoza. Dos: Que sus padres nunca se casaron, lo cual significa que era hijo natural, algo muy mal visto en la época. Según supe con posteridad su encuentro fue muy breve. Quizá de ahí proceda la frase del pintor sobre ciertas terribles dificultades familiares y su presencia en Lérida para estudiar bachillerato con regreso a Zaragoza durante las vacaciones. Tres: Que en todos sus catálogos de la época figuraba como nacido en 1919, con la intención de parecer mayor siendo joven, cuando en realidad nació en 1916. En cuanto a su pensamiento político fue para enmarcarlo, dado que comenzó, a los 17 años, siendo un absoluto admirador de José Antonio Primo de Rivera, pues ya afirmó el pintor que representaba el deseo de la juventud para que España cambiase y se reincorporase a un espíritu Europeo. Suponemos que aludiría a Benito Musolini. Con posteridad, como cambio al lado contrario, se afilia al Bloc Obrer i Camoral y es voluntario en las milicias del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Al lector le recuerdo que el POUM tenía en los años treinta unos 5.000 afiliados, la inmensa mayoría en Cataluña, todos dispuestos a la revolución por cualquier método, asesinato incluido. Tales cambios políticos de Viola, de derecha a izquierda, quizá obedecieron a la edad y a su pasional carácter. Estos datos ya figuran en nuestro libro Surrealismo Aragonés 1929-1979, editado por la Librería General  en 1980, y por lógica en el posterior Focos del Surrealismo español. Artistas aragoneses 1929-1991, editado por Mira Editores en 1992.

En cuanto a la exposición cabe sugerir de nuevo el placer de mirar tantos documentos. Pero antes de un breve comentario sobre su obra vemos necesario una fascinante anécdota que hemos publicado hace años. En 1966, con 29 años, estuvimos el día de la inauguración en la zaragozana galería Libros con cuadros de Manuel Viola. En las dos salas de exposiciones, segunda planta, olía muy fuerte a pintura. Le pregunto a Víctor Bailo, el primer gran galerista de Zaragoza, y nos contesta: Desde luego. Se ha pintado todos los cuadros en Zaragoza en un día. Esto significa lo evidente. Que Viola, cuando era necesario, pintaba sus cuadros de memoria sin pretender nuevas aportaciones, lo contrario cuando pintaba cuadros excepcionales producto del reposo en su estudio. Dicha actitud, sospechamos, lo hizo en sus exposiciones por Hispanoamérica. Tal realidad jamás opaca que estamos ante un artista excepcional. Basta ver sus dibujos y collages surrealistas en plena juventud, los paisajes, la serie sobre los gallos y la paulatina fascinación hacia una pintura abstracta que tiene una diáfana evolución tras volver a España desde Francia en 1949. Sobre sus abstracciones expresionistas, la gran aportación, cabe indicar que tiene auténticas maravillas por técnica, intensidad, color, ritmo, uso del espacio y formas cambiantes.


Esculturas de José Manuel Belmonte Cortés

 

En el Museo Pablo Gargallo, desde el 25 de febrero, se inaugura la exposición Belmonte. Naturaleza del Alma, con prólogo de Rafael Ordóñez Fernández que define con absoluta precisión las características del escultor cordobés José Manuel Belmonte Cortés, nacido en 1964, de larga trayectoria artística y numerosa obra en espacios públicos. Obra realista y algunas con toques expresionistas incluyendo los rostros.

Las esculturas son de resina de poliéster, lo cual posibilita las muy forzadas posturas de algunas esculturas, según puede observarse en la serie Hombre pájaro, 2008, con cada figura masculina desnuda, de gran fuerza física, que lleva una especie de gorro casco para mostrar lo más parecido a un antiguo guerrero. Lo mismo puede afirmarse, en cuanto a la postura forzada, en L´anima se ne va, 2010, cuya figura masculina se apoya en el dorso de la mano izquierda sobre una estructura geométrica. Queda lo que puede definirse como dos series temáticas. La serie “obesa”, por el aspecto del personaje masculino, consiste en una figura desnuda que adopta diversas posiciones: flotando en el aire mediante cuatro globos, El vuelo, 2009, de rodillas sujetando varios libros sobre las manos en cruz según la costumbre en algunos colegios al principio de la dictadura franquista, El castigo, 2010, sentada sujetando con una mano la típica pajarita de papel, El mar ya está en calma, 2009, mirándose al espejo con camiseta y calcetines, Y…tú quién eres?, 2010, arrastrando un juguete, con calcetines y un pie sobre el típico aro para jugar, Como un niño, 2010, con alas, Desde arriba, 2013, y la serie manzanas, por la manzana como protagonista, en obras tipo Siete pecados, 2013, con una figura más que famélica tipo campo de concentración nazi y siete manzanas al lado, Pecado, 2012, con figura femenina desnuda lanzando al aire cuatro manzanas, Esperando pecar, 2013, con rostro masculino a punto de atrapar una manzana, cuatro versiones pero solo con el rostro del obeso mordiendo una manzana, Peca, 2014, y dos obras consistentes en un desnudo de mujer sentada sobre cada sillón, en una a punto de morder una manzana, La lujuria, 2013, y en otra con manzana entre los muslos, junto al pubis, titulada La invitación, 2013, por lo visto a la espera del hombre deseado.

Entre los guerreros época antigua a definir, el anciano obeso que produce una sensación medio repugnante, suponemos que es la intención del artista, y la elemental reiteración de la maldita manzana como gran pecado simbólico para el que se lo crea, la conclusión es que sentimos una especie de rechazo total hacia el conjunto de las esculturas, quizá también porque todo está muy forzado perfil gratuito. Se salvan las dos esculturas con la mujer sentada en dos sillones pero eliminando ambas manzanas.


Cuadros de Pedro Sagasta

 

Antes de mostrar la crítica vemos necesario comentar la inauguración del nuevo espacio. El inquieto Eugenio Mateo, que ya tuvo dos espacios para exponer, se ha unido con la Asociación Homenajearte para inaugurar, en diciembre de 2015, el espacio Metamorfosis, con una colectiva de artistas aragoneses como, por ejemplo, Miguel Ángel Arrudi, Silvia Castell, Sergio Abraín, Miguel Ángel Yus, Pilar Moré y Mariela García Vives. Espacio con barra y al fondo para actuaciones de teatro, música y literatura. Se trata de crear un variado ambiente, con variadas tertulias, que hacía falta en Zaragoza. En el fondo, ni lo dudamos, Metamorfosis sigue la gran tradición, desde hace muchos años, pero muchos, de los bares con exposiciones, que vemos imprescindibles dentro del arte zaragozano. Algún día ofreceremos el suculento listado de los artistas con alto nivel creativo que han expuesto en bares y los lectores se quedarán muy satisfechos.

Pero ahora estamos con la primera exposición individual tras la citada inauguración. Pedro Sagasta, nacido en Ainzón (Zaragoza) el año 1959, inauguró, el 24 de febrero, bajo el título El orden reposado del tiempo. Cuadros de mediano y gran formato, que como tales tienen gran complejidad formal si consideramos el fondo y lo que se ofrece en un primer plano. Siempre con entonado color eludiendo estridencias gratuitas. Fondos mediante dos planos paralelos a la base y, como variantes, la incorporación de estructuras geométricas. Ambas fórmulas sirven para incorporar uno o dos cuerpos de carácter expresivo que evocan a una escultura expresionista, basta ver la perforación en el centro, en cuyo interior añade toques expresivos. Como variante cabe añadir que se interesa por formas orgánicas muy variadas. A veces alguna obra se recarga en exceso.


Cuadros y obra sobre papel de Raana Heyrati

 

La pintora iraní Raana Heyrati, con años viviendo en Zaragoza, inauguró en la Caja Rural de Teruel, sala de Zaragoza, la exposición Los cuervos de Teherán. Esperemos que no se den por aludidos en Irán. Lo importante de la exposición es que ha partido de una idea con un perfecto desarrollo.

Estamos ante cuadros con impecables colores, entre llamativos y suaves, zonas expresivas y la sutil geometría siempre reguladora, sin olvidar el cuervo como gran presencia. El lector que añada el simbolismo del cuervo con entero capricho, pero cabe sugerir que es cualquier individuo sin escrúpulos disfrazado de cuervo. Nuestra experiencia, al respecto, es que caminando por un monte bajo cerca de Zaragoza, sin duda con inofensiva actitud contemplativa,  me atacó dos veces un maldito cuervo en una especie de alucinante vuelo rasante como si fuera un caza de combate pero con el pico como bala. Un joven agricultor me comentó que se trataba de una hembra defendiendo a su prole. El cuervo, era su obligación, debió de enviarme un simple correo electrónico. No queremos desviarnos de la obra o la pintora, con razón, se enfadará. La exposición se completa con una larga serie de dibujos cuadros sobre papel con técnica digital. Estamos ante obras excepcionales con altas dosis evocadoras, sin olvidar el cuervo, que se multiplican por un plano geométrico cuadrangular en cuyo interior hay pequeños rectángulos, todo en blanco y negro, que posibilitan la sensación de potencia con dosis misteriosas. Plano en blanco y negro clave en cada obra. La pintora, como en su anterior exposición, sigue adelante.


Esculturas de Jean Anguera

 

Con el título Jean Anguera caminos de la escultura, se inauguro la exposición en La Lonja el 11 de febrero. Escultor nieto del gran Pablo Gargallo. Los dos prólogos se complementa de maravilla y hay sólidas razones. Rafael Ordóñez Fernández porque publicó un gran libro sobre Pablo Gargallo y sabe ver la escultura como pocos, mientras que Juan Manuel Bonet, más que conocido por sus publicaciones sobre arte, es director del Instituto Cervantes en París y su madre es francesa. Jean Anguera nació en París el año 1953, lo cual significa que tiene muy sólida trayectoria artística al servicio de excelentes esculturas.

Veamos las diversas singularidades. Los puntos en común de las esculturas son el color oscuro y el muy atractivo y evocador tratamiento de la superficie, basado en dispares rugosidades, hendiduras trazando surcos paralelos móviles como si fueran la consecuencia de una pertinaz lluvia y lo más parecido a rocas en obras tipo Mujer tumbada, agua en el agua, 1998. Lo indicado multiplica la variedad visual en el ámbito de una obra poderosa, dura, con el impactante volumen más que controlado dentro de esa singular y natural fluidez. Una gozada. Lo que podrían definirse como abstracciones con dosis expresivas se dan en obras tipo Autorretrato de la escultura I, 1995, De la presencia y del lugar, el alma, 1996, De la presencia y del lugar, la separación, 1996, con dos formas que se miran desde el inicio de su posterior lejanía, Mujer tumbada, agua en el agua, 1998, Mujer tumbada, cuerpo olvidado, 1998, Pensamiento del paisaje, mujer tumbada II, 1998, la serie El camino desde el caminante, 2000, basada en el equivalente a dos solitarias pero gigantescas rocas, o De la presencia y del lugar, invierno, 2001. Cabe advertir que, salvo los títulos, ni de lejos se detecta el cuerpo de una mujer, aunque sí dos poderosos volúmenes unidos por formas abstractas de menor tamaño al servicio de la gran belleza creativa. Vibra una especie de palpitante soledad. Donde sí trabaja la figura humana es en obras tipo El desconocido en el taller. Hombre replegado, 2000, con un cuerpo sentado medio encogido y ensimismado, El desconocido en el taller. Hombre con rodilla en tierra, 2000, con la rodilla en el suelo y mirando con atención lo que sea, la serie Hombre hacia la llanura, 2006, con la figura caminando, Mujer tejida con el paisaje, Laure, 2008, o Mujer sentada tejida con la llanura, 2009. Asimismo, tenemos la serie A cara descubierta, 2004,  basada en potentes y enigmáticos rostros con un hueco que sustituye al cráneo, por tanto descerebrado. Como variante tenemos la obra sobre papel. La llanura, 2010, consiste en dos planos paralelos a la base y una figura humana caminando dentro de su impresionante soledad, mientras que dibujos tipo Estudios de mujer, isla, recuerdo, 2013, o Estudio de mujer, pedestal de la tierra, 2013, evocan a las esculturas con dos grandes volúmenes unidos.

Sin pretender insistir estamos ante una magnífica exposición con altas dosis evocadoras al servicio de los temas indicados, con el potente ámbito formal y la soledad humana como gran vehículo integrador.


Colectiva Cruce de Caminos

 

El título de la sugerente colectiva Cruce de caminos, en la galería Pilar Ginés desde el 11 de febrero, obedece a que los artistas son de distintos países.

Ethel Bergman Anderson (Suecia) se interesa por un expresionismo abstracto matérico inspirado en los paisajes suecos dado su interés y preocupación por la naturaleza. A sumar el énfasis por el color que posibilita planos irregulares de gran atractivo. Juan Castro (España) participa con dos aguadas sobre cartulina basadas en la basílica de El Pilar vista desde la calle Alfonso y el paisaje urbano con barcas que titula Puerto de LLanes. Michele Zahalka (Estados Unidos) tiene dos cuadros con flores en un primer plano y un atractivo paisaje basado en nubes con el cielo azul. María Jesús García Julián (Zaragoza, España) tiene una excelente abstracción mediante impactantes colores con planos que marcan territorios geométricos o expresionistas. Andrés del Collado (Méjico) presenta dos cuadros que son planos abstractos, como si fueran una pared, sobre los que incorpora tres bolsas de plástico de las que cuelgan el rostro de una figura femenina y una camisa, en una obra con toque surrealista, y un lienzo desprendido del bastidor junto con una silla, en otra obra con matiz realista. Juan Higueras (España) con un paisaje basado en flores y hojas y otro de indiscutible belleza natural a través de un primer plano con rocas y árboles al fondo con hojas verdes en pleno estallido de la naturaleza vegetal. Elbia Álvarez (España) tiene bodegones con impronta muy sencilla. Daniel Martín García (España) presenta un vibrante color al servicio de una abstracción geométrica  con múltiples formas acumuladas. Pedro Anía Gerez (Huesca, España) es un escultor más que sólido con total dominio del volumen al servicio de dos abstracciones repletas de profunda belleza. Una de alabastro, titulada Trashumancia con el volumen perforado, y otra con el material que traza un cuerpo ondulante lanzado al cielo. Mariela García Vives (Zaragoza, España) presenta dos obras dentro de la conocida serie Cielos, razón para que el tema vibre con dispares formas. Eduardo Mezquida (Madrid, España) tiene una marina y los primeros planos de un bello edificio de dos plantas y otro con la zona superior. Y Adolfo Estrada (España), para concluir, participa con dos tradicionales bodegones.


Cuadros de José Moñú, obras del artista Fernando Navarro

 

Con el título Mañumanía, desde el 4 de febrero, tenemos la exposición inaugurada en la galería Cristina Marín con obras de mediano y, sobre todo, gran formato. Exposición que mantiene las coordenadas del intenso color, siempre posado con rara perfección, y las muy sugerentes texturas, con el generalizado expresionismo mediante ese toque muy personal. Los rostros de dramática e impactante presencia, se contraponen a un conjunto de poderosas abstracciones expresionistas que manifiestan ámbitos convulsos más que afines a dichos rostros. Cambiante espacio del drama humano sin pausa desde la creatividad, con la impactante belleza como una especie de barrera que permite la abierta contemplación de cada cuadro.

Tenemos tres obras, no obstante, que rompen la línea indicada. Aludimos a dos cuadros con su personal línea pero añadiendo un farol en cada una, los cuales no encajan en el conjunto al tener demasiado contraste entre el expresionismo dominante y lo figurativo como remate en la zona superior. Por otra parte, también figura un cuadro de gran formato muy alejado de su personal línea, que además lo ha colgado en el gran panel al fondo de la primera sala para darle gran relevancia. Cuando se hace algo así es para sugerir un cambio pictórico. Describimos el cuadro. Dos planos paralelos a la base con el inferior muy cerca de ésta para crear una sugerencia espacial. Sobre la línea que separa ambos planos ubica una especie de copa negra rematada por un círculo blanco que emerge en el centro. Queda claro que nada tiene que ver con su personal expresionismo, ni siquiera con el impactante color. Estamos a la espera de otra exposición para ver qué plantea.

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El 10 de marzo, en la galería Cristina Marín, se inauguró la exposición del escultor, pintor y fotógrafo Fernando Navarro titulada Notas dispersas, que como tal obedece de manera idónea a la numerosa obra exhibida en ambas salas hecha desde hace años. Artista que es, sobre todo, muy buen escultor abstracto geométrico pero con numerosos y espléndidos collages a lo largo de años, en el ámbito de abstracciones y, al mismo tiempo, con incorporación de temas figurativos. Todo sin olvidar su obra pictórica. La exposición, por tanto, obedece a dicho criterio, de ahí que tengamos una estupenda oportunidad para captar sus múltiples enfoques temáticos y las cambiantes técnicas que resuelve con absoluta precisión. Rafael Ordóñez Fernández titula a su prólogo La Polisemia de las Notas Dispersas, que es una perfecta definición de la compleja realidad artística inmersa en Fernando Navarro.

Entre las diversas series tenemos las protagonizadas por temas figurativos tipo perritos, gatitos, algún caimán, las ineludibles palabras en inglés, la familia real belga años sesenta o la serie como Modelo destruido, de 2015, con dispares personajes dentro de cuerpos geométricos. A destacar dos muy buena series, como Trozos, de 1994, mediante el expresionismo abstracto y sugerentes formas y la serie con tres obras tituladas The King, The Queen y The Prince, de 2010, mediante fuertes colore y planos informales. De similar categoría tenemos, por ejemplo, la serie Cremallera roja, de 1990, por el juego geométrico, y Sombras, de 1998, mediante collages a través del papel incorporado. Lo que ofrece la perfecta medida de su alta capacidad artística corresponde  a cuatro esculturas con alto juego cambiante de la geométrica y el perfecto estallido de los colores, que tiene su maravillosa réplica en la serie Las vocales, de 2015, basada en cinco escultopinturas sobre pared, siempre con el mismo intenso color que las esculturas y el citado énfasis geométrico acumulándose una forma sobre otra. Geometría como necesidad interior de un orden preciso e inmutable. La vida humana, en su sentido más vital, corresponde al color. Que en 2015, con 71 años, sea capaz de terminar unas obras con tal dosis de frescura creativa, nos deja repletos de tranquilidad y admiración pues le queda ruleta para mucho tiempo.


Grabados de Natalio Bayo

 

En la Sala CAI Luzán, desde el 3 de febrero, se inaugura la exhibición Natalio Bayo. Arte en el libro, con obras desde 1978 hasta el presente. Prólogo de José María Mur Bernad. La muy amplia exposición se puede definir como un auténtico banquete visual por variedad temática y categoría técnica. Sugeríamos variedad temática, que se comprueba transcribiendo los temas abordados que figuran en el catálogo. Son: Romeo y Julieta, Danza macabra, Sant Jordi – San Jorge, Breve imaginario vital, Kjell Espmark, Carmen, Canciones de amor, Según los caprichos, Caballos en la noche, Chrysaor, Bestiario aragonés, Homenaje a la tipografía aragonesa, Vida de Pedro Saputo y Personajes sin rostro de la historia de Aragón. Grabados en color o en blanco y negro que plantean muy dispares temas siempre del pasado histórico, con el aliciente de que se ubica en el lugar de cada tema, razón de tanta variedad visual oscilando entre la belleza de cada figura femenina, el amor pasión, la violencia, la muerte, el ámbito mitológico y la religión.