Fotografías de Antonio Uriel

Ya antes, en el mismo espacio el año 2013, expuso El origen del invierno, pero ahora el zaragozano Antonio Uriel, desde el 3 de mayo en la galería Spectrum Sotos, exhibe un conjunto de 26 fotografías en blanco y negro bajo el título Alud Portátil. Tamaño mediano y obras sin titular como simple dato. Estamos ante uno de nuestros mejores fotógrafos a nivel nacional, con una obra coherente, sólida, imaginativa, siempre partiendo del fotocollage como depurada técnica, lo cual le permite abordar cualquier tema con inconfundible estilo propio. En su texto para la exposición traza, muy en síntesis, un intachable cuerpo teórico de alto nivel que arranca del pasado, sin olvidar el ámbito del primer surrealismo o el pensamiento de Roland Barthes y de John Berger. Sin duda todo en relación con la fotografía. También comenta que hay un nexo entre aquella exposición de 2013 y la actual a través del concepto alud vinculado al título de la exposición.

Antes de comentar la exposición cabe detenernos en el magnífico autorretrato. Se fotografía de frente con medio cuerpo mirando a la cámara, dentro de un generalizado color oscuro y un racionalista plano vertical que es una abstracción geométrica con planos blancos y grisáceos. Estos contrastes de formas y colores, como chispazos blancos estallantes, los muestra en todas sus obras. Las restantes fotos pueden dividirse en dos temas: interiores y exteriores con la calle como protagonista dentro de un medido paisaje urbano.

Ejemplos de interiores. La pierna de un hipotético personaje que ve la ¿televisión? Dentro de una especia atmósfera. La escalera, tan querida por el fotógrafo, que abarca dos plantas con visillos moviéndose para ampliar el toque enigmático por inquietante vía amenaza. Un colchón y ropa desordenada, como en la obra con los muebles. Y, para concluir, una cama con ventana para sugerir el exterior. Todo para indicar la presencia humana.

Ejemplos de exteriores. Baldosas con plano lleno de reflejos. Una calle con figuras en actitud natural. Paisaje urbano con ramas en un primer plano y figuras difuminadas al fondo.  Losas alteradas por una franja de adoquines, forma de reflejar el pasado, y las piernas de una figura. Calle oscura alterada por un plano rectangular como si fuera una gran pantalla con imágenes. Rincón de una calle con banco y palomas para mostrar lo natural cotidiano. Y fábrica con nubes y su típico plano rectangular cual pantalla.

En ambos casos, interiores y exteriores, escrito con tan esquemática frialdad parece como si las fotos carecieran de toque mágico. Todo lo contrario pues vibran con dispar intensidad al servicio de  cambiantes sensaciones y formas.


Ángel Díaz Domínguez: Alegorías del Ebro. Cuadros de Domingo Sanz Azcona

Del pintor Ángel Díaz Domínguez, con el título Alegorías del Ebro, se exponen un buen número de estupendos carteles en la Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón, con prólogo de Alberto Castán Chocarro, que en la inauguración trazó un sugestivo panorama de la época vinculada con el pintor y la Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro. El prologuista comenta que en julio de 1927 la Confederación publicaba una revista, Confederación Sindical Hidrográfica del Ebro, de la que José Valenzuela la Rosa era director y Díaz Domínguez responsable artístico. El pintor fue responsable de las portadas hasta junio de 1931.

Siempre tiene un fuerte matiz atractivo comprobar cómo una época adquiere personalidad mediante, por ejemplo, un tipo de colores, formas y temas inexistentes en la actualidad vital española propia del campo y la agricultura. Así, por tanto, veremos panoramas de los ríos, centenarios olivos, figuras masculinas que resaltan por su corpulencia y se dedican a cuidar del ganado o a sembrar, mientras que de las femeninas tenemos la figura que lleva un niño en brazos y la comida para el marido o bailando quizá una jota, da lo mismo. Portadas de gran valía que hemos descubierto gracias a Alberto Castán Chocarro. La Confederación, por suerte, sabe lo que tiene y piensa preservarlo.

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La Asociación de Artistas Plásticos Goya Aragón, desde el 1 de junio, inaugura la exposición del pintor histórico Domingo Sanz Azcona, nacido en Zaragoza el año 1927. La exhibición se basa en cuadros de gran formato pintados en fechas muy recientes. Como contraste, para mostrar quién fue, hay un cuadro de 1948, que es una excepcional abstracción expresionista, vital, tenebrista, en colores rojos, verdes y negros, fiel reflejo de la dictadura. Cabe añadir que en 1947 ya tenía abstracciones, de modo que es un ejemplo entre aquel conjunto de pintores abstractos, caso único en España, que desarrollaron su obra en Zaragoza entre 1947 y 1951.

Ahora estamos con dichos cuadros  recientes pintados con 89 años. Pero antes citamos dos cuadros fuera de la norma. Se alude a un paisaje imaginativo por los exclamativos colores, las formas de animales y el equivalente a montes, de modo que el conjunto adquiere un tono medio surrealista, mientras que el otro cuadro se basa en hojas rojas dentro de una atractiva atmósfera. El grueso de la exposición consiste en abstracciones geométricas con proliferación de cuadrados, rectángulos, círculos y óvalos, como norma en el lugar exacto para enfatizar en una fuerte dosis serena y quieta. Tanta racionalidad se altera por dispares y delicadas texturas que generan microespacios, pequeñas formas cambiantes y el equivalente a una telaraña cual tejido de gran atractivo. Combina, por tanto, la racionalidad geométrica con el impulso vital emergiendo de su intimidad. A la indiscutible categoría de su obra, que ni se duda, resaltamos el tono general de frescura, como si los cuadros estuvieran pintados por un joven artista, cuando resulta que tiene 89 años. Salud y larga vida.

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En el Ateneo de Zaragoza se puede captar la doble vertiente, desde un prisma formal, del pintor Jorge de los Ríos a través de serigrafías y cuadros. Las 15 serigrafías se titulan Il Frutto dell´albero y están estampadas a ocho tintas en el taller de maestro serígrafo zaragozano Pepe Bofarull. Estampas entre diciembre de 2015 y enero de 2016. Serigrafías equivalentes a cuadros con fuertes colores, basta ver los rojos, verdes y oscuros sobre fondos blancos, que configuran planos irregulares con tendencia geométrica y dispares espacios para que floten algunas formas con sutil movimiento. Expresionismo absorbente al servicio del mundo interior perfil artista eco de cierta convulsión irracional de la sociedad. Dicho expresionismo enmudece vía contraste con los excelentes cuadros Toru, de 2008, y Bachiana, de 2015, por supuesto con su conocida técnica mixta sobre zinc, de manera que el metal es el único color al servicio de una intachable estructura geométrica que palpita con equilibrado orden.


Fotografías de Rafael Navarro

En el Instituto Aragonés de Arte y Cultura, el 13 de abril, se inaugura la exposición  Polifonías. Rafael Navarro, con numerosas obras del artista en el catálogo y dos prólogos que se complementan de maravilla, pues el de Alejandro J. Ratia es un exhaustivo texto centrado en la obra del artista y el de Sara Sáenz-Díez Alonso es una entrevista al fotógrafo, en ambos casos de obligada referencia.

En el catálogo se reproducen obras desde 1976 hasta 2015, lo cual ofrece una magnífica panorámica para captar la evolución del artista y sus temas preferidos. La fotografía en blanco y negro es la preferida del artista, pero hay un pequeño conjunto en color, de 2015, que ofrece una idea sobre su magnífico sentido cromático e intachable composición. Citamos, por tanto, No identificados, con esas figuras humanas borrosas que, al parecer, caminan hacia destinos sin determinar, Máscaras rituales, mediante nueve fotos en una  que son como secuencias también borrosas en las que se vislumbra algún enigmático rostro, Rito, con el medido color al servicio de nueve imágenes repletas de misterio sobre fondos neutros, El muro, basada en el mismo desnudo femenino recortado sobre un muro que muestra en nueve imágenes para mostrar diferentes visiones, Panteón, a través de 25 imágenes dentro de otros tantos círculos que señalan variantes nubosas, Dos lunas, mediante un hermoso y exquisito paisaje que se extiende paralelo a la base hasta el infinito y se alumbra con dos lunas llenas volcadas de blanco esplendor, Fragor, basada, salvo error, en pelos humanas que adquieren movimiento, Rizos, con delicados rizos humanos posándose sobre la piel y Zarandeo, mediante 25 fotos con el mismo número de palmeras agitadas por el viento.

A partir de aquí tenemos un alto número de fotos en blanco y negro, siempre excepcionales, que abordan variados temas. En síntesis. El androbosque, de 1986, es una singular obra uniendo la idea, ramas en quiebros, y su forma humana, como una abstracción transformada en tema figurativo. La serie El silencio, de 1988, es modélica por la carga misteriosa sustentada, quizá, por una fantasmal figura humana. A sumar fotos tan cambiantes en lo formal como Ritmos, de 1992, Trasfondo vital, de 1993, y Piel infinita, de 2015, mientras que Tríptico de la luna, de 1998, y Tríptico del sol, de 1998, son semejantes por forma y erosión. Sin obviar joyas como la serie Dúo, de 1989, Los siete signos, de 1989, o El callejón sin salida, de 1989, con esa mano que busca  una salida, también tenemos las numerosas fotos con el desnudo femenino como gran asunto que aborda desde hace años, el cual sirve para  alterar la realidad del tema y mostrar otros perfectamente acoplados. Al respecto basta con citar Ella, de 1987, El desafío, de 1990, El aroma de la entrega, de 1998, Ritornello, de 1998, El ciclo oferente, de 1993, Divertimento a tres, de 2015, Desencuentro, de 2015, Fugaz, de 2015, Talsa, de 2015, y Anclada, de 2015, con el desnudo femenino de espaldas y el magnífico juego geométrico. 


Fotografías de Andrés Ferrer

Desde el 14 de abril, Palacio de la Aljafería, tenemos la exposición Los Sitios (de la Zaragoza inadvertida), con numerosas fotografías en blanco y negro. Técnica mediante tintas pigmentadas, papel baritado + dibond y tamaño mediano.

Estamos ante un buen número de fotografías que atrapan ángulos de la ciudad muy conocidos, salvo excepciones, siempre acotados desde ángulos sorprendentes línea sensaciones con la belleza vía Andrés Ferrer desde hace años, como un don propio de cualquier artista. Será así, como ejemplos, que captaremos las enigmáticas sombras de unas figuras sobre la pared y al fondo un solar vacío. La escultura de Félix Burriel en el paseo de la Independencia, frente al cine Palafox, que remata un más que equilibrado edificio por sobriedad.  El suculento equilibrio geométrico de una conocida tienda con porches junto al Mercado Central. El interior de un bar con dos mujeres repletas de hermosura belleza y sus dosis eróticas. La excepcional escultura abstracta geométrica que es Caixaforun pero contemplada por detrás con amplia zona sin adecentar como contraste entre la armonía creativa y el abandono. El muy fascinante primer plano de La Seo, lado izquierdo, con el mudéjar como protagonista y su cambiante estructura geométrica. El edificio de La Adriática con la iglesia al lado de menor tamaño como gran fallo urbanístico. Edificio que puede definirse como entre los más emblemáticos de Zaragoza, sobre el cual escribí hace años que estaba pensado como si fuera un típico rascacielos. Y, para concluir, en la calle Albareda la obra hecha al amanecer o al atardecer, de ahí la oscuridad dominante, con cielo nuboso, la punta de un edificio como si fuera una especie de flecha y una ventana con la luz encendida como gran signo de vida.

Exposición rotunda, muy atractiva, que demuestra, de nuevo, la capacidad creativa del artista partiendo de una idea que desarrolla observando la ciudad sin descanso y fotografía durante un momento específico aquel ángulo captado en un chispazo. Mucho trabajo que compensa ante el resultado.


Cuadros y dibujos de Teresa Ramón. Cuadros de Rubén Martín de Lucas. Esculturas de Samuel Salcedo

Teresa Ramón, Lupiñén (Huesca), 1945, es una conocida artista que en 2015 obtuvo el importante Premio Aragón Goya. Antón Castro, Heraldo de Aragón, 14 de abril de 2016, comenta que las obras expuestas, cuadros y dibujos, es una selección hecha por el galerista Miguel Pérez para su espacio Kafel y exposición inaugurada el 14 de abril. Demasiados cuadros y dibujos, 51 en total, razón de que estén demasiado juntos. Obras entre 1989 y 2015, si nos ajustamos por las fechadas, como si fuera una pequeña retrospectiva. Citamos algunos títulos, sin duda los más sugerentes, que ofrecen una idea. Tenemos: La teta misteriosa, Corazón tan blanco, Prodigioso cerebro, Cocodrilo azul, Río de sangre, Gordas que hacen soñar, Laberinto oriental, Momia arqueológica, Laberinto de acero, Pájaros cazadores de senos y Mirada del laberinto.

La exposición, como síntesis, se puede dividir en varios bloques. Tenemos un grupito de abstracciones, como Mi amor I, con predominio de la geometría y los colores muy atemperados, sin exageraciones. La obra figurativa adquiere un amplio abanico, pues basta con citar un cuadro con peces, la figura humana expresionista y deforme como en Gordas que hacen soñar II, y los muy atractivos retratos en un primer plano. El cuadro de mayor formato se titula  I´Am the King (Soy el rey). Cualquier lector que me siga sabe el inmediato rechazo que sentimos hacia las frases en los cuadros perfil gratuito sin imaginación, la inmensa mayoría, ni digamos si son en inglés como falsa originalidad. En este cuadro, encima, incorpora el título tres veces, desconocemos la razón. Del cuadro lo importante es que está fechado en 2015, lo cual significa una de sus actuales líneas temáticas. Estamos ante la muy positiva mezcla de dos figuras con supresión de elementos formales. El brazo de una figura se transforma en un caballo, como matiz imaginativo perfil surrealista.

Exposición en la que el visitante quedará muy satisfecho por el abanico de temas, tan bien resueltos desde la permanente dosis imaginativa. En la galería Kafell, desde el 26 de mayo, se inaugura Fotografías inventadas, del pintor Rubén Martín de Lucas, nacido en Madrid el año 1977. A título de información cabe destacar que se licencia, en 2002, como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad Politécnica de Madrid. En 2003, tras un viaje de cuatro meses a la India, abandona el ejercicio de su carrera para dedicarse al arte. Resulta curioso el impacto de dicho país en músicos, literatos y artistas visuales durante diferentes épocas, seguro que por la mezcla de riqueza, pobreza y espiritualidad, siempre desde ángulos muy extremados. En Zaragoza tenemos al añorado pintor Vicente Pascual Rodrigo.

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En el catálogo, titulado Vacaciones en el Mar, se indican las playas del Mediterráneo español como documentación para sus cuadros, que visita durante los veranos de 2009 a 2015, con mezcla de impresión digital y óleo. Obras de pequeño y gran formato. En sus cuadros refleja el abarrotamiento de los bañistas dentro y fuera del agua y sus dispares actitudes, los toldos con aire de abstracciones, las colchonetas y las tumbonas. Nos quedamos, asimismo, con un grupito de cuadros que reflejan los ambientes de extremada pobreza mediante cabañas rodeadas de agua, siempre dentro de una palpitante belleza creativa.

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En la galería Kafell, desde el 23 de junio, se puede admirar un buen número de esculturas de Samuel Salcedo, nacido en Barcelona el año 1975. Los materiales son muy variados pues tenemos resina de poliuretano, madera, aluminio y resina de polyester, mientras que las fechas oscilan entre 2012 y 2016. A partir de aquí cabe contemplar un conjunto de esculturas figurativas de tal atractivo que atrapa sin posibilidad de huir por la primera puerta. Tenemos los rostros en forma de Luna llena enseñando la lengua, Silver II, con sonrisa forzada y los ojos cerrados, Silver I, y con expresión muy seria, Rolling Stone II, mientras que Animal Thrills II y III tienen similar expresión pero con orejas de conejo. En esta línea, por el rostro como tema, destaca la impactante y atractiva Fallen por tamaño y sensación de abandono y soledad al estar en el suelo, como si cualquier canalla hubiese troceado un cadáver producto del odio sin control. También tenemos Show me the worl III, basado en un desnudo masculino colocado de pie que palpita con máxima naturalidad. Light topography resalta por un rostro sereno con los ojos cerrados y el cuello alargado, que tiene su réplica en otra gigantesca tan poderosa e impactante como bella sin descanso. Hemos dejado para el final dos esculturas distintas de las restantes pero que obedecen, por supuesto, a la misma mano. Bedside table consiste en una mesita sobre la que hay varios libros, un rostro y más libros encima, como si estuviera acogotado de tanta lectura. Burning down the house, sin embargo, es mucho más compleja en lo formal pues estamos ante unas piernas que sostienen una casa de de seis plantas con alero y, desde luego, ventanas. A partir de aquí viva la suculenta imaginación. Por las ventanas afloran rostros, desnudos parciales de mujer o manos, de manera que todo es como una especie de reflejo con la vida interior de cada vecino mostrada sin pudor. Impecable exposición que puede definirse como la inteligente fantasía artística impregnada de cambiante e inalterable belleza.


Retrospectiva de Juan José Vera. Cuadros de Ismael Lagarés

En la galería Cristina Marín, desde el 14 de abril, se inauguró Vera, hoy y siempre, mediante óleos sobre tabla, arpillera y lienzo. También conviene recordar que es pintor y escultor, con más que numerosa obra, sin olvidar los cientos de botellas pintadas, siempre excepcionales, y los infinitos dibujos y collages hechos con genial maestría  En la exposición tenemos dos esculturas y un alto número de cuadros pintados desde 1982 hasta 2014, lo cual significa que es una retrospectiva bien representada.

Nada descubrimos al sugerir que estamos ante un gran artista más que conocido de arrolladora personalidad. Ricas texturas, énfasis geométrico con cambiantes formas, altas dosis expresionistas y variedad de colores, sin olvidar entre una y tres manchas que alteran los colores dominantes.  Potencia generalizada y mundo inquietante, a veces como si asistiéramos a una permanente lucha entre opresores y oprimidos. Un dato. El cuadro Mi último suspiro, como homenaje a Luis Buñuel, está fechado en 2014 y es el último que pintó por culpa de un ictus que le impide trabajar. Ni siquiera dibujos y collages. En 2014 tenía 88 años. Excelente cuadro apaisado de gran poder con su típica división de planos, movimiento, técnica suelta y esa mancha roja alterando la composición general como si fuera una señal de alerta. Que con dicha edad pintase cuadro de tanta valía demuestra esa magnífica mirada hacia adelante con ímpetu juvenil. Un gozo.

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Antes de iniciar la crítica sobre el pintor es necesario remarcar que el día de la inauguración se celebró el décimo aniversario de la galería Cristina Marín, con Cristina Marín y Felipe Pérez sacando adelante un espacio emblemático de Zaragoza con indiscutible éxito. Celebración con numeroso público y alta generosidad: buen vino, tapas de nueva generación, jamón serrano y, como corresponde, tarta final con el cumpleaños feliz.

Pero ahora estamos con la exposición de Ismael Lagarés, titulada Gamonitas e inaugurada el 19 de mayo, que nace en Huelva el año 1978. A destacar los colores intensos y el predominio de uno en bastantes cuadros. Estamos ante texturas muy gruesas de gran dificultad técnica, pues trazan intrincados y hermosos laberintos equivalentes a una cordillera, siempre dentro de palpitantes abstracciones expresionistas con algunas formas evocando a flores en varios cuadros. La mirada del espectador ni descansa. El único cuadro de gran formato se titula Paradisse, que es como un resumen de la exposición. Tenemos el equivalente a una puntiaguda montaña con dichas texturas, que se recorta sobre un fondo azul oscuro para reflejar el cielo, con el aliciente de hojas flotando y delicadas flores. Exposición capaz de atrapar sin descanso por su generalizada calidad y que sorprende por sus texturas.


Abstracciones de Concha Ruesga.

En la galería Pilar Ginés, desde el 7 de abril, tenemos la exposición Concha Ruesga. De – Memoria. Pintora y grabadora, nacida en Sevilla el año 1950, es Licenciada en Filosofía y Letras, en 1972, por la Universidad de Zaragoza. A título de información cabe añadir que su primera exposición individual fue en 1992, con 42 años. La obra se basa en óleos sobre tabla, de muy dispares tamaños, pintados entre 2015 y 2016. Hay dos, de pequeño formato, en los que añade un cubo que sobresale, pero uno es como la típica caja que se abre y cierra para guardar cualquier sentido secreto.

Los cuadros tienen una absoluta coherencia compositiva que obedecen a la misma personal mano, como norma seducida por los variados colores siempre armónicos, sin estridencias. Son abstracciones geométricas de muy variadas formas, triángulos, rectángulos o cuadrados, incluso planos imposibles de definir, que cumplen la función reguladora como toda geometría, aunque algunas adquieren la extraña sensación de ser como haces de luz moviéndose en dispares direcciones hacia espacios sin final. Dicho énfasis geométrico se altera, en mayor o menor medida, por los fondos cargados de misterio y movimiento, con el añadido de pintar múltiples y atractivos microespacios relacionados en cada cuadro, sin duda como una suerte de única idea lanzada al dominio universal. ¡Soy yo, la ambiciosa idea sin límites, y nadie me detendrá! Pero, cuidado, ahí está la inmutable y potente geometría, capaz de soportar cualquier peso para advertir al ámbito pasional, siempre conquistador y anhelando aventuras, que modere sus pretensiones o recibirá la adecuada lección. Ambos territorios sin domesticar firman el acuerdo, tras sórdidas negociaciones, pero con absoluta dosis de libertad.


Versicolor: Paco Rallo; Pablo Pérez Palacio: Dos exposiciones de fotografía

Desde el 1 de abril, en la galería Finestra Estudio, tenemos la exposición Versicolor. Paco Rallo, con prólogo de Cristina Marín Chaves, Geóloga-Petróloga, que aclara la fascinación del artista por los paisajes cretácicos de Teruel con sus especiales colores, incluso  la armonía cromática observando con el microscopio una lámina delgada. A sumar su estancia en Bierge (Huesca) y el paisaje del campo con su múltiple colorido, tan determinante en la obra exhibida. Todos los cuadros son de 2016, se titulan Versicolor y se diferencian por un número, mientras que los tamaños varían de forma muy marcada, sin olvidar los de tipo espada, tan querido por el artista, que con su fascinante verticalidad obliga al análisis desde cualquier dirección.

Las singularidades más importantes son la variada dosis matérica, la complejidad cromática que oscila de la atemperada a la muy fuerte y el constante movimiento gracias a la muy ágil pincelada que traza dispares y armonizadas direcciones, como si fueran el ímpetu interior del artista lanzando cada espacio multicolor. Aflora un mundo potente, azaroso, expresionista, preñado de cambiantes colores, con la mirada viajando hacia ámbitos por descubrir hasta completar un extraño recorrido. Uno de los cuadros, el 24, varía de los restantes dentro del mismo territorio vital. Se trata de un soporte rectangular que con la línea divide en cuatro rectángulos paralelos a la base e iguales a dicho soporte en cuanto a la forma. Estamos, por tanto, ante cinco rectángulos dentro de la racionalista sección áurea, que se alteran mediante el impetuoso color y el movimiento propio de cada pincelada. En una de las líneas, lado izquierdo, se detecta que casi ha desaparecido, como sugerencia de que el vitalismo interior humano, aquí a través del pintor, vence a la citada racionalidad. Todo, sin duda, muy atractivo por el doble mensaje repleto de equilibrio. Exposición que manifiesta la sinceridad de una artista con 45 años de trabajo al servicio del sello interior como una constante.

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En la galería Finestra Estudio, desde el 12 de mayo, tenemos la primera exposición 366 Imágenes / estímulos descriptivos, con fotografías de Pablo Pérez Palacio nacido en Zaragoza el año 1983. Exposición acompañada por un texto del artista relacionado con sus sentimientos sobre el gesto de fotografiar en lo referente a la obra expuesta. Ya dice: Un HORIZONTE URBANO se abría camino partiendo de Zaragoza…, que se vincula a sus fotografías. Y sigue entre otras consideraciones: Yo soy LOS OJOS que VIGILAN y ESPÍAN mientras veo imágenes de una vida que no me sucede, para terminar con la frase CREANDO IMÁGENES, CONTRIBUYENDO a la ilusión del “estímulo descriptivo” como recuerdo, conformando un YO-(humano) como “UN SIMULACRO TOTAL”.

Exposición más que pensada desde un predominio racional partiendo de una idea, fotografiar la misma calle, lo cual jamás impide una espléndida variedad de matices, muy propios de un artista, que articula con insultante majeza. Siempre color. Comenzamos con un alto número de fotos, suponemos que 366, tamaño tarjeta postal, que en la exhibición ha colocado unidas salvo en la zona superior para ofrecer un alivio visual. Dicha calle, con edificios a derecha e izquierda y el cielo como fondo, posibilita el típico punto de fuga con dos bandas sobre el asfalto reflejo de la realidad al separar ambas direcciones del tráfico. A partir de aquí, con tan sencillos elementos visuales repetidos, incorpora la variedad del cielo, la incorporación de un color dominante que no existe en la realidad, véase el blanco, y los cambiantes panoramas de los mismos edificios con muy variados colores como consecuencia de la dispar luz. Todo muy atractivo.

También tenemos fotos sueltas con el mismo paisaje urbano y un conjunto de 27 obras pequeño formato al servicio del paisaje urbano, pero eliminando formas con predominio del blanco fantasmal usado en las fotos tamaño tarjeta postal. La exposición termina con dos magníficas obras gran formato, por supuesto basadas en la misma calle, que varían de forma muy diáfana respecto a las ya comentadas. En una, el paisaje urbano se difumina por la bella proliferación de formas geométricas con dispares colores, que configuran un cambiante entramado al servicio de la palpitante racionalidad. En otra, la calle flanqueada por edificios se altera por una especie de rayos blancos que zigzaguean. Exposición, tal como indicábamos, que parte de un concepto para demostrar su imaginación con intachable técnica.

La segunda exposición, titulada Mundos propios, también se inaugura en la galería Finestra Estudio pero el nueve de junio. Las fotografías son, en su mayoría, las mismas que en la anterior exposición. Hay cambios. El día de la inauguración había sobre una mesa numerosas hojas de periódicos para arrugarlos y tirarlos al suelo dentro de una típica acción con el objetivo de alterar el espacio. También un vídeo de Marta L. Lázaro titulado como la exposición, el cual se centra, tal como indica la autora, en la interpretación en vídeo acerca de la sobreinformación que recibimos voluntaria e involuntariamente. Las nuevas fotografías corresponden a un conjunto basado en la misma calle pero incorporando una cambiante estructura geométrica que rompe con precisión  y variedad el punto de partida figurativo. Como otra propuesta tenemos la misma calle pero en una serie con nueve fotos muy pequeño formato en blanco y negro, hasta el punto que sugiere una especie de secuencia, de izquierda a derecha, con el Sol a punto de ocultarse y el breve periplo hasta desaparecer, lo cual se refleja en las fotos de manera muy eficaz y sobria. 


Entrevista con José Manuel Broto, gran premio AACA 2015

-Para un artista que ha ganado el Premio Nacional de Artes Plásticas de España en 1995 o  el  Premio ARCO de la Asociación de Críticos, ¿qué significa este reciente reconocimiento a tu trabajo? ¿Crees que tu obra es suficientemente conocida y valorada en tu tierra?

-Significa un gran orgullo viniendo de mi propia ciudad. Lo cierto es que Zaragoza siempre se ha portado muy bien conmigo, tengo una buenísima relación con ella.

-Te defines como un pintor abstracto aunque en conexión con el mundo concreto ¿qué influencia tienen en ti los paisajes y los espacios donde pintas?

-Así es, soy un pintor abstracto. Naturalmente, yo estoy en el mundo y, por supuesto, me afecta lo que le ocurre e incluso tengo opiniones acerca de él y no todas positivas. Pero nunca he querido hacer un "relato" o una transcripción visual del mismo, siempre he preferido que mis cuadros hablaran de otra realidad, de aspectos no reconocibles inmediatamente que nos dieran tiempo a mí y a los espectadores para reconstruir otro mundo posible más clemente que no dependiera de la tiranía de la actualidad.

-Por otro lado, te confiesas un apasionado de la música, que defines como un arte “abstracto, casi de otro mundo” ¿qué importancia tiene la música en tu vida y en tu obra?

-La música es, sencillamente, vital para mí. Está dentro de mi vida, vivo con ella. Además es un paradigma para mi trabajo, generalmente no es imitativa, es gloriosamente abstracta y se construye como una hermosa matemática. Es estimulante, incluso da  envidia.

-En estos tiempos  de decepción global, de sensación de cataclismo, tu exposición “Color vivo”, provoca una sensación de optimismo, tus pinturas irradian vida y luz.  ¿Cómo puede contribuir el arte a mejorar la sociedad? en concreto ¿cómo lo hace tu pintura?

-"Color vivo" es mi respuesta frente a la decepción y el derrotismo que tanto se cultivan últimamente. No me hago grandes ilusiones, yo sé que el arte tiene una importancia casi ridícula en estos momentos, pero no quiero sucumbir al pesimismo generalizado que se viene observando desde hace un cierto tiempo y por eso a mis últimos cuadros se les puede tildar de optimistas si se les compara con la producción de otros artistas. Es una decisión deliberada y meditada.
El arte ha mejorado siempre a la sociedad. Desde Altamira y durante cientos de años fue el mejor sistema de enseñanza y comunicación, incluso anterior a la escritura. Es también la mejor vía para trascender la realidad y proporciona emociones extraordinarias que nos identifican como humanos y nos definen como seres aparte. Espero que mis cuadros alguna vez hayan proporcionado a alguien, además de a mí mismo, alguna de estas emociones. Para eso me dedico a pintar.

-En esta exposición se han podido ver obras muy distintas, por un lado piezas reposadas, pacientes, que formaban parte de la serie “El Color del Hielo”,  por otro las zizagueantes y nerviosas de “Secos arabescos” y finalmente las  “Sin título” que combinaban las formas orgánicas y estructuras geométricas, ¿Qué significa el orden en tu pintura? ¿a qué responden estas variaciones?

-Como bien sabes, seleccionamos un conjunto de obras representativas de mis últimos trabajos. Más o menos, corresponden  a tres series: el color del hielo, secos  arabescos y un tercer grupo que aunque no tenga un título unitario son obras formalmente unidas, con un mismo criterio. El título de la exposición ya es, en cierto modo, una declaración de principios: "Color vivo", la presencia del color  como un elemento determinante no como un "relleno" o un "adorno y también en lo que se refiere a la intensidad y brillantez del mismo. Pintar es para mí ordenar, combinar  elementos en un sentido constructivo y ahí el color es el protagonista delas obras.
Los cuadros cambian porque mi vida cambia y eso influye en mis necesidades expresivas y las soluciones que voy encontrando a esas necesidades.

-Recuerdo un texto tuyo “Un principio” que me impactó;  en él que hablabas del color ¿Qué importancia tiene el color?  ¿ con qué color te sientes más cómodo o identificado?

-"Principio" es un pequeño texto que escribí como presentación de una exposición en la galería Soledad LORENZO en el año 2005 En él trataba los colores como portadores de memoria, movían recuerdos…de la misma manera que los olores o los sabores, los colores tienen una enorme carga simbólica para casi todos los seres vivos y son fundamentales para la configuración del cerebro humano, el aprendizaje y, sobre todo, las emociones de las que hablaba antes.

-Para finalizar ¿qué te queda por hacer que aún no has hecho?

-Quizá voy a ser ambicioso, pero creo que me queda todo por hacer


Diario de Moscú

 

“…comimos algo en mi habitación y luego nos fuimos al Teatro Meyerhold. (…) No pudieron conseguirme entrada, a pesar de la tentativa de Asia. Estuve, pues, andando todavía media hora por la Tverkaya, subiendo en dirección al Kremlin y otra vez de vuelta, deletreando con cuidado, al pasar, los rótulos de las tiendas y avanzando sobre el hielo. Llegué a mi habitación muy cansado (y, probablemente triste)”. Así finalizaba el primer día de Walter Benjamin en Moscú según recogió en su diario de viaje. Y de forma similar transcurrieron los siguientes. Entre la visita, frustrada o no, a teatros y museos, la soledad de quien no conoce el idioma, el deambular por las calles heladas, y la tristeza por sus desencuentros con el motivo de su visita: la directora y actriz de teatro Asja Lācis.

Walter Benjamin estuvo en Moscú entre el 6 de diciembre de 1926 y el 6 de diciembre de 1927. A la necesidad de estar junto a Asja, a la que había conocido en Capri durante el verano de 1924 y por la que estaba fascinado desde entonces, Benjamin añadió otros motivos, más bien excusas: conocer la realidad rusa para decidir su posible ingreso en el Partido Comunista de Alemania, y escribir sobre ello.

Las notas tomadas por Benjamin, tan reveladoras en todos los aspectos: el personal, el político, el cultural…, permanecieron inéditas hasta 1980, cuando fueron publicadas tras el fallecimiento de sus protagonistas. Tal y como afirmó entonces Gershom Scholem, Diario de Moscú puede considerarse algo completamente único en la producción del autor, “el documento más personal y de la franqueza más absoluta y despiadada de un periodo muy importante de su vida”.

Tal riqueza de informaciones y contenidos, así como la posibilidad de adentrarse en el mundo de Benjamin desde su dimensión más íntima, han llevado a Chus Tudelilla, a través de la galería Carolina Rojo, a convocar a diecisiete artistas para la lectura y reflexión sobre el libro. Después siguió la creación o selección de sus obras, junto a cada una de las cuales se ha dispuesto en la exposición un texto de Benjamin que las complementa y apunta significados.

El recorrido se inicia con la calle de doble dirección fotografiada en Berlín por Iñaki Bergera y el Kremlin ensamblado por Nacho Bolea a partir de diferentes piezas y fragmentos. Bolea es un recopilador de objetos de los que se sirve para construir realidades nuevas: “Cada piedra que encontraba, cada flor que cogía y cada mariposa capturada, todo lo que poseía era para mí una colección única”, escribió Benjamin sobre su infancia. En otra de sus obras, Bolea alude a la fascinación de Benjamin por los juguetes tradicionales rusos, constante obsesión durante su viaje que también ha motivado a Louisa Holecz la realización de una serie de estampas. La artista también ha grabado el retrato de los dos protagonistas, y ha cosido de forma incansable las botas que necesitaba Daga, la hija de Asja, a la que encontraron descalza durante una visita al establecimiento benéfico donde se encontraba mientras su madre se recuperaba de una crisis nerviosa en un sanatorio. El carácter repetitivo de la acción de Holecz se observa también en las formas orgánicas de la pintura de Luis Gordillo y en las espirales continuas de los dibujos de Charo Pradas, acordes con los propios paseos de Benjamin por Moscú. Fotografías la ciudad, de Benjamin y de Lācis, han servido al colectivo Señor Cifrián para elaborar dos collage, en positivo y negativo. Mientras que fragmentos recortados y recompuestos de las páginas de una edición en alemán del libro han servido a Marla Jacarilla para componer el suyo. Esta nueva redacción, carente de sentido, aparece dispuesta en torno a un plano de Moscú dividido. Como la pareja imposible que baila en el diario un tango de encuentros y desencuentros, bien reflejada en las fotografías y el poema reunidos por María Alcantarilla. Una mujer real, compleja y fuerte, es el motivo fundamental de los dibujos de la irlandesa Sinéad Spelman, así como la femineidad inspira los magníficos dibujos y acuarelas vegetales de la polaca Aleksandra Kopff.

El paisaje es el asunto contenido en otro grupo de obras. Imposible quedar impasibles ante la calidad de la pintura y los dibujos de José Noguero, o ante las dos fotografías de Almalé y Bondía, de la serie Infranqueable 01, en las que construyen estructuras de espejos ante el paisaje helado de la frontera entre España y Francia. El hielo es también protagonista en las dos grandes fotografías presentadas por Jorge Fuembuena, pertenecientes a su serie The End of Cathedrals, en la que documentó las transformaciones del glaciar Jakobshavn, en Groenlandia. Y el frío es también clave en la composición sonora creada expresamente para la ocasión por Antuán Duchamp.

Tan relevantes como las calles de la ciudad son los interiores descritos por Benjamin, de los que Cecilia de Val toma para su creación una ventana cegada. Aparecen también entre la composición de tintas chinas realizada por Fernando Martín Godoy, en la que recoge ambientes y momentos vividos por el filósofo con la precisa maestría a la que nos tiene acostumbrados. Y, por último, en las estructuras construidas y destruidas por Antonio Fernández Alvira con papeles pintados a la acuarela. Las ruinas de Lo que parecía indestructible, cierran la exposición.

De la calidad de la propuesta da buena prueba la coherencia con que dialogan obras tan diversas. Benjamin no es la excusa, sino el motor. Diálogo ha habido también en el ciclo El ojo que piensa, que acompaña a todas las exposiciones de la galería. El abundante número de asistentes, un miércoles tras otro, demuestra que el público, cuando se le ofrece rigor y profundidad de contenidos, responde.