Asalto 2017

Merece la pena continuar la experiencia del Festival Asalto a través de un breve recorrido por el legado de esta su duodécima edición. Es también un modo de conocer el entramado urbano y su historia, mientras nos acercamos a tendencias e influencias que marcan la actualidad del arte urbano. Doce ediciones de festival internacional que lo convierten en referencia europea y en una de las señas de la identidad artística y cultural de la ciudad de Zaragoza

Asalto 2017 parte de los patios y muros del antiguo reformatorio El Buen Pastor, en el barrio de Valdefierro, imponente muestra de la arquitectura aragonesa de los años sesenta y de su artífice, Regino Borobio junto a su hermano José, pero edificio sometido a un evidente deterioro. Desde los inicios del festival, en 2005, se pretende recuperar mediante el arte urbano espacios sacrificados por la ciudad. El cierre del centro pareció una oportunidad para asociaciones vecinales de conquistar un espacio para el encuentro. Celebrar en sus patios muchas de las actividades paralelas del festival es al mismo tiempo una muestra de su potencial.

Abandono, reivindicación ciudadana y posibilidad creativa lo convierten en perfecto epicentro donde desarrollar el programa más participativo. El festival no se centra únicamente en lo evidente, en lo más sugestivo, y en lo que más huella deja en los seguidores del Asalto, muros y medianeras: obras de gran formato. Durante diez días (del 8 al 17 de septiembre) han sido muchas las actividades que han implicado a vecinos del barrio, resto de la ciudad, visitantes y fieles del festival, con artistas y profesionales de la cultura urbana: charlas, debates, talleres, actuaciones en directo, feria de arte y visitas guiadas para conocer lo que se está convirtiendo, pese la aspirada condición efímera del arte urbano, en nuevo patrimonio artístico.

El muro posterior del reformatorio, de cara al barrio, nos recibía implacable hasta la intervención de Antonyo Marest, artista de anhelo mediterráneo. Influido por la arquitectura, una de sus grandes pasiones y consagrado a la geometría, las líneas, los patrones y al trabajo metódico. Ha creado un extenso mural inspirado en el Art Deco y en colectivos más recientes como el Memphis Group americano o los bolidistas italianos, todos devotos del arte decorativo más sugerente. El paso del huracán Andrew por Miami hace 25 años se llevó de sus playas una de sus imágenes icónicas, las torres salvavidas. Como símbolo de recuperación se proyectaron unas nuevas, que más allá de su función se han convertido en emblemas del litoral asumiendo la identidad y cultura de la zona: colores, formas, optimismo futurista del Art Deco y fauna característica del sur de Florida. Todo esto combinado en la mente de Antonyo Marest y trasladado a quinientos metros cuadrados de color para que el muro hoy invite a acercarse. Durante una semana y no sin ayuda ha esbozado y desarrollado una atractivo collage de colores planos y figuras geométricas combinadas con dos elegantes flamencos que presiden/vigilan la puerta. Para él, el flamenco es un animal que está siempre alerta, no en vano duerme de pie sobre una pata. Ese estado despierto se identifica perfectamente con el arte urbano actual, siempre dispuesto a absorber tendencias.

A partir de ahí, las intervenciones nos incitan a recorrer el barrio y conocer mejor su historia y su gente, presente en la mayoría de las intervenciones. Nos encontraremos durante el recorrido con Cere, que desde el graffiti, el diseño grafico y la publicidad ha decidido utilizar el espacio urbano para mostrar su personal propuesta. Diseños inspirados en los llamativos letreros publicitarios estadounidenses que combinan la tipografía con la estética de la publicidad de los grandes letreros de neón en fachadas y azoteas. Sus anuncios, breves frases, nos hablan de la actitud de la calle y de cómo el arte urbano comenzó como vía de escape a la frustración de quienes no encontraron mejor manera de hacerse ver en un entorno que los devoraba. Actitud real para Cere, hoy es considerado arte, pero durante mucho tiempo era vandalismo. Octavi Serra opta por una propuesta más particular, perfeccionamiento personal de su formación en Bellas Artes. Crea figuras en afligida posición gracias a moldes de si mismo que nos llevan a reflexionar sobre las condiciones más míseras del ser humano. Crítico activista, obtuvo gran repercusión gracias a una serie de manos amenazantes, pesimistas, desesperadas… que alertaban a los barceloneses allá por 2012 de los problemas sociales derivados de la crisis. Ahora son figuras completas, descolgado inerte por un balcón, trepando por una columna, sosteniendo la cabeza sobre si cuerpo o esperando inmóvil con unas flores marchitas a su espalda frente a un muro de hormigón. Su fragilidad y quizá la incomprensión han hecho que sufrieran más que ninguna otra intervención la condición efímera. Pero aún podemos ver dos de ellas en el nuevo jardín de Valdefierro, junto a los muros del Buen Pastor. Octavi forma parte de un colectivo, Cúmul, que a su vez ha participado renovando los muros de hormigón del parque de Valdefierro. Como si de un gran museo al aire libre se tratase, sus enormes y fríos bloques dan una visibilidad que las salas no consiguen y sirven de lienzo para revitalizar el escenario. El cúmulo, la repetición, es parte de su filosofía, pero basada en una contradicción, más es menos. Vacían de contenido un objeto, muchos objetos, para jugar con formas geométricas y diferentes perspectivas que dan libertad interpretativa a quien las observa, y que no han defraudado a nadie por su sencilla y sugerente plasticidad.


Jofre Oliveras

Mantra

Jofre Oliveras también se ha inspirado en los muros del barrio y en los nombres de algunas de sus calles, astronómica revelación de quien dotara de nombre a las calles en sus inicios durante los años sesenta y setenta. Diversas constelaciones, por su importancia o significado han servido de modelo para sus bandadas de palomas, excesivamente realistas para alguno de los vecinos. Encontrarlas por el barrio es también encontrar a su autor pues ha pretendido representar esta especie urbana tan denostada en las constelaciones que mejor puedan captar su esencia: la importancia de determinadas estrellas para la navegación, la orientación, o su significación en la mitología antigua. Los jardines de la Estrella Polar, por cierto la más luminosa de la Osa Menor, una de las calles en las que ha intervenido Jofre, también han servido de galería, de Galería Urbana en concreto. Gracias a este proyecto determinados espacios urbanos se encuentran disponibles para que quien lo desee pueda ver su obra expuesta sobre muro. El procedimiento es sencillo, consiste en inscribirse en su página web y superar ciertos filtros. Para dar más visibilidad al propósito, este año se ha integrado en el festival, y han sido cuatro artistas, en femenino, quienes han plasmado sus inquietudes en estos muros. Lorena Cosba y Susana Blasco, fotógrafas, y Rebeca Zarza y Coco Escribano, ilustradoras. Las primeras han creado particulares composiciones a partir de fotografías de “personalidades” reales del barrio y de imágenes antiguas mostrando un tipo de evolución-conexión entre la gente y su tiempo. Las segundas han reflejado su lenguaje propio de la ilustración con personajes oníricos, dulces, ambiguos… Otra artista que ha participado decorando jardines del barrio ha sido Marta Boza, diseñadora e ilustradora que junto a Acción Contra el Hambre ha participado en un taller fabricando piezas con maderas superpuestas y coloreadas que combinan la forma con el mensaje. Mensajes imaginativos, palabras inventadas que llaman la atención sobre el hambre en el mundo.Volviendo a la fauna urbana en peligro de extinción llegamos a los muros de Mantra, conspicuo artista francés muy vinculado con Latinoamérica. La jungla y su fauna le han servido de inspiración para unas espectaculares mariposas que parecen querer salir de un marco que ya no las retiene. Siempre que vuelve a la ciudad echa en falta lo que le ata a la naturaleza. Son seres, imágenes, que para él representan la belleza, como ha hecho también otras veces representando rostros femeninos. Intenta relacionarse con el entorno, conocer el espacio, no en vano estas mariposas son especies autóctonas zaragozanas y aragonesas, algunas de ellas en peligro de extinción, así que, sirven también de llamada de atención. Su actitud y dedicación al trabajo ha conseguido captar a los vecinos y por eso podemos contemplar su obra por partida doble. En dos fachadas orientadas al este, en la calle Urano con Osa Menor y en la calle Tulipán llegando a la Vía Láctea. Orientación clave, pues la luz solar parece jugar con las sombras dibujadas dando vida a las mariposas. Es una obra que se puede ver por lo tanto a diferentes horas del día.

Sobre fauna y emociones nos habla también Dingoperromudo. Muy ligado al entorno natural en el que vive ha creado un alter ego que representa en sus murales, un dingo. En esta ocasión aparece aplacando nuestra conciencia, representada en un lobo ciego, no ve el motivo pero siente una rabia interior que sólo ese dingo, ese otro “nosotros” puede contener. Es esa conciencia callada que todos guardamos y que por algún motivo no exteriorizamos. El entorno nos contemporiza, nos controla, y hace que nos contengamos. Ha realizado también un taller sobre diseño de personajes, y la estética de la animación se ve se en su obra, colorida y muy gráfica. Figuras como esta acaban convirtiéndose involuntariamente en referencias para la gente. El solar es visible desde gran parte de la calle Tulipán, y como ha ocurrido en otras ediciones el espacio acaba conociéndose no por el nombre de la calle, la parada del autobús o el bar de la esquina, sino por el lobo.

 


Octavi Serra
Zest

De otro taller surge el mural colectivo/participativo de Cuco. A lo largo de un papel continuo se fueron añadiendo figuras y formas en varios colores de las que posteriormente el artista extraería un fragmento que plasmar sobre el muro gracias a la colaboración vecinal. La idea sería un perfecto resumen de la evolución del arte, de lo más figurativo, en el que distinguimos perfectamente la figura que se pretende representar, hasta lo más abstracto, cuando la parte elegida es únicamente una forma aleatoria, un color que crea una realidad distinta al natural. Junto a este muro entre las calles Mercurio y Boyero, aprovechó la oportunidad para desarrollar una propuesta más personal, cuya pervivencia dependerá de su aceptación.

Entre la abstracción y el juego se encuentra Ampparito, que ha pretendido rebajar los muros del parque de Valdefierro con azulados tonos que los confundan con el horizonte. Elimina así la distinción entre el fondo y la forma mientras humaniza el espacio y amplia el paisaje. Pretende no solo confundir y jugar, sino también llama la atención sobre como lo aparentemente más sencillo a menudo pasa desapercibido, como lo puede ser el propio fondo azul de nuestra ciudad.

El concepto de abstracción más reconocible, el que identificó a Mondrian o Kandinski lo refleja fiel y espectacularmente Zest, francés de una ciudad, Montpellier, donde parece renacer la pasión urbana por el arte más abstracto. De nuevo en una calle de inspiración celeste, Proción, una construcción de hormigón salva un desnivel al que nadie prestaba mayor atención que la necesaria para alcanzar la cota deseada. La explosión de color, la potencia de las formas y la sintonía en la composición ahora invitan absolutamente a la admiración. Son muchas las perspectivas y los puntos desde los que disfrutar de su contemplación mientras uno se acerca para, por qué no, introducirse en una obra de arte. Y de paso, subir para encontramos con la obra de Helen Bur, británica pero que ha sabido plasmar perfectamente la esencia del barrio en su trabajo. En una de las medianeras que limitan el barrio hacia el este, pero mirando al sur en la calle Azalea, nos representa la historia del lugar y su preocupación por esos millones de personas que todavía hoy no pueden acceder ni al agua potable. Representa una mujer mayor que sujeta un caldero, esos con los que llevaban el agua a las casas del barrio desde las acequias en esos años en los que muchos inmigrantes de Extremadura y Andalucía llegaron cerca de Zaragoza con la perspectiva de un trabajo. Era una zona limitada por el canal imperial de Aragón, la nacional II y las vías del tren, de difícil orografía y carente de servicios. Construyeron sus casas con prisa para que la legalidad de entonces no las mandara demoler, trabajaban en la siderurgia y poco a poco serían ellos mismos los que dotaran al barrio de infraestructuras, incluida esa agua corriente. Del caldero cuelgan otros brazos, sin más cuerpo, que representan a esos desfavorecidos, de ahí el título del mural, Water/Life. Y junto a él jóvenes de rostro apocado como símbolo de los trabajadores anónimos. Superposición de imágenes y narrativa social, retratos que nos llevan a la reflexión más allá de la contemplación.

Asalto ha salido del barrio por segundo año consecutivo con un balance más que positivo para todos y esperando continuar con la experiencia.


Sobrevivir a través del arte a la locura de nuestros tiempos (y los que vendrán)

En una época tan caótica – “de locos” – como es la que estamos viviendo, el arte se configura cada vez más como un espacio material y simbólico en el cual es posible conocer y experimentar otras miradas sobre la realidad. La labor de muchos artistas actuales, de hecho, propone una visión personal y no convencional del mundo. Una visión que vamás allá de las representaciones oficiales, tratando de desvelar las tensiones que laten en la sociedad. De esta manera – a través de planteamientos teóricos y prácticos que tienden a cruzar las fronteras de las disciplinas artísticas tradicionales y a combinar cada vez más libremente las técnicas y los recursos – muchos artistas del presente proponen al público nuevas formas de ser e interactuar, proyectando hacia lo colectivo sus inquietudes individuales y aportando nuevos estímulos para la reflexión.

 

Desde esta perspectiva Gema Rupérez (Zaragoza, 1982) presenta Hegemonía, un proyecto multidisciplinar que, sin dejar espacio alguno a la crónica o a la retórica, aborda temas actuales como la guerra, la migración, la acogida de refugiados, el choque cultural, la competitividad exasperada y autodestructiva del mundo occidental; la debilidad manifiesta de algunos mitos postmodernos, como el fin de la historia o la globalización feliz del género humano, el destino incierto del sueño de la integración europea, y más en general de la forma de gobierno democrática, o la lucha por la supremacía entre doctrinas, ideologías y modelos de vida contrapuestos.

A pesar de ser propios de nuestra época, estos temas son, en última instancia,  temas recurrentes y atemporales, puesto que suelen repetirse a lo largo de la historia humana, si bien presentándose bajo formas distintas. Como afirma la misma Rupérez: "Hegemoníaes un proyecto sobre la vigencia de las luchas y tensiones por el poder y la verdad, más allá del diálogo maniqueo, que pretende retratar la enorme complejidad que caracteriza a nuestro tiempo, construido a partir de realidades poliédricas, zonas de incertidumbre y naturalezas híbridas". 

A través de su típica economía de recursos estéticos y la consueta elegancia propia de su personal lenguaje creativo, en esta exposición Rupérez nos introduce a un discurso poético de gran intensidad emocional y conceptual. Un discurso socialmente crítico, persuasivo y coherente, que ahonda en el presente desde una postura humanista. A partir de la experiencia subjetiva, Hegemonía nos invita a cuestionar axiomas y creencias. En este sentido, a la vez que agitan e inquietan, las obras expuestas generan un sinfín de preguntas abiertas. Por otra parte, alcanzan un punto de equilibrio muy sugerente entre lo íntimo y lo universal (el pathos y el ethos) evitando en todo momento la descripción didascálica. Compuesto por obras realizadas en 2017, que van de la instalación al video, de la fotografía al dibujo, el proyecto se presenta por primera vez en esta exposición.

En la sección ¿Adónde vamos?, que acoge al espectador en el comienzo de la muestra, Rupérez se interroga (y nos interroga) acerca de nuestro futuro. La sección está compuesta por tres obras de formatos diferentes. En primer lugar, encontramos una arquitectura efímera de grandes dimensiones, realizada con cinchas -el mismo material que se utiliza en las mudanzas para sujetarlo todo con fuerza- a lo largo de las cuales aparece un texto escrito en caligrafía árabe. Se trata de la fábula “La Rana y el Escorpión”, transcrita en las cinchas por una refugiada siria (el proyecto ha sido llevado a cabo en colaboración con la Cruz Roja y la identidad de la refugiada queda oculta). La instalación está acompañada por un vídeo (1:45min.), que registra el proceso de escritura y la voz que narra el cuento, y un díptico de fotografías (45 x 80 cm). La pregunta del títulotiene un evidente significado simbólico (por así decirlo, filosófico) que evoca la desorientación de una buena parte de la humanidad frente a la incertidumbre del presente. Muchos de nosotros se habrán preguntado alguna vez (al igual que Eco se preguntaba si acaso estamos todos locos hoy en día) algo así como si estamos en proximidad de una catástrofe planetaria o qué va a ser de nosotros… Sin embargo, ¿Adónde vamos? evoca también otro significado, más pegado a la cruda realidad de los desplazados, los cuales, despojados de todo (excepto su propio cuerpo y las pocas pertenencias que llevan consigo), se preguntan literalmente qué dirección hay que tomar, por qué lado hay que empezar el éxodo que les espera.

En el tríptico Europa (piedra, papel, dibujo y placa grabada, 50 x 40 cm c/u) la artista alude a la aleatoriedad del conocido juego de manos “Piedra, papel o tijera” para reflexionar sobre una de las grandes narraciones colectivas que han entrado en crisis en los últimos tiempos: el sueño de Europa como espacio común de libertad, integración y prosperidad para los pueblos que residen en el Viejo Continente. Para el tríptico la artista utiliza una piedra auténtica del Muro de Berlín (que remite al anhelo fundante de romper las fronteras entre las naciones europeas); una papeleta usada para votar en el referéndum popular del Brexit, que ha consagrado la inesperada salida del Reino Unido de la institución comunitaria, y por último una tijera que sólo aparece dibujada, como si fuera una sombra, o un fantasma en el horizonte, dejando en suspenso el año y el lugar de la posible disolución de la Unión Europea.

En Democracia (bolas de acero, imanes y vídeo) Rupérez reflexiona sobre el significado ambiguo y polisémico de la palabra “democracia”, sin duda una de las más abusadas de la historia, junto con otras como “paz”, “amor” o “libertad”. Forma de gobierno históricamente determinada, la democracia es esencialmente una convención humana, inventada para regular de manera racional y pacifica la convivencia entre los miembros de una comunidad. Parece que fueWinston Churchill quien dijo una vez que la democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes. En este sentido, si bien es cierto que es innegable la bondad de este modelo social respecto a otros, por otro lado queda cada vez más patente que la perfección ideal de esta forma de gobierno es una mera utopía. Su funcionamiento, de hecho, necesita una renegociación constante de los derechos y los márgenes de acción individual y colectiva; no pudiéndose considerar en absoluto como una fórmula mágica o un mecanismo autofuncionante.

El vídeo Espacio personal pertenece a la serie Conversaciones, que Rupérez empezó en 2015 y que actualmente sigue in fieri. En él la artista reflexiona sobre la tensión dialéctica entre los sujetos y la capacidad o incapacidad que tenemos hoy en día para instaurar un diálogo real y proficuo con el otro. En este caso dos globos se disputan el espacio y parecen confrontarse, desplazarse y quitarse recíprocamente el aire hasta que al final ambos acaban sucumbiendo a una absurda e insostenible competición darwiniana por la supremacía y el acaparamiento de los recursos disponibles.

A la misma serie Conversaciones pertenece también la instalación móvil Lucha de relatos, en la cual el tema de la relación problemática entre identidad y alteridad se representa a través de una lucha entre las “verdades” contenidas en los libros. Todos somos conscientes de que en la actualidad estamos asistiendo a un intento violento y sin escrúpulos de llevar al centro de los grandes discursos colectivos una supuesta lucha atávica entre libros de contenido religioso. Sin embargo, cabe recordar que la historia humana más reciente ha sido dramáticamente protagonizada también por la contraposición de doctrinas laicas (filosóficas, económicas y políticas) antitéticas, que la artista sintetiza a través de un choque mecánico (y mecanicista) entre las teorías de Karl Marx y Adam Smith, los dos patriarcas filosóficos de las ideologías comunista y capitalista.

Desenmascarando el carácter arbitrario del concepto de verdad, Hegemonía nos invita a superar los dogmas, los prejuicios y las barreras materiales y simbólicas que nos separan del otro. A través de su mirada lírica, pero conscientemente comprometida; delicada, pero firme, Gema Rupérez nos obliga a seguir confiando en el potencial universal de la condición humana. En definitiva, a resistir al miedo y a sobrevivir, a través del arte, a la locura de nuestros tiempos. Y los que vendrán.


Obras de Javi Joven

Hay exposiciones que antes de visitarlas sientes una emoción  interior atenuada al ver su obra. No olvidemos que mi vínculo con Javier Joven nace cuando le escribí su primera crítica para El Aragonés.
    En el IAAC Pablo Serrano, el 14 de junio se inauguró la exposición Javier Joven. Contra Acción. Comisariado del artista y buen catálogo. Prólogo de Susana Blas, que vierte criterios muy interesantes. Ejemplos: "Javier Joven nos invita a un viaje interior y a un acto de detención. Un estado intermedio, casi atemporal, inspirado en el taoísmo, recorre su propuesta artística… En ese recorrido emocional, entiende la existencia ( y la creación) desde la militancia individual e incorpora su memoria (de ahí la inclusión de objetos simbólicos del ajuar familiar y el uso de parajes de su infancia y juventud en algunas obras)."
    La exposición se acompaña con una vitrina llena de libros leídos por el artista que dan títulos de algunas obras. La segunda vitrina tiene dibujos del artista.
    Susana Blas indica que la exposición tiene un itinerario dividido en fases tituladas Logos, Silencio, Quietud y Profecía. Sin embargo, con hipotético error nuestro, la exposición comienza con un mueble real que tiene, por supuesto, diversos cajones. Ámbito familiar y cajones vacíos que con el tiempo se transforman en una cueva color oro posada en el suelo repleta de vacío interior como aquellos cajones, que cobran vida con las fotografías, los cuadros y las proyecciones. La prologuista ubica el mueble en la serie Silencio y la cueva en la serie Profecía.
    Veamos el itinerario de la exposición, que comprende proyecciones, tintas sobre papel de algodón y óleo o acrílico sobre el lienzo siempre con ricas y cambiantes texturas. Estamos ante un solitario personaje vital, el propio artista, que respira paz, violencia y soledad, siempre dentro de impecables composiciones. Vayamos con su recorrido que se divide, siguiendo a la prologuista, en Logos, Silencio, Quietud y Profecía. Un pintor zaragozano nacido en 1976, que expone obras entre 2012, con 36 años, y 2017.
    En Logos tenemos al artista vestido con elegancia, traje, pajarita y sombrero, que lee un libro inmerso en un paisaje. También hay obras con un edificio destruido y un vertedero invadido por muebles, en ambos casos perfil crítica social. Como variante cambia de vestimenta en alguna obra y se pone un pasamontañas. Lee un libro junto a una flor como matiz poético para defender la naturaleza, también detectable en un lienzo o con una collera tal como se indica en el título Retrato del artista con collera como cerdo vaciado. De cita obligatoria Foucault para policías y el artista leyendo un libro, que se contrapone con varios policías observando al lector. Diáfano ejemplo de libertad y opresión.
    A Silencio corresponden varias obras en blanco y negro, de modo que el protagonista, con pasamontañas cual anonimato, vive inmerso en una hermosa naturaleza cuajada de soledad. Como variante tenemos obras en color en ambas con pasamontañas. En una está el citado mueble y en otra, tan atractiva y original, el artista está de pie dentro de una bañera, sin obviar las cortinas y el retrete. Un gran acierto el plano rectangular vertical a la base, en rojo y negro, con trazos expresionistas en el ámbito de una abstracción, como si fuera un cuadro dentro de otro.
    En Quietud tenemos al artista inmerso en la naturaleza que la siente tumbado para vivirla con intensidad. Como variante detectamos dos espléndidos lienzos que se titulan Wu weil interior enmarañado y Caos, germen.  El movimiento generalizado y la agitación de los planos en el primer cuadro manifiestan las dispares sensaciones de espacios convulsos sin posibilidad de cambio.
    Queda, para concluir, Profecía, que augura un mundo negativo con la especie humana camino de su destrucción. Basta ver Profecía. Reanimación cardiopulmonar, con una solitaria figura humana inmersa en pleno campo, Templo, con un árbol arrancado y un templo destruido, el excepcional cuadro El profeta y la nada, con el artista contemplando un radical vacío mediante nubosidades y, por fin, Artefacto ígneo para abrazar el vacío, que consiste en la citada cueva dorada cuyo interior irradia ese vacío lanzado al espacio. Exposición completa, diferente a la norma, que avala la categoría de un artista detectable desde hace años. Como un fértil rodaje sin pausa.


Postnaturaleza: géneros artísticos y bioestética en tiempos de postverdad

Ya nada es lo que era, tampoco la naturaleza. Se ha puesto de moda decir que estamos en una nueva época geológica, la era del “Antropoceno”, porque vivimos en un mundo que ha sido transformado por los humanos (no siempre para bien; el calentamiento climático y los terribles huracanes nos lo confirman). Quizá por eso mismo ahora más que nunca la naturaleza es protagonista del arte, y especialmente del arte tecnológico, cuya visión del tema, entre irónica y distópica, queda muy bien expresada por el conejito de plástico con caballera punk que figura en el cartel de esta exposición y en las demás actividades programadas sobre Bio-Estética. No sé quién es el autor ni al visitar la sala se encontrará nada relacionado con esta icónica imagen: quizá haya sido una manera de evitar tener que elegir concretamente alguna obra de esta muestra colectiva, lo cual hubiera dado mayor protagonismo sobre los demás a uno de los muy variados artistas representados. Son casi todos ellos nombres conocidos e incluso autores consagrados como importantes referentes del arte actual, empezando por Marina Núñez, nada menos, cuya videoproyección, datada en 2010, nos da la bienvenida a la sala presentándonos una visión onírica y siniestra. Nada que ver con los hermosos ojos seductores que tanto encanto dieron a su exposición del año pasado en la Sala Alcalá 31 de Madrid, aunque también tengan ojos esas masas amorfas que se reproducen en un paisaje de pesadilla. Impresiona, y más todavía si cuando dejas de mirar te percatas de que la imagen se empieza a mover e incluso sale de la puerta que la enmarcaba… Pero eso me pasó a mí porque cuando entré había unos técnicos trasteando con el cañón por la parte de atrás y tuvieron la deferencia de esperar a moverlo cuando yo empezaba a darme la vuelta.

No es ese tipo de interrelación del personal de mantenimiento con el espectador lo que en las instituciones artísticas suele plantearse museográficamente según los dictados de la “estética relacional” de Nicolas Bourriaud, pero tampoco hubiera sido extraño que cada espectador se viera sorprendido por una reacción mecánica al visitar esta sala de Etopia, donde siempre suele haber tantos dispositivos interactivos. De hecho, hay muchos y muy diferentes en esta exposición, empezando con el Proyecto Biosfera que el argentino Joaquín Fargas desarrolla desde 2007, presentando pequeños ecosistemas naturales encerrados en recipientes transparentes a través de los cuales les llega la luz y el calor que, al variar según los horarios y visitas de la sala de exposiciones, influye sutilmente en su desarrollo. Y culminando con la instalación del colectivo Quimera Rosa, Rebeca Paz y Roy, quienes han montado al final de la exposición una cabina donde el público puede entrar a un escenario de “ciencia ficción”, evocando el lugar de trabajo de un fenecido grupo de investigadores en el año 2024 que tratarían de salvar al mundo conectándose con las redes de comunicación subterránea de raíces y hongos: el visitante es invitado a tocar, oler y comer (!), aunque en ese caos yo no me atreví a hacer nada, me limité a llevarme unas fotocopias de escritos que supuestamente serían algunos de los correos electrónicos intercambiados por el malogrado equipo científico, recuperados de la basura. Son sobre todo mensajes de cariño entre estas últimas personas de la futura humanidad, (que por cierto serían mujeres y lesbianas: un guiño muy políticamente correcto ) algo picantes pero muy bien redactados, pues hay párrafos que hasta merecerían figurar en una antología de la poesía actual. Entre medio, la instalación del francés Laurent Mignonneau y la austríaca Christa Sommerer, prestigiosos profesores de arte y diseño en Linz, es potencialmente la que más interacciona con el espectador, siempre que uno sea consciente de su funcionamiento, que a mí me pasó desapercibido. Deberían colocar un letrero que avisase: “Póngase delante y espere a que en el monitor aparezca el contorno de su retrato”. La gracia está en que esa silueta la dibuja un enjambre de moscas, pero cuando yo estuve mirándolas moverse en la pantalla, el apático guarda uniformado que me vigilaba no me advirtió de que me estuviera quieto, así que sólo al consultar internet en casa me he enterado de lo que me perdí (volveré con mis hijos). Otro divertido juego de ordenador nos propone al lado la barcelonesa Joana Moll, que a través de iconos de arbolitos representa en directo cada segundo la cantidad de CO2 que está siendo emitida por los aparatos de todo el mundo conectados a internet (¿incluyendo este mismo dispositivo?). Por su parte, la también barcelonesa Empar Buxeda nos sitúa ante un microscopio u otros complicados aparatos que van visibilizando la mutación de un gusano de laboratorio. Una idea que casa muy bien con trabajos centrados respectivamente en los cambios en anfibios y plantas sobre los que están trabajando dos reputados “bioartistas” en Norteamérica, Brandon Ballengée y Allison Kudla, bien explicados en el folleto de mano (aunque el texto sobre la segunda no han llegado a traducirlo del inglés).

Lo que falla en el folleto de mano es la artificiosa agrupación de todos los contenidos bajo epígrafes que remedan los géneros artísticos clásicos. El postulado de su nueva vigencia, si es que alguna vez habían caducado, viene defendiéndose desde los años ochenta y en esta exposición no está mal traído, si se ve como un toque socarrón, inserto de tanto en tanto para proponernos una erudita reflexión histórico-artística, sin pretender clasificar todo taxonómicamente dentro de tales compartimentos estancos. Pero aunque en el montaje expositivo eso se ha tomado con flexibilidad, en el folleto todo se estructura férreamente bajo esos epígrafes tan inapropiados. Resulta muy forzado incluir en la sección “Paisaje(s)” el vídeo de la performance de la guatemalteca Regina José Galindo dejándose marcar su cuerpo desnudo por un cirujano plástico para una posible operación estética, o los rostros reconstruidos por la norteamericana Heather Dewy-Hagborg a partir del ADN identificado en muestras de pelo, chicles, colillas u otros restos biológicos encontrados en espacios públicos, que parecería más coherente incluir en la seción “Retrato(s). En ella se encuadra en cambio un vídeo del italo-americano Marco Brambilla que está lleno de referencias a narrativas histórico-artísticas, desde el Bosco a Siqueiros, por lo que más bien se podría relacionar con la pintura de historia(s). Y al género (post)religioso se hubiera podido adscribir el dibujo de la escalera de Jacob que Dalí dedicó a su amigo Severo Ochoa y sus estudios genéticos. Por otro lado, las fotos de una hormiga catalana inventada por Joan Fontcuberta son apropiadísimas para esta exposición sobre Postnaturaleza/Postverdad pero hubieran podido estar en cualquier sección, mientras que la pieza conceptual de Perejaume (en sí misma muy interesante) nada tiene que ver con las nuevas tecnologías, ni en el fondo ni en la forma. No trato de enmendar la plana al comisario, Daniel López del Rincón, profesor de Historia del Arte en la Universidad de Barcelona y reconocido experto en estos temas; simplemente discuto el planteamiento general del argumento discursivo, que en mi opinión hubiera quedado mejor usando como pauta los excelentes títulos secundarios que propone (“La naturaleza como artificio”, “Identidades fabricadas”, “El tiempo de la naturaleza”). Por último, un tirón de orejas que no sólo le planteo a él, sino también a los responsables de Etopia: me parece muy bien la nutrida representación catalana en esta exposición, pues ahora más que nunca hay que tender puentes culturales con nuestros vecinos del Este; pero no hubiera estado de más alguna obra de artistas aragoneses. Por ejemplo el colectivo OPN Studio,  formado por Susana Ballesteros y Jano Montañés, muy volcados en cuestiones de identidad y robótica, como demostraron a principios de este año en su exposición en el Museo Wurth de La Rioja.


Cerámicas de Miguel Molet, cerámicas y cuadros de Esperanza Romero


    En la Sala de Exposiciones Enrique Cook, Taller-Escuela Cerámica de Muel, desde el 22 de septiembre, se inauguró la exposición Miguel Molet. Retrospectiva 2005-2017. Por fin se reanudan las exposiciones en tan magnífico espacio tras la última en marzo de 2015, con el ceramista Juan Jiménez Farga como Director de dicho Taller-Escuela. Texto de Juan Antonio Sánchez Quero, Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, e intachables prólogos de Carmen Molet y Manuel Velázquez. Muy buen diseño gráfico de Oscar Colás Trapote e impecables fotografías de Oscar Colás Trapote, Paul Henry Pastechi y Rafa Molina, basta ver la fotografía del ceramista visto de perfil trabajando en una obra.
    Miguel Ángel Molet Chicot nació en Albelde (Huesca) el año 1966 y su primera exposición individual fue en 1996, con 30 años.
    Veamos sus cerámicas que puede definirse como magníficas, capaces de aturdir por tanta emoción. En el catálogo se indican los temas, como Piel, Cuerpo, Aire y Corte, de modo que cada uno tiene una o varias series para definir su evolución creativa, como diáfano rasgo de su gran complejidad. Todas las cerámicas son de “Terra Sigilata y Gres”, sin obviar, por lógica, que cuando tocas cualquier cerámica la superficie es de una delicadeza extremada, seda en estado puro, como si fuera el más refinado mármol.
    La serie Contenedores de Sueños, de 2005-2007, marca la diferencia por forma y color, aunque éste se mantiene en las Series Geométricas indebidas, de 2010, y en Batientes, de 2013. Ya en Contenedores de Sueños emerge un énfasis geométrico nunca abandonado, para mostrar siempre la geometría pura con derivaciones expresivas ondulantes. Series como Bipolares, de 2008, evidencian, ya antes, su extraordinario sentido de volumen, muy propio de un auténtico ceramista escultor, sin olvidar la compleja variedad formal mostrada, por tanto, en series tipo Rotativos, de 2009, Huellas, de 2010, Geometrías indebidas, de 2010, con énfasis en el color, Batientes, de 2013, con el airoso juego del color y la forma, como en Anatomía de la forma, de 2015, Decubstrucción, de 2015, con tan exquisito juego del hueco y la potencia formal según se detecta en Geometrías de 2016 y 2017. Hemos dejado para el final dos series fuera de la norma. La serie Esos extraños que habitan en mí, de 2011-2012, se basa en rectángulos con las esquinas onduladas y tonos pálidos, así como extrañas formas móviles, con vida propia, que muestran un toque misterioso e inaprensible cual azar sin control hacia anómalos destinos. La última serie se titula Tubulares, de 2016, y consiste en tubos que se cruzan y retuercen para generar un sutil movimiento, de modo que tiene un enfoque basado en unir ambas partes o dejar los costados flotando como si la imaginación del espectador continuara la cerámica hacia la infinitud. Extraordinaria exhibición que se merece, de sobras, un viaje a Muel.

***


En la Galería Piler Ginés, desde el 21 de septiembre, se inaugura una  exposición de Esperanza Romero con cerámicas dentro de CERCO y cuadros. Nace en Melilla el año 1956, aunque la familia se traslada muy pronto a Andalucía. Reside en Granada. Los cuadros son dos paisajes con toque suelto y cuatro con la figura humana como protagonista mediante dos rostros y dos desnudos. Lo mejor, con diferencia, son las cerámicas dentro de una intachable nivel. Cerámicas abstractas con dosis expresivas. Obras rotundas mediante redondeces y tonos integrantes, así como las filiformes de tanta elegancia. Otra variante son las basadas en bandas que trazan sutiles ondulaciones  dentro de caminos sorprendentes hacia destinos impredecibles.
 


XXVIII Premio de Arte Santa Isabel de Aragón; Rafael Fuster y David Cantarero Tomás

 

Juan Antonio Sánchez Quero, Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, afirma que después de un intervalo de tres años de ausencia de lo convocatoria del Premio de Arte Santa Isabel, Reina de Portugal, patrocinado por la Diputación Provincial de Zaragoza, el pasado año 2016, la Diputación volvió a reanudar la convocatoria de este galardón. Dicha reanudación nos satisface de forma radical, pues el lector no puede imaginar el alto número de premios, oficiales y privados, que han desaparecido en los últimos 100 años.

Vayamos con un breve comentario sobre los dos premiados y la cita de algunos de los 19 seleccionados, con la exposición inaugurada, el 28 de julio, en el 4º Espacio. Enrique Radigales expone un fascinante cuadro mediante cuatro rectángulos. El fondo negro acoge unas intrigantes e irregulares formas flotando por doquier. En cuanto al accésit de Fernando Romero pudo recibir el Gran Premio con todo mérito a juzgar por los dos planos paralelos, tierra y cielo, que se alteran mediante una hermosa e imaginativa estructura geométrica transformada en edificios. 

 

De las 19 obras seleccionadas es imprescindible citar a Nacho Arantegui, Gonzalo Bullón, Fernando Clemente, Borja Cortés, José Mª Llop, Javier Loras, Manuel Montaner, Sylvia Pennings, Alejandro Ramírez, Vícor Solanas, Asun Valet y Georges Ward.En el Cuarto Espacio, desde el seis de septiembre, tenemos la exposición de ambos escultores dentro del I Programa de Residencias Artísticas de Pueblos en Arte. Se exponen aquí sus trabajos realizados en la residencia Artística de Valtorres, Zaragoza. 

 

***En el Cuarto Espacio, desde el seis de septiembre, tenemos la exposición de ambos escultores dentro del I Programa de Residencias Artísticas de Pueblos en Arte. Se exponen aquí sus trabajos realizados en la residencia Artística de Valtorres, Zaragoza. 

 

Rafael Fuster, tal como se indica en el prólogo, utiliza el objeto encontrado que define como “despojos”. En el centro de la sala tenemos unas bolsas de cualquier tienda para guardar lo comprado que nada aportan. Lo más interesante son unas esculturas abstractas geométricas con colores, por ejemplo azul y marrón, de dudoso gusto. A valorar la escultura expresionista negra por su matiz misterioso. Artista valioso que necesita reflexionar para obtener obras de alta creatividad.

El escultor David Cantarerno Tomás presenta dos esculturas de muy distinto enfoque. La primera se basa en un bloque abstracto geométrico sencillo en lo formal pero de notable fuerza. El único problema es la intencionada falta de luz y, encima, ubicada junto a la pared, lo cual imposibilita ver dos caras. La otra escultura está colgada en la pared, muy bien iluminada, y consiste en un tronco de árbol o su equivalente pintado de negro y con zonas agredidas para captar su color original. La naturaleza vegetal raptada por el hombre para ser nada en la realidad. Denuncia. Escultor del que esperamos lo mejor.


Paseos

Para el incansable caminante que fue Robert Walser –afirma Menchu Gutiérrez en el prólogo a la edición española de su libro El paseo–, el paseo no solo constituía una fuente de salud o una rutina; ese contacto con “el mundo vivo” era un poderoso germen creativo, un inagotable alimento poético y espiritual. Cuando se cumplen cien años de la publicación de El paseo, La Casa Amarilla le rinde homenaje con un proyecto que incluye una exposición colectiva con artistas propios e invitados, una abultada serie de actividades que incluyen dos jornadas de reflexión y debate –dedicadas al arte público y a estrategias para hacer una ciudad paseable–, y la edición de dos cuadernos –el primero con las imágenes de las obras expuestas y las impresiones de diferentes paseantes y el segundo para recoger las conclusiones del proyecto–. El propio título, El paseo. Intervenir la ciudad, deja constancia de la naturaleza de la iniciativa: la figura de Walser acompaña en su deambular a los que viven y recuerdan Zaragoza, de modo que sus paseos, hagan ciudad. Una voluntad constructiva no exenta de espíritu crítico y capacidad de análisis que es necesaria para enfrentarse al espacio urbano, más cuando es el propio, o lo ha sido. Zaragoza, la que es, la que fue, la que pudo ser y la que queremos que sea, es el motivo que reúne a los convocados; sin espacio alguno para el cacareo localista.

No lo supo ver el jurado reunido por el Ayuntamiento de Zaragoza para la concesión de ayudas económicas a “la organización y realización de actividades culturales en la ciudad de Zaragoza”, que dejó fuera de subvención el proyecto. Convendría que sus miembros se acercaran hasta La Casa Amarilla para participar del feliz resultado. Y que lo hagan también los responsables políticos. Tal vez en otra ocasión estén más atentos. Robert Walser se vio obligado a justificar ante un “funcionario impositivo”, la importancia que tenía su dedicación al paseo: “Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada. (…) Sin pasear no podría hacer observaciones ni estudios. Un hombre tan inteligente como usted podrá entender y entenderá esto al instante. En un bello y dilatado paseo se me ocurren mil ideas aprovechables y útiles”. Y aclara algo después: “Al paseante le acompaña siempre algo curioso, reflexivo y fantástico, y sería tonto si no lo tuviera en cuenta o incluso lo apartara de sí; pero no lo hace; más bien da la bienvenida a toda clase de extrañas y peculiares manifestaciones, hace amistad y confraterniza con ellas, porque le encantan, las convierte en cuerpo con esencia y configuración, les da formación y ánima, mientras ellas por su parte lo animan y forman”. Esa es la actitud que guía a todos los convocados.

Un fotograma del vídeo Primavera tardía de Paco Algaba sirve como imagen de la exposición. Todavía reciente su magnifica exposición Europa Solar en el IAACC Pablo Serrano, el artista nos vuelve a deleitar con su habilidad para encuadrar la realidad a través de la cámara, revelándonos la poética descarnada que encierran los alrededores de Zaragoza. Espacios de tránsito, entre la ciudad y el campo, de cemento y árboles, en los que raramente reparamos. Un itinerario similar al de Algaba pudo realizar Enrique Larroy para recoger los restos que reúne en un ensamblaje intervenido pictóricamente. Con lo que la ciudad desecha el artista crea, y se lo devuelve transformado.

El sonido vehicula la obra de Enrique Radigales, quien recuerda de su vida en Zaragoza las tres veces al día que escuchaba Bendita y alabada sea la hora. Sabedor de que las plantas captan las vibraciones, en La escucha sésil recurre a un testigo mudo que haya percibido la canción tantas o más veces que él: la rama seca de un plátano de sombra de la arboleda de Macanaz, que interviene pictóricamente y en cuyo interior encierra una memoria Micro SD con la grabación de la jaculatoria. Su propio paisaje sonoro de la ciudad ha compuesto Antuan Duchamp para la ocasión, reproducido en una cinta de casete con la que el visitante puede acompañar su recorrido por la sala.

Hacia El Pilar mira también Fernando Sinaga que encuentra en su decoración de ladrillo el emblema 64 del I Ching, Wei Chi, en una extraña fusión, pretendida o accidental, de espiritualidades. Recupera también Sinaga una serie de fotografías tomadas a partir de los reflejos captados en las Pantallas espectrales que realizó en su intervención para la ribera del Ebro durante la Expo de 2008. A día de hoy, es el único modo que tenemos de disfrutar de esa obra dado el total abandono en que se encuentra: objeto de un vandalismo reiterado y testimonio de la desidia de los responsables de mantener la integridad de nuestro patrimonio artístico.

La huella de la vegetación que ocupaba el lugar reviste las caras del poliedro irregular que Almalé y Bondía sitúan en el paisaje para después fotografiarlo. El título Melancholia I, AD 1514. 05 remite al famoso grabado de Durero y nos recuerda la enigmática forma geométrica que acompaña a la figura alada que lo protagoniza. En esta, en lugar de la vegetación de Almalé y Bondía, se adivina un rostro humano difuminado. Pierden sus hojas azotados por el viento los árboles dibujados por José Noguero. Faltaba el cierzo, compañero incómodo de tantos paseos.

Los recorridos nocturnos de Fernando Martín Godoy le permiten trazar un Inventario de sus rincones, una acumulación de pequeñas “postales” pintadas a la tinta que componen su propio mapa urbano. Un puzle de pedestales vacíos, libres de las esculturas que descansan en ellos, componen las fotografías de lázaro&albero. Un recuerdo a Walter Benjamin niño, a quien interesaban más estos que la identidad de los ilustres a los que estaban dedicados. Precisamente Benjamin, junto a Baudelaire, Apollinaire, Pessoa y tantos otros paseantes acompañan a Miguel Ángel Ortiz Albero en el texto que cierra el primer cuaderno del proyecto. Pedro F. Bericat, por su parte, interviene con el fantasma de una imagen femenina un relato de Walser publicado en la revista El Eco.

El río atrae la atención de Nacho Bolea que en Azud recorta y pega para trazar líneas horizontales de agua, madera, hierba, tierra y lodo. También de ese lugar arranca el díptico collage de Antón Jodra, Passages-Poema, que desde el puente de Piedra avanza hacia los cines de Zaragoza. En el otro extremo de la ciudad, los paseos por Torrero de Pierre d. la son reiterados, creando un mapa con las superposiciones del mismo recorrido. Louisa Holecz pinta en gran formato la manta de lana enrollada que encontró en un descampado cubierto de hierba. Resto abandonado de una historia desconocida, perturbador envoltorio de nadie sabe qué, permanece en su sitio while real runs out.

Blanca Torres ha recogido el calzado de personas fallecidas en fechas recientes en residencias de ancianos de la ciudad. Privadas de la posibilidad de pasear, queda el testimonio de unas vidas que acabaron en interiores cerrados. Capital, el cortometraje de Gaizka Urresti, llama la atención sobre la cara más excluyente de Zaragoza, agravada por la crisis económica. Paseante incansable, Vicente Almazán se sirve de la cámara y la palabra para dejar testimonio de sus recorridos a través del blog Misadarmes. Con varias actualizaciones diarias, allí también transcurre la vida de Zaragoza.

En las inmediaciones de la ciudad se sitúan los 108 km de perímetro del campo militar de maniobras de San Gregorio. En 2015, la OTAN puso en marcha la operación Trident Juncture en dieciséis escenarios europeos. El gran despliegue justificaba una amplia cobertura mediática y Jorge Fuembuena formó parte del grupo de periodistas autorizados a retratarlas. La perfección de la recreación bélica y el papel documental que desempeña la cámara obligan a preguntarse sobre la naturaleza de un conflicto que no por simulado resulta menos real, o más cercano. Zaragoza, se nos recuerda en el cuaderno de la exposición, fue declarada por la UNESCO en 1999 Ciudad emblemática de la cultura por la Paz. Estas imágenes obligan a cuestionarlo. 


Obras de José Luis Gamboa, Jorge Isla, Abdul Vas, Gema Rupérez, Roberto Coromina, Adolfo Pérez Arrivas y Jesús Lapuente

En la librería la Pantera Rossa, el 16 de septiembre  José Luis Gamboa inaguraba una exposición con cuadros y hermosas fotografías proyectadas sobre la pared con el mismo tema que los cuadros. Exposición titulada El Joan Petit quand balla els refugiats. Nos centramos en los cuadros. Desde siempre, en otras críticas, hemos afirmado que Gamboa es un magnífico pintor, ni digamos retratista, con absoluto dominio de la línea, basta ver los retratos sobre papel dibujados en un chispazo . El pintor, desde siempre, tiene una marcada sensibilidad hacia los refugiados en Grecia y en la calle que viven en reales campos de concentración. Gamboa, sin duda, ha viajado a Grecia en varias ocasiones para ayudar en todo lo posible. Se unen, por tanto, el sentimiento y la vivencia real. Utiliza pinturas con esmalte, de gran complejidad técnica, al servicio de cuadros expresionistas, salvo alguna excepción, con suelta técnica siempre para potenciar el diáfano tema. Tras recordar que el pintor se autorretrata para mostrar su vínculo con la dramática realidad social, veremos  cambiantes figuras de muy dispares edades y en algún cuadro con ropa para soportar el frío. También valoramos la dificultad de transformar un tema puntual en obras de arte marcadas por la sinceridad. Exposición que atrapa.

 

***

 

En la Galería Antonia Puyó, desde el día 28 se puede visitar la exposición de Jorge Isla, nacido en Huesca el año 1992. Estamos ante un artista joven con experiencia. La exposición se ve en una chispazo, pues son pocas pero de buen tamaño. Siempre color. El planteamiento formal es muy sencillo y eficaz. Fondos negros y en el centro el tema único, que se basa en primeros planos de minerales con su diáfana variedad formal y cromática. Belleza en estado puro. Para otra exposición sería aconsejable mayor complejidad del significado.

***

 

En la Galería Kafell, el 28 de septiembre se inauguó la exposición de Abdul Vas. Pintor que expuso en la Galería Pepe Rebollo, de Zaragoza, el año 2002 con crítica nuestra. Por entonces tenía estudio en la calle Don Jaime. Aquella obra ya estaba protagonizada por el gallo como única alternativa. El gallo es posible que surja al nacer en Maracay (Venezuela) el año 1981. Veamos. Durante nuestra estancia en Puerto Rico fui a una gallera para contemplar un bello espectáculo con gallos peleando sin descanso y el griterío del público, ni digamos los que apostaban. Abdul Vas, en Maracay o donde sea, es posible que viera peleas de gallos o los escuchara en cualquier pueblo.
La exposición consiste en un cuadro y obras sobre papel. El cuadro se basa en tres cruces sangrantes y un gallo expulsando sangre en sintonía con las cruces. Cuadro que desde un ángulo técnico puede definirse como muy poco acertado por el nulo uso de la gruesa materia. El resto de lo exhibido consiste, cómo no, en gallos y un número a determinar de dulces y tiernos pollitos vía cursilada. Sin embargo, como aparente contradicción, Abdul Vas demuestra que es un verdadero artista en un grupito de obras con la figura humana como protagonista en situaciones dramáticas. Aquí vibra con intensidad su auténtico camino.

***

 

En la galería A del Arte, desde el siete de septiembre, se puede ver la exposición de Gema Rupérez Hegemonía. Muy amplio y excepcional prólogo del italiano Nicola Mariani, que ni deja margen a una crítica. Cita al gran Umberto Eco para seguir con un análisis pormenorizado de la obra. Nombra a la artista cuando esta asegura: "Hegemonía es un proyecto sobre la vigencia de las luchas y tensiones por el poder y la verdad, más allá del diálogo maniqueo, que pretende retratar la enorme complejidad que caracteriza a nuestro tiempo construido a partir de realidades poliédricas, zonas de incertidumbre y naturalezas híbridas". Obras de 2017.

La exposición es un itinerario que comienza al entrar en la galería, mediante un triángulo que evoca al perfil de una casa, de ahí su forma triangular. Se basa en cinchas con un texto en la bella tipografía árabe que narra la fábula de “La rana y el escorpión”, en este caso escrita por una refugiada siria de la que se exponen dos fotografías. Instalación acompañada por un vídeo. La exposición sigue con el tríptico Europa mediante tres obras sobre el juego de manos “Piedra, con una piedra, del Muro de Berlín, papel, con una papeleta para votar el Brexit, y tijera, con una tijera a dibujada sobre papel, que para el prologuista se deja “en suspenso el año y el lugar de la posible disolución de la Unión Europea”. Si Democracia es una reflexión sobre dicha palabra, el vídeo “Espacio personal” se basa en dos globos peleando por su espacio para terminar destruidos. Para finalizar, tenemos la instalación. “Lucha de relatos”, que consiste en dos libros, que leerlos es una auténtico peñazo, una de Karl Marx, pensamiento comunista, y otro de Adan Smith, pensamiento capitalista. Ambos libros tienen un mecanismo en su parte inferior para que se muevan sobre una mesa cuadrada, de modo que caminan y tropiezan para simbolizar una lucha ideológica.

Exposición con un diáfano mensaje que, sin duda, ni pretende engañar. Visto su sincera postura, siempre muy valorada, esperamos la próxima exposición para ver cuál es su enfoque.

***

En la Galería A del Arte, desde el 20 de abril al 19 de mayo, tuvimos la exposición de Roberto Coromina "El color de la Pintura": 107 cuadros de 25×25 centímetros, óleo sobre limo.  Una muestra de máxima dificultad pues se ancla en un sencillo juego geométrico transformado en arte abarrotado de pureza . Círculos sobre círculos y sobre cuadros, sin olvidar, por ejemplo, óvalos y conos. A la fascinante combinación de colores, clave en cada obra, cabe añadir el atractivo geométrico, siempre en su sitio, potente pero exquisito, como un aroma que penetra sin descanso. A lo sugerido tenemos una variante. Aludimos a varios cuadros con círculos que tienen fondo monocolor y micromanchas expresionistas eco de un ámbito cuajado de azar flotando con delicadeza. Entrañable prólogo del pintor evocando la vuelta a pintar en la casa de sus padres, en la que terminó su primer cuadro, y cita la constante frase de su madre cuando afirmaba "no importa cuanto tiempo necesites para pintarlo los importante es hacerlo bien", que definimos como transcendente. Ahí queda para siempre el impulso de una madre. Con posteridad aporta datos como indagar hacia lo desconocido o el uso de colores puros “directos de los tubos de óleo”.  Antón Castro, en Heraldo de Aragón, el 22 de abril de 2017, recoge un comentario del artista de ineludible cita cuando afirma: “Cuando empiezo un cuadro sé cómo voy a acabarlo. Lo veo en mi cabeza y ademas en formas abstractas. Pero eso no quiere decir que no haya dejado abierto el campo a la invención y al azar”.
  

***

En la galería Cristina Marín, desde el 14 de septiembre, doble exposición con los pintores Adolfo Pérez Arribas y Jesús Lapuente.

La de Pérez Arribas se titula la Cuarta menguante y consiste en formatos cuadrangulares sobre los que incorpora un círculo como único tema. De manera ineludible sus cuadros recuerdan al gran José Orús. El título evoca que estamos ante un paisaje lunar, de ahí el aspecto volcánico de las texturas y las abundante grietas para indicar su extremada violencia. Hay belleza.

La exposición de Jesús Lapuente se titula Universos paralelos, muy en sintonía con el enfoque  de los cuadros. Estamos ante una muy fuerte evocación de cuadros pintados por famosos, razón del citado título para el conjunto de lo expuesto. Muy bien de color, técnica, composición y, por lógica, variedad temática. Sobre los cuadros con temas más que visibles de artistas famosos basta con citas El grafitero, típico cuadro de Miró pero aquí con figura de espaldas, o El coloso acorralado, por el excepcional y potente cuadro de Goya pero con el título alterado.


Retrospectiva de José Manuel Ruiz Monserrat, Cuadros y dibujos de Fernando Estallo

En la sala de exposiciones de la Biblioteca de Aragón, desde el 11 de septiembre, se inaugura la exposición Ruiz Monserrat. Retrospectiva: 1969-2017, con cuadros y dibujos de su periodo surrealista. Comisariado de Eugenio Mateo Otto. Después de las monografías de Antonio Fernández Molina, la primera, y la nuestra poco y mucho que decir. Poeta con numerosas publicaciones que guardan un marcado vínculo con sus cuadros. En su estudio, como dato muy significativo, tiene un busto de Buda y un retrato de Salvador Dalí. Espiritualidad y surrealismo como claves en su obra artística que definimos dentro de un muy singular neosurrealismo. Antes de abordar su obra neosurrealista conviene recordar que Ruiz Monserrat fue primero un buen paisajista y al mismo tiempo autor de impecables esculturas abstractas. Dos destalles que significan el muy destacable cambio hacia  la obra que le representa desde hace años.

Veamos, muy en síntesis, su gran período neosurrealista, que se apoya en un gran dominio técnico y de la línea, sin obviar el fascinante sentido del color. Todo al servicio de una radical imaginación con más de 500 cuadros y numerosos dibujos. El artista aborda múltiples temas, como la fascinante arquitectura inventada, la religión católica, la figura femenina, desnuda o no, como gran protagonista, el Nirvana o la vida de la muerte.

***

    En la sala Ibercaja Actur, desde el cinco de septiembre, se inaugura la exposición Lo que dejan los días, con cuadros y dibujos de excepcional categoría. Pintor y poeta que vive en Barbastro, de modo que, según nuestro criterio, ambas disciplinas respiran conectadas hasta un grado difícil de precisar. Lo afirmado y su marcado carácter vital. Prólogo de Juan Ignacio Bernués Sanz.
    En los dibujos proliferan los collages, mientras que en los cuadros se dan en menor número. Sus cuadros se caracterizan por los micro espacios y el cuadro dentro del cuadro, sin olvidar la alta riqueza matérica, tan atractiva, y el marcado movimiento a través de múltiples planos y cambiantes trazos atravesados de azar. Todo indica que el subconsciente del artista perfila el gesto del pintar. Armonía generalizada sin pausa con profundas dosis poéticas.


Luis Buñuel: Entre estrellas y mendigos

Cuando el fotógrafo Ramón Masats acude en el año 1961 al rodaje de Viridiana, Luis Buñuel era ya un director de cine de prestigio, que está a punto de conseguir la Palma de Oro en el Festival de Cannes- transcurrido más de medio siglo desde su rodaje, sigue siendo el único largometraje español que ha conseguido la máxima distinción en dicho festival-. En aquella época, Ramón Masats intenta abrirse camino poco a poco, como  fotoperiodista en el Madrid de los años cincuenta. Su trabajo forma parte de una generación que cambió radicalmente la fotografía española. Su cámara se convierte al fin, en una herramienta de comunicación,  que mediante imágenes de calidad define en buena medida lo que somos.

A comienzos de los años sesenta, diversas circunstancias hicieron viable el retorno a España de Luis Buñuel para acometer la filmación de una película, una idea que fue bien acogida por el régimen. La España que Buñuel había dejado atrás, nada tenía que ver con lo que se iba a encontrar. Nuestro país estaba batiendo récords de visitas de viajeros extranjeros, gracias en buena medida a los atractivos naturales y culturales del país, había empezado una campaña perfectamente orquestada a través de la prensa para reivindicar la españolidad de Picasso y porqué no, de paso, la del propio Buñuel. Y por si fuera poco, España estaba preparando su solicitud de ingreso en la Comunidad Económica Europea. A partir del guión literario escrito por Julio Alejandro, Luis Buñuel desglosó visualmente en la película  Viridiana las preguntas planteadas por Galdós a lo largo de su obra literaria, combinado con el tono crítico y crueldad de Baroja.  Recogiendo cinematográficamente hablando  elementos provenientes de la picaresca en la pintura del Siglo de Oro, así como obsesiones visuales aludidos a Stroheim y a Bergman. No olvidemos lo que afirmaba Max Aub: “Buñuel, era un escritor, que había encontrado en el cine su manera de expresarse, reemplazando la pluma por la cámara”.

Las imágenes que por primera vez ven la luz, y que se pueden apreciar en la exposición Masats/Buñuel en Viridiana, muestran a un Masats que realiza un trabajo de fotorreportero: observar, mirar y disparar. En sus instantáneas, el fotógrafo  guarda las distancias, se hace invisible ante el director turolense. En ellas vemos a un Buñuel de sesenta años,  dirigiendo a los actores, solventando problemas técnicos y tratando de adaptarse a las restricciones de un espacio que le venía dado, donde apenas cabía el equipo de filmación y que tenía muchas limitaciones. En algunas instantáneas es posible verlo en distintas actitudes y estados de ánimo. Pero lo que más sorprende es cómo Masats ha captado al genio de Calanda concentrado, absorto, ausente del resto del mundo. Un retrato de la soledad de uno de los grandes directores del cine de todos los tiempos