Esculturas de Fernando Clemente

En el Museo Pablo Gargallo, desde el 20 de enero hasta el 20 de marzo, hemos tenido un conjunto de esculturas de Fernando Clemente que son muy excepcionales. Para nosotros un descubrimiento, pues se trata de una artista zaragozano del que ignorábamos hasta su existencia. Prólogos de Francisco Javier Serón Torrecilla y del artista, el cual comenta que sus obras están inspiradas en los albergues de carretera diseñados por los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez  en 1927.

Al margen de unas videoinstalaciones, nos centramos en las esculturas. De contornos más o menos irregulares, en una o dos caras incorpora tonos suaves o intensos, como azules, en los que ubica sugerencias de edificios como evocación de aquellos albergues. Siempre muy refinado.


Cuadros de Martínez Tendero

En la Fundación Caja Rural de Aragón, desde el 27 de enero, se inaugura la exposición Autorretrato Sanitario del pintor José María Martínez Tendero, conocido artista zaragozano, nacido en Albacete. Prólogos de Rubí Sanz Gamo, directora del Museo de Albacete, y del artista.

Estamos ante un conjunto de retratos, muy excepcionales, que corresponden a sanitarios del Hospital de Albacete, siempre con mascarilla salvo dos excepciones. Una se titula Tanatopractora 1, basada en un bello rostro de mujer con los ojos cerrados e impecable juego de planos y cambiantes colores, y otra Sanitaria 58, con un aire pensativo ante la condición de tanto drama en el hospital. A partir de aquí tenemos una gran variedad de retratos sobre personas reales del hospital. El matiz diferenciador, como gran idea, es el color de los ojos, por ejemplo en un caso azules y amarillos, que dan a cada obra un fascinante atractivo. Martínez Tendero nos ha sorprendido de nuevo con un obra singular, diferente.


Cuadros de José Moñú

En la galería Carmen Terreros Andréu, el 16 de marzo, se inauguraba la exposición del pintor José Moñú bajo el título Turbo Packet. Numerosos cuadros de formato grande y pequeño, así como un conjunto de dibujos con fondo blanco y el tema en negro basado, entre otros, en manos o rostros.

Los cuadros figurativos se basan en caras, que son en realidad muy hermosas abstracciones expresionistas inundadas de color. Como un mundo aparte atrapado por tanta imaginación. En cuanto a los cuadros abstractos rebosan vitalidad, dinamismo y colores impactantes, siempre al servicio de unas impecables composiciones. Todo es como si fuera un mundo extraño agitándose por doquier, que anuncia lo que sea, incluso amenazas. Artista con una línea coherente, sin fisuras, muy personal.


Acta de la Asamblea Ordinaria celebrada el 19 de febrero de 2022

Tuvo lugar con el siguiente orden del día: 

1 – Aprobación, si procede, de las actas de la anterior reunión (se aprobaron). 



2 – Informe de la Presidenta y de la Tesorera de la Junta Directiva saliente.

La Presidenta relata las actividades de la asociación realizadas durante los últimos años y la tesorera la actualización de las cuentas, destacando la renovación del dominio de la revista AACA Digital. 



3 – Deliberación y votación de los Premios AACA 2021, en las siguientes categorías:

 

– Premio al artista aragonés o residente en Aragón menor de 35 años que haya destacado por su proyección artística.

Concedido a Cristina Huarte. 


– Premio a la mejor publicación sobre arte contemporáneo de autor o tema aragonés.

Concedido al libro Impulso del artista Víctor Mira (1949-2003), de Manuel Pérez-Lizano Forns.


– Premio a la mejor labor de difusión del arte aragonés contemporáneo.

Concedido a Tintaentera Taller de Obra Gráfica, dirigido por Natalia Royo. 


– Premio a un destacado espacio expositivo sobre arte contemporáneo.

Concedido a la galería Carmen Terreros Andréu.

 

– Gran premio al más destacado artista aragonés contemporáneo objeto de una gran exposición.

Concedido a Ricardo Calero por la muestra "Espacios del sentir", desarrollada en La Lonja. 


– Premio especial "Ángel Azpeitia".

Espacio Cultural Huecha (Alberite de San Juan, Zaragoza). 



4 – Ruegos y preguntas (no hubo).


Acta de la Asamblea Extraordinaria celebrada el 19 de febrero de 2022

Con un único punto del día:votación de la nueva Junta Directiva. Se recibió la siguiente propuesta:


– Presidente: Jesús Pedro Lorente Lorente (dejaría de ser director de AACA Digital, tomando el relevo Ana Asión al frente de la revista).

– Vicepresidenta: Desirée Orús Casado.

– Tesorera: Pilar Sancet Bueno.

– Secretario: Julio Gracia Lana.

– Vocales (por orden alfabético): Ana Asión Suñer, Lola Durán Ucar, Ricardo García Prats, Maria Luisa Grau Tello, Ricardo Marco Fraile, Alejandro Ratia Giménez.

 

Fue aprobada por unanimidad. 


El tiempo detenido en una silenciosa sinfonía urbana.

La exposición que, hasta el 22 de mayo de 2022, podemos visitar en la sala de exposiciones Patio de la Infanta de Ibercaja es una antológica de obras del pintor y fotógrafo José Miguel Palacio creadas desde 2005, un periodo en el que su principal inspiración temática ha estado centrada en las vistas de ciudades. De ahí el título “Sinfonía urbana” muy de película de los años veinte, según aclara el comisario, Juan Manuel Bonet, gran experto en aquel periodo de las vanguardias del arte moderno. De entre las muchas referencias que él cita, yo quiero destacar sobre todo las evidentes concomitancias con la producción del elegante pintor y fotógrafo estadounidense Charles Sheeler, uno de los máximos exponentes de la corriente realista conocida como Precisionism, que exaltaba las naves industriales, las máquinas, el progreso… Mucho de eso puede verse en esta muestra de este artista aragonés afincado en Madrid y fascinado por los encantos de la capital; aunque los rutilantes equipamientos de ferrocarriles, modernos aeropuertos o reflejos de escaparates de tiendas lujosas se han de encuadrar sobre todo en la corriente del Hiperrealismo, surgido en los Estados Unidos de América a finales de los años sesenta y expandido por todo el mundo aún en pleno siglo XXI, como bien mostró la muestra “Hiperrealismo 1967-2012organizada en 2013 por el madrileño Museo Thyssen, usando como imagen reclamo su célebre cuadro de Richard Estes Cabinas telefónicas. En efecto, los cristales y chapas brillantes, las pormenorizadas perspectivas urbanas, los coches y cuerpos humanos muy detallados, son recursos visuales manejados con increíble habilidad por este veterano artista de muy depurada técnica, quien empezó haciendo figuración expresionista y estuvo luego veinticinco años bajo la influencia del surrealismo, tal como viene recogido e ilustrado en la página 23 del catálogo. En realidad, nunca ha abandonado del todo esas influencias, pues no hay narratividad naturalista, nadie habla ni gesticula, ni sucede nada especial o concreto, sino que muchas de sus obras nos transmiten una silenciosa poética de ensueño, un tamiz de melancolía, un filtro humano alejado del docurrealismo fílmico/fotográfico y su exaltación del ufano presente. Él se describe a sí mismo como un cronista de la contemporaneidad, un notario de lo que ve, pero a menudo plasma realidades fugaces, congelando un recuerdo de algo transitorio, como era el caso de la ya desaparecida tienda zaragozana La Reina de las Tintas cuando la pintó en 2005, seguramente embargado por la nostalgia de cuando de jovencito compraba allí sus materiales de escritura y dibujo. Su último cuadro, con el que cierra la exposición y anuncia quizá una nueva etapa en su carrera, es un Jarrón con flores sobre fondo negro, donde se ven ya algunos pétalos caídos sobre la repisa, en la mejor tradición iconográfica del bodegón barroco, que a toda visión de belleza acompañaba una reflexión sobre la caducidad de las cosas. Tempus fugit! Este pintor de toque demorado, que cada día pasa muchas horas trabajando laboriosamente y ha invertido tantos lustros en alumbrar los hermosos contenidos de esta exposición, volverá luego al silencio solitario de su mirada escrutadora, para seguir fijando con su cámara y sus pinceles elaboradas imágenes que se disputarán coleccionistas privados e institucionales. Ojalá no tarde muchos años en volver a deslumbrarnos a sus paisanos, pues en su querida Zaragoza no querríamos tener que volver a esperar mucho para disfrutar de otra antológica suya.


Ramón Acín. En cualquiera de nosotros un pedazo tuyo

Ramón Acín ha recibido en las últimas décadas una renovada atención por parte de estudiosos, fundamentalmente aragoneses. He podido acercarme a su figura a través de la tesis doctoral que me encuentro finalizando sobre la recepción de Goya en la cultura visual española de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Y es que, Acín fue, en el territorio aragonés, la personalidad más beligerante contra la imagen castiza, optimista y condescendiente de Goya proyectada a raíz de la celebración del Centenario del fallecimiento del artista en 1928. Defendió el Rincón de Goya de Mercadal cuando nadie se atrevió a hacerlo y cargó contra las juntas local y nacional que se encargaban de organizar las celebraciones del Centenario. Posiblemente, si Acín siguiese vivo hoy, hubiera criticado con el mismo ímpetu los actos del 275 aniversario de su nacimiento celebrados el pasado 2021, que no han sido capaces de reivindicar de manera profunda, moderna y seria el legado del pintor de Fuendetodos en Aragón.

El autor de esta interesante monografía sobre Ramón Acín es Víctor Juan, profesor de la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación de la Universidad de Zaragoza en el campus de Huesca, cuyo germen era la Escuela Normal de Magisterio de la capital altoaragonesa. Está al frente de la Revista de cultura aragonesa de Rolde y del Museo Pedagógico de Aragón. Ya nos avisa en el prólogo que no pretende hacer un aséptico recorrido sobre la figura de Acín, sino que su intención es la de mostrar aspectos particulares de su vida y de su creación, mostrándolos bajo su propia perspectiva, tan personal. Como Ramón Acín es una figura ya investigada anteriormente —y desde el ámbito histórico-artístico cabe destacar los estudios de Manuel García Guatas o de Alberto Castán—, resultan muy interesantes estos enfoques más personales. Además, las palabras de Víctor Juan destilan un amor y una admiración por la figura de Acín que se transmiten directamente al lector.

La obra queda organizada en varios capítulos. El primero lleva por título “Las rebeldías modestas pero continuadas de un hombre bueno”. En él, el autor hace un repaso por los orígenes familiares de Ramón Acín, por su etapa de juventud y su trabajo como docente de Dibujo en la antigua Escuela de Magisterio de Huesca. También se ahonda en las relaciones existentes entre Acín y la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE), situando al autor oscense entre las figuras claves para comprender esa edad de oro de la pedagogía española vivida a raíz de la eclosión del pensamiento krausista y los ideales de la Institución Libre de Enseñanza. Finalmente, se recuerda el papel de Acín como apoyo intelectual y económico de Luis Buñuel para la filmación de su documental sobre las Hurdes.

El segundo capítulo se titula “Tú eres antes que todo” y, en él, Víctor Juan aborda la figura de Conchita Monrás, esposa de Acín, una personalidad imprescindible para comprender al polifacético oscense. De estas páginas se desprende el gran amor que Ramón y Conchita experimentaron, basado en el respeto y la admiración mutua, tal y como revelan las cartas, pinturas, dibujos y fotografías conservadas. Fruto de su relación nacieron sus hijas Katia y Sol Acín Monrás, también fundamentales para comprender de manera global el entorno familiar y vital de Acín.

Los dos últimos capítulos se ocupan de la parte más amarga de la historia de Ramón Acín y Conchita Monrás, su detención y fusilamiento en Huesca en agosto de 1936, asesinato que dejó huérfanas a Katia y a Sol. Muy emotivo es el homenaje a Acín que escribió Paco Ponzán en la revista Nuevo Aragón editada por la CNT en Caspe en marzo de 1937. Su autor había sido uno de los más destacados seguidores de las enseñanzas de Acín en Huesca y su compromiso con la libertad le llevó a exiliarse en la ciudad francesa de Toulouse, donde formó parte de la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial, siendo ejecutado por las tropas nazis en 1944.

En definitiva, el libro que aquí nos ocupa es un pequeño tesoro con el que Víctor Juan ha demostrado que, efectivamente, en cualquiera de nosotros habita un pedazo de este pedagogo, artista, escritor y activista que fue Ramón Acín. Ojalá muchas otras publicaciones, documentales y exposiciones terminen de poner en valor su figura, representante de unos ideales que hoy en día conviene reivindicar con fuerza.


Premios AACA 2021

Tras votación en la Asamblea General celebrada el 19 de febrero de 2022 en el IAACC Pablo Serrano, la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte decidió otorgar los siguientes premios correspondientes al año 2021:

 

– Premio al artista aragonés o residente en Aragón menor de 35 años que haya destacado por su proyección artística.

Concedido a Cristina Huarte. 


– Premio a la mejor publicación sobre arte contemporáneo de autor o tema aragonés.

Concedido al libro Impulso del artista Víctor Mira (1949-2003), de Manuel Pérez-Lizano Forns.


– Premio a la mejor labor de difusión del arte aragonés contemporáneo.

Concedido a Tintaentera Taller de Obra Gráfica, dirigido por Natalia Royo. 


– Premio a un destacado espacio expositivo sobre arte contemporáneo.

Concedido a la galería Carmen Terreros Andréu.

 

– Gran premio al más destacado artista aragonés contemporáneo objeto de una gran exposición.

Concedido a Ricardo Calero por la muestra "Espacios del sentir", desarrollada en La Lonja. 


– Premio especial "Ángel Azpeitia".

Espacio Cultural Huecha (Alberite de San Juan, Zaragoza). 

 

La entrega de los Premios AACA 2021 se celebró el día 25 de marzo, a las 19:00 en el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos (IAACC) Pablo Serrano.


Picasso y Aragón. Goya-Gargallo-Buñuel

El Museo Provincial de Teruel ha abordado la relación entre Picasso y Aragón a través de una exposición, que pone de manifiesto lasnumerosas referenciasque incluye el artista malagueño en su obra. Se cree que visitó por primera vez Aragón en 1898 o 1909, mientras se encontraba en Horta de San Joan, una localidad catalana fronteriza. Aunque no dispongamos de fuentes que corroboren esta estancia, sí que sabemos que pasó por Zaragoza durante el verano de 1934. El relato expositivo gira en torno a sus vínculos con Luis Buñuel,Pablo Gargallo y Francisco de Goya. Para ello, su comisario Emmanuel Guigon —director del Museo Picasso de Barcelona—ha seleccionado más de un centenar de piezas que nos permite profundizar, todavía más, en la figura de Picasso para conocer cuál fue su percepción de “lo aragonés”.

No cabe duda de que la jota ha contribuido notablemente en la difusión de este imaginario. Nada más entrar, el espectador puede visualizar dos claros ejemplos de ello. Por un lado, se han incluido las recientes puestas en escena del Ballet Nacional de España y la Compañía Nacional de Danza del ballet El sombrero de tres picos —cuyo estreno absoluto tuvo lugar en Londres en 1919—. Por otro lado, el espectador también puede ver fragmentos de la adaptación cinematográfica que hizo Florián Rey de la zarzuela Gigantes y cabezudos.

Inicialmente, el espacio Picasso-Buñuel aborda, muy brevemente, una relación que se articulaba en torno a su círculo de amistades, incluyendo artistas y literatos como Juan Gris o Federico García Lorca. Aunque nunca llegaron a tener un vínculo muy estrecho, Picasso sí que estuvo en el estreno de varias de sus películas —comoUn perro andaluz—y mantuvieron el contacto hasta que Buñuel se trasladó a México. En la muestra, se han incluido los retratos que realizó Man Ray en los años veinte, lo que nos permite apreciar la diferencia de casi veinte años que existía entre ambos.

A continuación, el espacio Picasso-Gargallo expone un buen número de obras del escultor aragonés, entre ellas las Máscaras de Picasso —en bronce y terracota—del año 1913, que reflejan la estrecha amistad que les unía desde que comenzaron a frecuentar Els Quatre Gats hacia 1899. Durante su etapa en París, compartieron ideas e inquietudes, además de apoyarse mutuamente. De hecho, aunque Gargallo nunca llegó a colaborar con los Ballets Russes de Diaghilev, sí que estuvo influenciado, entre otras cuestiones, por los figurines de Picasso para el ballet Parade. El personaje del arlequín también ocupa un lugar destacado en esta exposición, que incluye los cartones recortados de Gran Arlequín de Gargallo.

Por último, el espacio Picasso-Goya ahonda en el interés que sentían estos dos artistas hacia la tauromaquia. Si bien es cierto que Picasso no llegó a expresar abiertamente su influencia —aunque es bien conocida por todos—, esta muestra incluye, con gran acierto, los grabados de ambos para que el espectador pueda apreciar sus similitudes. De este modo, el juego de espejos que presentan estas obras nos sugiere un diálogo imaginario entre maestro y discípulo. Si a esto le sumamos la presencia, a tamaño real, del retrato de Douglas Duncan de Pablo Picasso toreando en el salón de Californie, nos encontramos con un entorno de lo más taurino.

En definitiva, esta gran exposición nos ofrece un recorrido, en muchos casos inédito,de las relaciones que mantuvo Picasso con estos tres artistas aragoneses. Con ello, también se pone de manifiesto la importancia que tuvo el artista malagueño en la construcción de la imagen de Aragón, especialmente, a través del ballet El sombrero de tres picos. De hecho, la situación privilegiada que tienen los figurines del vecino, los locos, los aragoneses y las aragonesas en esta muestra —junto a la sección dedicada a las costumbres de una casa aragonesa que, a su vez, hace de bisagra entre los otros tres espacios—nos recuerda la importancia que tuvieron, y todavía siguen teniendo, estos diseños en la difusión del imaginario de “lo aragonés” en los escenarios de medio mundo.


La honestidad del arte

Toda obra de arte es, por naturaleza, interminable. Una vez concluida por su autor, no permanece intacta, sino que le espera un “futuro imperfecto”: a medida que cruza los siglos sufrirá cambios físicos, se marchitará, será cruelmente maltratada, arderá, morirá o renacerá. Atravesará la historia del arte y llegará al presente con cicatrices visibles de los estragos de la edad. El tiempo ha conservado fascinantes ejemplos de obras inconclusas, interrumpidas por azar, o destruidas por el tiempo detenidas en estado de ruina, de esbozo, de duda. Es lo que sucede con la escultura ibérica o con la estatua lisiada de una fachada medieval. Son “veteranas de guerra”, rescatadas de la violencia de la historia, cada una con su pequeña catástrofe. En ocasiones, el motivo de la inconclusión no obedece a un gesto de rebeldía sino a una causa “económica”. Hasta el siglo XVI, solo una circunstancia involuntaria podía explicar el inacabamiento de una obra de arte, que era interpretada como una “falta”, como un fracaso. Pero fue en el Renacimiento cuando grandes maestros, tan dispares como Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, o Tiziano, encontraron en el non finito una categoría interesante en sí misma. Un ejemplo fue el Torso de Belvedere. Desde su hallazgo, los artistas encontraron un enigma inagotable en este soberbio tronco, sin piernas, brazos ni cabeza perteneciente a la colección Colonna, símbolo del genio griego para la escultura. Esa masa respirante, roída por el paso del tiempo, deslumbrara porque su amputación encerraba la esencia de la totalidad. Será el primer fragmento artístico admirado como tal, no solo por lo que era, sino por lo que se suponía que había sido. Sin embargo, fue especialmente en el Romanticismo cuando lo interrumpido, lo fragmentario, el esbozo y el apunte adquirieron una importancia decisiva en la literatura y el arte, porque consideraba la obra inacabada como más vivaz y auténtica, más emocionante, llena de sugerencias y se convirtieron en emblemas de modernidad.

En colaboración con el Museo Nacional de Escultura de Valladolid y la Obra Social “la Caixa”, Non finito. El arte de lo inacabado es una exposición de tesis. Desarrolla la idea de que, más allá de la distinción entre clásicos y modernos, la predilección por las formas fragmentarias ha sido una constante en la creación artística desde tiempos remotos. A través de estas sorprendentes analogías se proponen seis categorías, escenarios o “gabinetes”, a semejanza de las cámaras de las maravillas del Renacimiento de arte inacabado: El encanto de los comienzos, Abreviaturas, Babel. La imaginación del desastre, Formas peregrinas, La erosión y En él álef. Lo infinito. Y para ser comprendida ha de saltar por encima del férreo marco de las cronologías y viajar trazando encadenamientos en zigzag, divagaciones y rodeos, abrirse a otras lógicas que no sean las de los géneros y los estilos y promover encuentros insólitos y nuevas formas de ver. Por ello, renunciando a cualquier recorrido sistematizado, pero sin excluir la atención a la historia, el cuidado método o el valor de las palabras, se ha elegido un amplio conjunto de experiencias, creadores, periodos y lugares. En la exposición conviven desde una estela egipcia junto a un gouache de Picasso de la época azul, un evangelista de Salzillo y el croquis de cartón de una bailarina de Gargallo, un óleo del Greco y una escultura de Oteiza…, etc.

Non finito, es una mirada contemporánea sobre la obra de grandes maestros de la pintura, la escultura, la literatura o el cine. Esta propuesta expositiva, reúne 94 obras de arte procedentes de más de cuarenta colecciones y museos públicos y privados de España, Reino Unido, Francia y Portugal.  Entre lo mucho y variado que hay en la exposición, destacan pequeñas e imperfectas “obras maestras”, vinculadas necesariamente a las fases intermedias del proceso artístico: Vicent Van Gogh Cabeza de campesina (Ca. diciembre de 1884, Colección Abelló), Pablo Picasso Los santimbanquis (1904, Colección Abelló), Rembrandt van Rijin El artista y su modelo (Ca. 1636-1641, Colección Furió / Museo Lázara Galdiano, Madrid), Joaquín Sorolla Retrato de Mabel Rick (Ca. 1920, Museo Sorolla, Madrid), Doménikos Theotokópoulos, el Greco San Juan Evangelista (Ca. 1590, Museo Nacional de Escultura, Valladolid), Peter Brueghel el Joven Construcción de la torre de Babel (Ca. 1595, Museo Nacional del Prado, Madrid), Dora Maar Sin título (Mano-concha) (1934, Centre Pompidou, París), David Hockney Ianthe Cornwall-Jones (1967, Colección Abelló), Marcel Duchamp Rotorrelieves (1935, Archivo Lafuente, Heras) o Jaqueline Nonkels-Delcourt René Magritte pintando “La clarividencia” (1936).

Apuntes a lápiz, bocetos en barro o en acuarela, croquis, mármoles apenas desbastados, plantillas y todo tipo de estados experimentales de errores y correcciones visibles, de pasajes a medio hacer que forman un magma bullente que nos permite adivinar en qué tenía puesta el artista su conciencia más íntima en el momento de realizar una obra de arte.