Domadores del fuego, en Muel











 

Domadores del Fuego, tercera edición durante los días 26 y 27 de junio, se puede definir como la magia sin interrupción a través de la cerámica, mediante la participación de numerosos actos y la presencia de un público fiel y asombrado con tan cambiante variedad. La idea, como es sabido, correspondió al ceramista Joaquín Vidal, en la actualidad Concejal de Cultura de Muel (Zaaragoza). La realidad es que se fusionan gran cantidad de singularidades que contribuyen al excepcional ambiente sin interrupción, pues basta recordar que estamos en el muy bello parque de Muel rodeado de montes escarpados, la zona del pueblo con casas colgantes, un antiguo molino, tres cascadas con agua retenida, la presa romana y la ermita, con cuatro pechinas de Francisco de Goya, que se recorta en un lado del parque.

En pleno parque tenemos diferentes puestos para realizar pequeñas cerámicas, en algún caso pintadas por el público que se las lleva tras ser fijadas por el fuego. Sin olvidar la nueva mesa de cemento con baldosas abstractas, en la anterior edición fue del ceramista Fernando Malo, el máximo encuentro entre espectadores y ceramistas se da en los diferentes hornos improvisados y artesanales construidos mediante dispares materiales. Basta citar los hornos de Alberto Hernández, una especie de misteriosa forma cuadrangular cerrada, Juan Antonio Jiménez, una forma alargada hecha con ladrillos huecos, Chisato Kuroki / Federico Mongars, un doble círculo realizado con periódicos doblados y mojados, Joan Mundet / Mercé Trabal, mediante ladrillos y la típica chimenea que de perfil evoca a una vieja locomotora, Adolfo Giner, también alargado y con ladrillos huecos, y la Factoría de las Nubes, con ladrillo hueco rematado por esa maravillosa forma que evoca a una nave espacial con deliberado toque infantil.

El citado ambiente mágico penetra durante el día y adquiere su momento álgido en plena noche, pues se une con el fuego como excepcional eco ancestral. El público en silencio. Basta citar algunos ejemplos. Se puede captar la manguera con el agua para bajar la temperatura de la extraordinaria plancha de cerámica de Alberto Hernández, círculos concéntricos entre los que se detectan rectángulos, lo cual produce una vaporosa humareda que se pierde ondulante. Entre medio, en otra zona del parque, surgen las llamas de los hornos diseñados por Juan Antonio Jiménez y Adolfo Giner. El espectáculo total se da con la Factoría de las Nubes, integrada por Marta Martínez, Carlets Torrent , Lluis Heras, Marcos Pacheco y David Rosell. De su nave espacial, con la música adecuada por envolvente, van sacando dispares cerámicas de colores rojos estallantes colocadas sobre una forma metálica, a las que se añaden, poco a poco, una mezcla de agua y aceite para que surjan cambiantes llamas. La última cerámica, de mayor tamaño, es una nave espacial. Todo como si fuera un dinámico relato de fuego y cerámica.

A destacar, entre tantas actividades, la realización de murales y obras de notable formato que se quedarán en Muel, de modo que estamos ante un museo urbano hecho por ceramistas españoles y portugueses como Sofía Beça, Juan Mundet, Gerardo Pescador, Pedro Fuertes y Mercè Trabal. Sin olvidar la restauración hecha por Jesús Deza y Alicio Rubio, alfareros de Muel, de un horno de alfarero años sesenta, que fuera el embrión del Taller Escuela de Cerámica de Muel, cabe añadir el I Concurso de Torno, que premia a la cerámica más alta hecha en el menor tiempo y, por supuesto, con la misma cantidad de barro, el Concurso de Fotografía y el III Certamen de Tapacón, así como concursos, la Agrupación Musical de Muel, teatro, exposiciones, audiovisuales y talleres impartidos por importantes artistas. De las exposiciones tenemos las colectivas correspondientes a la Sala Enrique Cook del Taller Escuela de Cerámica de Muel, de ceramistas actuales y la titulada Confluencias en el Barro, y la Sala Municipal Parque de Muel. Más datos sobre Domadores de Fuego, como otros ceramistas, se ofrecen en el catálogo de ineludible referencia.

A través de lo comentado se valora con exactitud la relevancia de Domadores de Fuego, como indiscutible cita de referencia en lo relacionado con la cerámica.

 


Cuadros de José Manuel Merello











 

El pintor José Manuel Merello, Madrid, 1960, exhibe sus cuadros en la galería Zeus, de Zaragoza, desde junio. Obras con títulos que definen sin dudas los temas desarrollados, pues basta citar, entre otros, Mujer con pajarito azul, Desnudo en rojos, Bodegón y tauromaquia, Florero con frutas y ventanas, Ibiza en mayo, Mujer canaria y Nocturno balear en Palma.

Técnica, color y figura se fusionan con precisión para desarrollar los temas indicados en cada título. La técnica, de suelta pincelada, precisa y con impecables texturas y veladuras, determina el desarrollo de cada obra para que lo representado adquiera total riqueza formal, tan sugerente e insinuada en mayor o menor medida, así como dispares planos sueltos que proliferan para enfatizar en un cambiante movimiento multiplicado por trazos sueltos en el lugar exacto. Tal riqueza, clave en sus cuadros, se acompaña por un radical e intachable sentido del color, en el sentido de un cromatismo fuerte, exclamativo, en ocasiones atemperado por algún negro y azules oscuros, según ocurre con Danza del caballo a la luna de Toledo, uno de las mejores obras de la exposición. El ámbito figurativo, por tanto, queda definido por la técnica y el color, siempre determinantes, de modo que cada tema, sea bodegón, paisaje o figuras femeninas, respira a través de las bellas sugerencias, de las insinuaciones, con la ruptura de las formas en paisajes y bodegones pues todo lo ubica desplazado, en aparente desorden, para que la mirada los una dentro del personal criterio artístico del pintor. Cuadros, desde luego, muy evocadores. La figura femenina adquiere un insinuante tono erótico sin excesos y sus expresiones faciales obedecen a dispares sentimientos como serenidad, lejanía o insinuación, pero como norma con la belleza como premisa.

El conjunto de los cuadros tiene un aire de clasicismo dentro del arte contemporáneo, como si fuera la pintura de siempre dentro de lo indicado pero, tal como se ha dicho, con entidad propia. Basta recordar algunos cuadros de Ismael de la Serna y de Juan Antonio Aguirre. Insistimos: se alude a un aire de clasicismo, jamás que José Manuel Merello copie a nadie, dentro de las múltiples trayectorias lanzadas por los pintores españoles durante el siglo XX.

 


VII y VIII Premio Ahora de Artes Visuales











 

El Premio Ahora de Artes Visuales, como se recordará, está integrado por el Colectivo Ahora, de Zaragoza, que está integrado por miembros pertenecientes a las artes plásticas para premiar a artistas y personas y entidades relacionadas con el Arte. Premio otorgado siempre coincidiendo con cada solsticio y equinoccio.

El 22 de marzo de 2010 se reunió el Colectivo Ahora integrado por Paco Rallo, Manuel Pérez-Lizano, Sergio Abraín, José Luis Gamboa, Pedro J. Sanz y Carmen Inchusta. Antes se había decidido decide por unanimidad que el pintor Pedro J. Sanz fuese nombrado miembro del Colectivo Ahora, lo cual significa que se conceden seis premios. Asimismo, dicho día se otorga el VII Premio Ahora de Artes Visuales al pintor, escultor, ceramista, grabador y escritor Víctor Mira a título póstumo, al galerista Julio Álvarez Sotos por su intachable dirección de la zaragozana galería Spectrum Sotos especializada en fotografía y la más antigua de España, al pintor Pedro J. Sanz, ante una personal obra, a la pintora Louise Holes, por su singular obra artística, al pintor José Orús, por toda una trayectoria avalada por su categoría creativa, y a la fotógrafa Mapi Rivera, por su singular vínculo con la fotografía.

El acto de entrega se celebró en la Bóveda del Albergue Juvenil de Zaragoza, c/ Predicadores , 70, un espacio singular por su belleza histórica, el viernes 9 de abril a las nueve de la noche. Tras una copa de cava como recibimiento y la cena, comenzó el acto presentado por la escritora Marga Barbáchano. El orden del acto fue como sigue: Víctor Mira, entrega el premio Manuel Pérez-Lizano y lo recoge un amigo de la juventud, Javier Torres; Julio Álvarez Sotos, entrega el premio Paco Rallo y lo recoge el galerista, Pedro J. Sanz; entrega el premio Sergio Abraín y lo recoge el pintor; Louise Holes, entrega el premio José Luis Gamboa y lo recoge la pintora; José Orús, entrega el premio Pedro J. Sanz y lo recoge el pintor; y Mapi Rivera, entrega el premio Carmen Inchusta y lo recoge Paco Rallo.

El once de mayo de 2010 se reunió el Colectivo Ahora, integrado por Carmen Inchusta, Pedro J. Sanz, Paco Rallo, José Luis Gamboa y Manuel Pérez-Lizano, para otorgar el VIII Premio Ahora de Artes Visuales. Se vuelve a los cinco premios tras la dimisión por motivos personales del pintor Sergio Abraín, que fuera miembro fundador del Colectivo Ahora. En la fecha señalada se decidió, por unanimidad, que los premiados son el poeta José Antonio Rey del Corral a título póstumo, por sus marcadas relaciones con las artes plásticas, la Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón, que con sus 32 años es la segunda más antigua de España y mantiene unas intachables actividades artísticas bajo la presidencia de la artista Mariela García Vives, el pintor Virglio Albiac, con sus 98 años y una trayectoria pictórica inagotable, el pintor y escultor Santiago Arranz, por su indiscutible categoría artística acompañada mediante excepcionales proyectos junto con diferentes arquitectos, y la pintora María Enfedaque, perteneciente a la generación pictórica zaragozana del 2000 y con un bagaje pictórico muy personal.

El acto de entrega se celebró en la Bóveda del Albergue Juvenil de Zaragoza el jueves 24 de junio a las nueve de la noche. Tras una copa de cava como recibimiento y la cena, comenzó el acto de entrega presentado por la escritora Marga Barbáchano. El orden del acto fue como sigue: José Antonio Rey del Corral, entrega el premio Manuel Pérez-Lizano y lo recoge su viuda Viena Torrijos, Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón, entrega el premio Carmen Inchusta y lo recoge Mariela García Vives, presidente de la Asociación, Virgilio Albiac, entrega el premio Pedro J. Sanz y lo recoge el pintor, Santiago Arranz, entrega el premio Paco Rallo y lo recoge el pintor, y María Enfedaque, entrega el premio José Luis Gamboa y lo recoge la pintora.


Pinturas de Sylvia Pennings y María Enfedaque











El 7 de abril se inauguró la exposición titulada Diálogos II, galería Pepe Rebollo, bajo el criterio de dos artistas con dispares propuestas artísticas, razón de su atractivo, pero que tienen como punto en común un matiz expresivo con mayor o menor énfasis.

En los cuadros de Sylvia Pennings es imprescindible valorar, al mismo nivel, los ricos fondos y las formas sobre puestas, como dos cuadros en uno, sin olvidar un sentido del color que oscila entre algún matiz oscuro y especial énfasis en los rojos y otros colores latiendo con poder visual, lo cual significa que las obras adquieren una impresión exclamativa potenciada por el ámbito formal.  Fondos expresivos de muy notable variedad que acogen planos móviles informales, motivo de su cambiante movimiento, así como palabras y cortas frases, con máximo protagonismo, tipo <<confusión>>, <<adrenalina>>, <<tensión>>, <<la vida>> pero tachada por una cruz o <<viva>> pero al lado de un esqueleto, de modo que incorpora un conjunto de significados afines a criterios negativos, como si la vida estuviera marcada sólo por diáfanos toques destructivos. Sobre dichos fondos, como tales otros cuadros según hemos afirmado, añade y acopla, con intachable perfección, esqueletos, un corazón sangrante, siluetas de rostros para enfatizar en el anonimato vía impersonalidad, una figura femenina al borde de la ¿muerte? si juzgamos por su postura y otra figura femenina tumbada en el suelo con sombrero y expresión facial triste, melancólica, como una payasa que, encima, le añade en el plano superior la frase <<Esto no es lo que parece>> y, más encima, titula el cuadro El fin de la palabra.

Ambos discursos, tan complejos por formas y colores, están fusionados con rara perfección, en una suerte de manifiesto sobre la dureza vital que alegra, por decir algo, mediante la vivacidad de los colores y las sueltas formas con dispares planos, como si la totalidad de los cuadros fueran un canto natural sobre la muerte, el sufrimiento y la ausencia de personalidad.

Los cuadros de María Enfedaque, uno de nuestros espléndidos pintores zaragozanos generación del 2000,  están concebidos mediante la perfecta articulación de cambiantes planos, de modo que algunos se mueven con extraña sutileza, como si fueran formas quietas e indescifrables, tan cargadas de misterios, que emergen, de pronto, por dispares zonas para apoderarse de cada controlado espacio en áreas específicas. Añádase un sentido del espacio cercano, que se agolpa hacia nuestra mirada, lo cual permite que el campo formal adquiera máxima fuerza. Asimismo, proliferan unas anómalas e imaginativas ramas filiformes móviles, retorcidas, ondulantes, invasoras, que flotan por doquier para configurar una presencia inquietante, incluso con dosis de amenaza. Lo indicado se potencia por el predominio de los colores duros, como el negro, y otros afines, incluso con alguna esquemática dosis de cierta alegría por toques tipo azul o blanco, de modo que trazan una visión mediante la mezcla imaginativa atravesada por cierta línea misteriosa que seduce.

Las obras de arte en ambas pintoras, vistas en conjunto, son rotundas, penetrantes, muy atractivas. Para personas especiales atrapadas por lo diferente.


Cerámicas de Miguel Ángel Gil











 

Miguel Ángel Gil comenzó como ceramista, luego fotógrafo y de nuevo se interesó por la cerámica desde hace tiempo, lo cual significa la actitud de un artista abierto a dos líneas técnicas sin detrimento del ángulo creativo. Ahora acaba de inaugurar exposición individual en la zaragozana galería La Libreta de los Dibujos,  en Contamina, 19, nombre tan sugestivo como equívoco pues exponen escultores, pintores o ceramistas. Galería que acabamos de conocer y que podemos definir entre las tres más exquisitas de Zaragoza por la mezcla en su decoración de pasado y presente, ni digamos las pequeñas hornacinas con esculturas iluminadas desde el interior.

Con su exposición, por ejemplo, en la Sala CAI Barbasán de Zaragoza, mayo de 2005, Miguel Ángel Gil ofrecía la medida exacta de una extraordinaria creatividad y un cambiante enfoque temático unido por el campo formal y el mismo criterio que el ceramista Joaquín Vidal, en el sentido del color controlado, sin chirriar, mediante planos monocromáticos alterados por algún muy suave contraste de mayor o menor intensidad. Todo en su sitio con indiscutible refinamiento. Ahora, por fortuna, sigue igual, de modo que los colores corresponden a un criterio natural temático, es decir, un ladrillo tiene color ladrillo, un pan tiene color pan o las antiguas bombas son negras con la mecha blanca. Aquí se acaba el refinamiento desde la hermosa sencillez cromática, porque el ámbito formal obedece a dicho refinamiento pero al servicio de cambiantes criterios, tan singulares por dispares temas unidos por el color y un específico toque personal.

A lo comentado cabe sugerir que el ceramista, con obras entre 2004 y 2010, parte de una idea dominante para cada cerámica, lo cual significa que estamos ante diferentes temas, que como norma están muy definidos por títulos como Hucha electrónica, de 2010, en realidad un juego irónico con la hucha de siempre y una extraña ranura mecánica para introducir el dinero, Fragilidad, de 2008, con un huevo duro blanco sobre el ¿posa huevos? que contrasta con el soporte negro, Fin, de 2010, mediante huesos humanos sobre fondo negro que trazan la palabra fin y que vemos demasiado descriptiva, Bombas, de 2009, con dos bombas negras y la gruesa mecha blanca, Cultura bajo presión, de 2009 con tres libros aplastados por formas irregulares que aluden, se supone, a lo irracional, Plan-E, de 2010, con un ladrillo cubierto en parte como sugerencia de la fachada, o La mesa está “puesta”, de 2004, cerámica basada en una mesa tamaño natural con silla, una manzana, un plato, los cubiertos y una botella de vino. Consideramos que algunos títulos son demasiado descriptivos, lo cual impide una interpretación abierta desde la imaginación personal. Los títulos siempre deben aludir, de forma etérea, muy lejana, al significado de cada obra, pero nunca de manera exacta pues condiciona, hipoteca, la supuesta complejidad de lo realizado. Dicho esto, sin ánimo extraño, la exposición es magnífica. Cada cerámica, con su espectacular quietud, desprende una creatividad radical, muy por encima de los títulos, de modo que siempre vibra cierto cúmulo de sensaciones afines a la palabra Arte. Un ejemplo. Fragilidad, que podría haberse titulado, por ejemplo, Negro succionado, encierra el factor sorprendente del huevo duro blanco emergiendo sobre fondo negro de cerámica. Fondo que es una profunda y enigmática abstracción cuadrangular alterada por bellas texturas y cambiantes rajas como consecuencia de un inverosímil parto. Al titularla Fragilidad queda claro que alude al huevo, con lo cual se altera un análisis amplio e imaginativo, el que se merece la obra.


Retratos desde la frontera del pintor Javier Joven











 

Bajo el título Retrato del artista seducido, galería Pepe Rebollo desde el 16 de junio, se inaugura una exposición que refleja el cambio temático del pintor Javier Joven. Cambio que comienza con la Serie In Vino Veritas, expuesta en Uncastillo (Zaragoza), desde agosto de 2009, con la colectiva Encuentra 2009, que organizó la Fundación Uncastillo y la Fundación Norte.

Pero ahora estamos ante una exposición que comienza, a nivel simbólico, con el autorretrato Retrato del artista seducido y que da título a la exposición.   El pintor se muestra vestido con elegancia sobre un fondo que sugiere, quizá, una zona de su estudio en la Casa de Velázquez de Madrid. Con el medio cuerpo algo ladeado y los brazos unidos, el sombrero refleja su habitual costumbre y el rostro gira con suave levedad para centrase en las gafas y la medida barba, mientras que el resto permanece en una especie de anonimato al desaparecer ojos, cejas, nariz y labios. Cuadro prototipo pues dicho anonimato se da, por ejemplo, en algunas figuras del cuadro Bruno en Pierre Chardin o en la figura masculina de Denis y Claire, bailando en el jardín de la Casa de Velázquez, de modo que evidencia cierto énfasis por lo enigmático y su implícito atractivo ante el vacío con lo individual eliminado.

Las obras reflejan el ambiente festivo en la Casa de Velázquez de Madrid con los artistas becados, razón para captar a franceses y españoles en obras tipo Denis y Claire, bailando en el jardín de la Casa de Velázquez. Beca con exposición colectiva en la galería Pierre Chardin de París, razón del cuadro titulado Bruno en Pierre Charin. Obra emblemática por el ambiente de la inauguración, los churretones verticales que alteran el suelo y el anonimato de muchas figuras por la eliminación de rasgos faciales, salvo alguna figura del fondo vista de perfil o de forma que impide su reconocimiento.

Los retratos de las figuras femeninas, como en Paula, con la cabeza ladeada, las enormes gafas y una actitud de posar, evidencian la juventud de las artistas, razón de su plenitud física y una actitud de jolgorio generalizado por el acto expositivo en diferentes facetas, como en el cuadro En la limusina con las tres figuras femeninas, tan bellas, sonrientes y felices, en el interior de un coche.

Uno de los enfoques más singulares se da en algunos cuadros, justo cuando pinta una o más figuras para configurar una obra y al lado hay otro cuadro relacionado con el primero. Basta citar Denis y Claire, bailando en el jardín de la Casa de Velázquez o el mismo Denis bailando sin pareja. Ambos cuadros reflejan un ambiente festivo nocturno en pleno jardín con la tímida Luna al fondo. Los cuadros de al lado son un reflejo muy alterado de la noche con Luna de las obras citadas, pero aquí como si fuera una misteriosa abstracción con bello juego de luces y sombras. Los cuatro cuadros, dos y dos, se complementan y son lejanos entre sí, como una especie de anómala dualidad que palpita independiente, pero siempre con necesidad de fundirse en su hermano temático mediante la noche inundando esa atmósfera general.

No se ve claro que exista un tono crítico por reflejar ambientes artísticos, tal como hiciera en su anterior período mediante la obligada e impresionante crítica social, pues se evidencian actitudes y gestos reales con suma naturalidad sin presencia de matices negativos. Estamos ante una actitud fronteriza, por cierta lejana mirada vía observación, entre el artista y los personajes, de modo que los fija en la retina, incluso quizás parta de fotografías, y los pinta desde cambiantes panoramas por dispares actitudes y lugares. Siempre con su habitual dominio técnico.

Exposición impecable con el desarrollo de un tema concreto, como si fuera un ciclo cerrado en cuanto al tema, que demuestra la categoría de un artista versátil con altas dosis de observación. Se deduce que en su próxima exposición veremos un cambio temático. Javier Joven, tal como indiqué para otro artista hace tiempo, pertenece a lo que yo definía como la espléndida generación de pintores del 2000 en Zaragoza. Pintores figurativos y abstractos.


Cerámicas de Joaquín Vidal











Bajo el título Joaquín Vidal. Clase insectae. Duets, Torreón Fortea desde el 13 de mayo, se puede valorar una de las mejores exposiciones sobre cerámica, modelo de imaginación, cambiante belleza y variedad a borbotones. Un número específico de las obras parten de una idea diferente, en el sentido de que el artista se inspira en los textos para el catálogo de Luis J. García Bandrés, Ricardo García Prats, Javier Gracia, José Luis Lasala, Cristina Palacín, Manuel Pérez-Lizano, Lola Royo y M. Adolfo Torres / Lola Royo, razón para que las hiciera casi a punto de inaugurarse la exposición y no figuren en el catálogo. El lector entenderá ahora lo de duetos, como también las características de las cerámicas, todas de 2010, con títulos tan sugestivos y orientativos como Huevo y larva del sílex, Crisálida intentando comunicarse, Píldoras anticonceptuales, Crisálidas, Puesta, Acto de perpetuación, Majalinos o Larvas de sílex azul. Toda la exposición tiene una coherencia absoluta por los temas desarrollados, que parten de un criterio formal unificado ante la fascinación de Vidal desde su infancia, tal como afirma, por la naturaleza que me rodeaba. A sumar un impecable sentido del color, muy lejos de otros ceramistas influenciados por pintores, que obedece a cada tema y que cuando lo extrema queda perfectamente arropado por la variedad de tonos oscuros flotantes en su entorno. Ni digamos la indescriptible variedad y belleza, con tantas sugerencias formales, de las cambiantes texturas, de esas rugosidades y huecos, de la fértil aspereza posada en muchas superficies. Todo lo afirmado se debe a la autenticidad del planteamiento general por los temas desarrollados, pues se percibe una especie de cariño, vía perpleja admiración, hacia un ámbito inaprensible, propio de la naturaleza, que vive ajeno a la realidad humana.

Joaquín Vidal es un escultor que emplea el material cerámico con sumo dominio técnico, de manera que desarrolla una idea con exactitud radical, para acoplarla y desarrollarla con inverosímil precisión. Criterio escultórico que se detecta, con máxima precisión, en obras tipo Tubs, por tubos, basada en una especie de pequeño montaje mediante dos cilindros de dispar grosor elevándose airosos y omnipresentes, cual árboles quemados por un rayo, mientras que a su alrededor permanecen otros desgajados, rotos, como si una poderosa fuerza hubiera aniquilado su anterior condición vital. Dicho perfil escultórico vibra diáfano en obras de muy dispar criterio formal, pues basta citar Huevo y larva del sílex, con el hueco del que ha salido la larva para vivir, Crisálida intentando comunicarse o Calabazas, con pepitas de calabaza y dos gusanos reptando.

Exposición rotunda con indiscutible capacidad evocadora, cuyo gran acierto ha sido partir de una realidad sentida por el artista desde siempre, bajo aquella primera idea que, con gran trabajo, ha desarrollado mediante una precisión sin medida.


Los pintores Cristina Herrera y Eduardo Lozano











 
 

El 20 de abril, galería A del Arte, inauguraron Cristina Herrera y Eduardo Lozano, bajo un título, enparejados, de innecesaria aclaración, con el aliciente de que cada uno aborda planteamientos pictóricos muy diferentes. Herrera ingenuista y Lozano expresionista matérico.

Cristina Herrera, como pintora, nada oculta y todo transcurre con fluidez temática y sencillos planteamientos espaciales y formales, pues cabe repetir que estamos ante una pintora que con su enfoque ingenuista, repleto de llana sinceridad, nos traslada a un mundo feliz de suaves colores con algún toque rojo en varios cuadros como matiz exclamativo. Todo vive beatífico, entrañable. La vida familiar, la pareja de enamorados, los perritos de compañía, el dulce y maravilloso hijo, el paseo por la ciudad, incluso un entrenamiento de boxeo, son temas que aborda con el encanto de su propia condición. Pintora ingenuista que mantiene viva la trayectoria de otros artistas aragoneses, como Julieta Aguilar, Francisco Blanco Garachana, Enriqueta T. Durán, Popi Bruned y Luis Marco Conde, que desarrollaron su obra hace años.

Eduardo Lozano expone dos temas unidos por gruesas texturas, tan atractivas, y muy atemperado color, como norma al servicio de la diáfana sugerencia temática. Queda evidente que en el cuerpo matérico, y el color, está la clave primordial para que temas sencillos adquieran la categoría de arte. Los cuadros basados en las carreras de caballos, siempre sobre la arena galopando junto al agua del mar, adquieren indiscutible impacto por su propia característica. Cada obra se centra, como si reventara vía chispazo, en un momento de la carrera desde cambiantes ángulos y luces, de modo que la mejor definición es, sin duda, su potente intensidad.

También se centra en el mar cuando pinta las barcas sin pescadores con un punto de soledad, de casi abandono, tan inmersas en el paisaje circundante. Los paisajes de pueblos y ciudades, desde muy dispares enfoques en cuanto a la panorámica, adquieren esa sensación de algo latente, de vida, muy impregnados por sugerencias mediante supresión de elementos formales, lo cual permite un excelente juego de planos que se nos apoderan por cambiantes planteamientos, razón de tanta variedad visual. Todo muy puro y auténtico.


Geometría dominante del pintor Horacio J. Gulias Vidal











 

El cuatro de mayo se inauguró la exposición de Gulias Vidal en el Espacio Cultural Adolfo Domínguez, del que hasta entonces ignorábamos las características de sus rigurosas abstracciones geométricas e incluso su condición como excelente diseñador de joyas, sin exponer en dicho Espacio, que evidencian las mismas singularidades formales que sus cuadros y dibujos.

Estamos ante unas impecables abstracciones geométricas, limpias y exactas, que en la contención cromática se ubica su otro personal rasgo. El negro dominante y el blanco, incluso algún color más llamativo, sirven para los fondos y para el campo formal, de modo que todo surge sin mostrar un espacio específico para que flote su fascinación hacia la geometría en estado puro. Todo es diáfano. Blanco y negro, algún naranja, nutren esa geometría, con cierto deje enigmático, capaz de atrapar nuestra mirada. El prolífico rectángulo, salvo excepciones, es la clave para equilibrar el conjunto de las obras, de ahí que pueda combinarlo con círculos, cuadrados y otras formas con la curva presente, siempre para enfatizar en los hermosos contrastes. El pintor transpira seducido por la perfección, por el equilibrio racional, siempre muy lejos de cualquier sugerencia pasional, que se remata siempre por títulos tipo ABS-5025-F, es decir, como si estuviéramos ante una especia de aburrida computadora dedicada a una especie de juego personal. Sin embargo, como dato relevante, en la totalidad de lo exhibido vibra y aflora un deje excitante, casi oculto, cual palpable signo de vida humana, que es la única concesión lejos del ámbito geométrico. Muy sutil y profundo matrimonio.





Dicha concesión de vida humana se potencia en sus extraordinarios dibujos, modélicos, como sus cuadros, por refinamiento artístico. La clave está en el grueso y bello papel artesanal con sus correspondientes texturas, sin olvidar que puede unir dos o incorporar papel ondulado para mostrar un perfecto collage. Mezcla la muy exquisita imperfección del papel con la citada rigurosidad geométrica, sin olvidar que cada obra está colgada de otro soporte mediante dos delicadas cuerdas. Equilibro general sin fallos.








I Concurso de Graffitis de San Julián, en la ciudad de Teruel











 

El pasado 5 de junio se celebró el Primer Concurso degraffitis  en el barrio de San Julián de la ciudad de Teruel, dentro del III Festival `Vajoviaductos´ organizado por la Asociación de Vecinos de este barrio y la Asociación TMusic. Este evento pretende dinamizar la vida cultural de San Julián, en palabras de los organizadores “uno de los barrios más degradados de la ciudad de Teruel”. Contó con actuaciones de DJs y de grupos musicales, como: The Closers, Hombre Corcho, Miss Diciembre, Santi Campillo & Electric Band, etc. En este certamen participaron nueve concursantes seleccionados por sus bocetos, el primer premio correspondió a David Morcillo de Valencia, José María Cerón, también valenciano quedó en segundo lugar y el tercer clasificado fue Oscar Nebot, de Jávea (Alicante). El lugar en el que se ubicaron estos graffitis fue bajo los dos viaductos de Teruel, sobre la valla que rodea el antiguo Asilo de San Julián, edificio que tras su restauración albergará el futuro Conservatorio Superior de Música de la ciudad.

   
 1er premio  2º premio

Esta interesante propuesta esta en la línea de las últimas actuaciones de otras ciudades, como: Zaragoza, con su festival grafitero “5º asalto”; Granada, con el encargo en 2001 al escritor Sex.  para recorrer sus calles siguiendo sus graffitis; o en las actuaciones en la periferia de Madrid (Mostoles, Alcorcón), donde los comerciantes han contado con los graffiteros para que les pinten sus fachadas y persianas, ya que nunca se le ocurrirá a un graffitero destrozar una obra ajena. O la existencia de la plataforma Urban Art Festival que organiza eventos en ciudades como Gran Canaria o Sevilla.

Habitualmente se llama “pintada” tanto al graffiti como a la pintada hecha con spray, rotulador, bolígrafo, punzón, etc., en mobiliario urbano, que en la mayoría de los casos se utiliza para transmitir un mensaje, y es una acción vandálica, una gamberrada hecha con premeditación, nocturnidad y alevosía, que deteriora la imagen del graffiti. Esta confusión no favorece en nada a este nuevo arte callejero, si bien, los graffitis surgen como evolución de las pintadas callejeras y de las firmas, en la actualidad este género ha ido creciendo y diferenciándose de ellas. A partir de mayo del 68 se utiliza en nuestro país el vocablo graffiti, (de origen italiano) del que se apropiaron “los chicos del break” norteamericanos para referirse a sus trabajos. Tanto al que firma como al que hace graffitis se le denomina “escritor” traducción del ingles “writer” lo que procura es dejarse ver “getting up“ destacar sobre el resto de escritores o bien por su calidad artística o bien por su cantidad de firmas. Son dos acciones que no pueden separarse ya que, quien crea graffitis, para dominar la técnica, antes ha tenido que hacer miles de “firmas” en la calle para así hacerse un nombre, “dejarse ver” y que la gente relacione su obra con esa firma.

El graffiti surge en los barrios de Brooklyn y el Bronx de Nueva York, a finales de la década de los 60 (o según aluden algunas fuentes bibliográficas como getting from the underground, en Filadelfia), siendo una de las tres disciplinas artísticas, junto con el breakdance y el rap, que  constituyen la cultura Hip-Hop. En un principio estaba asociado a minorías marginales negras y latinas de Estados Unidos, pero poco a poco se exportó a Europa (en 1981 se exponen los graffitis de Basquian en la Documenta de Kassel).

Aunque el graffiti no solo se ha practicado en nuestra época: han quedado inscripciones espontáneas en las paredes, desde el Imperio romano, donde estaba muy desarrollado el hábito de las caricaturas y los dibujos sobre muros y columnas, esgrafiados y pintados. Y durante la Segunda Guerra Mundial se hizo muy famoso el graffiti “Kilroy was here1 que mostraba una cabeza y unas manos asomándose sobre el borde de una valla. Después de esta guerra el nombre Kilroy era sinónimo de graffiti…

Desde mediados del siglo XX, ha sido una de las contribuciones más destacadas a las Bellas Artes llevadas a cabo por representantes de una subcultura urbana y transgresora. Jean Dubuffet (1901-1985) se interesó por este movimiento y recogió y adapto algunas de las figuras y de las inscripciones de los graffitis en su obra. Keith Haring (1958-1990) artista y activista elevó el gráfitti a la categoría de obra de arte. O JeanMichel Basquiat (1960-1988) considerado por muchos como un escritor que firmaba en los muros del SoHo como SAMO, que en 1980 expuso en el Times Square Show (espacio alternativo del Bronx) en la que fue la primera exposición del graffiti, en este momento dejo de ser una manifestación marginal, estuvo organizada por el colectivo Colab (Collaborative Proyects Inc.) La década de los setenta (desde 1971 a 1975) se conoce como la era pionera, en ella el graffiti tuvo giros de estilo y popularidad. Los graffitis (tagging o hitting) pintados con espray sobre los vagones del metro de New York, atrajeron la atención de las galerías de arte de esta ciudad. Lee1632 fue el primer grafitero que unió sus letras para convertir su firma en un logo y firmó cada vagón de la línea del Bronx. Incitando a Phase2 que comenzó a pintar los vagones y se hizo uno de los reyes del Bronx. Cabe destacar a los siguientes escritores de la escuela neoyorquina el gran Seen, Dondi, Lee 163 y Phase2.



1 En la campaña del norte de África en la primavera de 1943 las tropas norteamericanas entraron en Tunez y vieron este graffiti por primera vez posteriormente lo vieron en Italia, Francia y Alemania. No se sabe nada de su autor se cree que pertenecía a una unidad de Ohio.

 

2 Los primeros grafiteros de New York se asignaban un número al nombre que elegían. Solía tener relación con la numeración de la calle en la que los autores vivían