El vacío y la nada en el arte.
Cuando Japón encontró a París: 30 años en el imperio de los signos.
Antes de dar el salto a la industria europea, nombres como Kawakubo o Yamamoto, supieron ampararse bajo la creación de firmas como Comme des Garçons o Y’s Incorporated Ltd, respectivamente. Sin embargo, llegaron a mantener la distinción, reconocimiento y hasta protagonismo de su firma individual, algo aprendido por sucesores como Takahashi, fundador de Undercover. Esta diferenciación frente a la disolución total del nombre a la que acostumbra la industria no es eludida por la exposición, que en todo momento lo hace evidente en la señalización de autoría. En esta línea de afirmación creativa, la presencia del universo mediático que rodea el trabajo de estos diseñadores demuestra un equilibrio entre la correcta simbiosis con el medio y la reivindicación de los valores artísticos y culturales de la moda a través de sus lenguajes de difusión. La revista Six de Comme des Garçons es ya un icono en la experimentación con la divulgación de las creaciones, destacando la decisiva colaboración con Peter Lindbergh. De hecho, la búsqueda por parte de esta firma de este y otros objetivos como el de Inez van Lamsweerde e incluso el de Cindy Sherman, intrusa en la industria, contribuyó a la revisión de la naturaleza y los mecanismos de generación de la “imagen de moda” a través de la fotografía
Entrevista a Isidro Blasco con motivo de la exposición Aquí Huidizo coorganizada por la Comunidad de Madrid y la Diputación Provincial de Huesca
Quizá sea Isidro Blasco uno de los artistas españoles más afianzados en el actual mercado internacional: produce obras coherentes fruto de una trayectoria pausada pero progresiva. Navega su trabajo entre las distintas islas de la construcción de espacios y la noción del recuerdo, una suerte de conjuntos alternativos que se hallan en un punto medio de lo escultórico, lo arquitectónico y lo escenográfico. El desarrollo de su producción le ha permitido exponer principalmente en el circuito galerístico de Nueva York, pero también en centros de Viena, Sydney, Berlín o Shanghái. Sus exposiciones en España siempre han sido seguidas con interés[i], como las muestras en el Patio Herreriano The Lasting Life of Things (La vida duradera de las cosas, 2003), el Centro de Arte Reina Sofía Thinking about that place (Pensar sobre aquel lugar, 2004), o el CAB de Burgos, con Left behind (Lo dejado atrás, 2005); además, la cierta regularidad con que expone en la galería Fúcares de Madrid lo hace asiduo de la feria ARCO.
Intentemos acceder a las peculiaridades de su prosa constructiva. De modo similar a muchos artistas contemporáneos la biografía personal desempeña un papel necesario en tanto que núcleo generador y lazo de comprensión de su discurso artístico. Nacido en Madrid en 1962, ha tenido siempre poderosas vinculaciones con el área mediterránea; no en vano, las raíces de sus padres son alicantinas y del contacto directo con el barro, mientras aprendía el oficio de alfarería en el taller familiar de Mutxamel, proviene su interés por las texturas materiales. A pesar de este primer acercamiento a la creación a través de los modos artesanales, Blasco decide formarse académicamente en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid y más tarde, en el curso 1990-91, el Ministerio de Asuntos Exteriores le concede una estancia en la prestigiosa Academia de España en Roma para continuar con su instrucción.
La importancia de su padre, Arcadio Blasco, comienza a hacerse visible en los aspectos formales y el contenido. El también artista nacido en Mutxamel (Alicante, 1928) se formó inicialmente como pintor en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. De ahí pasó a la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y más tarde consiguió una beca para residir en la Academia de España en Roma, donde tomará el primer contacto con la cerámica. Como artista, estuvo presente en citas de relevancia internacional como la XXXV Bienal de Venecia de 1970; justamente por estos años, entre 1969 y 1975, ejecuta sus trabajos más llamativos como son las series Propuestas ornamentales (1969-74) —con las que participa en la citada Bienal— y las Arquitecturas para defenderse del miedo (1975). En la obra de Isidro Blasco subyace la premisa de reconstruir la importancia que podría haber tenido Arcadio si hubiera franqueado las puertas del “Olimpo artístico” como premio a su labor. Asimismo, la idea de lo arquitectónico permea las obras de Blasco padre y es muy probable que se haya transmitido a Blasco hijo; de ahí, tal vez, el fuerte impulso de Isidro por restituir (y fabricar) la memoria de un personaje fascinante en el vídeo Arcadio, que comentaremos más adelante.
Después de algunos titubeos en su trayectoria profesional y personal, a mediados de los años noventa decide continuar sus estudios de doctorado en Nueva York con la firme convicción de realizar una tesis sobre el artista estadounidense de origen chileno Gordon Matta-Clark (1943-1978), cuyas nociones sobre la arquitectura y lo público y las interpretaciones políticas del espacio han sido más inspiradoras que efectivamente influyentes en la obra de Blasco. En esta ciudad consigue el patrocinio de diversas instituciones que le permiten seguir unido a la esfera artística. Entre éstas se cuentan, la New York State Council, la Pollock Krasner Foundation, la John Simon Guggenheim Memorial Foundation o la Rockefeller Foundation. Tras una estancia de seis meses en Shanghái —ciudad que le obsesiona especialmente— en 1996 asienta su residencia definitiva en Nueva York, donde vive con su esposa Sarah y sus dos hijas. La integración dentro de la realidad estadounidense operará en su obra de modo decisivo en al menos tres aspectos fundamentales: la utilización de la madera en tanto que recurso económico; el uso de los matices del inglés alternados con los del castellano y, finalmente, la hipnótica y persistente presencia de Nueva York. (La arquitectura que se podría denominar “vernácula” de Estados Unidos se representa por un tipo de construcción, el balloon frame, que es básicamente un armazón cubicular de listones de madera recubierto por tablones. Dada la facilidad para acceder al material, éste es uno de los más económicos. Por otra parte, tanto la cuestión de la mutación de los idiomas como la de la ciudad de Nueva York son elementos, quizá, persistentes en la mayoría de los artistas emigrados a Estados Unidos; ejemplos en la “americanización” de los nombres (Warhola > Warhol) o el franglais de Duchamp demuestran la importancia del lenguaje, más todavía con el auge del conceptual hacia los años setenta).
Desde el comienzo de su actividad artística Blasco manifestó un interés inusual por los caracteres propios de la vivencia, esenciales del espacio doméstico. La casa y lo habitable, pues, suministraron de manera constante un estímulo para su prolongada reflexión sobre cómo se vive y dónde se desarrollan las historias personales del individuo: una especie de arqueología de la memoria a partir de la biografía reconstruida gracias a los elementos arquitectónicos. Con este razonamiento era probable que intentara aproximarse a los aledaños de lo que Michel de Certeau había denominado certeramente la invención de lo cotidiano; de este modo se conjugaba la representación de las casas en las que había vivido o los lugares habituales de la rutina diaria —en el acto de la fotografía— con su obstinación por la naturaleza última del espacio arquitectónico. Aquellas tentativas “biográfico-edificatorias” se expresan nítidamente en obras como El apartamento (1992-94), Y cuando desperté (1995-96) o La casa del padre (1997). En todas ellas, la dimensión artística participa de la atmósfera onírica a través del canal de textos elaborados desde la experiencia personal y que se integran en la pieza, como éste, tomado de Y cuando desperté:
Había muy pocas cosas que me recordaran a una casa, pero no me cabía ninguna duda de estar dentro de una. Sólo podía ver los muros, el techo y el suelo. Las ventanas y las puertas parecían como recortadas a mano, como con una sierra circular o una motosierra[ii]. No había separación entre los dos pisos […] Yo llegaba hasta la mitad de las ventanas del segundo piso […] Así pues, no era una casa, era más bien como una casa de mentira, como las de los escenarios de las películas. Ahora que lo pienso, no había ningún cristal en las ventanas, ni tampoco muebles ni otras personas[iii].
Como se infiere de ellos, expone en sus escritos la importancia de la primera persona como el vehículo que recorre y habita el espacio (o el escenario) construido. Con ese testimonio, se manifiesta la obsesión del artista por la interpretación de los elementos arquitectónicos que condicionan el espacio y que conectan el movimiento del ser humano en su interior. Aunque sus trabajos se inscriben en el género de lo escultórico, Blasco viola sistemáticamente el concepto de estatismo al tiempo que expresa su percepción arquitectónica con matices muy diversos: cromáticos, formales y semánticos; una vez dispuestos los elementos queda establecida una sugerente mezcolanza de instalación y diorama.
El camino de Isidro Blasco ha sido de tiempo lento, lo que implica que sus reflexiones hayan ido tomando cuerpo de manera reposada aunque decidida; por otra parte, su plan artístico se desarrolla experimentalmente a través de los prolongados ensayos y sus consecuentes errores o éxitos. Su mirada se posa sobre la superficie de los edificios para imaginar de un modo exhaustivo los cimientos, las conexiones, las limitaciones o las fronteras. Una vez realizado ese análisis minucioso pasa a una redefinición del lugar y sus adyacencias a partir de los nuevos parámetros perceptivos consecuencia de su intensa meditación: el espacio à la Blasco resulta de un sugestivo juego de destrucción de la perspectiva monofocal: en apariencia asociación forzada, del mismo modo que Miguel Ángel explotaba la materia pétrea para encontrar la figura inscrita idealmente en su núcleo, Blasco obliga al espacio a colapsar sobre sí mismo fragmentándolo en función de las líneas de fuga, y altera éstas para introducir curvaturas imposibles a través de agrupación de haces de segmentos.
Hacer del “aquí” espacial algo fugitivo —de manera análoga con el “ahora” temporal— exige del espectador una nueva observación de lo que le rodea a partir de distintas etapas constructivas: de igual modo que los organismos, los trabajos (específicamente, las piezas) de Blasco van mutando con el tiempo. Como se infiere de su última exposición, al artista le incumbe explotar las posibilidades que adoptan las distintas formaciones evolutivas de la obra de arte. O también, que está receptivo a cualquier cambio posible, probable o verosímil, fruto de los experimentos a menor escala y la verificación de que el trabajo “funciona”, es decir, que tiene un peso argumental coherente, cuando éste se traduce a un tamaño mayor. Es fascinante ver cómo la rotundidad de obras del tipo de Hallway (2004) ha ido creciendo al mismo tiempo que su volumen[iv]: de la miniatura-bosquejo —que permite el ensayo del facetado— se pasa a la versión aumentada (que se puede leer en algunos casos como una redefinición de los relieves parietales), y de ahí a la construcción de la estructura mayor de la fotoescultura. Blasco reconstruye lugares, espacios y edificios a partir de ese sistema personal de autorreferencias: bocetos, modelos a escala físicos y anteriores a la ejecución de la obra. La fotografía del lugar supone la condición necesaria y previa que generan las líneas precisadas por la intersección entre lo real y su representación icónica. Los ajustes con la nueva realidad percibida se corresponden en la obra a partir de los rincones, esquinas, vanos y otros elementos estructurales. Los fragmentos fotográficos, en muchos casos repetidos total o parcialmente, se utilizan para reinterpretar la totalidad de la imagen sin rendirse al condicionamiento euclidiano: las reglas geométricas se rompen de manera abrupta y el espacio se define de nuevo con una recombinación armónica y rítmica de los elementos esculturales y arquitectónicos. En este sentido se expresa Javier Maderuelo —sin referirse específicamente a Blasco, pero a quien podemos destinarle la idea— cuando detecta estos cambios de enfoque en la localización, pues
algunos artistas plásticos que han logrado superar la trama cartesiana y el concepto de espacio euclidiano están mirando el espacio con otros ojos. Intentan cargar el espacio con otros contenidos de carácter más simbólico o emotivo que el de ‘estilo’, descubriendo en él pliegues que trastornan la visión convencional que la cultura cientifista nos ofrece del mismo[v].
La muestra Aquí huidizo/Elusive here que se pudo contemplar en la madrileña Sala Alcalá 31, sin ser una retrospectiva al uso, adopta la función de resumen de los asuntos e ideas que han asaltado a Blasco en la última década[vi]. Se ha intentado en esta muestra ofrecer lo más representativo del trabajo de Blasco y en ella se encontraban dispuestas muchas piezas que son el germen de obras posteriores como The lasting life of things (2005) o “continuaciones”, como es el caso de The middle of the end (2006) que se sitúa en la estela de Beginning’s End (2005); hemos podido experimentar la fascinación que le produce a Blasco la ciudad de Shanghái, la más poblada de China, y cómo revierte ese sentimiento en el extraordinario políptico formado por Shanghai Planet, Shanghai Courtyard y Shanghai at Last (I y II). En ellas se aprecia la descomunal magnitud arquitectónica de áreas metropolitanas que se están construyendo prácticamente ex novo. La obsesión de Blasco para con la megalópolis asiática reside en parte en el choque que le produjo percatarse de que el ritmo de las construcciones no decrecía: se edificaba en turnos rotatorios de noche y día, los obreros que dormían de día trabajaban de noche y viceversa en una incesante y repetitiva acumulación de material[vii].
Lo que juzgamos más renovado es, sin duda, el cambio de registro que ha adoptado con respecto a la imagen en movimiento. No ha sido hasta recientes fechas en las que Blasco solía utilizar el vídeo con la función de aglutinador de los diversos elementos en sus grandes instalaciones; sin embargo, la constante preocupación por los temas ya citados, sobre todo la vivencia personal, ha llevado su idea del discurso visual a un estadio más cinematográfico y documental. La pieza videográfica que ha bautizado toda la exposición, Elusive here, supone un formidable ejercicio (poco común entre muchos de los autodenominados “videoartistas”) de reflexión sobre las raíces de la realidad y cómo ésta puede “jugar” con el individuo ofreciéndole rimas y dobleces. Con un sentido del humor francamente sutil, Blasco repasa el tejido biográfico y genera un autorretrato con actores que recrean sus sueños y sus obsesiones, como por ejemplo, la “duplicación” de sus novias españolas en las mujeres que iba conociendo al principio de su etapa en Estados Unidos. Uno de los aciertos en esta dirección es el vídeo-homenaje Arcadio (2009), donde su padre, un Arcadio Blasco en estado de gracia, habla elocuentemente y con una lucidez absoluta sobre los más variados asuntos, que van del arte a la ciencia hilvanados a través del delirio que produce el crisol de la memoria.
Entrevista a Isidro Blasco con motivo de la exposición Aquí Huidizo.
Antes que nada, quería darte la enhorabuena por la acogida que ha tenido la exposición comisariada por José Manuel Costa, que está teniendo éxito tanto de crítica como de público. ¿Cómo surge este encuentro y cuándo te propone Costa la posibilidad de exponer en solitario en sendos espacios tan consagrados como la sala en Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid y la sede de la Diputación de Huesca?
Gracias. Éste ha sido uno de los procesos más largos en la gestacion de una exposicion de mi trabajo. José Manuel Costa me llamo hace año y medio y me propuso este proyecto y desde el principio estaba claro que íbamos a incluir obras nuevas pero tambien obras hechas hace muchos anos. Él quería abarcar una serie de etapas desde mediados de los noventa. En cuanto me lo dijo, me puse a buscar dónde diablos estaban todas estas obras y si era posible una exposición de estas características, con una fuerte mirada hacia atrás. Ha sido todo un reto, tengo que decir. Como sabes, muchas de mis obras son efímeras y son ésas precisamente las que más le interesaban a Costa para esta exposicion. Ha sido un desafio llegar a mostrar o rescatar algunas de aquellas obras primeras, intentando mantener intactas las ideas que las generaron, en definitiva, una experiencia muy emocionante.
De todos modos, sin ser exactamente una retrospectiva, puesto que la mayoría de los trabajos exhibidos están inscritos dentro de tu labor en esta década, es un acierto la elección de las obras que indican cierta evolución en tu reflexión sobre el espacio construido.
Sí que es cierto que la mayoría de los trabajos son de esta década del 2000, pero si te fijas hay un montón de guiños a los trabajos realizados a finales de los noventa. Los tres textos míos que están en el catálogo por ejemplo, y que dan pie a la trama del vídeo Elusive Here, y la obra When I Woke Up que aunque no es la misma que se hizo en el año 95, sí que parte de las mismas ideas constructivas. La verdad es que la decision de utilizar obras que están casi todas firmadas despues del año 2000, es porque muchas de mis obras anteriores ya no existen, o si existen es muy dificil exponerlas. Digamos que durante los noventa me dediqué más al trabajo teórico y sin prestar mucha atención a la durabilidad de las obras.
Es una lástima, ciertamente. Ahora que lo dices me parece interesante ponerlo en contacto con la cuestión de la fisicidad de la obra. Ya hemos visto que la fotografía formaba parte de tu trabajo, así como el vídeo, dentro de lo que podríamos llamar una tendencia documental. Sin embargo, en Aquí huidizo propones un salto hacia la práctica del documental en su sentido más cinematográfico, con los ejemplos de las interesantes piezas Arcadio y la que da título a la exposición. Quisiera que me explicaras cómo surge este cambio de registro y si te planteas recorrer durante más tiempo esta línea de investigación.
Dar el salto al video un poco largo y con narrativa, desde los vídeos meramente testimoniales que había hecho anteriormente, ha venido como un paso natural en mi trabajo. Si te fijas siempre he escrito pequeños textos que han acompañado a las instalaciones; creo que el primero data de finales de los ochenta. Aunque tengo otros guardados de cuando yo tenía quince o dieciséis años, pero esos me los guardo para más tarde. Desde que estaba haciendo la tesis doctoral con María Teresa Muñoz, en la Escuela de Arquitectura de Madrid [Escuela Técnica Superior de la Universidad Politécnica de Madrid], he sentido la necesidad de expresar las ideas en varios canales simultáneamente, como que hacerlo sólo en uno se queda corto. De ahí lo de escribir y lo de hacer pequeñas películas. Ahora me encuentro con que estos vídeos los puedes poner en internet y los ve la gente y veo que llega a mucho mas publico, a gente que no necesariamente entiende lo que hago en los términos en los que yo lo creé, pero que tienen su perspectiva sobre las cosas, que también es muy interesante.
Se te ha vinculado en numerosas ocasiones con la obra del neoyorquino Gordon Matta-Clark a pesar de que tu método de trabajo es considerablemente diferente del suyo. No obstante, la preocupación por el espacio construido y la arquitectura te han llevado a conclusiones y soluciones formales de un calado muy personal, por eso, ¿cuál es tu opinión con respecto a la arquitectura actual y su papel dentro del entramado artístico y, también, cómo afecta a tu trabajo?
En lo concerniente a Gordon Matta-Clark estoy completamente de acuerdo a la diferencia de matices, en cuanto a lo que llamamos arquitectura actual, no estoy muy seguro a lo que te refieres…
Me refiero a la arquitectura no sólo en lo concerniente a la imagen construida sino a también a la carga “ideológica” de ésta…
Hoy en día se hace de todo y la mayoria de la arquitectura es horrible como siempre. Si ves lo que están haciendo en las nuevas y antiguas ciudades en Asia puedes alucinar; es todo un pastiche terrible. Pero claro lo que nos llega son imágenes sólo de las obras más vanguardistas de los arquitectos superstar. Ésas me encantan, claro; me gustaría que hubiera más de este tipo, me molesta un poco que sean tan pocas las firmas que están haciéndolo. Como en casi todos los campos, hay una capa de poderosos arriba del todo que lo acaparan todo. La globalización, el acceso generalizado a la información y el ponerlo todo o casi todo al mismo nivel competitivo, está desmontando muchas de estas estratificaciones. Pero en el mundo de la arquitectura está resultando casi imposible. Me gustaría ver más de esa arquitectura de la que llamamos actual en más sitios, especialmente en los que usamos todos los días, como en los colegios, en las calles, en los transportes públicos…
Ya veo. Para terminar, me gustaría preguntarte algo sobre la influencia de China en tu trabajo. Tuviste la oportunidad de viajar a Shanghái a finales de los años noventa y, si mal no recuerdo, no habías vuelto hasta el año pasado. Dado que China es uno de los mayores consumidores, por decirlo de algún modo, de “producción constructiva”, ¿cuál es la sensación que te generó visitar las ciudades asiáticas y qué te indujo a pensar sobre el “Planeta Shanghái”?
Lo que esta pasando en Asia es enorme y está teniendo unas repercusiones increíbles en el resto del planeta. Otra cosa es que nosotros no queramos realmente verlo, pero me temo que el futuro es de ellos. El cambio acelerado que está sucediendo allí es comparable a la Revolucion Industrial que sufrió Europa en su momento. Es un paso hacia delante vertiginoso. Y se nota en la gente de la calle, en el optimismo que se puede ver en sus caras. De ahí surgió la idea para esta obra que se llama Shanghai Planet: tenemos la ciudad de Shanghái rodeada de planetas que pululan a diferentes altitudes sobre el horizonte; si te fijas estos planetas son otras ciudades. Están Nueva York y Estambul, y también Madrid y Barcelona, claro, y como otras treinta más. Quería hacer referencia a cómo perciben los habitantes de esta ciudad su condición de centro del universo. Lo mismo que también pasó en Nueva York y París anteriormente. Aunque es cierto que hoy hay muchos centros y no sólo uno, es más, hay quien dice que, en realidad, ya no hay centros. Pero es un tema de cómo lo ven los que habitan esas ciudades que están en medio de este cambio fundamental.
[i] Véanse las siguientes críticas: Abel H. Pozuelo, “Isidro Blasco”, El Cultural, 10 de mayo de 2000; Elena Vozmediano, “Isidro Blasco”, El Cultural, 3 de noviembre de 2002; José Marín-Medina, “Isidro Blasco ¡Cuidado con el perro!, El Cultural, 20 de mayo de 2004; “Isidro Blasco: Ciudades con memoria”, El Cultural, 26 de marzo de 2010; Miguel Cereceda, “A la sombra del cataclismo”, ABCD, 14 de octubre de 2006; “Visite el piso piloto”, ABCD, 27 de abril de 2010; Fietta Jarque, “Mi casa en mil pedazos”, El País, 20 de marzo de 2010; David Moriente, “Espacios esquivos, recuerdos proyectados”, Rinconete, Revista del Centro Virtual Cervantes, 6 de mayo de 2010.
[ii] Aquí, no sabemos si consciente o inconscientemente, Blasco integra a Gordon Matta-Clark en su discurso: son bien conocidas las acciones que llevó a cabo el neoyorquino en edificios abandonados del Bronx, donde utilizaba una motosierra (chainsaw) para desmontar partes del suelo, techo o paredes; más compleja es, sin duda, la intervención en Queens, donde dividió una casa por la mitad en Splitting (1974). Véanse los textos de Pamela M. Lee, Object to be Destroyed: The Work of Gordon Matta-Clark, MIT Press, Cambridge, Mass., 1999 y Thomas Crow, Christian Kravagna y Corinne Diserens (eds.), Gordon Matta-Clark, Phaidon Press, Londres 2003.
[iii] Cfr. BLASCO, Isidro, “Y cuando desperté”, texto íntegro en la página web del artista, http://www.paellapans.com/isidroblasco/. (10/03/2005)
[iv] Mónica Sánchez Argilés interpreta de una manera sustancialmente distinta a la nuestra el trabajo de Isidro Blasco para intentar explicar los engranajes conceptuales de la instalación, para ello véase “Los límites de la instalación. Una perspectiva desde el paradigma de la complejidad”, en Juan Antonio Ramírez y Jesús Carrillo (eds.), Tendencias del arte, arte de tendencias, Cátedra, Madrid 2004.
[v] Javier Maderuelo, “Earthworks”, en El espacio raptado. Interferencias entre arquitectura y escultura, Mondadori, Madrid 1990, p. 179. Subrayado nuestro.
[vi] Aquí huidizo, Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid, Alcalá 31. La muestra, cuyo comisario ha sido el crítico José Manuel Costa, fue organizada con el patrocinio de la Comunidad Autónoma de Madrid y ha estado expuesta del 17 de marzo al 16 de mayo de 2010. La exposición viajará a Huesca a finales de diciembre de 2010 gracias a un acuerdo de colaboración entre la Diputación de Huesca y el Gobierno Regional de Madrid.
[vii] Conversaciones con el autor de este texto, Nueva York, noviembre de 2005.
Formal Encounter, Begoña Morea Roy.
Nacida en Zaragoza en 1975, Begoña Morea Roy abandonó sus estudios de Ciencias Físicas para terminar licenciándose en 2003 en Bellas Artes y Crítica en Arte Contemporáneo en el Goldsmiths College University de Londres, ciudad en la que reside y trabaja desde hace más de diez años y donde cursó el Máster en Bellas Artes en el Central Saint Martins College of Arts entre 2007-2009.
Completó su formación con estudios sobre arte y tecnología, diseño, escultura, instalación y arte de los nuevos medios entre Londres y Nueva York, lo que le convierte en una artista multidisciplinar que experimenta con distintos soportes y técnicas.
Participa en exposiciones colectivas desde el 2000 y, un año más tarde, empezó a exhibir su obra individualmente. De este modo, sus trabajos han visitado diferentes ciudades españolas como Ávila, Zaragoza, Huesca, Teruel y Madrid, además de Londres, Nueva York, Somerset y Bangkok.
Begoña Morea Roy ha disfrutado de becas y ayudas para ampliación de sus conocimientos desde 2001, habiendo recibido el XVIII Premio de Arte Santa Isabel de Portugal en 2004. Tanto colecciones privadas como institucionales – Gobierno de Aragón, Diputación Provincial de Zaragoza y CAI- guardan muestras de su trabajo.
En este nuevo proyecto, del que pudimos disfrutar en la Sala Juana Francés de la Casa de la Mujer del 7 de octubre al 12 de noviembre, la artista recrea un espacio barroco a partir de las abstracciones a base de dibujos digitales en forma de collages, repeticiones de planos y transparencias de colores adoptados del arte pop que parecen no tener límite y que ofrecen un juego entre superficie y profundidad, un juego también de contrarios que bailan en armonía sobre formas orgánicas que traducen la sensibilidad de su autora. ¿Y qué es la realidad sino la compleja comunión de los contrarios? Uniones y separaciones, desarraigo de la tierra madre y arraigo en una nueva tierra de adopción, pausa y ritmo.
Su propia experiencia vital late dentro de unas composiciones que invaden el espacio de la sala de exposiciones. Levedad y sutileza son el resultado final de una propuesta en la que se yuxtaponen los procesos tecnológicos y el trabajo manual, artesanal, para crear unas obras en las que se hace imprescindible la participación del espectador, ya que sólo su proximidad o distancia respecto a una obra le permitirá descubrir cada uno de los planos, cada uno de los dibujos, cada una de las formas que componen una realidad compleja que demanda, como sucede con el mundo actual, una nueva manera de mirar, de sentir y de respirar el arte.
Especialmente interesante resulta el diálogo que la artista establece entre piezas de aparente bidimensionalidad y piezas tridimensionales. Y si se habla de aparente bidimensionalidad es porque, junto a aquellos collages que invaden nuestro espacio a modo de esculturas, los collages que pudieran parecer en un principio sencillos dibujos son, en realidad, estructuras que buscan la tercera dimensión gracias a esa superposición de papeles de diferentes estampados, formas y colores y que generan, sobre el muro o sobre un fondo enmarcado, sombras, volúmenes, organismos vivos en un estado de evolución permanente que ha quedado, por un momento, suspendido en el tiempo y en el espacio.
La inauguración de esta exposición coincidió en fechas con la celebración de la fiesta patronal de la ciudad de Zaragoza en honor de la Virgen de El Pilar y, por ello, la propia artista quiso destacar el vídeo titulado Streaptease as a Formalist, de 2010. Se trata de la grabación de una pieza que Begoña Morea creó a partir del recuerdo de nuestra fiesta más importante, una evocación casual surgida precisamente el 12 de octubre de 2008 al contemplar el mantel de su cocina, similar a nuestro tradicional cachirulo. El estampado de cuadros blancos y rojos del mantel le condujo a su armario, del que sacó prendas de diferentes estampados. Dispuso sobre la mesa de su cocina las distintas telas creando composiciones tonales y formales aleatorias y, poco a poco, como si de un streaptease se tratara, fue retirando una a una las piezas de tela hasta llegar a la base de la composición y origen del proyecto: el mantel de cuadros blancos y rojos, cuyos fragmentos en blanco pensó fugazmente en colorear de negro para sentirse más cerca de casa.
Las tradiciones plásticas españolas y el mensaje antifranquista de Estampa Popular
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Fig.1 Reimundo Patiño, Maes do mundo contra a guerra do Vietnam, 1968 |
Fig.2 Francesc Artigau, sin título, 1966 |
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| Fig. 3
Cartel de la exposición de Estampa Popular de Valencia en la facultad de Medicina, diciembre de 1964 |
Por otra parte, muchas veces estas identidades nacionales se hacían arrancar de tradiciones mucho más antiguas; a consecuencia de ello y por lo que eso suponía al tratar lo popular, se defendía la herencia del grabado popular y anónimo que, muchas veces, también había revestido un carácter crítico. En algunos textos de Estampa Popular se citaban las aleluyas o “auques” catalanas de los siglos XVII y XIX que estaban dirigidas al consumo popular y se imprimían a partir de una plancha grabada de madera. A veces se reprodujeron estampas antiguas en los programas de mano o en los carteles para hacer referencia a la filiación popular y anónima reclamada por las estampas de las agrupaciones antifranquistas. Llevando esto un poco más allá y en consonancia con su línea de trabajo en un realismo con referentes internacionales relacionados con el Pop más crítico, los grabadores valencianos emplearon las estampas antiguas a modo de citas visuales. Así en el programa de la exposición de esta agrupación en la Facultad de Medicina en diciembre de 1964 se reproducía un fragmento del Auca de la Visita de Carlos IV y su esposa a Barcelona de 1802 (fig. 3). La estructura de este tipo de obras populares, que facilitaba la lectura del discurso, fue empleada por los creadores como Alcácer en El cartel del crimen, una pieza que compartía título con una obra de Solana mostrando también el valor que la figuración decimonónica tenía para estos grabadores antifranquistas. Se retomaba así un formato que, por los mismos motivos, había tenido una amplia difusión también durante la Guerra Civil.
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Fig. 4 José García Ortega, cartel de la exposición de Estampa Popular en la galería Epona (coloreado y dedicado a Gérard Gosselin por el artista), noviembre-diciembre de 1962 |
Fig. 5 Ricardo Zamorano, Jornaleros, España loma a loma…, sin fecha |
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Fig. 6 Francisco Mateos, La cosecha, 1961 |
directo con la tradición de grabado europeo y también con el compromiso republicano antifascista. Pero, además, se conseguía el apoyo de una figura reconocida también por el mundo del arte de ese momento: en 1960, no mucho después de realizada la primera exposición de Estampa Popular, el artista recibió el Premio Anual de la Crítica a las Artes Plásticas, medalla de oro Eugenio d’Ors, por su exposición en la galería Mayer de Madrid (fig.6).
Como se ha podido ver Estampa Popular contaba con un amplio campo de elementos que definieron, motivaron, apoyaron y enriquecieron su trabajo. Tal y como se puede comprobar al analizar su historia, en Estampa Popular confluía así un mundo de referencias que no era ajeno a su contexto y que, de hecho, seleccionaba de él los elementos que podían facilitar la lectura antifranquista. Los artistas y movimientos con los que se vinculaba a Estampa Popular no eran sólo indicativos de unas opciones formales, sino también de unas afinidades ideológicas. Éstas también formaban parte de la orientación crítica que se reconocía en su trabajo y representaban una parte nada desdeñable de su definición.
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Fig. 9 Reverso y anverso de dos invitaciones a la lectura de poemas de la exposición de Estampa Popular en la galería Quixote, febrero de 1963 |
Ignacio Mayayo: Los años ochenta
Foto en portada: Ignacio Mayayo, El pintor y la modelo, 1987, 100 x 70 cm, óleo/lienzo, col. Vicente Sánchez.
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La boca del lobo. Exposición de Lina Vila
En la galería A del Arte, el 16 de septiembre, se inauguró la exposición individual de la pintora Lina Vila titulada La boca del lobo, como título afín a varios temas que respiran diferentes pero unidos como si fueran lejanas secuencias que son una. El catálogo está prologado por Paula Gonzalo Les, con muy bella prosa poética, y por Alicia Vela, que fuera su profesora en la Facultad de San Jorge de Barcelona, con entrevista muy aclaradora de ineludible consulta. Por otra parte, hay muchas maneras de montar una exposición de pintura, sabidas de memoria por Lina Vila, como por ejemplo un mínimo de obras para que se potencien o recargando el número por un absurdo afán de mostrarlo todo. La pintora ha preferido exponer un alto número de obra, pero con la lograda intención de que el conjunto adquiera una precisa intensidad, pero dejando algún espacio vacío que permita valorar el discurso plástico general.
Paisajes con presencia humana o como tema principal, aves y lobos se fusionan con total perfección. Fauna que ya vimos en su exposición individual Animales conmigo, galería Campos, de Zaragoza, 2008, en alguna ilustración con poemas de Pilar Moreu, revista Rolde, Nº 127-128, octubre de 2009, y en la exposición individual O encarnado, galería lisboeta Câmara dos Azuis, 17 de octubre de 2009. Estamos, por tanto, ante una temática en plena evolución, lejos de aquella exhibición en la galería Campos, que traza nuevos enfoques con total precisión. Lo que está muy diáfano, para evitar confusiones, es la permanente evolución de una excelente artista, por supuesto tomando como punto de referencia sus primeros cuadros de hace años.
Estamos en pleno invierno con soledades desde la radicalidad, como si el vivir quedara diluido entre árboles sin hojas, incluso algún fantasmal pino, aguas frías y agresivas montañas. Nada, pero nada, respira con cierta ilusión y los colores mortecinos, tan hermosos, cambiantes y atractivos, potencian esa impresión infinita de angustia sin fondo, ni digamos con las persistentes nieblas. La muerte como presencia natural. Entre medio, cual símbolo de vida, algunas aves rastrean quietas la posibilidad de comer, mientras que la muy enigmática y solitaria presencia humana, vía siluetas perdidas en su infinitud, camina hacia anómalos destinos. Así son los impecables paisajes de Lina Vila, tan de sensaciones y enigmas. Los lobos, en un primer plano o inmersos en pleno paisaje, muerden carroña, se acarician y gruñen al borde de cualquier pelea, bajo la condición de simbolizar una especie de constante amenaza. Lobos que aceptan la caricia femenina o que la ¿amenazan? en la sugestiva obra de un lobo que de su gigantesca boca emerge una silueta femenina, muy afín al pez comiéndose otra figura femenina para ilustrar los citados poemas de Pilar Moreu en la revista Rolde. Pez que en la exposición varía mediante un ave cuya cabeza es un rostro femenino con una especie de gorro, que en realidad, salvo error, es el rostro de la pintora transformada en mujer ave dispuesta a volar. Su expresión facial oscila entre la tristeza y cierta angustia. También existe un hueco para la aparente felicidad, como en la figura femenina sonriendo y la pareja besándose, y para la aparente armonía entre algunas aves, pero son situaciones insólitas en medio de tanta dificultad del entorno hostil.
Lina Vila nos transporta hacia ámbitos del sentimiento, por fortuna muy dominante en su personalidad, que traduce en evocadoras imágenes de cambiantes significados, como si asistiéramos a una especie de itinerario vital, un cambiante relato pictórico, que emerge con excitante frescura.
Hanton. Pensar en Pintura
Bajo el título Hanton. Pensar en pintura, del pintor histórico Antón González, que comienza su trayectoria artística en Zaragoza, se inauguró una retrospectiva en el Museo Camón Aznar el pasado cinco de agosto. El día de la inauguración muchas personas vivieron otro reencuentro con el pintor y su compañera, la escritora Nivaria Tejera, que forman una de esas parejas únicas e intransferibles, con fascinante personalidad por vivencias y categoría en sus profesiones. Ambos se mantienen con plena y gozosa actividad en sus profesiones.
La exposición está comisariada por Chus Tudelilla, que ha realizado una impecable selección de obra para mostrar las diferentes etapas del pintor y un excelente texto que está desarrollado combinando vida y obra, con las correspondientes notas a pie de página, de modo que los diferentes capítulos, acotados con fechas, definen lo acaecido con absoluta precisión, pero siempre como si fuera un resumen por falta de espacio en el catálogo. Antón González, además de un excepcional teórico sobre pintura, tiene más que sabrosas anécdotas, como cuando se fugó de la casa paterna, con 15 años, por afán de aventuras, y huyó a Portugal con el sueño de recalar en Estados Unidos, para ser atrapado por la policía española y encarcelado durante un mes hasta que le recogió su padre. La comisaria, tal como hablamos, es muy consciente sobre las limitaciones de la sala para exponer, pues ni de lejos sirve para una retrospectiva, como máximo para una exhibición individual de lo último hecho por un artista, de modo que faltan obras para completar los diferentes períodos y lo último pintado desde 2004, ni digamos los autorretratos del pintor, uno cada año, que pudieron ocupar una sala en un espacio mayor mediante la oportuna selección. Autorretratos que definen el paso del tiempo del artista y su evolución técnica y pictórica. Dicha negativa circunstancia se amplía al catálogo, que ni de lejos recoge la muy amplia trayectoria del artista, como fiel eco de lo expuesto, así como la selección bibliográfica y expositiva. Una bibliografía en la que por falta de espacio no se cita, salvo error, lo siguiente: Diccionario Antológico de Artistas Aragoneses 1947-1978, con voz de Alberto Sánchez Millán, Joaquín Alcón. Fotografías, comisariado nuestro, Gran Enciclopedia Aragonesa 2000, con voz nuestra, Gran Enciclopedia Aragonesa, Apéndice V, (25 aniversario), con voz nuestra, nuestras memorias tituladas Arte con mi tiempo, 1937-2007, y, para concluir, el artículo nuestro <<Jaulas trampa como arte. R. Acín, V. Rincón, J. Alcón>>, revista AACA, Número 2 / Marzo 2008. Ibercaja, responsable de tantas ausencias por la crisis económica, nunca la comisaria Chus Tudelilla, debió de pensar en el Centro de Exposiciones y Congresos para la exposición de Antón González, así como un catálogo con mayor nivel, y si el presupuesto no llegaba se fusionan dos exposiciones en una. Un pintor histórico como Antón González se merece todo.
En numerosas ocasiones se enfatiza, con toda razón, sobre la relevancia del grupo Pórtico, abril de 1947, y del posterior grupo Zaragoza, junio de 1963, sin duda por sus vínculos con la pintura abstracta. En diversas ocasiones, sin embargo, hemos enfatizado sobre la trascendencia de que en Zaragoza, como singular anomalía dada la época, emergieran seis pintores abstractos entre finales de 1947 y 1949, es decir, Santiago Lagunas, Fermín Aguayo, Eloy Laguardia (los tres del grupo Pórtico), Antón González, Juan José Vera y José Orús. Por entonces, salvo Santiago Lagunas, jóvenes pintores. Diversos historiadores y críticos de arte enfatizan, indicábamos, sobre la relevancia del grupo Pórtico y el muy posterior grupo Zaragoza, que la tuvieron, sin apercibirse que la trascendencia vive en dicha singular anomalía, con seis pintores embarcados en su particular y personal aventura plástica.
En dicha aventura pictórica entra de lleno Antón González, con el tiempo Hanton, que entre finales de 1947 y 1948, con 18 o 19 años, comienza su intachable recorrido abstracto. Estamos, por cierto, ante un muy joven pintor figurativo, basta ver el autorretrato, de 1947, que figura en el catálogo de la exposición, para transformarse en un sólido y convencido pintor abstracto, que se apoya en los espléndidos dibujos abstractos geométricos, entre 1949 y 1958, con una impresionante rigurosidad formal al servicio de la expresión pura y el movimiento constante sobre fondos casi monocromos. Ni digamos los primeros cuadros, tan tajantes, duros y ricos en materia, que evolucionan hacia un énfasis geométrico cada vez más suelto, como si al pintor le sobraran formas, para retomar un movimiento afín a aquellos dibujos mediante estrechas bandas. Y salta la sorpresa. Vuelve a la obra figurativa, al principio con dosis abstractas en los fondos, para embarcarse en cuadros con figuras desnudas corriendo o inmóviles, cuyos fondos evolucionan hacia abstracciones mediante énfasis geométrico en su última fase, como si fusionara la época abstracta geométrica con la figura. Figuras desde toda soledad y drama, como si vivieran angustiadas ante insalvables destinos impredecibles. En algún momento será oportuno medir, con mucha exactitud y delicadeza, la evidente influencia en sus cuadros de situaciones muy dramáticas en la vida del pintor.
Artista, en definitiva, rotundo, con dosis de rabia y cierta angustia que aflora cual liberación personal, a la búsqueda de una inviable tranquilidad escapándose de su interior vía sentimiento hacia cualquier pincel repleto de pasta. Se comentaba, para concluir, sobre la carga teórica de Antón González. Basta leer la espléndida entrevista de Juan Domínguez al pintor, Heraldo de Aragón, 19 de septiembre de 2010.
Cuadros y esculturas de Ruiz de Eguino
El escultor, pintor y grabador Iñaki Ruiz de Eguino, San Sebastián, 1953, inauguró en la galería Pilar Ginés, el 23 de septiembre, con recientes cuadros y esculturas. Estamos ante el típico artista muy culto, pues no olvidemos que, además, es crítico de arte, escritor, comisario de exposiciones y conferenciante. Dichas condiciones personales eran necesarias citarlas porque ni de lejos captamos la razón para exponer esos cuadros y, encima, ante su condición de pintor expresionista abstracto desde 1972. Cuadros muy flojos, elementales, mediante una especie de generalizadas y dominantes nubosidades etéreas sin hondura, sin magia, al servicio de lo que se entiende como abstracción lírica. Para mayor catástrofe, y ya lo sentimos, queda de manifiesto su escaso sentido del color, razón para que todo chille sin lógica cuando incorpora algunos tonos fuertes, de ahí el predominio de lo atemperado en exceso para que nada resalte. De los cuadros se salvan los basados en bandas temblorosas e irregulares paralelas a la base.
Ruiz de Eguino ha dado conferencias, entre tantas, sobre Jorge de Oteiza, motivo para que conozca su obra sin fisuras. Asume, por tanto, la influencia del escultor, como por ejemplo la muy conocida y excepcional serie titulada Cajas metafísicas, consistente, vía simplificación, en un frontón tapado con huecos, de la que Ruiz de Eguino ofrece una variante a través de dos planos. Influencia también detectable si comparamos esculturas de Oteiza tipo Construcción vacía con tres unidades planas positivo-negativo B, de 1957, con obras de Ruiz de Eguino tipo Relación espacial, de 2003, que consisten en la interrelación de varios planos. Pese a dicha influencia, en las abstracciones geométricas de Ruiz de Eguino vibran, sin posibilidad de error, unas sensaciones creativas con excepcional belleza y, de pura obviedad, un impecable y extraordinario sentido del volumen. A partir de aquí estamos ante un artista. Domina, además, el juego de los planos, para definir con precisión una especie de generalizada levedad con fuerza, que ni de lejos es una contradicción, la cual se obtiene mediante la combinación de lo estrecho que da paso a los amplios planos con dispares ángulos, de modo que se ofrece un quieto movimiento impecablemente interrelacionado y el hueco capaz de dispares espacios casados entre sí. En dichos amplios planos, como tales, se ubica un concepto radical del trascendente vacío, lo que ni es pero es todo, que nutre de forma constante la visión global de cada escultura. Quedan otro tipo de esculturas, también abstracciones geométricas con el hueco y el vacío como factor dinámico. Aludimos a obras filiformes elevándose en quiebros hacia cualquier espacio. Esculturas personales, refinadas, con fuerza controlada, hermosas hasta el aburrimiento.
Actividades expositivas de la Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón
Dos exposiciones muy distintas evidencian las últimas actividades de la Asociación, como diáfanos ejemplos de una presidente, Mariela García Vives, y una junta directiva con impecables enfoques artísticos.
El 24 de junio se inauguró en el Hotel Reina Petronila, de Zaragoza, la exhibición Aniversario Cepyme-Aragón y Cepyme Zaragoza, con la asistencia del presidente Marcelino Iglesias, que antes de la inauguración pronunció una conferencia en el salón de actos, y muy diferentes cargos de ambas Cepyme. Como aquí se trata de reflejar una exposición sin crítica, dejamos constancia de los siguientes artistas participantes: Miguel Ángel Arrudi, Jesús Buisán, en el pasado presidentes de la Asociación, Silvia Cored Orús, Edrix Cruzado, Fernando Cortés, en el pasado presidente de la Asociación, Jorge de los Ríos, Isabel Falcón, Mariela García Vives, actual presidente de la Asociación, Nacho Rodríguez, Francisco Rallo Lahoz, en el pasado presidente de la Asociación, Paco Rallo, Iñaki Rodríguez, Martín Ruiz Anglada, Miguel Ángel Ruiz Cortés, el equipo de escultores formado por Arturo Gómez y Velásquez, Juan José Vera y Manuel Viola. Exposición con muy dispares tendencias artísticas y combinación de pintores y de escultores que, vistos en conjunto, ofrecieron una excelente imagen.
En julio, como última exposición de la temporada, se inauguró la exhibición Pintura Contemporánea. Colectiva de 4 pintores franceses y, al mismo tiempo, la individual del escultor Víctor Manuel Delgado.
Sobre la colectiva tenemos, en síntesis, a Arnaud Pestel que combina la geometría con figuras femeninas y masculinas. Resaltan los cuadros 8 colonnes, mediante bandas verticales a la base cual columnas que generan un punto de fuga central en el ámbito de un espacio infinito, y Original, obra expresionista abstracta en blanco y negro capaz de generar intrigantes y cambiantes espacios llenos de vitalidad. Agnès Lacombe incorpora dominantes figuras muy abstraídas, hasta el punto que son campos abstractos con detalles humanos, siempre con hermoso impulso poético. Basta citar, al respecto, Ombre personelle, con esa lírica presencia de ojos sueltos y dulces pestañas en medio de una estructura geométrica.
Si Yolli Mousin se centra en un expresionismo de fuerte color, Flenn se interesa por una abstracción geométrica de fuerte color y elementos figurativos como peces o un dragón, siempre con predominio del ritmo general.
En cuanto a Víctor Manuel Delgado, nacido en Burgos el año 1970 y afincado en Castellón, cabe considerar que es un escultor autodidacta con el metal, deducimos que acero cortén, como primordial soporte de unas esculturas abstractas geométricas hechas con más que impecable factura y poderoso sentido del volumen. Todo en el sitio exacto. El problema, tal como hablamos con el artista, es la marcada influencia, con 40 años, de lo que se entiende por escultura vasca, la que nunca ha existido, si nos atenemos, por supuesto, al influjo de esas maravillas vía Jorge de Oteiza y Eduardo Chillida. Además de sus acertados títulos, lo importante es que estamos ante un auténtico escultor, que tiene la obligación de captar otros conductos escultóricos mediante el olvido de aquellas formas tan evocadoras de lo supuestamente vasco basado en un predominio de lo poderoso, lo férreo o el famoso y suculento par móvil de Jorge de Oteiza. En la exposición había una escultura, la última realizada, lejos de dichas indicaciones. Estamos, tal como nos indicó el escultor, ante una hermosa manifestación de amor hacia la hija por nacer, de modo que la escultura es un airoso juego formal detenido en el lugar exacto. En dicho toque airoso, sin pérdida de fuerza, tiene un camino personal con positivas e insospechadas consecuencias.




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