Monográfica de la pintora Lucía Landaluce y dos exposiciones colectivas

En el Palacio de Montemuzo, 22 de mayo al 8 de julio, tenemos obra sobre papel de Lucía Landaluce Esteban (Logroño, 1968), que para los interesados cabe recordar que es prima hermana del pintor y escultor zaragozano Ángel Maturén, de primer apellido Esteban. Texto en el catálogo de Ignacio Gil-Díez Usandizaga. Obras de 2011 y 2012, con técnica tipo papel reciclado o no, creta y pigmentos sobre lienzo o sobre madera. Tipo de papel que vemos clave porque permite la proliferación de rugosidades y cambiantes formas que salen con mayor o menor intensidad del soporte, lo cual posibilita una marcada y bella variedad visual.

Dichas cambiantes formas significan la proliferación de texturas con indiscutible variedad y fascinación, siempre acompañadas por un color más que sobrio para eludir cualquier toque llamativo. Estamos ante abstracciones salvo la obra Naufragio, de 2012, con el siempre poético barquito de papel. Pero son abstracciones a mitad de camino, por definirlas de alguna manera, que guardan estrecha relación con títulos como Transcurrir, de 2012, basta ver una especie de riachuelos, Fuentes, de 2012, mediante unas charcas irregulares de las que fluye agua, Trazados, de 2012, ante la proliferación de líneas paralelas que trazan su espacio personal, Límites, de 2012, con planos delimitados, Erosión, de 2012, a través de la, en efecto, aparente erosión natural, y Formaciones, de 2011, como clara alusión a formas rocosas.

Todas las obras mantienen una impecable unidad formal dentro de su muy atractiva variedad temática, siempre con marcada fuerza y capacidad evocadora desde cambiantes propuestas.

 

Citamos también  dos exposiciones para recordar que la Asociación APGA mantiene sus constantes actividades artísticas. En la Asociación, como es sabido, nunca se cede el espacio para una exhibición individual. El 18 de abril se inauguró la titulada Piedra, Madera, Hierro, integrada por esculturas con dichos materiales de los artistas Miguel Sanza, piedra, José De Las Muelas, madera, y Jesús Guallar, hierro.

La segunda exposición, inaugurada el 12 de junio, se titula Al Margen de la Crisis y está integrada por los pintores Javier Lacarra y Cristina Beltrán, sin olvidar que en el acto de inauguración, tal como se indica en el catálogo, hubo música de Carlos Celma y declamación de poemas  de la conocida La Casa de Zitas.


Hópital de Jour y Fotografías de Enrique Carbó

Al margen de lo expuesto en el Centro de Historias, la Galería Carolina Rojo, 14 de junio al 14 de julio, inaugura la última exposición de temporada con una colectiva de los artistas franceses Loic Doudou, Joris Goulenok, Olivier Specio y Sylvain Havec. La exposición marca territorio personal, pues además de las obras exhibidas para colgar es imprescindible destacar los dibujos sobre la pared realizados por los artistas antes de la inauguración, de modo que el conjunto del espacio se transforma en un hermoso conjunto muy bien fusionado. Las obras, en ocasiones, adquieren excelentes tonos propios de ilustradores, a veces con su correspondiente tono de humor que en Francia tiene tanta tradición desde la Revolución, ni digamos crítico satírico contra lo que sea. Todo sin olvidar las impecables abstracciones de Loic Doudou o los cambiantes temas de Joris Goulenok.

La exposición se apodera del espacio, que se transforma como si fuera propiedad de los artistas, en una suerte de engranaje con la mirada enriquecida de forma incesante.

 

El 5 de junio, hasta el 8 de julio, inaugura en la Galería A del Arte la exposición En el Paisaje, con prólogo de Antón Castro que desmenuza la obra expuesta. Series de fotografías cuyos negativos son entre 1987 y 2004, pero positivados entre 2005 y 2012. Siempre con una técnica apabullante en pequeño y gran formato. Ya se sabe que Carbó, desde hace años, tiene en la montaña su gran tema, lo cual significa un más que notable esfuerzo físico hasta encontrar ese espacio significativo, esa hora concreta, que acota con rara perfección en el lugar idóneo.

La exposición consta de varias obras en color y el mayor número en blanco y negro. En las de color tenemos un paisaje de alta montaña con árboles y prados y dos dípticos. Un díptico es en blanco y negro en el lado izquierdo con la leyenda Pero que miraban. Ensimismados. Yo lo vi y en el lado izquierdo tenemos en color el ibón de Pondiello y la montaña con sugerentes manchas de nieve. El otro se titula Accidente y fotografía, según indica Antón Castro, los despojos de la avioneta Robin que se desplomó en la Canal Roja (Canfranc) el 16 de junio de 2000 y que él fotografió tres años después.

Las restantes fotografías, siempre en blanco y negro, están divididas en cuatro espléndidas series. La serie Memoria de cantera se basa en primeros planos de árboles en apariencia secos, “muertos”, y otros con hojas pero sin tanto protagonismo. Árboles que evocan a poderosas y fascinantes esculturas con enigmáticas sensaciones como consecuencia de la magnífica combinación de los grisáceos y los dominantes negros.

La serie Jardines, de 2005, es la consecuencia del encuentro con áreas concretas que sugieren el sutil espacio a fotografiar. Rocas y árboles, alguno seco, protagonizan el cambiante ámbito de las sensaciones, siempre acariciadas por dispares cielos nubosos. Guardia relación con la serie Estudio romántico, de 2011, por los primeros planos de pinos y el árbol seco por la acción de un rayo, sin olvidar los fondos ambiguos, misteriosos, que acogen el tema primordial.

Queda la serie Rocas, de 2012, con los negativos entre 1987 y 2004. Las gigantescas rocas, ni digamos cuando hay una, son excepcionales por su especial forma, tan presente, que evocan a esculturas naturales, tan eternas. Cada perfil de las rocas se recorta sobre cielos al atardecer, o al amanecer, con envolvente niebla y nubes, más o menos bajas, lo cual sirve para potenciar el tema principal y dejarlo casi aislado.

Exposición intachable que de nuevo avala a uno de nuestros principales artistas de Zaragoza. Siempre al servicio de un tema del que ofrece múltiples variantes bajo el criterio de la selección, la idea pensada y el impecable trabajo de laboratorio fotográfico.


Colectiva y cuadros de Sonia Abrain

La Prendería, c/ Coso, 196, es una tienda singular por lo que vende, como viejos mapas para aprender geografía allá durante los cincuenta, coral rojo, cerámicas y muebles años sesenta y setenta. Todo muy refinado. En espacio tan distinto es donde la escultora Rosa Gimeno ha comisariado una excelente colectiva basada en un dibujo para colgar de cada artista y otros en carpetas para cada participante. Exposición inaugurada el 22 de mayo. Dejamos constancia de los artistas. Son: Sergio Abraín, Lennie Bell, Germán Díez, Jorge Gay, Santiago García, Rosa Gimeno, José Herrera, José Luis Lomillos, Raúl Muñóz, Paco Rallo, Pedro J. Sanz, Marco Antonio Sarto, Paco Simón, Pedro Tramullas y Columna Villarroya. Están representadas, por tanto, la escultura, la fotografía y la pintura.

El día 27, se inauguró la exposición de Sonia Abraín en el Espacio Adolfo Domínguez. Su última individual, salvo error, data del 9 de diciembre de 2009 en la Sala K-Pintas. Lo mostrado en 2009 nada tiene que ver con la actual exhibición, lo cual significa un cambio radical hacia un futuro por lógica impredecible, que alabamos como signo de búsqueda vital.

Los cuadros, en síntesis, son abstracciones con toques figurativos, siempre muy fuertes de color que combina de manera impecable. Vibra una suerte de vitalidad que atrapa. El matiz figurativo se da en la espiral con su muy marcada carga simbólica con cambiantes interpretaciones según las culturas. Queda claro que es un símbolo ancestral muy vigente. Espirales conducentes desde el punto cero hacia el infinito, razón de su enigmática grandeza, pues ni cansan cuando se acoplan de forma lógica. Colores y espirales se funden en un todo que aúnan la vibrante fuerza emergente.

Si antes vivía impregnada de una diáfana temática figurativa, ahora es capaz de mostrar múltiples sensaciones con el color y la grandiosa sencillez simbólica. Fuerte color y geometría, sin olvidar rasgos expresionistas, como únicos elementos ampliados por la síntesis formal capaces de emerger desde el interior de la artista, algo que definimos como trascendente, como un punto hacia cualquier futuro. Movimiento hacia adelante. Dado que conocemos a la artista desde hace años, consideramos que ha obtenido unos cuadros que son la prolongación de su carácter, al menos del ángulo expresivo dominante.


Cerámicas de Yukiko Murata, E. Venegas, Fidel Ferrando

En la Galería Carolina Rojo, del 10 de mayo al 9 de junio, expuso sus cerámicas Elisa Venegas, dentro de la Feria Internacional de Cerámica Contemporánea (CERCO), bajo el título de "Gineceo". Venegas (Madrid, 1957) tras licenciarse en Historia del Arte, continuó su formación en el Museo de Artes Decorativas de Madrid, completada con el aprendizaje de la cerámica. Ya en 1986 obtuvo el Premio Nacional de Cerámica Vicente Díez.

La exposición mantiene de forma impecable una línea muy definida que puede dividirse en dos enfoques fusionados entre sí. El criterio escultórico se da en obras que son siempre un tórax que flota sujetado por un tubo de metal afianzado en la base. A destacar que con un simple tórax cada obra adquiera tanta fascinación, como si fuera la soledad anónima del cuerpo humano, que se multiplica y expande a través de un extraordinario sentido del color. Tanta quietud se anima con la incorporación de collares, que como norma adquieren un tono excesivo ante la solitaria fragilidad etérea de cada tórax. Cuestión de quitarlos. Collares, de gran complejidad formal, que consiguen su hermosa función cuando se cuelgan sobre la pared.

 

Bajo el título "Memorias para el silencio", el ceramista Fidel Ferrando (Alcañiz, 1955) inaugura su exposición en el Torreón Fortea, 16 de mayo al 1 de julio, con esculturas en material cerámico realizadas entre 2010 y 2011. Exposición, por cierto, dentro de CERCO y como esperada sorpresa por el tiempo transcurrido sin dar a conocer su obra. Textos de la estadounidense Teresa Kennedy y del escultor Jorge Egea, que se complementan de manera perfecta.

No es el momento de trazar su trayectoria como ceramista, pero conviene recordar que en 1977, con 22 años, tal como escribimos en 1993, investiga lo escultórico mediante módulos geométricos, hecho con ladrillos y tejas entresacando diversas calidades cromáticas. La presente obra para el Torreón Fortea también es escultura pero con la arcilla como material insustituible, pero con una mezcla especial guardada como un secreto. En sus obras, por tanto, fusiona la arcilla, el muy refinado e insustituible color y el radical dominio técnico, aquí de máxima dificultad por las formas alargadas, los plegados, el énfasis geométrico y el tamaño, hasta de 127 centímetros.

La exposición, tal como nos indicó el artista, tiene un recorrido específico. Todo comienza en la segunda sala con las obras colocadas sobre una gran mesa, que anuncian las colgadas en las tres restantes.  

El color adquiere máximo protagonismo por esa variedad “pegada”  en cada obra, de ahí la belleza de azules, ferruginosos y rojizos, que cuando procede mezcla con impecable precisión. Un color que adquiere matices pictóricos en obras como Mursihome, de 2011, basta ver las expresivas pinceladas, Grafía del silencio, de 2011, y Hacer azul, de 2011, pero que también potencian el campo formal y se acoplan con rara perfección en cualquier obra, como la titulada Munalado / El silencio envuelve la vida, I y II, por los rojizos y los azules.

El ámbito formal tiene una marcada variedad pero siempre responde a un mismo tono, en el sentido de ser alargado y estar ahuecado con rara excepción, como en obras tipo Passage du silence, I y II, de 2011, mediante el hueco a la vista y la incorporación de masas informales un tanto expresivas y en apariencia posadas de manera espontánea pero calculada. Estamos ante cambiantes formas de la misma línea artística, siempre inconfundible, mediante cuatro planos que configuran una escultura, aunque tenemos múltiples variantes según se aprecia en El tiempo que no te veo / Africa and memory, de 2011, con dichos planos y otros de menor tamaño que incorpora para mostrar la máxima complejidad visual. Incluso en alguna obra existe cierta tenue alusión a un edificio. Todo sin olvidar la incorporación de una especie de “botones” que resaltan del entorno, ralladuras, diminutos huecos y perforaciones  circulares, sin duda para ampliar la variedad visual pero eludiendo cualquier matiz recargado.

Nos medio molesta utilizar la palabra mágica para aludir a una obra de arte pues suena como definición barata, como un recurso cotidiano de ponderación gratuita, pero magia vibra en las esculturas de Ferrando, tan capaces de transmitir múltiples evocaciones desde esa infinita quietud alterada por el color y el cuerpo formal. Se detecta al instante que fluye una oculta energía invadiendo su entorno, aunque también se puede definir como anómalas pero cotidianas vibraciones en cualquier auténtica obra de arte.  


Juana Francés La Colección

El IAACC (Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos) Pablo Serrano nos muestra Juana Francés La Colección. Podemos ver esta exposición, y en este lugar, gracias a Juana Francés, una gran persona y una gran artista, a su empeño en sacar adelante la Fundación Pablo Serrano, convertida hoy en el IAACC. Y gracias a su generosidad, pues en su testamento nos lega la cuarte parte de su obra, perteneciente a todas sus etapas artísticas junto con su documentación.

Se trata de una mujer en apariencia frágil pero con un carácter fuerte, como su obra, a la hora de conseguir lo que se había propuesto en su vida, ser pintora, como decía su carnet de identidad. Nosotros tenemos que decir artista, porque su obra rebasa los límites de la pintura.

Pablo la definía como voluntad investigadora, efectivamente en su obra vemos que hay una continua investigación y evolución.

Como todos los artistas tuvo una etapa de formación, se inició autodidacta desde niña, copiando del natural, se forma en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se licencia habiendo recibido una rígida y completa formación académica.

El montaje expositivo sigue un orden cronológico. En su primera etapa, tras su formación, figurativa, figurativa hierática, como definió Popovici (Popovici, 1976), podemos ver cierto surrealismo. Tiene influencia de la pintura mural, muchos soportes van a llevar una capa de estuco que en ocasiones hiere con incisiones. Utiliza el óleo exclusivamente, y consigue una materia densa y rugosa, en unos casos espatulada, en otros matizada con pincel. Los colores que utiliza son vivos -amarillos, rojos, azules-, combinados con grises y gamas pastel, otras veces son más patéticos -violetas y negros-

La actitud de sus personajes es pausada y hermética, y su soledad es infinita, ésta es la verdadera protagonista del cuadro, con independencia del tema que represente. Este silencio de sus figuras y objetos, que recuerda cierto realismo mágico, es precisamente el que nos habla de su dificultad de comunicación, y nos lo cuenta con un vocabulario lleno de lirismo. Otras veces nos lo hace más patente, reforzándo­lo con el hecho de que sus personajes no tienen boca o se la tapan, incluso, en algunos casos, sus rasgos casi desaparecen.

No podemos fijar el tiempo de cada etapa con rigidez, toda la obra de esta artista tiene un hilo conductor, una coherencia entre todas sus etapas. Hay momentos de adaptación de una fase a otra, y obras que podríamos incluir en el principio de una o en el final de la anterior, e incluso creaciones hechas en un momento que anticipan una línea de investigación que retomará con posterioridad.

Juana ve la necesidad de un cambio en el arte, y se va a involucrar individualmente y en grupo, formando parte, como miembro fundador, de El Paso, con el que participará en sus dos primeras exposiciones, abandonándolo al poco tiempo junto con Pablo Serrano, Antonio Suarez y Manuel Rivera, esto suponía la salida de la mitad del grupo, con la excepción de los dos críticos de arte (Manuel Conde y José Ayllón). Vacío que tienen que llenar con la incorporación de otros artistas.

                                            

          Sin título, 1957. Acrílico y arena sobre saco de azucar reutilizado. 130 x 81 cm               Nº 11, 1959. Acrílico, arena y piedras sobre arpillera. 195 x 130 cm    

Este es el gran momento Informalista de Juana Francés. Su pintura, que ha evolucionado a grandes masas de color que se invaden unas a otras, se convierte en gestual y matérica. Es el subconsciente de la artista el que aflora en sus obras, trabaja con toda clase de lienzos, con chorreados y grandes trazos de color, brochazos. Inicia el empleo de arena, que será una constante en su trayectoria. Al principio los colores están limitados al blanco, negro y arena, con algún óxido u ocre. Cada vez introduce más materia, arena de diversos grosores, grava, piedras, y más color.

Estas obras expresionistas evolucionaran en lo que ella denominó paisajes sugeridos, unas obras muy poéticas, en las que introducirá toda clase de desechos domésticos y de construcción: alfarería, monedas, botones, pendientes, madera, cristal, ladrillo…

Su siguiente etapa, supone el reencuentro con la forma, que como sostiene Moreno Galván, ya puede ser empleada plenamente tras haber perdido, en su paso por el aformalismo, su poder monopolizador, está desmitificada (Moreno, 1976: 209). El hombre y la ciudad, carece de forma al principio, de hecho, el lienzo que da título a toda esta etapa, es totalmente informal.

                                           

El hombre y la ciudad, 1963.  Acrílico, piedras, madera, cristal, ladrillo…sobre tela. 116 x 89 cm         Sin título, 1963.  Acrílico, arena, alfarería sobre tela.  129,50 x 97,00 cm

Poco a poco iremos viendo formas abovedadas que conformarán el homúnculo, sus homínidos, los protagonistas de esta etapa que va a ser la más larga de su trayectoria artística. Se trata de hombrecillos. Al igual que los alquimistas pretendían crearlos en sus redomas a partir de sustancias, la artista los crea en sus obras partiendo de materiales de desecho, ahora elegidos en función del mensaje que nos trasmite: ruedas, relojes, engranajes, bombillas, bujías… Sus criaturas no son materia convertida en hombres, sino hombres convertidos en máquinas, en cosas, se han cosificado.

Sus personajes ya no se limitan a presentarse aislados en sus marcos, ahora están en cajas transparentes, estructuras metálicas, construcciones, torres…

 Comunidad de propietarios, apartamentos y locales, 1966. Ensamblaje realizado con acrílico y materiales de desecho sobre lienzos y madera.  170 x 208 x 12 cm

Los colores son, en general, de gamas muy oscuras, en algunos casos solamente el negro más profundo y la coloración que puedan llevar los objetos que utiliza, otras veces tonos pardos, verdosos, tierras, sienas, azules, ocres. En muy pocas ocasiones, nos sorprende con un rojo o azulón, rara vez emplea más de dos o tres colores en una misma obra.

Existe en toda la serie un juego de formas ovales y cuadrangulares, conformadas por el homínido y las arquitecturas que le rodean o por las cajas que lo contienen, y que van a enlazar con las formas características de sus creaciones finales.

En su última etapa, Fondos submarinos y cometas, vuelve a la abstracción para convertirse en un momento lúdico, va a representar el aire y el mar en movimiento, el movimiento de las cometas en el aire y el reflejo del sol en el fondo del mar con su suave balanceo. Si en las etapas anteriores se llegó a una exacerbación del empleo de los materiales, aquí experimenta llevando la materia a la mínima expresión cuando trabaja con papel, utilizando aguada e introduciendo el papel a la acción del agua, más o menos tiempo según el efecto de degradación que quiere conseguir.

 

Fondos submarinos

La exposición se cierra con una obra inacabada de 1990, año de su fallecimiento, enlaza con lo que fue su etapa informalista por la técnica, material y colorido, y resume toda su trayectoria pictórica desde los años cincuenta hasta este momento, obra que podemos considerar como su testamento pictórico.

Sin título, 1990.  Inacabada. Acrílico y arena sobre arpillera.  146 x 114 cm

Pudimos ver la atractiva obra informalista de Juana Francés en la gran exposición organizada en el Centro de Exposiciones y Congresos de Ibercaja en el año 1996, con todas las obras de esta etapa con las que contaban el entonces Museo Pablo Serrano de Zaragoza y el IVAM de Valencia. Ahora tenemos la oportunidad de contemplar todas las etapas creativas de Juana Francés, con parte de la obra que posee el IAACC Pablo Serrano, no se había podido ver en conjunto desde 1991, en la exposición que se realizó en el Museo de Zaragoza con ocasión de su legado.

Esperamos que esta colección quede expuesta permanentemente, esto no tiene porqué derivar en una visión inmovilista de la creación de Juana Francés, sino por el contrario, en un espacio vivo y dinámico, que vaya variando con el tiempo, dando cabida a diferentes enfoques y montajes de esta obra tan extensa e interesante que constituye su legado. Lo mismo esperamos respecto de la obra de Pablo Serrano y los demás fondos del Instituto, que no resultará incompatible, dado el espacio expositivo, con la necesaria realización de exposiciones temporales de otros artistas.

 

 

 


Frank Stella & Santiago Calatrava: The Michael Kohlhaas Curtain

Hace tiempo que Frank Stella ya no es el mismo pintor que el crítico Clement Greenberg convirtió en figura emblemática de la “abstracción post.pictórica”; pero la abstracción siempre ha sido su caballo de batalla favorito, y a través de múltiples experimentos y etapas ha permanecido siempre fiel a la bidimensionalidad, evitando cuidadosamente la ilusión de tercera dimensión o volumen, lo cual confiere una cualidad decorativa (sin el sentido peyorativo que a veces tiene la expresión) a sus trabajos. No es de extrañar que, con su buen ojo para sintonizar con los cambios de gusto vigentes, haya pasado de las influencias de los juegos visuales del Op Art o de los colores alegres del Pop (uno de cuyos primeros valedores fue su esposa, Barbara Rose) a las caligrafías murales del graffiti o, por decirlo con la ambiciosa denominación que reivindican, el arte urbano. Bien se puede apreciar en esta instalación, donde los muchos forofos del japonismo que tenemos en Zaragoza disfrutarán también con los guiños a esa influencia: no hay nada nuevo bajo el sol. Todo esto, e incluso el eterno proyecto imposible de un muro sin principio ni fin, un kakemono que se cierra sobre sí mismo en redonda perfección, ya estaba presente en las Ninfeas de Monet instaladas en el sótano de la Orangerie del Jeu de Paume en París. La diferencia fundamental es que aquí, en lugar de dos círculos de diferentes tonalidades cromáticas, Stella nos propone dos murales prácticamente idénticos, pero que también evocan puntos de vista emocionalmente complementarios: Ver el mural por fuera, recorriendo sus 30 metros de largo mientras se contempla la curiosa estructura del toroide diseñado por Calatrava para exponerlo es su redonda convexidad, es inevitable pensar en una atracción de feria, que enigmáticamente se ha introducido en el flamante edificio del IAACC Pablo Serrano (una arquitectura dentro de una arquitectura), como el Camarín de la Virgen en el Pilar. Pero en un momento dado uno encuentra la raja que han tenido que practicar en el mural y entra en el sancta sanctorum (lástima que no hayan habilitado unos túneles de escaleras como los que conducían a los visitantes hacia abajo y luego hacia arriba en los típicos panoramas visuales decimonónicos, de manera que salían al centro de grandes perspectivas pintadas) y allí uno se encuentra ante una experiencia intimista, donde quizá debieran haber matizado un poco la luz ambiental, para gozar de la visión de los colores, tanto los pintados a este lado del muro como los que se adivinan del otro lado, y las sombras de los demás visitantes. No sé si estas referencias decimonónicas son del todo relacionables con la novelita romántica de las desventuras de Michael Kohlhaas, escrita por el alemán Heinrich von Kleist, que tanto influyó a Kafka y por lo visto ha estimulado ahora la imaginación de Stella.  En mi opnión, esta cueva platónica es casi una metáfora del museo contemporáneo, donde las obras de arte expuestas son como sombras, a través de las cuales adivinamos reflejos de la realidad exterior; pero contagiados por el optimismo vital que rebosa este mural, también podemos comparar la experiencia a una linterna mágica, que nos ilusiona en tiempos tan deprimentes.


Entrevista con el arquitecto José Antonio Gómez Muñoz.

Entrevistamos al hombre que ha renovado arquitectónicamente el Campus de la Ciudad Universitaria de Teruel, creando unos espacios arquitectónicos modernos y funcionales. Su última aportación es el edificio para los estudios de Bellas Artes de la Universidad de Zaragoza, construcción que acabamos de estrenar. Se caracteriza por ser  amplio, neutro, cálido y cómodo, y por tener unas instalaciones y zonificaciones óptimas para su función.

 

 

¿Por qué  decide ser arquitecto?

Tenía previsto hacer físicas, pero el dibujo no se me daba mal y disfrutaba con los trabajos de carpintería de mi padre; esto, unido a la influencia del marido arquitecto de una compañera de COU, me animó a decidirme por la arquitectura.

 

¿Qué arquitectos han influido en su obra?

James Stirling, en cuanto a la organización del funcionamiento interno de los edificios y ubicación de los núcleos de comunicación; Richard Meier en cuanto a diseño, limpieza, claridad de los espacios e imagen; Rafael Moneo como gran referente en todos los aspectos; y, cómo no, un compañero de Aragón, Basilio Tobías,sobre todo en la arquitectura universitaria.

 

El arquitecto Álvaro Siza dice que la arquitectura no debe de ser arrogante, que debe de ser prudente. ¿Qué opina usted?

Estoy totalmente de acuerdo con esta afirmación. No tiene sentido la arquitectura de un gran protagonismo, de elevados costes económicos y con grandes carencias. Es mejor una arquitectura más sencilla y que cumpla las necesidades para la que ha sido proyectada.  

 

¿Qué destacaría de su trayectoria profesional?

Creo que he tenido una trayectoria profesional responsable y con mucha dedicación porque me ha entusiasmado. En realidad, he disfrutado con muchas de mis obras.

El reflejo de mi trayectoria profesional se puede seguir en el Campus de Teruel, como autor de todos los edificios existentes a través de diferentes concursos de arquitectura. Todos y cada uno de ellos me han aportado algo interesante y, quizás sean las obras de las que más satisfecho me siento, no solamente desde el punto de vista profesional sino personal. En todas ellas, la relación con la Universidad ha sido extraordinaria.

 

Usted fue galardonado con el premio García Mercadal, en su XXIª edición, por su proyecto con Arquidos S.C., de la Rehabilitación del Convento de Carmelitas para Sede Administrativa del Gobierno de Aragón. ¿Qué aportó este premio a su carrera?

Fue el reconocimiento a una trayectoria profesional seria y a una dedicación a las obras, demostrando que, en Teruel, también sabíamos hacer las cosas. Recuperamos un edificio, que no servía para nada, en un punto estratégico de Teruel, para un uso institucional y que ha colaborado a la rehabilitación de la ciudad y del centro histórico de Teruel. Fue una actuación moderna, respetuosa y atrevida en algunos aspectos, pero, siempre, integradora y referente de una carrera profesional.

 

Vemos que  ha realizado varios proyectos arquitectónicos para la Universidad de Zaragoza en el Campus de Teruel, imprimiendo una cierta uniformidad de estilo en los edificios. Y, en el año 2010  inauguró en Teruel, un edificio para albergar el instituto de enseñanza secundaria “Segundo de Chomón”. ¿Es usted un especialista en construir edificios educativos?

Especialista, quizás, sea demasiado fuerte, pero sí que me gusta este ambiente y me desenvuelvo bastante bien en él. Entiendo las necesidades y las resuelvo con edificios funcionales, sencillos, luminosos. En todos, he intentado aportar algo a la ubicación y que fueran identificables interior y exteriormente.

 

El Colegio Mayor, el Vicerrectorado y el  edificio de Bellas Artes están ayudando a configurar la imagen actual de Teruel. ¿Cómo se planteo usted la unión de estos edificios con la trama urbana?

El Campus de Teruel aporta una imagen arquitectónica actual a la ciudad de Teruel; yo creo que la gente así lo identifica. El conseguir esta pequeña unidad nace de un plan de infraestructuras que se hizo, en el año 2001, como planteamiento del entonces Vicerrector del Campus, y cuyos espacios previstos para ubicaciones se están completando y consumiendo, aunque con usos diferentes. Creo que en este momento sería necesaria una nueva previsión, de forma similar, para las futuras necesidades del Campus. Todavía quedan pendientes de aquella propuestaun edificio para Biblioteca del Campus y otro para Actividades Deportivas. No obstante, en cada concurso para un nuevo edificio, he tenido en cuenta los edificios existentes y todo se ha articulado alrededor de ellos, haciendo una trama de organización coherente.

Reconozco que costó esfuerzo reservar el espacio que ocupa actualmente el edificio de Vicerrectorado, y, ahora, es el edificio central del Campus, porque iba destinado a la Escuela Universitaria Politécnica ante la negativa a ocupar San Nicolás de Bari que habría disgregado el Campus.

 

Háblenos más detalladamente del edificio de Bellas Artes, explíquenos el porqué  del color, del predominio de la línea recta, la iluminación, el volumen y la funcionalidad de este edificio.

El blanco es la combinación perfecta de forma y limpieza, resaltando los volúmenes en contraste con los acristalamientos y carpinterías oscuras.

Es un edificio singular, con sus peculiaridades propias para la enseñanza de las Bellas Artes y, a la vez un edificio universitario donde todos los diferentes cuerpos edificados están perfectamente articulados, ensamblados y conectados tanto visual como espacialmente.

En este tipo de arquitectura, la ortogonalidad es importante y se consigue una arquitectura donde el trazado viene apoyado por cuestiones de tipo estructural, programático y funcional. Lo importante es que el edificio funcione bien por planta, con interés por los recorridos y que sea capaz de articular e interrelacionar los diferentes espacios y zonificaciones y, siempre, con gran luminosidad, para un edificio público y docente.

 

¿Díganos qué relación hay entre el espacio interior y  el exterior de este edificio?

El edificio está girado para mejorar la orientación de la parcela, para vincularlo con el edificio de Vicerrectorado y, como no, para provocar espacios libres a la vía pública, con rotura de volúmenes que alternan el recorrido con una sensación de amplitud y dominio público de los que la parcela, en sí, carece, utilizando los espacios, generados en la parte posterior, para actividades docentes al aire libre.

Con la forma, se ha conseguido el máximo perímetro de fachada que posibilita la máxima iluminación natural y, a la vez, el máximo contacto con el entorno privilegiado donde se ubica.

 

Y para concluir ¿Qué proyectos tiene para el futuro?

Dada la situación actual de la construcción y del país, en este momento, pequeños proyectos y estudios para el futuro.


It’s time to flight. La revolución de los sprays

 

“Vencida la oscuridad totalizante y homogeneizante de la modernidad, apareció la Ciudad Postmoderna con sus esquinas, sus confusiones y sus encrucijadas como laberinto existencial del Homo Estéticus.” Do-RE-MI, (Premio Nacional de crítica, 2009.)

 

La ciudad actual es el lugar donde se encuentran estilos, maneras, iconos e identidades. Es un collage compuesto por fragmentos donde el segmento y el instante establecen un nuevo presente donde no son ya relevantes ni el pasado ni el futuro. Una ciudad de la que el arte urbano no oficial va a ser una de sus señas.

 

El barrio valenciano del Carmen es ejemplo de esta nueva sociedad postmoderna. Es una zona que se está transformando rápidamente. En el que las casas viejas están dando paso a nuevos bloques de edificios y donde proliferan grandes solares abandonados esperando a ser construidos. Es un barrio que gracias a un fuerte proceso de gentrificación se ha convertido en un barrio artístico. El arte urbano, que en palabras de Abarca, surge y vive en estos barrios en proceso de gentrificación ha jugado un papel activo en la facilitación de ese proceso. Gracias a trabajos como los del colectivo XLF del que Julieta.xlf forma parte, el Carmen se ha llenado de talleres de artistas, de tiendas especializadas, de museos, de pequeñas galerías y de escuelas de Arte. En una de estas calles, perfilada por viviendas y muros bajos que delimitan solares, aparece llenando de color: It’s time to fight.

It’s time to fightes el título de uno de los murales más interesantes de este céntrico barrio valenciano. Esta pieza fue realizada el 13 de Mayo de 2012 por la artista urbana Julieta.xlf. Y en él podemos ver su iconografía más característica.Niñas que se convierten en geishas con catanas y el ave fénix que se consolida como el símbolo del resurgir continuo y de la lucha diaria.

Como apunta Belén García:

 Utiliza su graffiti mural para subrayar con imágenes agradables lo desgarrador que puede llegar a ser el mundo que nos rodea. Al sorprenderme ante el boceto que realizaba para la exposición, me dijo que un cuento puede tener una estética infantil aunque su contenido vaya dirigido a un público adulto. Desde este prisma tenemos que observar la obra de Julieta y descubrir cómo un mundo infantil esconde un crudo mundo adulto, los secretos.

Este mural se realizó sobre otro anterior del graffitero SIRO. Quien realizó su pieza a su vez, sobre otra anterior de la propia Julieta.xlf.

Al hecho de pintar sobre otra pieza se le denomina en argot urbano tachar y dentro del mundo del graffiti suele estar mal visto ya que implica desprestigiar la pieza sobre la que se pinta. A Julieta.xlf, artista del llamado Postgraffiti no le importa demasiado este hecho ya que para ella la esencia del arte que se hace en la calle es que éste se deteriora y desaparece, que es como la vida. Es, por tanto, su esencia efímera y no permanente lo que le da valor. Esto que hace que las calles estén vivas y no pierdan la capacidad de sorprender.

Julieta.xlf siente, vive y plasma a través de sus obras la estética y la filosofía oriental, especialmente japonesa por la que siente gran admiración. La vocación efímera de toda creación, el gusto por la naturaleza, la capacidad para hacer hermoso cualquier aspecto cotidiano y sobre todo el código de honor  del guerrero, el bushido, son ideas que transmite a través de sus murales multicolores.

En este muro aparece el mundo soñado de una joven protagonista. Una pequeña niña que cansada de la realidad que le rodea decide cerrar los ojos y enfrentarse a ella con la imaginación. Sus ropas se convierten en Kimono y su compañera es una Kokeshi o muñeca japonesa tradicional que se regalaba a las niñas al nacer. En su nuevo entorno todo es de color, la pequeña es una especie de heroína japonesa a la que acompañan  tres pequeños guerreros. Tres niños disfrazados de animales que portan como armas delgadas lanzas con corazones. Recordando en cierto modo la idea de Peter Pan y los niños perdidos, Julieta.xlf intenta enfrentarse al mundo a través de la inocencia, de la dulzura y del color. Dejando atrás las duras reivindicaciones y los mensajes políticos, su propuesta es la de regalar optimismo a la gente que pasea por las calles de cualquiera de las ciudades del mundo en las que pinta. Sus trabajos muestran una conciencia crítica cuyo principal aporte es la lucha por la esperanza a través de sus sprays.

Es la revolución del arte, no el arte de la revolución. Es la revolución de los sprays en la que el arte puede ayudar, regalando un poco de optimismo a esta nueva sociedad.


Angel Masip: Somewhere not here

Frente a la insistente búsqueda del significado en el arte, y un afán por su racionalización, Ángel Masip (Alicante, 1977) trabaja más en la línea de la experimentación que de la comunicación.  Una experimentación conceptual que marca su objetivo en la propia experiencia vital del individuo. Rompiendo con la repetida etiqueta, cada vez menos acertada, de “pintor de paisajes”  Ángel Masip nos presenta en la galería Antonia Puyó la exposición Un nuevo orden, donde gracias al Premio a la Innovación 2010 de la Fundación Pilar y Joan Miró, nos sorprende con un trabajo que gira en torno a las posibilidades de la serigrafía.

Su técnica ha ido evolucionando a la vez que lo ha hecho su discurso conceptual.  Prueba de ello, es el contraste entre esta exposición, donde cada pieza está colocada  minuciosamente logrando así su propia identidad, en un espacio limpio y formal, frente a trabajos mucho más escenográficos y dramáticamente teatrales como su proyecto Der Waldgang (2010), donde reconstruye la realidad mediante elementos cargados de contenido y susceptibles de ser analizados.

Todo su trabajo gira en torno al paisaje, en este caso fragmentado, sirviendo únicamente como mero escenario en el que se desarrollan una serie de relaciones conceptuales entre el individuo y el medio que le rodea, una incomunicación que nos explica la ausencia, los paisajes vacíos, deshumanizados y anónimos. Así pues, más que un pintor de paisajes seria más acertado entenderlo, si es que el limitado sustantivo de pintor no es ya un error en sí, como pintor de anti-paisajes, donde éstos forman parte de su propia experiencia, y mediante los cuales lleva a cabo la reconstrucción de una realidad  abierta, a través de la cual poder cuestionar nuestros propios referentes.

Ángel Masip, aprovecha los recursos de la serigrafía para mostrarnos una realidad fragmentada, que en ocasiones aparece acompañada de un texto en diferentes capas, muchas veces imperceptible, que puede llegar a modificar la recepción de la obra, es decir, la experiencia surgida de su contemplación. Y es en ésta línea en la que trabaja Masip, la propia experimentación bajo un amplio discurso conceptual que no hace más que presentarnos una realidad donde el individuo se enfrenta con grandes problemáticas a la hora de encajarse en su tiempo, un tiempo en continuo cambio y dominado por una preocupante y dramática importancia de la apariencia.

Masip nos deja una ventana abierta a nuestra propia reflexión, frente a un mundo que necesita con celeridad una profunda revisión.


Pintar con el alma

     La concepción pintar con el alma, es una de las características más peculiares de la personalidad artística. El binomio poesía y pintura, pintura y alma, constituyen con más delicadeza y exactitud expresada, la identidad plástica de la artista zaragozana Isabel Larrode Pellicer. Pintora, diseñadora Licenciada en Bellas Artes en la Facultad de San Jorge de Barcelona. En estos momentos se encuentra dando los últimos retoques a su tesis doctoral, que es una codirección Universidad de Barcelona-Universidad de Zaragoza, titulada  "Experiencia zen y Pintura Aragonesa contemporánea".

     El pasado mes de mayo, pudimos apreciar la última exposición de la artista zaragozana, “paisajes soñados”, ubicada en la sala multiusos del Stadium Casablanca. Cada una de esas telas, de un amplio repertorio de variaciones cromáticas, contiene una amalgama de sentimientos que cautiva en seguida al visitante. En estas composiciones, donde lo figurativo le gana la batalla a lo irreal, alma y color están contenidos en  estados de ánimo.

      Vicent Van Gogh decía “sueño mis pinturas y luego pinto un sueño”, las pinturas de Larrode Pellicer surgen sin condicionamientos, sólo óleos, el bastidor, y  con el pincel en la mano. Composiciones de ensueño cuyos paisajes interiores están presentes en el alma de la artista. Cada composición es el resultado de una larga meditación sobre el componente sentimental de los argumentos elegidos.

     Artista de  honda raíz intimista, los  colores cálidos y a la vez elementales  que presenta en sus obras, describen una fórmula expresionista, rara vez vista en artistas actuales, bien ejecutadas en naturalezas y sobre todo en lo que podíamos llamar “apuntes” o “pruebas de color”  de cuidada realización y grata contemplación, cumpliendo de nexo de unión entre la  concepción estética de la artista y las emociones del espectador