Elena Cabrerizo. En aguas internacionales

 

Elena Cabrerizo presenta En aguas internacionales en el Palacio de Montemuzo.  Se trata de obra fechada del año 2010 a 2012.  Es una pintora que se expresa igualmente en un lenguaje figurativo, si bien sus últimas exposiciones son manifestaciones de su obra abstracta.

Encontramos composiciones muy próximas al expresionismo abstracto, en las que lo principal es el gesto, mucho más cercano a la corriente americana por el colorido que al sobrio informalismo español, no se trata de una destrucción de la realidad sino de una de una evocación de la misma.  En otras obras encontramos un gesto mucho más calmado, ordenado en campos horizontales que nos puede recordar a Rothko, pintor que sabemos del gusto de la artista.

Toda la exposición nos está remitiendo continuamente al mar: Encuentro de océanos, Mar sin tormentas, Corriente de Humboldt, Arrecifes, Escarceos y rizos de sueños…

Los colores muy bien tratados, están utilizados en función de su poder expresivo y simbólico, así el predominio de azules, blancos y rosas en Escarceos y rizos de superficie, o preciosos anaranjados que nos recuerdan el coral en Arrecifes.

En Los cuarenta bramantes, cuatro cuadritos de en diversos tonos de azul, encontramos composiciones líricas, serenas, con sugerencias naturales submarinas, que nos acercan al ondulante mar y su suave rumor.

Toda la obra está realizada en óleo sobre cartón, empleando también pastel y óleo en una misma obra.  Muy empastada, con grandes trazos, veladuras,  incisiones, rayaduras, cuadrículas…


R. Mooses, H.J. Gulias Vidas y C. Beltrán

El fotógrafo zaragozano Rudolf Mooses inauguró su exposición anual en el bar Bonanza, la número 531, con siete fotografías tituladas “Blanco y  negro” para admirar del 8 al 31 de enero. Obras divididas en dos bloques temáticos, cuatro y tres, que obedecen al mismo espíritu por sobria composición y estricto enfoque eludiendo inútiles añadidos, razón de los fondos neutros que acogen el campo formal. El primer bloque, con cuatro obras, consiste  en fachadas de edificios con radical predominio de la estricta geometría, siempre la línea recta, que se acompañan por un enfoque desde exquisitos y variados ángulos, casi como si forzara el propio tema para acotar y ofrecer su muy singular visión. Quietud geométrica. El segundo bloque, con tres obras, se basa  en paisajes nevados de alta montaña de las que dos son primeros planos con cada cúspide extasiada de tanta presencia para obtener exquisitos y potentes contrastes de los colores blancos y grises, mientras que la restante es una panorámica general con la eterna ola reventando hacia la orilla pero dominada por la nieve que brilla esplendorosa y se oscurece ante la ausencia del Sol radiante. Al fondo, como si fuera un faro, la espectacular montaña en punta evoca a un vigía dominante que rompe el cielo diurno acariciado por vaporosas nubes.

Rudolf Mooses, según habré afirmado en otras ocasiones, es uno de nuestros mejores fotógrafos con muy dilatada experiencia, siempre al servicio de una específica línea conducente a romper cualquier matiz superfluo para potenciar la idea acotada por su impecable forma de mirar. La indiscutible técnica está presente pero como algo sabido, interiorizado, desde su natural lejanía.

“ABStracciones “ABS””. Así titulaba Horacio J. Gulias Vidal su exposición inaugurada el uno de febrero en la Clínica Dental Novillo, como espacio un tanto anómalo pero muy justificado si consideramos que la Clínica parece como la prolongación de cualquier exquisito salón de estar atrapado por obras de arte en los lugares adecuados. Obras del pintor y diseñador de joyas colgadas sobre las paredes como si formaran parte del decorado habitual. Sus abstracciones geométricas mantienen, como siempre, el espectacular refinamiento al servicio de un hermoso y contrastado sentido del color más que acoplado a la dominante geometría. Gulias Vidal es una especie de joyero por su infinita paciencia para concluir tales cuadros y dibujos, capaz de atrapar un sentido creativo personal que vibra de contenida emoción. Tal como indica el artista a la manera de un código. En la tarjeta para la exhibición cita a Joan Mitcheel cuando afirma: Mi pintura no es una alegoría, ni una historia. Frase que Gulias Vidal hace suya para afirmar que su obra se parece a una Ingeniería de Colores o Geometría Abstracta. En realidad, pero sin duda, ama y vive la perfección formal vía geometría y color exacto, impecable. Estamos ante un hombre puro en el más noble y afectivo sentido. Como el próximo abril inaugura exposición en la zaragozana galería Cristina Marín será el momento adecuado para extendernos sobre su obra.

El bar La Pequeña Europa, en plena calle Heroísmo, se ha convertido en lugar de cita obligada entre bastantes artistas, intelectuales y algún poeta, con la fotógrafa Ginebra Godín como sonriente y refinada propietaria tal como indicábamos en otras críticas. Esto sin olvidar que Luis Felipe Alegre, cada miércoles desde las ocho de la tarde, arrincona de placer a la clientela con su muy personal declamación de cambiantes poemas. Entre tapa y vino, sin descanso, cada poema altera los sabores.

La pintora Cristina Beltrán inauguró su exposición en La Pequeña Europa el 21 de febrero con nueve obras realizadas durante el año 2013. En otra crítica nuestra comentábamos que esta pintora había dado un cambio fundamental al incorporar un matiz poético de notable belleza, sin duda con la misma temática basada en espigas y hojas. Salvo dos cuadros de pequeño formato, con dicha temática, la restante obra de la exhibición obedece a un cambio muy marcado, lo cual significa, salvo error, que estamos ante un período de transición por búsqueda de un nuevo lenguaje. Basta indicar que ahora exhibe collages con incorporación de espirales y su conocida carga simbólica, espigas, dos desnudos femeninos, labios sueltos como único tema, figuras históricas eco del pasado y pequeños objetos brillantes para evocar a dispares piedras preciosas. Su mayor complejidad se detecta en una obra con cuatro planos, muy bien delimitados, con dos para acoger espigas y dos con dos personajes. Siempre en perfectas composiciones. Ante la aparente evidencia de que estamos en una fase de transición, lo natural es guardar el debido respeto a la espera de su próxima exposición.


Fotografías de Antonio Uriel

Del 9 de enero al 17 de febrero, en la galería Spectrum Sotos, se ha podido admirar la excepcional obra de Antonio Uriel, entre los mejores aragoneses, que mantiene una línea intachable, coherente, siempre atrapada con específicos temas ante su condición de fotógrafo y poeta nacido en Zaragoza el año 1957. Al interesado por captar parte de lo hecho durante un período específico le sugerimos su hermoso libro Infierno, XXXV, editado por Prensas Universitarias de Zaragoza, Colección Cuarto Oscuro, el año 2012, con fotografías en blanco y negro y varios poemas.

Ester Minio, en su texto para la tarjeta de invitación, más que bello, fulgurante, reposado, como si fuera un relato corto, escribe frases que atrapan. Imprescindible su transcripción aunque sea parcial. Dice: Un gesto torpe arroja sobre las vetas nacaradas del mármol cuatro rubíes pequeños, temblorosos y brillantes. Con la bebida en alto, taladrada por el fulgor del contraluz, lanza al aire un brindis mudo que resume el mundo y desvela el secreto alojado en el fondo del vaso: el final se acerca, sólo el invierno es cierto. In vi(er)no veritas.  Precisamente, el título de la exposición es El Origen del Invierno. Antón Castro en su entrevista, Heraldo de Aragón, 8 de enero de 2013, comenta que gran parte de la exposición nace de una imagen concreta. Al respecto, Antonio Uriel, en su prólogo para la exhibición afirma, entre otras consideraciones, lo siguiente: El verano pasado vi a Mefistófeles en la Hauptbanhof de Frankfurt. Lo reconocí de inmediato por su sombrero tirolés, descolorido ya y con la pluma inequívoca, y las piernas delgadas embutidas en una especie de malla. Por lo demás, parecía un mendigo. Rebuscaba envases en las papeleras selectivas para recuperar el depósito. Se manejaba sólo con un brazo del que colgaba la bolsa de plástico donde metía botellas y latas; el otro lo llevaba oculto debajo de la camiseta, seguramente en cabestrillo. El primer impuso fue fotografiarlo.

Lo indicado sin olvidar que hace dos años, tras un viaje a París, enfermó y casi muere. Una vez restablecido, tal como nos indicó Antonio Uriel el día de la inauguración, cabría sugerir hasta qué grado influyó en su obra dicha circunstancia, aunque a juzgar por los temas mantiene el impecable equilibrio entre pasado y presente. La exposición consta de 18 fotografías en color y 18 en blanco y negro. Dos obras de 2009 y las restantes de 2011 y 2012. Otro dato permite distinguir un cambio técnico pues si antes era un fotógrafo analógico en blanco y negro, en la exhibición todo es fotografía digital. También cabe indicar que este artista siempre ha partido de la realidad, que luego altera e incluso distorsiona, en mayor o menor grado, para ofrecer una especie de interpretación con el significado muy distinto al punto de origen pero transformado en arte muy personal.

Las obras en color se distinguen por un uso muy equilibrado para evitar estridencias, como si todo transcurriera con suma naturalidad sobre lo real secuestrado con la cámara, mientras que las en blanco y negro discurren entre los negros y grises alterados por los blancos como latigazos móviles cuando se dan. Todo se completa mediante el uso de los espacios, que oscilan entre primeros planos, ambientes específicos de interiores y la calle como una especie de aire acotado al estricto enfoque.

Si una obra se basa en un texto de Heidegger, El Origen de la Obra de Arte, con fragmentos basados en ocho hojas, cuatro y cuatro formato apaisado, con letra en blanco sobre fondo negro y énfasis en lo enigmático, para Antonio Uriel la escalera, uno de sus temas preferidos, es símbolo del conocimiento que se degrada. También destacamos el autorretrato en Manchester, donde se muestra de perfil y sentado en el interior de una habitación con un libro en las manos y contemplando la calle. Cierta impregnación de soledad melancólica nos arrastra como si lo observado fuera inalcanzable o alcanzara el matiz para interiorizar un tema a través de cualquier suceso en apariencia sin trascendencia. Fotografía afín con la titulada A Uriel Berlin, de 2012, pero ahora con la figura masculina de espaldas, tan enroscada en su anonimato, que ni se sabe su pensamiento, claro, y menos todavía si contempla algo pues enfrente tiene una ventana con visillos para impedir toda visión de la calle. Soledad. Más soledad  en las figuras humanas, una por fotografía, que viven la calle como si fuera un encuentro a la búsqueda de cualquier incógnita. Como si estuvieran perdidos hacia destinos impredecibles. Sin olvidar el primer plano de unos pies mirando el techo de cualquier hipotética habitación, obra tan atractiva como sorprendente, quedan las fotografías, por ejemplo, con una escalera o cuatro zapatos, dos y dos, que parecen mirarse sin sus propietarios, o uno, que viven desde su extraña presencia. Escalera y zapatos alterados, según indicábamos, por latigazos de luz blanca móvil que potencian una situación mágica por sorprendente, pues no olvidemos que estamos en interiores para que la acción vibre encerrada y atrapada en un quieto espacio.

Antonio Uriel vive desde hace años un derroche creativo con pasmosa seguridad, muy capaz de mostrar cambiantes temas que pasados por su filtro, tan imaginativo como pensado, se traducen en secuencias de la vida con el tierno desdén de un mago que extiende la mano para chasquear los dedos y ofrecer su panorama humano. 


Obras de Asun Valet y Diana Larrea

Acrílicos del 2012, bajo el título Opposite Colours, (Colores Opuestos), exhibidos en la galería Carolina Rojo, del 17 de enero al 17 de febrero, con prólogo de Chus Tudelilla. Título en todas la obras, y de la exposición, pero añadiendo un número para diferenciar. Cuadros, por tanto, pintados con 54 años, como simple rasgo que señala supuesto largo tiempo de práctica creativa.

En varias ocasiones hemos comentado nuestro rechazo sobre la incorporación de frases sin sentido en los cuadros, con ausencia de, al menos, un leve matiz poético, ni digamos cuando estamos ante la absurda aclaración de lo que cualquiera ve. Encima, como un irritante latiguillo vía urticaria espontánea, la reciente hornada de pintores, cada vez menos, con el inglés como gran epopeya idiomática. Veamos las frases y palabras sueltas que Asun Valet incorpora en muchos cuadros, con el agravante de que rompen la composición general porque nunca se acoplan, para transformarse en focos de atención sin lógica, sin un sentido que potencie lo que es cada obra como tal. Frases y palabras sueltas: Bottle Green Shell Pink (Botella Verde Cañoneo Rosado), Scarlet (Escarlata), Emerald Green (Verde Esmeralda), Ultramarine Blue (Azul Ultramar), Light lemon Yellow (Luz Amarillo Limón), Lime Green (Cal Verde) y debajo Lavender Grey (Lavanda Gris), y, para concluir, Vermilion Red (Bermellón Rojo). Queda evidente la nula originalidad de las frases y de las palabras sueltas. Que su edad se le escape tan grave fallo repetido carece de lógica. Quizá pensó en mostrar una variante enfundada en su obra aquí sin sentido, más que conocida en otros artistas pero con enjundia.

Estamos ante cuadros de diferentes tamaños, verticales, apaisados y, en ocasiones, formando dípticos, con lo cual estamos ante una variedad que fusiona con absoluta perfección, en el sentido de que cada parte vive de la otra. Definimos como gran exquisitez dos cuadros con la incorporación de diminutas grapas color cobre que atraen sin posibilidad de cambio. A sumar planos geométricos. En su conjunto, sin olvidar el espacio geométrico, puede indicarse que estamos ante fondos monocromos alterados por planos irregulares en movimiento que trazan dispares ritmos. Planos muy bien integrados con formas personales, mientras que el protagonismo del negro permite la variedad cromática. El absorbente y hermoso vacío general, alterado por las formas, repercute en una sólida obra muy bien compuesta. Permanecemos a la espera de otra exposición sin frases ni palabras, pues estamos ante una buena pintora con énfasis personal.

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Diana Larrea es una artista nacida en Madrid el año 1972 pero muy vinculada con Zaragoza por línea familiar. La galería Carolina Rojo, 28 de febrero al 2 de abril, inauguró la exposición Diana Larrea. Pensar el Arte con obras basadas en tres proyectos realizados en 2008. Exposición comisariada por Chus Tudelilla, con textos suyos en el catálogo, al servicio de una exposición tan limitada por número de obras, tan poco compleja, que ni llegamos a captar la necesidad de un comisariado, como si la artista fuera incapaz de mirar su estudio y unir las tres muy sencillas partes configuradas por la exposición.

El primer proyecto es el vídeo-escenificación Geofagia o La dieta del artista que dura 2 minutos 44 segundos y es un homenaje a Víctor Grippo, autor argentino que, como Goya adoptó a lo largo de su trayectoria el doble papel de desengañado/desengañador, según indica la comisaria. Y sigue: Diana Larrea come tierra, único y último recurso cuando el Estado desprotege a los artistas. Sucede, sin embargo, como ya ocurrió con Goya y tantos otros creadores, que los artistas desterrados saben ver y desvelar en sus obras el engaño. Al público del arte corresponde apoyar su desafío.

El segundo proyecto, ante nuestra perplejidad, nos lo ponderó la propia artista el día de la inauguración. Consta de seis dibujos, tinta y grafito sobre papel, que forman la serie titulada Equus asinus. Chus Tudelilla, en su texto, cita y utiliza de nuevo a Goya con sus famosas “asnerías” para compararlas con lo hecho por Diana Larrea como crítica, citamos, a políticos, estrategas, policías, empresarios, homenajeados, celebridades académicas y modelos de belleza, cuyas cabezas han sido sustituidas por las de burros. Un amargo retrato de la sociedad actual. Muy amargo por ausencia vía simpleza de la más elemental dosis de imaginación artística, pues la artista incorpora numerosas figuras que simbolizan lo indicado por Chus Tudelilla para limitarse a poner en cada una la correspondiente cabeza de burro. Dentro del tema  como crítica social nos quedamos, por ejemplo, con los cuadros de Otto Dix, George Grozs, obra de juventud, Cándido Portinari y el Víctor Mira de la etapa singularizada por los personajes con desproporcionadas orejas.

El tercer proyecto se titula Espiral mudéjar, como tema que la artista hizo a raíz de la Exposición Internacional Zaragoza 2008. Aquí se centra en el hermoso e imaginativo puente de la arquitecta Zaha Hadid y en su entorno. Tema que desarrolla desde un ángulo muy diferente a los dos anteriores, pues se capta el proceso a través de muy bellos e interesantes bocetos como apuntes que anuncian la conclusión final mediante fotografías. El resultado es más personal, equilibrado, con naturalidad, bien enfocado, sin forzar nada.

La conclusión tras analizar la exposición de Diana Larrea es muy simple, tajante. Desconocemos su verdadera capacidad artística, que sin duda la tiene, pues aborda tres temas tan dispares, aunque los dos primeros proyectos tienen como unión la crítica social, que imposibilitan cualquier verdad creativa. Si encima añadimos tres técnicas distintas, con tan escasa obra expuesta, todo señala un grave error de planteamiento como idea para llegar hasta la presente exposición.


Cuadros de Carmelo Rebullida

Siempre es un gran noticia que se inaugure una nueva galería de arte, ni digamos con la actual situación económica, bajo el nombre Demodo Gráfico. Está situada en la calle Manifestación, número 17,  en un edificio con 100 años, aunque el sótano es muy anterior. La planta calle está dedicada a dispares tecnologías y el sótano, con viejo y hermoso ladrillo en sus paredes, es la muy atractiva sala de exposiciones, que parece pequeña pero tiene muchos metros lineales. Encima, para mayor arrojo y estímulo, la sala está dirigida por el excelente pintor zaragozano Pedro Flores, miembro fundador de aquel Colectivo Radiador, motivo para que el día de la inauguración hubiera un gran ambiente con la presencia de numerosos artistas.

La exposición se titula El río de la vida, 7 de marzo al 14 de abril, y el artista es Carmelo Rebullida. Exhibición que comienza en la planta calle mediante una carpeta con numerosos dibujos y grabados abstractos con dosis expresionistas, que podemos definir como extraordinarios por ágil e integrado toque móvil, sutilidad del suave espacio, refinado sentido del color y significado abierto a toda positiva ambigüedad vía enigmas. Todo como un inquietante sentimiento del pintor, muy interiorizado, que vuelca sobre cada papel. Autenticidad y pureza.

En la sala de exposiciones tenemos un alto número de cuadros con muy variados formatos. Punto clave son las complejas texturas, más o menos gruesas, que el artista domina con impecable perfección, motivo de un dejarse llevar para sentir cierta marca de potente caricia mediante unos colores casi monocromos que arrastran dosis expresionistas abstractas a través de grandes pero cambiantes manchas, casi nubosas, con imperceptible movimiento y dosis entre dramas y enigmas latentes, que captamos muy en la línea de los dibujos y grabados, por significado, pero en los cuadros con indiscutible fuerza por sus singularidades técnicas. Como variante cabe sugerir la incorporación de planos para combinar lo expresivo con lo racional. Cuadros, los de máximo formato, para saborear desde tres metros. En lo afirmado se asienta lo que consideramos un bloque homogéneo. Quizá fallemos, seguro que no, pero produce la sensación de que en estos cuadros, como en los dibujos y grabados según indicábamos, el pintor cuenta ángulos de su vida línea directa como chorros de agua medio controlada, dicho como sincero piropo, con el dominante ámbito de  las sensaciones que articula con majeza.

Después de una conversación en la galería con Carmelo Rebullida, y a la vista de su obra, le vemos como una persona muy sincera con toques personales que exterioriza. En dichas características, tan marcadas, está la razón de otros cuadros visionados como un dejarse llevar con la absoluta convicción de que tienen la misma categoría que los comentados. No y no. Carece de lógica que como una especie de capricho, vía impulso natural, incorpore  elementos físicos de madera, incluso de metal, que destrozan el resto de la obra donde se ubica la verdadera creatividad. No se integran. Ni digamos el cuadro con círculos concéntricos, una espiral y, para remate, un par de árboles secos con aire ingenuo por su toque formal.

Estamos ante un artista zaragozano muy conocido con absoluta entidad, sincero, que lleva años de profesión sin reposo.


10º Premio de Pintura, Delegación del Gobierno de Aragón

Del 21 de febrero al 12 de mayo, Museo Ibercaja Camón Aznar, puede visitarse el 10º Premio que, como es sabido, abarca toda España. El jurado decidió otorgar los siguientes premios: Primer Premio a Alejandro Monge Torres, nacido en Zaragoza el año 1988, Accésit a Eugenia Ruíz Vega, nacida en Guadix (Granada) el año 1957, y Mención de Honor a Diego Aznar Remón, nacido en Teruel el año 1985, Louise Holezc, nacida en Londres el año 1971, y Víctor Solana Espinosa, nacido en Zaragoza el año 1985. Todos premiados con cuadros figurativos como simple dato. Alejandro Monge Torres se centra en una obra impactante y enigmática con la figura masculina sentada y desnuda que resalta sobre el fondo negro. A destacar que el único foco de luz esta en el inexistente techo, lo cual posibilita el hermoso énfasis de las luces y sombras centradas, como es lógico, en dicha figura. Los trazos blancos verticales paralelos a la base enfatizan en un atractivo toque irreal, mientras que los variados pero dispares tatuajes, por sus temas, chocan al mostrar un individuo de atractivo físico y teórica simpleza mental. Eugenia Ruiz Vega se interesa por un tema urbano con la proliferación de bicicletas y figuras que caminan desde su naturalidad. Diego Aznar Remón pinta una figura masculina durmiendo sobre una cama que sugiere cierta pobreza. También destacan los tatuajes. Todo muy íntimo. Louise Holecz se centra en el retrato de un rostro masculino con dosis analíticas desde su naturalidad. Y, para concluir, Víctor Solana Espinosa muestra el mismo rostro duplicado, de ahí el título Carácter de doble, singularizado por su fealdad medio “animal” con nulo atractivo.

 Otros artistas seleccionados: Javier Joven Araus, Zaragoza, 1976, María Adeliada Gutiérrez Martín, Oviedo (Asturias), 1967, Álvaro Clavero Cebrián, Zaragoza, 1978, Concepción Ruesga Navarro, Sevilla, 1950, Adolfo Pérez Arribas, Santa María de Huerta (Soria), 1958, Federico Contín Trillo, Zaragoza, 1979, Radoslav, Pernik (Bulgaria), 1977, Lorena Domingo Aliaga, Zaragoza, 1984, Luis A. Martínez Falero Burguete, Zaragoza, 1985, Guillermo Cabal Jover, Zaragoza, 1954, Delfín José Campos Aguar, Teruel, 1969, Pilar Vicente Muñoz, Zaragoza, 1955, Víctor Solanas Díaz, Tolosa (Guipuzcoa), 1977, Carlos Marcón Arasa, Pina de Ebro (Zaragoza), 1962, Sergio Ortega Muñoz, Zaragoza, 1981, José Ramón Magallón Sicilia, Zaragoza, 1969, Berta Maluenda Ureña, Zaragoza, 1978, y Gema Rupérez Alonso, Zaragoza, 1982.

Si de los premiados, según indicábamos, todos son figurativos, de los seleccionados una inmensa mayoría son cuadros con temas figurativos, mientras que los abstractos son Carlos Marcón Arasa, José Ramón Magallón Sicilia, Adolfo Pérez Arribas con dos cuadros seleccionados, Concha Ruesga Navarro y Víctor Solanas Díaz. Simples datos. Todavía recordamos cuando desde los cuarenta, del siglo pasado, mandaba la abstracción. Mejor el equilibrio actual. Que todo gire y camine de un lado a otro.


El cómic Thermocero

Del 14 de marzo al 15 de abril, Asociación de Artistas Plásticos Goya-Aragón, se puede apreciar la excelente exposición Impacto Cómic, basada en la obra de numerosos dibujantes y guionistas aragoneses que colaboran en la espléndida revista Thermozero editada en Zaragoza, la cual también contiene, tal como se indica en el tríptico, artículos, entrevistas a dibujantes consagrados y emergentes, reseñas sobre las últimas publicaciones y noticias del panorama del cómic actual. Revista que nace en la primavera del 2011, como rasgo de su continuidad y, para nosotros, una hermosa aventura gracias a los editores Víctor Romano y Óscar Senar. Hasta el momento se han publicado cuatro números, suficientes para demostrar su indiscutible calidad. Asombra el alto número de dibujantes actuales en nuestra comunidad autónoma. A tener en cuenta que el número tres fue nominado a Mejor Fanzine 2011 en el 30º Salón Internacional Cómic de Barcelona.

Como ni en sueños nos corresponde un comentario crítico, dejamos constancia de los guionistas y dibujantes que han colaborado en sus diferentes números. Guionistas: Queco Ágreda, Txema Pardo, Jaime Collado, Antonio Correas, Gustavo Higuero, Sergio Monguiló y Daniel Romero. Dibujantes: David Daza, Chema Cebolla, Víctor Gomollón, Víctor Romano, Fran Collado, Diego Burdío, Irati Fernández, José Antonio  Ávila, Ignacio Nicolás, Guillermo Capacés, Dani García-Nieto, Amanda Vázquez, Carlos Bibrián, Moratha, Iñaki Goñi, Javier Soriano, José Domingo, Alfonso Pinedo, Edgar Max, Daniel Serrano, Josema Carrasco, Ignacio Ochoa,  Kalitos, Daniel Foronda, Peter Ballarín, Danay Díaz, Carol Albalá, Ernesto Navarro, Mikel Álvarez, Fernando Alloza, XCAR Malavida, Álvaro Ortiz, Alfonso Casas, Natacha Bustos, Javi de Castro, Bea Tormo y Miguel Ángel Hernández.


Realismo del pintor Javier Riaño

Del 19 de marzo al 28 de abril, en el Torreón Fortea, sala del Ayuntamiento de Zaragoza, se puede visitar la exposición de Javier Riaño titulada Variaciones figurativas, pintor nacido en Ávila con residencia en Zaragoza. El prólogo del catálogo es una entrevista de Royo Morer, seudónimo que utilizó el pintor José Luis Lasala como crítico de arte, años setenta, en el periódico zaragozano Andalán. Entrevista muy interesante pues aclara dispares criterios del artista sobre pintura, de modo que sirve como documento a contrastar con otras en los próximos años según sea su evolución.

Los cuadros corresponden desde 2011 a 2013. Al margen de una panorámica de los fascinantes rascacielos de Madrid, tan lejos del centro, el resto de los cuadros, salvo error, corresponde a panorámicas de Zaragoza con enfoques diurnos y algunos nocturnos. Estamos ante un buen pintor realista con impecable técnica y muy dilatado sentido vibrante del color, pues no olvidemos que es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca. Lo importante es su amplia gama de colores al servicio de temas que acota en el lugar preciso, de manera que ofrece un suculento panorama más que natural de muy dispares ámbitos de Zaragoza. Nos encanta que Zaragoza sea tema, como hicieron otros pintores a lo largo del siglo XX y algunos escritores desde hace años, pues da de sí más que demasiado, sin olvidar que todo depende de la condición como artista. Cuadros con absorbente quietud, incluso cambiante fugacidad cuando pinta los coches durante la noche, como si hubiera una especie de distancia entre lo pintado y la realidad. Ni digamos la auténtica gozada de los cristales y sus dispares reflejos, cual permanentes chispazos lumínicos en horas muy específicas. Las figuras pintadas, masculinas y femeninas, transpiran su caminar, incluso ese natural quietismo ante un paso de cebra.

Cuando todo parecía un sólido proceso realista, nos encontramos con dos obras, de 2012 y 2013, que anuncian un cambio pictórico, dicho como rasgo muy positivo. Aludimos a los cuadros Semáforo Coso, de 2012, y Tranvía Independencia, de 2013. Basta ver que cambia la técnica mediante la suelta pincelada, hasta el punto que el resultado es una marcada supresión de elementos formales para ofrecer una cambiante acumulación de sensaciones. No son cuadros realistas. Camino pictórico abierto hacia cualquier dimensión, pues lo mismo puede transformarse en un pintor abstracto a través del ámbito geométrico partiendo de los edificios realistas o seguir como figurativo con incorporación de elementos geométricos.

Pintor que con 35 años siente la necesidad íntima de un cambio, lo cual significa categoría, sinceridad, pues sabe que con la anterior línea tenía un camino trazado. Se ha instalado en otra nueva aventura, condición obligada en cualquier auténtico artista.


Pinturas y esculturas de Ignacio Gili Guillén, Cuadros grabados y collages de Raúl Egido Val, Cuadros de Aurelio Vallespín Muniesa

Si el ocho de febrero presentaba Ignacio Gili Guillén su exposición Por la Senda de la Vida” en el Hotel Tryp de Zaragoza, comisariada por Manuel Medrano, mas tarde inaugura con la misma línea creativa en la galería Pilar Ginés. Artista con perfil muy definido que tiene varios problemas a resolver. Veamos en el campo pictórico. Ni se duda sobre su impecable composición, pero se ha afincado en una misma escasa gama de colores que reitera en sus expresivas abstracciones para definir un ámbito oculto que aflora con espectacular intensidad, su gran virtud, la cual se estropea por tanto afán en mostrar unas intensas texturas que recargan cada composición. Ambos rasgos no consigue fusionarlos por el doble exceso. Si añadimos el limitado color todo indica que debe decidir, sin duda en el sentido de suavizar las texturas. Dicho expresionismo, mediante la supresión de elementos formales, adquiere máximo nivel en las esculturas figurativas, con el hombre como gran protagonista. Todo adquiere una especie de trascendencia forzada como si estuviéramos en situación agónica del puro combate o en la solemne quietud. A sumar las irregularidades en la superficie para multiplicar lo expresivo. Si añadimos el brillo, más que innecesario, cabe sugerir que debe encontrar un tipo de moderación sin anular tanta necesidad volcánica. Tras lo indicado ni se duda de sus cualidades, pero debe buscar un especial equilibrio entre pensamiento y resultado artístico.

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El uno de marzo, galería Itxaso, se inauguró la exposición “Cyber”, pintura, grabados y collages, de Raúl Egido Val, artista nacido en Zaragoza el año 1986 y con su primera exposición individual en 2009, con 23 años. Estamos ante uno de los jóvenes artistas zaragozanos que emergen a dentelladas por número y calidad, en su caso bajo la condición de autodidacto con estudios parciales en la Escuela de Arte.

Además de enigmáticos rostros femeninos que arrastran por su atractivo, la línea dominante es un expresionismo abstracto de estallante color que combina con total perfección. Dicho expresionismo peca en exceso cuando se abalanza sobre la superficie plana y no sabe el momento preciso de cuando acabar la obra, razón de tanto trazo acumulado sin destino pictórico coherente. Aquí se acaban los problemas. El febril movimiento, cual anarquía sin domesticar, obedece a múltiples trazos gestuales flotantes y dispares planos irregulares, siempre en el punto preciso para mostrar ese impactante ámbito que simboliza un cambiante caos enlazado con la condición humana. A sumar la proliferación de numerosos espacios, de mayor o menor tamaño, que son clave para que lo expresivo vía gestual navegue por doquier, en una suerte de imparable dinamismo que nutre nuestra mirada de un lado a otro, como si percibiéramos un suculento baile sin final.

Salvo excepciones, como aquellas obras basadas en el exceso sin control, el alto número de obras con magnífica altura permanece fiel al ímpetu artístico de Egido Val. Basta con citar Utopía, Prótesis voladora o Kiss 228. Le podemos sugerir que ni soñando abandone la combinación de obras figurativas, rostros femeninos o lo que vea oportuno, con otras expresionistas abstractas en estado puro, pues nunca se estorban al tener en la zona expresiva el gran punto de unión.

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Durante febrero colgó sus cuadros en la galería Cristina Marín el pintor Aurelio Vallespín Muniesa, para nosotros una auténtica sorpresa, pues su primera exposición fue, el año 2007, en el Centro Cultural Ibercaja Actur sin que pudiéramos asistir por desconocimiento. Este pintor, Zaragoza, 1972, es Doctor en Arquitectura desde 2003. Pese a tan escasa presencia en cuanto a exposiciones individuales, que seguro repite por su auténtica vocación, le definimos como un pintor extraordinario con un mundo propio intransferible. En el catálogo para la exposición en la galería Cristina Marín, con texto de la galerista, nos encontramos con la más que positiva sorpresa de un impecable cuerpo teórico del propio artista, de modo que es factible captar su pensamiento relacionado con el Arte y con su obra. El pintor divide su prólogo en varios capítulos, que corresponden a Habitando el plano pictórico, título de la exposición, Tiempo de contemplación, Sinestesia, Uniformidad, Monocromía, La pintura como proceso y La planeidad, con un cuerpo teórico en sintonía con cada título, sin olvidar citas, más o menos amplias, de muy variados e importantes autores para indicar lo que el artista define como el proceso de ejecución de las obras en la exposición. Asimismo, la propia exhibición se comenta en los apartados Sobre la colocación de la pintura y Sobre la contemplación de la pintura, de manera que desbroza lo señalado en cada título mediante datos técnicos y citas de autores como los muy conocidos Gilles Deleuze, Félix Guattari y Theodor Lipps. En las últimas líneas afirma:

Por tanto, en estas obras basadas en el tiempo de contemplación se da un paso más respecto a lo explicado por Lipps, ya que, en este momento de duda e incertidumbre generado por el motivo que sea, cuando el observador se encuentra totalmente entregado en la proyección sentimental, entonces, es cuando nos refugiamos en nuestro interior y somos nosotros, los observadores, los que nos proyectamos en la obra.

Vallespín Muniesa comenta que los títulos de los cuadros, siempre abstractos, son de carácter descriptivo. También aborda la técnica utilizada, de indiscutible complejidad, hasta el grado que la divide en tres series sin vínculo con épocas concretas en cuanto a su realización. La primera serie sobre lienzo tiene acrílicos con diferentes brillos, texturas con arena de sílice y geles acrílicos, con énfasis en el olor mediante el uso de especias como la canela, el curry y la pimienta negra, sin olvidar polvo de vidrio y sulfato cálcico. Color dominante azul de Prusia. La segunda serie está realizada sobre dm y cartón celular, así como ceras vírgenes y parafinas. El color proviene del azul de Prusia y del propio material. La tercera, y última serie, está realizada en dm con materiales como ceras y parafinas. El artista comenta que la diferencia fundamental se esta serie sobre la anterior radica en la estructura externa de la obra, que ya no viene fijada por el cartón; por ello, esta serie es más libre y consigue la estructura de una forma más propia del medio en el que se realiza, a través de encofrados que desarrollan la plasticidad del material.

Partimos de que todos los cuadros son rectangulares verticales a la base. En la primera serie predomina el color muy oscuro, propio del azul de Prusia, y las líneas verticales casi paralelas entre sí con dispares anchuras. A destacar las cambiantes texturas y el tono oscuro dominante, lo cual posibilita un hermoso y fecundo toque misterioso, distante, que penetra y aletea con singular variedad. Una variante de lo indicado es con la incorporación de la cera virgen sin el azul de Prusia. En las restantes obras los colores dominantes en cada cuadro son los propios del cartón o del azul de Prusia. El punto en común es el uso del cartón que configura muy numerosas células para trazar un fascinante y muy excepcional entramado con radical énfasis en la geometría, como si fueran diminutas viviendas, hasta inverosímiles rascacielos habitados por nadie. Emerge una especie de lejanía, como si fuera territorio a conquistar, capaz de impregnar la mirada sin posibilidad de retorno ante su envolvente eco múltiple. Tan escasos e intencionados recursos del color son más que suficientes para crear, sin duda, un ámbito personal mediante la racionalidad geométrica y una cambiante sensación intransferible. Mágico.


Acción de protesta por los recortes en cultura

Estuvimos en el acto de protesta una vez terminado, ya en la calle, por una confusión nuestra en la hora del acto en pleno Instituto Pablo Serrano el sábado 9 de marzo a las 12 del mediodía. Acto que se repitió en Huesca, Centro de Arte y Naturaleza, y Teruel, Museo Provincial. Ana Usieto, Heraldo de Aragón,  10 de marzo de 2013, publicó un muy prolijo y eficaz artículo con tres fotografías y todo tipo de datos, lo cual significa que nuestra aportación se basa en dicho texto, con otro orden, alguna conclusión y varios comentarios de los artistas. Acto organizado por el Colectivo Aragonés de Artistas Visuales, con el apoyo de la organización +Cultura, integrado por numerosos e importantes artistas plásticos, que está demostrando su oportuna aparición en tiempos de crisis, pues no olvidemos que ésta repercute en los artistas más que en otras profesiones. Si añadimos la menor aportación oficial a la cultura el panorama resulta un tanto agónico, sin obviar las ventas en las galerías de arte que alcanzan un auténtico saldo negativo. Colectivo que considera a la cultura como un alimento imprescindible, que debe ser un eje vertebrador de la sociedad, algo esencial para que el hombre sea libre y que, ahora, sin embargo, se recorta en los planes de estudios.

El acto, en Zaragoza, comenzó por sorpresa con el pintor Ignacio Fortún como maestro de ceremonias tal como indica Ana Usieto. Dieciséis artistas sentados colocaron sobre el suelo un mantel y un plato de cerámica en el suelo con la palabra cultura pintada. De pronto, puestos de acuerdo, comenzaron a golpear el plato con cucharas. Al mismo tiempo, once artistas se volvieron contra la pared, sosteniendo carteles con citas de Lorca, Mandela o Nietzsche relativas a la importancia de la cultura y la educación, tal como indica Ana Usieto. Los artistas también aludieron a la precariedad del sector cultural y al desprecio hacia ella de los políticos, así como la ausencia de programación sistematizada y coherente en los museos.

Ahora es muy importante transcribir algunos comentarios del pintor Ignacio Fortún. Dice:

Esto es un icono de lo que no se debe hacer, un modelo de museo fallido, que se ha comido el presupuesto de la cultura base, la que debe llenar las escuelas de música, arte y literatura. El IAACA, por cierto, no recoge las intenciones y condiciones que puso el artista que le da nombre, que pretendía que fuera un lugar de talleres y de creación.

Una vez en la calle fotografía familiar de los artistas bajo el grito de ¡Más cultura! También estaban Juan José Vera y Julia Dorado, premios Aragón, Nieves Ibeas, portavoz de CHA en las Cortes de Aragón, y Emilio Gastón, conocido poeta que fuera Justicia de Aragón. Un acto, en definitiva, más que justificado ante la actual situación cultural.