Esculturas de José Luis Casas; Ditirámbico, de Sergio Abraín

     En la galería Demodo Gráfico, desde el 5 de junio, tenemos las excelentes esculturas de José Luis Casas, León, 1979, que ya expuso en la zaragozana galería Zeus. El artista, en su ajustado prólogo, comenta: En esta exposición hay una lectura deconstructiva que implica un doble proceso semántico: fragmentar y recomponer para retornar al origen del bloque. Y así, ampliar su capacidad simbólica: se abren las paredes y asoma el interior de un rastro pretérito. Resuenan los ecos del vacío. Exacto. Sentido radical del poderoso y refinado volumen y énfasis del vacío interior abierto a múltiples evocaciones y cambiantes formas abstractas geométricas.

    Al margen de alguna obra sobre pared, una de madera y metal con incorporación de colores como azul y rojo, las esculturas exentas, siempre excepcionales, son de madera, madera y piedra, hierro y aluminio, madera y granito, hierro, madera y acero inoxidable o hierro y fibrocemento, lo cual orienta sobre las muy cambiantes propuestas para captar colores naturales y texturas, siempre al servicio de una intachable obra poderosa saliéndose hacia fuera, con el permanente y variado juego de la recta y del citado vació interior, que posibilita un cambiante juego de luces y sombras hacia territorios como si fueran cuevas abiertas al exterior pero cargadas de enigmas según sea la imaginación del espectador. La recta, decíamos, traza entrantes y salientes para crear volumen, mientras que la madera, símbolo de la naturaleza vegetal, y los demás materiales, símbolos industriales, se fusionan si procede para mostrar un maravilloso tejido geométrico. Todo conjugado de maravilla, al servicio de lo que podríamos definir como inmóviles esculturas abstractas geométricas con dosis expresionistas según sean las formas y el propio material. Explosión y vacío, serenidad, recta y hueco.

 

    Ditirámbico-Emisores metalíricos, es el título de la exposición de Sergio Abraín en la galería Demodo Gráfico del 11 de abril hasta el 25 de mayo, que obedece al desarrollo temático desde tres cambiantes panoramas unidas bajo la misma mano pictórica. Sergio Abraín, en su aclarador prólogo, comenta, entre otras consideraciones, que es una narración sobre la poética de lo diverso, una alquimia de la duda entre lo natural y lo artificial. Un ritual de pequeños abismos melancólicos fuera de un terreno fijo, fuera de un discurso vital único. Las huellas de un caminante urbano, lleno de contradicción. Su hijo Galo, sin embargo, se centra en el prólogo a través de las obras con tema erótico, mediante coherentes citas de Apollinaire, George Bataille y el Marqués de Sade. Entre otras puntualizaciones afirma: ´L´art, pour l´art`, el arte, por el arte, por el placer de definir esa línea entre lo arbitrario y lo determinista, por hacer de algo obvio, algo sugerente, por crearle un fondo a la banalidad. Y qué puede haber más banal, más placentero, más sugerente y a la vez más complicado que lo que alimenta nuestros deseos más morbosos y que reprimimos incesantemente.

    Exposición compleja por la numerosa obra dentro de variados planteamientos formales que dividimos en tres bloques. Los cuadros de mayor formato son abstracciones geométricas, con o sin espacio, e incorporación en dos cuadros de sus característicos gises, blancuzcos y negros, mientras que en otros añade diversos colores. Obras excelentes, con inmovilidad formal, dentro de tan personal línea nacida hace años, con muy leve capa matérica y un toque latente de frescura. En otras ocasiones nos hemos extendido sobre este período.

    También tenemos una soberbia serie, titulada Emisor metalírico, con la figura femenina como protagonista, que puede mezclar con elementos mecánicos como contraste formal. Erotismo latente, sugerido, sin olvidar una obra con el órgano sexual femenino en un primer plano. Como variante tenemos la serie Emisor, mediante varias obras con sus típicas bandas y latentes sombras humanas entre misterios insondables. Vive y respira una especie de vitalidad general desde su envolvente vacío.

    El conocedor de su obra habrá quedado muy sorprendido con el tercer bloque. Sergio Abraín dispara otro tipo de imaginación mediante caprichos por los materiales y las formas, incluso el protagonismo de una calavera, que en pequeño formato tienen una cambiante capacidad evocadora. Todo dentro de lo que definimos como escultopinturas. Obras que vemos imaginativas y excepcionales, pues resulta muy complejo partir de dispares ideas y realizar un variado circuito.


Paisajes de Eduardo Lozano Chavarría

    En la galería A del Arte, desde el 27 de mayo, se pueden admirar 31 paisajes de un pintor muy conocido. Todo entre los años 2013 y 2014. Los títulos, cogidos al azar, nos orientan sobre cada tema. Basta citar Uncastillo, Vista de Albarracín, Invernal, Amanecer, Matarraña, o los enlazados con Zaragoza como Ebro, Tejados de las Calle Alfonso y Tenor Fleta. Aquí se acaba toda semejanza, al menos intensa, entre título y resultado.

    Estamos ante paisajes excepcionales revestidos de carga matérica como una de sus grandes cualidades, pero siempre ofreciendo, con intensidad, el cambiante aroma vía sensaciones en el resultado final, desde luego acompañado por una sinfonía de color acoplada  a cada tema para multiplicar su implícita intensidad. Paisajes sugeridos. Una gozada. En medio de dichas condiciones citamos cuadros tipo Contraluz I, Valle de Estós, Riachuelos y Torrente, que son poderosas abstracciones capaces de guardar el tejido íntimo del paisaje desde su natural lejanía.


Retrospectiva de Elena Gastón Nicolás

    En el extraordinario Instituto Goya de Zaragoza, donde fueron alumnos Luis Buñuel, Ramón J. Sender y María Zambrano, tal como nos indicaba el profesor Arturo Ansón, se inaugura la titulada Exposición Elena Gastón Nicolás, del 23 de mayo al 5 de junio. El catálogo refleja muy bien lo que puede verse, pero acompañado por un poema de Victoria Nicolás, su madre, y otro de Emilio Gastón, su padre.

    Estamos ante una retrospectiva radical de la artista que debe tener alrededor de 50 años, más o menos, cosa rara, pues ese tipo de panorámicas casi siempre se hacen con mucha más edad. En la exposición hay demasiada abundancia de materiales, pues tenemos desde sus primeras balbuceantes líneas hasta sus primeros dibujos infantiles, pero montones. Abordemos la obra expuesta. Produce la impresión de que nunca se ha publicado una crítica sobre su obra, pues de darse habría sido muy útil para que enfocara su obra desde otras características sin dejar la imprescindible sinceridad artística. El grave problema que tiene Elena Gastón Nicolás es la infinita necesidad de llenar toda la superficie como sea, a la cañona que dicen algunos amigos míos de Puerto Rico. Necesidad nunca resuelta desde un ángulo artístico, pues todo estalla ante tal cúmulo de propuestas, colores y formas en un mismo cuadro. Nada respira ni encaja. Demasiada necesidad expresionista con el primer pensamiento llevado a la práctica creativa. Lo gordo es que tiene cualidades artísticas, como el expresionismo desde su intimidad y el sentido del color. En la exposición hay otra realidad muy diáfana. Los mejores cuadros, con diferencia, son cuando se controla y el tema principal se arropa mediante planos más o menos vacíos. Que no se olvide: la originalidad nunca está en el exceso gratuito. Elena Gastón Nicolás tiene tiempo para corregirse.


Los colores de los monasterios de Bucovina

Bucovina situada al norte de Rumanía, lindando con Ucrania, es una región montañosa, en las estribaciones de los Cárpatos, con bosques de hayas, pinos y abetos, misteriosos valles cubiertos por la niebla y agrestes desfiladeros que la comunican con Transilvania.

Durante el siglo XV y principios del XVI se construyen recintos monacales fortificados en estos magníficos entornos naturales con abundancia de ríos y zonas boscosas, entre suaves colinas siempre verdes, dulces colinas como las describiría el poeta romántico rumano Mihai Eminescu. Encontramos más de quince monasterios muy bien conservados, declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

Datan de la época de lucha contra los turcos, son costeados por príncipes o nobles, obteniendo a la par sepultura y plegarias para la eternidad, y siendo vehículo para la educación del pueblo en la fe ortodoxa que había que defender de la invasión otomana.

Se trata de recintos fortificados con murallas, en ocasiones con torreones y contrafuertes.  A lo largo del muro se encuentran los almacenes, talleres y celdas, la iglesia se sitúa en el centro del recinto, generalmente de planta trebolada o triconque, con grandes aleros de madera para preservar lo más característico de estos monasterios, los frescos exteriores.

La iglesia está construida dentro de la tradición bizantina pero con elementos -ventanas, arcos, puertas- góticos y de transición al renacimiento.  Algunas disponen de una sala del tesoro escondido, escondedero, situada encima de la cámara funeraria, para proteger los objetos valiosos de los saqueos de invasores.  La cúpula de la naos es el cielo, esta cúpula, donde se coloca a Cristo Pantocrátor, aparece a distintas alturas, tiene una medida diferente según la categoría del fundador -príncipe o noble-, a más categoría mayor altura.  Otra característica del exterior de la fachada es el exonártex, pórtico abierto, algunas iglesias tienen otro interior, nártex o endonártex.

La iglesia ortodoxa se caracteriza por la profusión de pintura mural para mostrar y educar a los fieles durante los días de festividades religiosas, pero aquí, en esta zona de Rumania hablamos de monasterios pintados por estar recubiertos tanto en su interior como en el exterior, auténticas biblias ilustradas y crónica de la lucha contra los turcos, pintadas minuciosamente con colores que aún se mantienen vivos y fuertes.

Las continuas y abundantes lluvias en primavera y otoño, el riguroso invierno con el azote de los vientos esteparios y las grandes nevadas, así como el intenso calor veraniego; el sometimiento de las pinturas a la intemperie a lo largo de los siglos, ha supuesto el deterioro de los frescos de las fachadas norte, conservándose extraordinariamente el resto de las fachadas, especialmente los situados al sur a pesar del tiempo, las invasiones y guerras.

La técnica empleada era el fresco, preparando diariamente unos cuatro metros cuadrados.  Los ricos colores se consiguieron a base de pigmentos minerales mezclados con hollín o carbón vegetal para contrarrestar la disminución del color por la rápida absorción de la cal; se empleaba también vinagre, huevos y miel.  Los detalles, caras e inscripciones se añadían en seco.

El ocre rojo característico del monasterio de Humor se consigue de tierras con óxido de hierro.  En el monasterio de Sucevita predomina el rojo de óxido de plomo y el verde de carbonato de cobre. Es precioso el azul de carbonato de cobre inestable, y especialmente el renombrado azul voronet, del monasterio con este nombre, elaborado con lapislázuli, aunque se cree todavía un misterio debido al cambio del mismo según el estado de humedad ambiental.  El amarillo ocre de arcillas con óxido hidratado de hierro destaca en Moldovita, así como los dorados característicos de iconos y mosaicos que también encontramos en los frescos.

Estas pinturas armonizan las características de la pintura bizantina con modelos occidentales y la expresividad y coloración popular.  Son realizadas por pintores generalmente anónimos que reflejan horror vacui en todas sus composiciones.   Se consideró que los pintores no podían guiarse por su propia inspiración, no se podía tratar un mismo tema de diferentes maneras, incluso se crean manuales para que no haya error o confusión a la hora de representar.  No obstante, en esta zona, a pesar de la repetición de los temas en casi todos los monasterios y la parecida forma de representación, están muy influenciados por los aspectos locales, lo que aporta vivacidad, espontaneidad y personalidad como elemento diferenciador.

  

Monasterio de Sucevita.  La escalera de las virtudes

Las pinturas exteriores mejor conservadas en su conjunto se encuentran en el monasterio de Sucevita.  En la fachada norte se representa la Escalera de las virtudes, composición de considerable tamaño, dividida en diagonal por una gran escala por donde asciende los justos que siguen el camino de la perfección, y que son animados y confortados en su ascensión por ángeles perfectamente ordenados en filas.  De esta escalera caen los pecadores que intentan no ser arrastrados al caos por demonios que tiran de ellos.

El Himno de la Misa Votiva, está representado en varios monasterios, el mejor conservado está en el monasterio de Moldovita, dividido en 24 escenas que representan distintos momentos de la vida de la Virgen, se trata de una oración de agradecimiento y glorificación.  Debajo de los aleros hay más de cien nichos, en cada uno se representa un ángel.  Los espacios entre nichos o entre arcos están decorados con grecas y motivos vegetales, así como representaciones en abstracción de la Santísima Trinidad.  Es herencia de la iconografía bizantina simbolizar a la Trinidad con tres ángeles, y en esencia se representan tres pares de alas, como podemos ver en La Iglesia celestial, son imágenes de santos y grandes figuras de la Iglesia, tiene la función de educar en la fe, mostrar ejemplos a seguir.  Las figuras son detalladas tienen vida y movimiento, sus ropajes son espléndidos.  San Jorge y otros santos montados a caballo, son de gran expresividad, semejan los pasos y los saltos de los caballos cartujanos.  En los fondos de las escenas figuran escenarios arquitectónicos -castillos, palacios-, así como paisajes.  Precioso es El sitio de Constantinopla, con una función sociopolítica, simbolizando el deseo de los rumanos de librarse de la dominación otomana, con infinidad de personajes, grupos de lanceros a caballo que dan profundidad a la escena, y cañones atacando por tierra, barcos  con soldados pereciendo en un mar embravecido, arqueros lanzando flechas desde los torreones, la reina y las damas contemplando el ataque, y obispos con sus vestiduras portando reliquias.

  

Monasterio de Moldovita.  Sitio de Constantinopla

El árbol de Jesé, también representado en muchos de los monasterios, es el árbol genealógico de Jesús a partir de Jesé, padre del rey David, muestra su origen humano y su ascendencia divina, y es símbolo de la continuidad del Antiguo Testamento y del Nuevo.  De Jesé, que está tumbado en el centro de la parte inferior, salen ramas que van ascendiendo por toda la composición dispuesta a modo de tapiz o alfombra oriental, rodeando a las distintas figuras que resaltan sobre el color azul voronet.  Alrededor están representados los filósofos y sabios de la antigüedad.

  

Monasterio de Voronet.  Juicio Final

El juicio final está representado en todos los monasterios, pero es destacable el de Voronet, es una magnifica composición que ocupa todo el muro oeste, se divide en cinco registros.  Sobre el famoso color azul destacan rojos y amarillos con abundancia de dorados.  En la parte superior, un pantocrátor, con escenas de la creación, el siguiente registro representa una deixis, con Cristo en el trono acompañado de la Virgen y San Juan Bautista, rodeado de ángeles y con santos sentados a ambos lados, a los pies de Cristo mana un rio de fuego.  Más abajo el Espíritu Santo en forma de paloma, la cruz y la biblia, de aquí surge la mano de Dios con una balanza pesando las almas de hombres, a un lado están los santos defendidos por los ángeles que portan lanzas para apartar a los demonios, y al otro los pecadores.  Los ángeles tocan el Bucium, instrumento usado por los pastores rumanos, haciendo que los muertos salgan de sus tumbas, animales salvajes traen restos que se habían comido.  En el registro más bajo el rey David toca el Cobza Moldavo, a un lado se sitúan los justos a los que San Pedro les abre las puertas del cielo en el que están la Virgen con ángeles y santos; al otro lado el infierno con Cerbero y a su izquierda el mar simbolizado por una sirena montada en un delfín.

 Monasterio de Sucevita

Monasterio de Sucevita

A todo este colorido de sus fachadas le acompaña, complementa y armoniza, el paisaje en el que están enclavados, la atmósfera que les rodea, un cielo de una pureza y un azul intensísimo y el verde vibrante de la vegetación, siempre que la niebla, que todo lo matiza y envuelve, no le aporte ese aire enigmático alejándolos aún más en el tiempo.


Cerámicas de Amado Lara Tena

    Dentro de la Feria de Cerámica CERCO, Torreón Fortea, 8 de mayo al 15 de junio, es posible admirar a uno de nuestros grandes ceramistas en la exposición titulada Amado Lara Tena. Trascendiendo la dualidad, con prólogos de  Jesús Sanz y Antonio Vivas, que sirve como más que merecido homenaje. Creemos recordar que lo hemos comentado en alguna ocasión con otro artista. Nos causa asombro, vía tristeza por decirlo suave, el increíble número de artistas aragoneses fallecidos en plenitud durante los siglos XX y XXI, de pronto, como una oculta e inesperada amenaza que siempre deja mudo. Este gran artista fallece en 2013, con 52 años.

    Ante la realidad de que Antonio Vivas desbroza la obra con máxima extensión, vemos oportuno ofrecer unos simples rasgos que nos acercan a tanta personalidad creativa. Sus abstracciones geométricas, a veces con dosis ópticas, se cruzan con un variado sentido del color abrazando tan excepcional juego de las formas. A sumar el toque espacial en obras ópticas tipo  Cubo vacío, de 2003, Juego infinito, de 2004, Más allá del despertar del alba, de 2005, o Más allá de la profundidad del crepúsculo, de 2005, que nos adentran en cambiantes mundos desde su intrigante imaginación, en ocasiones con delicado movimiento para no alterar el cuerpo global como gran protagonista. Ni digamos ante el quiebro de los cuadrados que mezcla con cubos dentro de una esfera o ante los círculos concéntricos que avanzan desde su fascinante infinitud, con un posible recorrido de la imaginación ajena dispuesta a participar ante tan singular aventura. En otras cerámicas posa el equivalente a huellas geométricas repetidas que adquieren el suficiente toque para absorber el pensamiento sin medida.

    Amado Lara Tena fue, sin duda, un hombre fascinado por la infinita riqueza geométrica, más que presente en cualquier orden de la vida animada o no y con radicales vínculos hacia un cuerpo científico de suma complejidad. Desconocemos si era consciente del fuerte matrimonio entre su obra y la ciencia, incluso de los cambiantes significados vía máxima racionalidad, pero vivió feliz adentrándose hacia territorios que le dejaban hechizados.


Cerámicas de la escultora Soledad Franco

    El 8 de mayo, en galería Finestra, inaugura Soledad Franco, dentro de CERCO, la muy buena exposición Ecos del Agua. Sobre la escultora Soledad Franco Fernández lo ignorábamos todo hasta el citado 8 de mayo. Datos para orientar al lector y eludir un extraño vacío. Nacida en Valencia el año 1969, vive en Zaragoza desde los siete años y en la actualidad vive y trabaja en Sabiñánigo (Huesca). Primera exposición colectiva en 1991 y primera individual en Sabiñánigo el año 2005. El nulo interés por exponer en Zaragoza es la causa de que desconociéramos su obra. Desde 2002 ha participado en acciones artísticas.

   Estamos ante una escultora que participa en CERCO,  con obras basadas en piedra, arcilla, madera y arcilla, madera y estaño o arcilla y estaño. La exposición consta de tres obras para colgar en la pared que, en realidad, son esculturas enmarcadas y esculturas exentas con títulos como Fortuna, Germinación I, II y III, Crisálida I, II, y III, Nudos, Sendas, Leyendas, Lo que fue y Espina. La conclusión es evidente. Se trata de una escultora que ha usado la arcilla con absoluta precisión para CERCO. Utiliza troncos de árbol seco que mezcla con arcilla blanca, menos en dos obras solo de arcilla blanca con incorporación de delicadas ramas y alguna con estaño. Excelente combinación del tronco por fuerza expresiva nacida del pasado, cual muerte emergiendo hacia la vida mediante las hojas y el propio gesto creativo. A partir de aquí las combinaciones formales son múltiples, como las alargadas con la madera que acoge exquisitas formas de arcilla. Evocación cambiante según el material usado.

    Miguel Franco Ortega escribe un bello texto de prosa poética muy relacionado con las esculturas. Transcribimos una selección. Dice:

Vegetal que el agua moldeó a su antojo, dándole forma y vida, hoy, seca y torcida, arrancada de su cauce, parece dormida. Una mano sabia moldeó el barro en reencuentro con su amada amiga, el metal alimenta memorias antiguas y la liza ofrece ligaduras íntimas. / Viejos troncos lloran sobre tierra yerta, crueles lanzas hieren cántaras desiertas, almadía espera crecida que mueva.


Esculturas en material cerámico de Yanka Mikhailova; Cerámicas de Lola Royo

   Yanka Mikhailova inauguraba exposición el 7 de mayo, en la galería Grisselda, con motivo del excepcional CERCO. Exposición titulada Perpetuum Movile y cada obra igual pero añadiendo un número. Esculturas y placas de 2014.

    Ambas propuestas, por las placas para colgar y las esculturas, obedecen al mismo espíritu temático, dentro de un perfecto color y una técnica minuciosa e impecable. Paciencia absoluta con el tiempo sin límite. Las placas son un modelo de refinamiento y con increíble capacidad evocadora a través de un tenedor, una cuchara o de pequeños objetos que aluden y evocan a cambiantes tiempos pasados, como pequeñas ruedas o el afán del hombre por volar. Todo en su sitio. Algunas esculturas tienen movimiento con extrañas formas, de ahí el natural contraste entre realidad e imposibilidad. Ni digamos el indescriptible contraste entre el pasado formal que se fusiona al eterno afán del hombre por volar mediante medios inverosímiles tipo un huevo de avestruz o el equivalente a lonas.

    Toda la exposición, según hemos sugerido, adquiere una hipnótica capacidad evocadora, en una suerte de obras que son de ahora y de antes, lo cual significa que la artista domina el tiempo desde parámetros muy cambiantes, en el sentido del ahora y el antes nacido hace siglos que es ahora. Fusión del pasado y el presente.

 

    Exposición en la galería Grisselda, del 20 de junio al 20 de julio, de una ceramista vieja escuela, pues nacida en Zaragoza, el año 1964, fue de las que participa con sus obras en la plaza San Felipe junto con otros ceramistas, de modo que cada domingo por la mañana se creaba un suculento ambiente. Los ceramistas son como la arcilla, nunca se acaban, pues no olvidemos que modelar barro con las manos es subyugante y se fusiona con nuestros ancestros. Resistencia. A la cerámica creativa, en España extraordinaria desde siempre, hay que defenderla con mordiscos permanentes. Que deslicemos estas frases, en pleno año 2014, nos da pudor, pero es muy vergonzoso que siga tan minoritaria. Adelante.

    Lola Royo Viñedo presenta un amplio conjunto de obras hechas entre los años 2009 y 2014, con las esculturas como lo más reciente. Se puede comenzar con los collages, hechos mediante acrílico, cerámica y papel, en los que plantea muy variados temas, en una misma obra, con énfasis medio surrealista e intensos colores. Tenemos, por tanto, desnudos femeninos, atractivos labios rojos de mujer flotando por ahí, casas, figuras infantiles, rostros de mujer sublimados por belleza, siempre enigmáticas y atractivas, e incluso el tema político en Francotirador.

    Las esculturas en material cerámico plantean varios temas. Recortes y Guantánamo abordan la represión política desde un total impacto visual, mediante una figura masculina en situación agónica y otra atada sobre una silla y varias fotografías con el mismo tema. Conjunto muy bien logrado. Asimismo, obras como Niña de agua I y II, en la misma línea, se basan en una cabeza de mujer como prototipo de gran belleza. Nos queda Intemperie Norte, con el mismo atractivo rostro que en las dos anteriores. Pero hay un cambio. El rostro se corta por la mitad, desde luego visto de frente, y el lado derecho tiene una estructura geométrica con sus correspondientes huecos, que en realidad son los restos de un piso y sus habitaciones. ¿Quién vivió allí?, ¿Qué drama ocurrió? Muy buen contraste entre la belleza femenina y el vacío geométrico.


Cuadros de Pilar Escota

    El 6 de mayo, en el bar La Pequeña Europa, inaugura Pilar Escota su exposición con diez cuadros entre 2012 y 2014. Pintora nacida en 1969 y con su primera exposición individual en el bar 40 / 15 el año 2008. Los títulos de sus cuadros, siempre evocadores, son Olor a perfume, Inicio de algo, Cambios, A tu lado, Vida, Los sonidos del anochecer, Al final del día, Verano caluroso, Invierno otoñal y Otoño invernal.

    Cuadros abstractos que, vistos en conjunto, dividimos en tres bloques. Tenemos los basados en planos irregulares con ritmo acelerado en algunas zonas y el color con marcado contraste. Por otra parte, Invierno otoñal y Otoñal invierno son diferentes por los fondos suaves y oscuros con tendencia al trazo vertical a la base y un cuerpo central en cada obra que destaca por su cambiante color al servicio de una atractiva luminosidad. La tercera variante se detecta en obras tipo Vida, entre los mejores cuadros por fuerza expresiva y sentido del espacio, A tu lado e Inicio de algo, con predominio de los planos verticales rotos por los horizontales. Pura expresión con espacio.

    El conjunto de la exposición se podría definir con un mundo correspondiente a la potente espontaneidad, como si el espacio íntimo de la pintora se volcara sin barreras. Positivo laberinto del subconsciente.


Expresiones de Kumiko Fujimura; Esculturas de José Luis P. Cáceres; Tapices de María de la P.

    En el EDAN, por Espacio de Arte Nazca, expone la japonesa Kumiko Fujimura, del 29 de abril al 24 de mayo, mediante un muy buen conjunto de obras marca personal. Artista nacida en Osaka (Japón) el año 1958, con residencia en Zaragoza desde 1997, que pinta a partir de 1990, por entonces en Madrid estudiando en la Facultad de Bellas Artes. El catálogo, un díptico, se acompaña por un prólogo de la Dr. Elena Barlés Báguena, profesora del Departamento de Historia de Arte, Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza.

    Su obra es un hermoso recital expresionista desde un sentimiento muy japonés, por fortuna, acorde a los grandes directores de cine o a los tradicionales poemas Haiku de mínima extensión que leímos hace muchos años. Como un profundo estallido. La brocha, el pincel, con el negro como motor cromático dominante sobre fondo claro, surca el espacio con la indolencia de la complejidad visual y las cambiantes formas expresionistas móviles, pues no olvidemos que la exposición se titula Movimiento 2014. Todo como si el íntimo sentimiento se precipitara mediante  muescas pictóricas.

 

    En el Espacio de Arte Nazca, desde el 28 de mayo, se pudo valorar las esculturas de madera sobre pared, artista sevillano nacido en 1951. Obras tipo La mar de abanicos, con un pulpo, una estrella de mar, un pez y un caracol, e Iglesia, con el perfil de una iglesia, son muy elementales por su condición descriptiva sin otra aportación. Todo lo contrario en obras como Esencias, Tablero de lavar, Lágrima planetaria, Tiempo y Lentes, pues adquieren un alto matiz creativo por el controlado juego geométrico, en ocasiones con movimiento sugerido, y la impecable composición desde su complejidad visual.

 

    Breves datos sobre María de la P. Es el nombre artístico de Fátima Rodríguez de Peñaranda, nacida en Madrid el año 1960 y licenciada en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, el año 1984, con la especialidad de pintura. Durante sus estudios se interesa por el diseño textil. En la actualidad imparte clases en la Escuela de Arte de Zaragoza. Inaugura exposición en el Espacio de Arte Nazca, dirigido por Eugenio Mateo, el 18 de junio. Hacía tiempo que no veíamos en Zaragoza una exposición de tapiz. Para el recuerdo los zaragozanos Francisco Cestero y Ana Pérez Ruiz, también pintora, y alguna magnífica exposición, una en la Lonja, cuando el tapiz estaba en auge. Lo exhibido se caracteriza por el fondo blanco, siempre acogedor, y la incorporación de cruces, aspas y llaves, en dispares colores, como norma formando bloques temáticos para que produzcan mayor impacto visual.


Óleos y grabados de Concha Ruesga

    Del 29 de abril al 22 de junio, Palacio de Montemuzo de Zaragoza, se pudo ver la exposición Concha Ruesga. Longitudes de onda, con obras de 2013 y prólogos de Javier Usoz, Ester Minio, que nos ilustra y asusta por tanta realidad mediante toques científicos tipo longitudes de onda o el espectro electromagnético, y Antonio Uriel, uno de nuestros fotógrafos preferidos, algo que nunca hemos disimulado.

    La exposición se puede dividir en dos enfoques relacionados entre sí, pero con la mayor o menor estructura geométrica como uno de los puntos que marcan territorio, sin olvidar el énfasis enigmático por el uso del espacio en sintonía con el campo formal. Veamos. En obras como Perspectiva I, Atardecer, ClaroscuroTríptico existencial, los puntos en común son el menor énfasis geométrico y el predominio de la ambigüedad que genera el citado énfasis enigmático, misterioso, de modo que los cambiantes planos nos conducen hacia áreas espaciales en donde todo es posible, como si una amenaza se cerniera sobre cualquier infeliz, capaz de caminar cualquier despistada tarde sobre tan anómala y envolvente presencia. Y encima, hay belleza. En dicha línea incluimos, por ejemplo, los cuadros Abismo luminoso y No sé, pero con más variedad de color que los citados. En cuadros como Ocaso, Alba, Mediodía interior, Segundo movimiento y Punto de partida, entre otros, los puntos en común son el color, siempre muy controlado, y la dominante geometría que divide en múltiples planos, con el aliciente de que en su interior añade trazos gestuales para enfatizar en el variado movimiento que surca la inmóvil estructura geométrica. Estamos, en ocasiones, ante el típico ejemplo del cuadro dentro del cuadro, algo que se detecta con máxima precisión en la obra Compás de espera.

    De ambas propuestas artísticas, ¿con cual nos quedamos perfil exigencia? Sin la menor duda con la primera, pues su estructura abierta, pese a tanto misterio, permite un máximo registro de posibilidades, mientras que la segunda es, como diríamos, un ámbito cerrado, al menos de momento.