Pedro Flores: Oniros. Esculturas y cuadros de Germán Díez.

 

En la galería Demodográfico se inauguraba el 10 de marzo la exposición Pedro Flores. Oniros, con cuadros, dibujos y obra digital. Prólogo nuestro. A tener en cuenta que Pedro Flores, por diversas razones, no exponía desde hace 10 años. Pedro Flores (Zaragoza, 1964), es un muy conocido artista zaragozano que obtiene el Premio de Pintura Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal, año 1993, y la Beca de la Casa de Velázquez en Madrid, año 1999, en ambos casos de sabida importancia. Miembro fundador del zaragozano grupo El Colectivo Radiador. Además de pintor es un gran especialista en arte digital. Dos líneas técnicas que se ofrecen en la presente exposición.

De los cuadros, siempre acrílico sobre madera, el más antiguo es Password versus Patehwork, de 2012, basado en un sugerente juego geométrico mediante un red de cuadrados y rectángulos como fondo y otras formas geométricas que sitúa encima. A partir de aquí, lejos de la racionalidad citada, ubica en un primer plano dos rostros masculinos de perfil mirándose con fijeza y con el tejido corporal exterior destruido para verse el interior. Matiz dramático. Asimismo, tiene cuadros tan espléndidos como Morfeo, con una mano amenazadora, varias mariposas como destello inocente, y un desnudo femenino con la piel cubierta de una fina red geométrica, Acuación, basado en una hermosa presencia de formas geométricas, merecedoras de una análisis por separado, y un desnudo femenino con la misma red geométrica, y Acuanautas, con dos desnudos, masculino y femenino, y dicha red pero viviendo una situación dramática. También conviene citar, fuera de dicha línea, los cuadros Teatro REM y Árbol del Paraíso. De lo hecho fuera de la técnica digital es imprescindible recordar la muy sugerente Serie Garnacha, de 1997, siempre cartulina, con la incorporación de vino tinto y otros materiales, de manera que abarca el ciclo de la uva hasta su transformación en vino mediante la complejidad formal repleta de sugerencias.

Nos queda un conjunto de obras hechas con técnica digital. Podemos comenzar, pues se trata de una obra aparte del conjunto, con el retrato que nos hizo en 2014, el cual evidencia las múltiples posibilidades del artista. El fotógrafo puertorriqueño Adal Maldonado, que vivió en los setenta el movimiento juvenil de San Francisco, nos hizo un retrato en blanco y negro el año 1988, de modo que nos pusimos su chaqueta, en el bolsillo superior sus gafas y con una mano sujetando unos prismáticos como sugerencia de visión artística. Pedro Flores lo trastoca todo con la técnica digital sobre lienzo con bastidor. La elegante chaqueta monocolor es ahora de múltiples colores, en los cristales de las gafas aparecen solitarios nuestros ojos y sobre los cristales de los prismáticos añade el el bello rostro de la pintora Edrix Cruzado. En el plano derecho incorpora múltiples alusiones a la pintura y en el centro crea una atractiva atmósfera mediante el uso del espacio.

La Serie Reconstrucción, de 2007-2009, es una metáfora sobre el nuevo tiempo, de modo que una figura masculina vive diferentes situaciones a través de un recorrido mostrado en las ocho obras. Todo comienza con dicha figura sentada y dos rostros que afloran de la tierra  y se recortan sobre el cielo. A partir de aquí transporta enormes piedras hacia destinos sin finalidad aparente. Además tenemos las series Desarrollo Sostenible, Poemas del Otro, de 2004, Red Fantasma, de 2011, basada en redes de pescar abandonadas en el mar, y Memoria REM, configurada por 12 obras y varias figuras viviendo espacios insólitos, sin olvidar las mariposas como delicado contraste, fantasmales siluetas humanas o la cabeza sin tejido en una mejilla que evoca al citado cuadro, de 2012, Password versus Patehwork. La exposición se completa con obras tan excelentes e imaginativas como Encrucijada, a través de cuatro figuras sin decidir el camino de su inmediato futuro, Derroteros, con dos figuras rodando dos enormes burbujas, Sísifo, mediante la figura que sube una piedra montaña arriba, Dédalo, con el típico y fascinante laberinto e Interrogación, con un desnudo masculino que tiene un espejo detrás sin verse y se recorta sobre un rectángulo, el cual, figura incluida, se repite hasta perderse en el infinito.

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Estamos ante uno de nuestros mejores artistas zaragozanos, aunque nacido en La Almunia de Doña Godina el año 1965, lo cual determinará, según hemos dicho en otras ocasiones, que el campo abierto perfila el tema y el material de su obra. Exposición titulada En Proceso… e inaugurada, el 14 de enero, en  la galería Demodográfico. Obra muy poderosa, dura pero refinada, hecha en su pueblo natal y con el escultor Fernando Casao como ayudante. Aclaramos, quizá de nuevo, lo del campo, pues resulta diáfana la constante presencia natural de vida, silencio, vacío infinito, soledad y muerte. Rasgos como realidades de las que Germán Díez se empapa desde siempre.

Comenzamos con la muy pensada instalación preñada de símbolos, que solo con describirla nos produce mareos por su complejidad. El caso es, simplificando mucho, que hay una figura humana tumbada con árbol nacido desde el ombligo y que desde el techo hay una forma circular de la que cae una lánguida gota de agua cada cierto tiempo sobre un cuenco situado junto a la cabeza. Vida y muerte. Escultura que se completa con otra muy alargada, extraordinaria según nuestro criterio, de gran fuerza, ese poder aludido, mediante agresivas formas metálicas, alambres y troncos de árbol. A destacar la irregularidad formal de una obra que vive pegada al suelo, de ahí el muy sugestivo juego de luces y sombras, tan capaces de multiplicar el ámbito formal. De nuevo vida y muerte. Dicha pasión hacia la vida natural se manifiesta  en los cuadros de pequeño formato con planos geométricos en colores claros dominantes e incorporación de ramas secas y papeles pegados. Cuadros que, en realidad, obedecen a una idea preciosa, pues la irregular piedra hace de base, de la que emerge una gruesa varilla de metal que sujeta un cuadro. Nos queda un gran cuadro rectangular con increíbles posibilidades trasplantado a material cerámico. Estamos ante el siguiente panorama plástico. El fondo que acoge el tema principal es una sugerente abstracción geométrica irregular, de tenues colores, sobre fondo blanco, que se acompaña por varios óvalos de papel pegado. Tan generalizada y beatífica tranquilidad se rompe por una forma ondulante oscura que cruza el soporte rectangular, en realidad una especie de gran serpiente tipo boa dispuesta a liquidar cualquier vida humana.

Exposición, en definitiva, rotunda, armónica, todo en su sitio, atravesada por una idea como punto de arranque para mostrar cambiantes formas impregnadas de significados.


Entrevista a Víctor Solana

 

Víctor Solana (Zaragoza, 1985) es Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de San Carlos de Valencia (2004-2009). Su obra, reconocida con diversos premios y menciones, ha podido verse en ocho individuales y varias colectivas en ciudades españolas como Zaragoza, Valencia, Logroño y Madrid, así como en Alemania.De un viaje intuitivo hacia uno más consciente (IAACC Pablo Serrano de Zaragoza, 29-5/29-6-2014)le ha valido el “PremioAACA 2014 al artista aragonés o residente en Aragón menor de 35 años que ha destacado por su proyección artística”.

 

P. Premios, menciones de honor y ahora este reconocimiento por parte de la crítica de arte aragonesa, ¿qué significan para un artista joven que emprende su carrera profesional?

R. Cualquier reconocimiento es un gran empuje para la carrera de un artista, ayudan a darte a conocer y hacen crecer tu curriculum. Son en definitiva muy importantes. Concretamente este último reconocimiento por parte de la crítica aragonesa es una alegría enorme, puesto que al pensaren el númerode exposiciones que hay en Aragón a lo largo de un año hacen que te tomes muy en serio este premio. Estoy muy agradecido, fue una gran sorpresa.

P. ¿Cómo gestas tus proyectos? ¿Hay una investigación teórica previa o todo parte de bocetos y apuntes?

R.Mi trabajo parte de una estética, un matrimonio entre la belleza y lo siniestro dentro del arte. A partir de aquí, la línea del proyecto empieza a fluir por caminos dispares sin concretar un tema limitado. Hay ciertos requisitos que se intentan abordar para que las imágenes creadas tengan componentes siniestros dentro de la belleza propia de la pintura o el dibujo, por ejemplo.
Esa sería la parte más teórica, que se cumplan ciertas normas en lo representado para que pueda considerarse arte extraño y así poder inquietar al espectador.

Una imagen en la que trabajo ayuda a generar la siguiente, me suele ocurrir esto, estoy pensando muchas veces en el siguiente cuadro antes de terminar el que realizo en ese momento. Por eso diría que los proyectos se gestan pintando, aunque también hay una influencia detrás en lo que leo o palpo en esos momentos que acaba reflejándose en las imágenes.

P. Desde tus comienzos en 2009, se observa en toda tu producción una atmósfera, unos personajes y unos rasgos de autor que, en definitiva, imprimen una personal firma a tu obra: fondos neutros, asfixiantes, cintas que constriñen, capirotes que estigmatizan, figuras masculinas dolientes, que esperan no se sabe qué o a quiénes, masas que ahogan a una el mismo grito angustiado. ¿Por qué repetir, casi compulsivamente, estas constantes?

R. Todas estas constantes entran dentro de un arte de brutalidad, siniestro o extraño. Son los parámetros en los que yo me muevo. Todas estas expresiones o simbologías de lo horrible se unen a la belleza propia de la obra de arte, de la pintura, de un trabajo hecho con mucha paciencia e incluso ternura. La búsqueda de estas imágenes es tratar de estremecer al espectador, buscar la inquietud. No me gusta que una obra de arte te deje frío, prefiero algo que te haga reflexionar, que se te quede grabado en la cabeza. Para ello es importante también la figura de la repetición, bombardeo con una misma simbología desde el principio. Si hay una evolución o un cambio quiero que sea lógico y lento, por ello me he mantenido desde los comienzos en estos rasgos.

P. Resulta inevitable reconocer en tu trabajo la impronta de algunos de los grandes nombres de la Historia del Arte: los capirotes de Goya, un foco de luz directo que casi hiere una pesada carnalidad característico de Lucian Freud, la fuerza expresiva del trazo pictórico de Saura o Miralles. ¿Qué otras influencias artísticas, filosóficas o literarias inspiran tu obra?

R. El golpe de luz impactando en la figura humana es una de las grandes características siniestras, el pasar de la oscuridad absoluta a la luz intensa golpeándote de lleno en un solo instante se consideraría algo terrible. Siempre hay algo de tenebrismo. Aparte de muchas influencias pictóricas, además de las que mencionas, me fijo también mucho en el cómic y la ilustración porque me apasionan estos campos y quizás absorba algo de ellos. Sobre figuras literarias me encantan las atmosferas de William S. Borrouhgs, Sade, Dostoievski…de las que trato de apropiarme algo.
Respecto a fuentes filosóficas, destacaría a Eugenio Trías y su ensayo Lo bello y lo siniestro. Este libro me abrió muchas puertas y ha encaminado mucho la línea de trabajo desde entonces.

P. ¿De dónde procede ese interés por el pasado soviético de Berlín, que ya aparece en tu producción en 2010?

R. Es una parte que me traje de Berlín. Estuve viviendo cerca de dos años en la parte del este de la ciudad, es decir, la antigua zona soviética. Si te adentras mucho hacia los barrios periféricos de esta parte de la ciudad (donde viví y trabajé), puedes todavía respirar un poco de aquel ambiente de lo que fue una sociedad comunista. El trazado de las calles, la arquitectura, mayor pobreza, automóviles de la época… era una atmósfera que me atraía mucho, por eso decidí instalarme allí antes que en el oeste de la ciudad. Traté de plasmar un  poco de aquello en la obra que abarca aquella época (2010-2012). Las pinturas de aquel momento están bañadas de luz roja.

P. ¿Hay tintes autobiográficos en tu obra? ¿Esperan o anhelan aquellos personajes lo que espera o anhela su autor?

R.Lógicamente todo influye y al final se plasma en la obra como me pasó en la época de Berlín. Pero no está basado el trabajo en experiencias propias, ni en un sentido subjetivo.
Trato de crear una imagen poderosa e inquietante, pero no son los propios miedos u oscuridad del autor. Creo que hay que tratar de ser lo más objetivo posible y tratar temas concretos los hayas vivido o no en persona.

P. Háblanos de De un viaje intuitivo hacia uno más consciente (IAACC Pablo Serrano de Zaragoza, 29-5/29-6-2014). ¿Cierra una etapa productiva o abre una nueva?

R. La etapa actual es una continuación de esta muestra. Esta exposición abarcaba temas que allí empezaron y que a día de hoy sigo trabajando o ampliando. Desde el comienzo de mi carrera (2009) he tratado básicamente los mismos personajes, temas, simbología, etcétera,  hasta la actualidad. Pero lo que en un principio fue de una forma un tanto inconsciente e inocente, a día de hoy se convierte en algo más maduro y pensado, porque trato el mismo discurso pero ya pasados unos años. Por eso elegí ese nombre para esta exposición, es por fin la adjudicación y el saber cómo defender un discurso artístico como pintor. Y por supuesto creo que esto durará muchos años porque me siento muy a gusto dentro de la estética siniestra.

P. El dibujo y el lenguaje del cómic están presentes desde tus inicios como artista. El cómic Sucedió en el subsuelo y la individual El Subsuelo en la Galería Lasala de Zaragoza, ambos en 2014, son buena prueba de tu interés por dicho género y tus cualidades como dibujante. ¿Qué fue primero, el dibujante o el pintor? ¿En qué medida ha influido el cómic en la estética underground que planea sobre tus pinturas?

R. Primero fue el dibujo, desde que tengo recuerdos. He dibujado muchísimo (veranos enteros) y pintaba muy poco, no me gustaba darle color a mis dibujos. No fue hasta la facultad cuando me puse a pintar más seriamente; mi primer lienzo al óleo esta fechado en 2004. No pensaba demasiado en la pintura, prefería la línea, el crear personajes… He leído cómics desde muy pequeño y me encantan y, por supuesto, sigo leyéndolos todavía. Me imagino que mucho de ello queda en mí y después se refleja en la obra.

P. Tu cómic Sucedió en el subsueloha ganado el IV Concurso de Cómic Thermozero. ¿Impulsará este premio tu trayectoria como dibujante? ¿Perfilas ya nuevos proyectos en el ámbito del cómic?

R. El Premio me hizo una especial ilusión porque nunca me había atrevido con el cómic de una manera más profesional y tenía ganas de comenzar. Esta convocatoria me animó para por fin lanzarme. Muy contento por el Premio porque pude ver publicada mi primera historieta y esto ha hecho que me anime a continuar en los ratos libres que me deja la pintura. Ahora trato de hacer una simbiosis entre pintura y cómic y en mi próxima exposición en la Galería Swinton&Grant de Madrid presentaré una historieta que irá al compás de las pinturas colgadas.

P. Carácter de doble (óleo sobre lienzo, 2012) ha sido portada de la revista francesa ARTENSIONen su número 129, que además te ha dedicado un artículo. ¿Cómo surge esta colaboración con Francia? ¿Tienes hoy en día algún proyecto abierto en el extranjero?

R. La portada fue una sorpresa tanto para mí como para la crítica  de arte que escribió el artículo ya que había varias posibilidades y al final se eligió mi pintura. Fue una alegría por el artículo y por la portada y todo gracias a la firmante Lara Tournemire que sigue mi trabajo desde hace tiempo y se empeñó en que tenía que aparecer mi obra en la revista para la que colabora.
No ha surgido ningún proyecto en estos momentos en el extranjero, pero por supuesto que me encantaría. Agradecerle a Lara una vez más su interés.

P. ¿Cuáles han sido para ti, a nivel personal y profesional, los proyectos artísticos más significativos de tu trayectoria? ¿Podrías definir cada uno de ellos en una frase o idea?

R. Mi fuga a Berlin: cumplir un sueño.

Exposición en el IAACC Pablo Serrano: un gran empujón.

P. ¿En qué proyecto artístico te hayas inmerso en la actualidad? ¿Volveremos a ver ese particular universo de personajes y ambientes agónicos que, por otra parte, has conseguido que nos resulte tan familiar?

R. Como he comentado, estoy trabajando en mi próxima exposición en Madrid para el 10 de abril en la Galería Swinto&Grant, y sigo adelante con nuevos cómics, aunque muy poco a poco.
Después ya veremos, la intención es quedarme una temporada en Madrid pero no se si podré hacerlo. Los proyectos son a corto plazo y uno te suele llevar a otro.

Sigo adentrándome todavía más en el subsuelo y están surgiendo nuevas criaturas y nuevas mutaciones. Sí que hay una novedad bastante importante y es que, por primera vez en cinco años, trabajo la figura femenina, no conseguía que surgiera de una forma no forzada y poco a poco la estoy introduciendo en la obra. Por supuesto que no quiero perder el aire siniestro al conjunto y lo oscuro sigue muy presente.


Arte y Ecología

 

Ya está disponible en las librerías Arte y ecología, el resultado de cuatro años de encuentros, debates y actividad investigadora de los miembros del Proyecto de I+D+i Arte y ecología. Estrategias de Protección del Medio Ambiente y Recuperación de Territorios Degradados, seleccionado por el Ministerio de Economía y Competitividad en su convocatoria 2011 – 2014.

Los coordinadores-editores de la publicación son Tonia Raquejo y José María Parreño, dos experimentados profesores de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, que ya nos han acercado con anterioridad sus inquietudes sobre las relaciones que despliega el binomio arte y naturaleza, en sendas publicaciones.

Tonia Raquejo, la investigadora principal del proyecto, es autora del primer libro sobre Land Art publicado en nuestro país. Fue en 1998, y con ese mismo título, con el que la Editorial Nerea (San Sebastián) inauguraba la colección “Arte hoy”, un conjunto de monografías sobre arte y artistas que la editorial donostiarra encargó, y sigue encargando, a distintos especialistas en arte contemporáneo. Con el tiempo, y después de su tercera edición, este primer volumen se ha convertido en el principal referente bibliográfico del género del arte en la naturaleza.

Por su parte, José María Parreño publicó en 2006 Naturalmente artificial. El arte español y la naturaleza, 1968-2006,  catálogo de la exposición homónima desarrollada ese mismo año en el Museo Esteban Vicente (Segovia), que reúne una selección de textos de especialistas e intervenciones en la naturaleza de artistas españoles pertenecientes al periodo indicado.

Además de nuevos textos de sus dos editores, Arte y ecología reúne las aportaciones del resto de los integrantes del equipo investigador del proyecto, en el que han participado ocho universidades del territorial nacional: la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC), la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y la Universidad de Zaragoza (UZ).

El grupo ha contado además con el apoyo de cinco E.P.O. (Ente Promotor Observador): la Fundación Cesar Manrique de Lanzarote, La Reserva Geológica de Haute-Provence, la Fundación Jorge Oteiza de Alzuza en Navarra, EKOS Estudios Ambientales, y Piedra Abierta S.L., así como la participación de dos asesores externos: la geógrafa Belín Castro y el geólogo Luis Ismael Ortega, vinculados a las prácticas artísticas y promotores de proyectos de análisis e intervención en el territorio.

Arte y Ecología recoge las reflexiones de un equipo multidisciplinar formado por historiadores del arte, artistas, arquitectos, filólogos y filósofos, preocupados por el impacto de la actividad humana sobre el medio natural y las consecuencias derivadas del consumo y la explotación de sus recursos. Partiendo de la revisión del término ‘ecología’ y las relaciones que se establecen entre naturaleza, actividad antrópica y sostenibilidad, se analiza el papel del arte y su capacidad para generar propuestas que contribuyan a visibilizar los conflictos medioambientales y generar una conciencia ecológica que propicie nuevas actitudes y comportamientos respetuosos con el medio natural. La necesidad de abordar la situación de alarma ecológica a la que los intereses económicos han empujado al planeta es otro de los componentes del libro, así como un análisis crítico de determinados estereotipos que han distorsionado el papel del artista en los debates entre ideología y creación artística, o activismo y academia. Junto a estas consideraciones, el libro presenta algunos ejemplos de intervención en espacios degradados emprendidos desde la escultura, la arquitectura o la fotografía. La publicación, primera de esta naturaleza en nuestro país, nos invita a reflexionar sobre nuestra manera de estar en el planeta, nos acerca las propuestas de algunos creadores y nos alienta a tomar conciencia de la fragilidad de nuestro medio, desplegando acciones que contribuyan a su conservación.

La publicación se estructura en cinco bloques, en cada uno de los cuales se integran los textos de los 17 autores participantes, fruto de los intensos debates, mesas redondas y exposiciones que el grupo de investigadores desarrolló en varios seminarios celebrados en la Facultad de Bellas Artes y la Casa Encendida (Madrid, 2012), el Centro de Arte Dos de Mayo CA2M (Madrid, 2013) y el Paraninfo de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, (Bilbao, 2014).

Parte I. Convergencias entre arte y ciencia, con María Novo Villaverde, catedrática de la UNED y Luis Balaguer Núñez (UCM).

Parte II. Literatura y ficción en la consciencia ecológica, con Tonia Raquejo (UCM) y Carmen Flys Junquera (UAH).

Parte III. Lo político en arte: Ecología y praxis artística, con Xavier Laka Antxustegi, Isusko Vivas Ziarrusta, Ainhoa Akutain Ziarrusta, Ana Arnaiz, Jabier Elorriaga e Iskandar Rementeria (UPV / EHU).

Parte IV. Arte y ecología: un compromiso necesario, con Fernando Arribas Herguedas (URJC), José Albelda (UPV) y José María Parreño (UCM).

Parte V. Proyectos artísticos y arquitecturas efímeras en territorios degradados, con Diego Arribas (UZ), Carmen Blasco y Ángela Souto (UPM) así como la fotógrafa Carma Casulá.

 

Más información en: www.arteyecologia.es


La configuración del arte moderno: Entre el academicismo y el fin del siglo

 

Frente a la convicción tradicional, de que el arte de los siglos XIX-XX, procedía directamente de la vanguardia. Hoy en día es preciso considerar dicha concepción, ya que existen artistas, obras y tendencias, que deberían calificarse de modernos. La pintura tradicional, puso en relieve la ordenación de los temas. Un mundo en apariencia completo,  donde se entremezclan los temas. La pintura orientalista se mezcló con el paisaje, al mismo tiempo que la religiosa o mitológica, servían de excusa, para representar el cuerpo desnudo.

Los pintores académicos planteaban  que había una belleza universal  que era como una destilación armónica de la realidad  y sus cánones, sus reglas y sus ejemplos  habían quedado establecidos en la Antigüedad clásica. Por eso las diferentes academias se esforzaban en reunir copias de esos modelos de escultura clásica para que la pureza del canon perdurara. La Fundación Mapfre, a lo largo de sus magníficas exposiciones, ha defendido siempre las maneras desenvueltas, menos estereotipadas, y de mirada más libre del arte del pasado. Un buen ejemplo es este Canto del cisne. Pinturas académicas del Salón de París. Colecciones Musée D´Orsay. Los artistas académicos, también llamados pompiers despectivamente, han quedado como algo estático, cerrado…etc….Sin embargo en esta exposición, el arte académico, es un arte en constante evolución, sujeto a las modas y a las corrientes constantes de transformación. Los artistas académicos fueron herederos de una tradición, que viene del Renacimiento, por el cual nos enseñaron a componer la delicadeza del color, aprender a apreciar los tonos, la transparencia de la carne, la creación de la atmósfera, y sobre todo a saber contar historias. La selección de pinturas, de los grandes maestros del Musée dÓrsay, para la presente muestra, tienen en común, no haberse opuesto nunca, a las enseñanzas académicas, a la herencia de los maestros del pasado, ni a los valores morales, del pasado siglo XIX. En líneas generales, estas obras son todo menos un final,  pues dichos artistas, abrieron caminos a nuevas miradas del arte del siglo XX.

Una invitación a disfrutar, al mismo tiempo y sin perjuicios, de las últimas obras de los maestros del  siglo XIX en un último canto del cisne, antes de morir de forma definitiva.

 

 

El canto del cisne. Pinturas académicas del Salón de París. Colecciones Musée DÓrsay

Fundacción Mapfre. Madrid

14/02-03/05/2015


Fernando Martín Godoy: Rescate

 

El Rescate al que alude el título de la exposición de Fernando Martín Godoy en la Galería Carolina Rojo, va más allá de la reivindicación de un medio, la pintura, tantas veces dado por muerto como probada su vigencia. A Martín Godoy le interesa reflexionar sobre los diferentes estadios que atraviesa la obra plástica, en un recorrido que arranca del instante previo al acto creativo, y que, tras incorporarla al espacio vivido, público o privado, llega hasta su pérdida material y conversión en elemento para el recuerdo. Un ejercicio de metapintura al que todos estamos convocados. Como Frederick Wiseman en su documental National Gallery (2014), Fernando Martín Godoy nos sitúa ante el hecho artístico, invitándonos a encontrar nuestro lugar –como artistas, público, coleccionistas…–, quizá como focos de luz en un espacio construido con sombras. Una dimensión ideal para la reflexión y el diálogo.

El negro, en una infinita variedad de matices rota por la abrupta irrupción del blanco, constituye la base de su trabajo. Una reducción extrema de elementos, en lo cromático y también en lo geométrico, que ya fue ensayada por el suprematismo y el minimalismo, pero que en Martín Godoy dialoga con una tradición en el uso de formas puras desde lo figurativo en la que cabe situar a pintores norteamericanos como Charles Sheeler o Ralston Crawford. Así, Martín Godoy ha dado forma durante años de trabajo a un mundo propio, sujeto a una coherencia completamente ajena a fórmulas, dado que viene acompañado de un cuestionamiento permanente de la técnica, de los medios y del propio discurso. No es de extrañar que su nombre suela completar las enumeraciones de los pintores más destacados del panorama español y europeo del momento. La sutilidad y elegancia de su pintura, junto con la reflexión que contiene, lo hacen casi obligado.

En la primera de las series incluidas en la exposición, Alone in the Dark, Fernando Martín Godoy sitúa en un abismal negro a algunos pintores a los que admira. Una nómina inconclusa de la que forman parte figuras históricas como Paula Modersohn-Becker o Picasso, además de contemporáneos como Peter Doig y Adam Fuss, y compañeros de generación como Wilhelm Sasnal y Marcel Dzama. Todos, como él mismo, enfrentados a la soledad del acto creador, a la incertidumbre del lienzo en blanco.

En Colecciones actualiza el tema barroco de la quadrería en una sucesión de interiores domésticos realizados a partir de imágenes tomadas de internet. Espacios anónimos, ajenos a la identidad de sus propietarios e incluso a la representación de las obras que componen las abigarradas paredes: una sucesión de marcos yuxtapuestos, recuerdo geométrico, fantasmagórico, de las imágenes sustraídas. El acto de resignificar la obra artística al incorporarla a una colección que es también biografía.

La serie Vigilantes, recurre al formato de la miniatura en un grupo de tintas sobre papel encerradas en pequeños marcos rescatados en anticuarios. Focos de luz entre tanta penumbra, para llamar la atención sobre los custodios de las salas de museo, absortos en una vigilia ajena al devenir del tiempo. Figuras tan mimetizadas con su entorno como las retratadas por el fotógrafo Andy Freeberg en su serie Guardians. Ahora bien, Martín Godoy nos hace a todos vigilantes de esta y del resto de las series reunidas, así como de nuestro propio espacio.

Por último, en Retratos perdidos recupera para el público algunas obras destruidas o desaparecidas, solo conocidas a través de copias o reproducciones en blanco y negro. Cuatro retratos pintados por Annibale Carracci, Caravaggio, Velázquez y Goya, a los que devuelve la presencia física, después de actualizarlos. Un ejercicio que llama la atención sobre la historia de las obras de arte y la pervivencia de su memoria.

Durante la exposición en Zaragoza, la galería Carolina Rojo acudió a la feria de arte emergente JustMad6 con un solo project dedicado a Fernando Martín Godoy. El stand destacaba notablemente entre el conjunto reunido. Martín Godoy recibió el premio que MAG Mustang Art Gallery concede al mejor artista de la feria y la beca de la Outsiders Arts Foundation para realizar una residencia artística en Marfa (Texas). En continuidad con las obras expuestas en Zaragoza, la galería presentó en Madrid las primeras obras de una nueva serie de retratos protagonizada por modelos de grandes artistas: Madame Cézanne (Hortense Fiquet) y Françoise Gilot, modelos de Cézanne y Picasso. En lugar de recurrir a imágenes conservadas de ambas, Fernando Martín Godoy se vale de fotografías de otras mujeres con las que aquellas guardan cierto parecido. Una revisión del concepto de musa, convertida en un ser anónimo, y eclipsada por el genio.

Quedamos vigilantes, ante lo que venga a continuación.


Trazos sensibles. Colección Ars Citerior

 

Con la exposición Trazos sensibles se cierra el ciclo de actividades que el Museo Salvador Victoria ha desplegado a lo largo del año 2014 para homenajear a Salvador Victoria en el XX aniversario de su fallecimiento. Un año que el museo de Rubielos de Mora ha cerrado con un broche de oro: la concesión del Premio al mejor espacio expositivo de arte contemporáneo en Aragón, 2014 que la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, AACA, le ha concedido “por el alto nivel de su programación”.

La primera propuesta expositiva de este 2015 parte de uno de los seguidores y colaborador más activo del museo, Javier Martín, con quien ya han colaborado en anteriores ocasiones. Su profesionalidad y generosidad se han traducido en algunas de las exposiciones más notables de la trayectoria del Museo Salvador Victoria: Sempere a contracorriente (2009), dedicada a la sutileza de las obras de Eusebio Sempere (Onil, Alicante, 1923 – 1985); 30 pintores de una generación irrepetible (2012), una exposición colectiva de los principales protagonistas de la abstracción de la segunda mitad del siglo pasado en nuestro país o Abel Martín. Serígrafo (2013) una selección de serigrafías de los creadores más relevantes de la plástica contemporánea estampadas por Abel Martín (Mosqueruela, Teruel, 1931 – Madrid, 1993), pionero de la difusión de esta técnica en nuestro país.

Trazos sensibles reúne 28 obras de otros tantos artistas procedentes de la colección de Javier Martín,  Ars Citerior. Una muestra internacional e intergeneracional compuesta por artistas que transitan por la abstracción lírica, la corriente en la que se enmarca la producción más notable de Salvador Victoria, en especial la de su última etapa. Una adscripción que sirve de nexo de unión a los artistas que rinden este último homenaje al pintor turolense.

La exposición nos ayuda a comprobar la pervivencia de esta importante corriente y su vigencia entre los creadores más jóvenes. Con diferentes lenguajes, técnicas y registros, artistas como Albano , Mar Arza, Marlon de Azambuja, Manuel Blázquez, José Luis Cremades, Guillermo Mora, Alberto Reguera, Daniel Verbis o Robert Ferrer i Martorell, han tomado el relevo de autores consagrados como José Manuel Broto, Miguel Ángel Campano, Mitsuo Miura, Jaime Burguillos, Luis Canelo, Ramón Cascado, Juan Manuel Fernández Pera, Pedro Muiño o José María Yturralde que, en las décadas de los 80 y 90, reinterpretaron y actualizaron las propuestas estéticas de históricos como, Antoni Clavé, Francisco Farreras, José Guerrero, Joan Hernández Pijuan, Miguel Alberquilla, Anna Peters, Miguel Rodríguez-Acosta, Joaquín Vaquero Turcios o Esteban Vicente. Todos ellos comparten su apuesta por esta parcela de la abstracción que tiene en Salvador Victoria uno de sus referentes internacionales. Una atractiva invitación a conocer un nuevo capítulo del arte contemporáneo, viajando entre dos siglos junto a los artistas que han protagonizado una de las páginas más apasionadas y apasionantes de la historia de la corriente abstracta.


Mariano Castillo. Extracto Gráfico

 

 

Mariano Castillo ha expuesto en la Casa de los Morlanes, entre el 3 de febrero y el 22 de marzo, Extracto Gráfico, un resumen de sus veinticinco años de grabador.  En sus talleres ha grabado sus planchas y estampado su obra y, en ocasiones, la de otros artistas.  Prolífico, ha tratado infinidad de temas, con ironía, juegos de palabras y sentido del humor.  Ha ilustrado textos, poemas y cuentos de muchos autores.  Preparar esta exposición ha sido una labor difícil, hay series que no han podido estar representadas, había que elegir entre más de mil planchas.

Jazz y expresionismo abstracto siempre han ido de la mano, es la música con la que se identificaba esta tendencia artística, lejos de algo tan minucioso como es el grabado.  Sin embargo a Mariano Castillo le fascina el jazz, en su página web define el jazz como el ácido que muerde el zinc, y en la inauguración de este Extracto gráfico nos obsequia con un trío de jazz, y es que Castillo siempre trabaja con jazz, es importantísimo, sea Webster, el más free de Miles Davis o de los músicos más jóvenes. 

Las series de ciudades, a modo de souveirs o pequeñas vedute, nos las podemos encontrar por muchos lugares de la geografía de España y Portugal ¿Podríamos decir que son series alimenticias? El artista considera que sí.  Está agradecido, son sitios de gran interés para él y están hechas con dignidad.  En una ocasión le dijeron "no sé porqué vienes tan lejos si luego vuelven tus grabados", se referían a turistas españoles que compraban en Portugal y luego los llevaban de vuelta a  España.  Sus grabados son muy valorados en Portugal donde gusta mucho la obra gráfica, en general la obra sobre papel, ya sea grabado, acuarela o dibujo, pero no la serigrafía, a pesar de que en Lisboa existe una escuela importante de serigrafía.

Su labor es también de recuperación de grabados antiguos, encontramos un grabado al aguatinta sobre un grabado al aguafuerte de Pontevedra en el siglo XV y recreación de vistas que ya no existen. 

En un primer momento podemos decir que sus grabados son más ortodoxos, tanto en lo que se refiere a los temas como en lo relativo al color, este va adquiriendo importancia y en algunos momentos es el auténtico protagonista, como en el caso de Inferno, o Lo que canté, sobre el libro de Rafael Alberti Lo que canté y dije de Picasso, los personajes son de la Suite Vollard.  Los cuatro elementos son todo color, sin el color no se entienden, quizás pareceque sean más simples y en cambio tienen más trabajo, por ejemplo para conseguir el fuego ha precisado de dos planchas, una de acetato y otra  de metal, con dos colores, geranio y carmín. El viento, representado por el movimiento de los cipreses, es ácido puro levantandocomo una especie de cierzo, y los tres cipreses representan a sus hijos, el artista medita sobre su existencia y tiene la seguridad de que sin su impulso no habría hecho tantas cosas, no habría trabajado tanto, sus hijos siempre han sido su empuje.

Otros grabados han sido iluminados con acuarela, el aceite con el agua de la acuarela consigue un efecto muy especial.  El color o la falta de color potencia la expresividad, así en Los desheredados, y exclusivamente en esta serie emplea solamente el negro, a pesar de que en calcografía no se suele utilizar, en estos el autor consideró que tenía que ser negro y a sangre para potenciar dramatismo sin ninguna concesión.

Elemento recurrente en Castillo es la repetición de figuras, volviendo a Los desheredados vemos una fila infinita de mujeres enlutadas que incrementa el efecto trágico, madres y esposas desesperadas.  Repetición que, en otro sentido, vemos en grabados goyescos como en Torre de sillas o en La fuga de los gitanillos.  Para el grabador es una especie de crítica contra la rutina, lo que hacemos cada día, cada semana, cada mes…  Lo mismo ocurre con las fugas, es la lucha contra la repetición cotidiana de los actos, se trata de romper, en ellas el que se marcha del grabado es el que está coloreado, iluminado, es el disidente, en otros es la silueta, el hueco que deja el que se va.

Un espacio está dedicado a grabados eróticos o semieróticos, encontramos la base de la columna trajana en la que ha cambiado algunos elementos, nueces, grabados picassianos, Adán y Eva, escenas del Paris de principios del siglo XX, la dolce vita.  Algunos con relieves conseguidos por la impresión de dos planchas, una de ellas recortada.

De Zaragoza podemos ver muchos grabados a lo largo de todos estos años, la ciudad va cambiando y el modo de verla de sus habitantes y también del actor, que por otro lado intenta recuperar edificios y torres que ya no existen, a través de otros grabados.   Los jorabados de La Seo con personajes de El Bosco.  En Capricho Zaragozano consigue hacer que el Queen Mary navegue por el Ebro o que lo hagan barquitos gigantes de papel. La vista de Zaragoza de 1668, sobre una acuarela de Pierre María Baldi, grabador que viajaba con la familia Médici, dibujando acuarelas para ellos que luego grababa.

El tema goyesco se repite a lo largo de todo este tiempo, se inicia en el grabado con el Maestro en Los caprichos a mi capricho o De par en par, era un estudio y aprendizaje, y lo que atrajo la atención de los japoneses, le llevo a exponer en itinerancia por todo el norte de Japón, Tokio, Gifú, Sendai…, y a que gran parte de sus grabados hayan ido a parar allí.  Vuelve a la iconografía goyesca en diversos momentos porque es la que prefiere para expresarse, como en Zancos disparatados.  Los zancos son una metáfora, la forma de alejarse de los problemas y conflictos, oscuro en la parte de abajo y va tomando color en la parte superior.  

La serie de El maragato hecha para conmemorar el 250 aniversario del nacimiento de Goya, una edición de 82 ejemplares por los años que vivió el maestro, todo tiene significado, nada es azar en lo que hace Castillo.  Enuna carpeta con seis grabados sobre seis tablas realizadas por Goya en 1806, cuenta la captura del bandido Maragato, a modo de cantar de ciego, con texto de Adolfo Ayuso.

Los gigantillosde Goya pasan a ser La fuga de los gitanillos una torre de niños en la que uno se escapay sale fuera, representado en la silueta sin color.  Los desplumados, los hombres que iban a los prostíbulos en el siglo XVIII y se gastaban todo, salían desplumados.  Las sillas en la cabeza ¿Cuándo sentarás la cabeza? Sobre las mujeres queestaban en las casas de citas.  En El perro juega con El perro enterrado en la arena y el perro del retrato de Carlos III cazador encerrado en una especie de laberinto.

En vitrina podemos ver colecciones como Veinte grabados de amor y una pintura desesperada,  edición de 25 ejemplares.  Caja con 20 grabados y una pintura, o parte de una pintura.  Realizada sobre 25 bastidores, cada colección tiene un pedazo, nadie la tiene completa, de ahí que sea desesperada.   Hacia mi celda sobre Veruela y Bécquer.  De la necesidad y el exilio con poemas de Gerardo Alquezar realizados con letra tipográfica del siglo XVIII.  Diez grabados caprichosos, edición a cargo de Ramón Acín, con textos de José Antonio Labordeta, Luis García Montero, Ángel Guinda, Rosa Regàs, Félix Teira, Benjamín Prado, Julio Llamazares, Manuel Vilas, José María Merino y Clara Usón, sobre los problemas que nos inquietan: violencia de género, recortes sanitarios, educación, banca, paro, nacionalismos…  el de José Antonio Labordeta sobre los nacionalismos mal entendidos, banderas rotas. 

Otra colección es la que hizo para la editorial de Valladolid El gato gris, cada número dedicado a un poeta y con obra gráfica de un artista, dentro de una caja con los aforismos estampados en acero y gofrados, el de Castillo con poesía de Ángel Guinda.  Es algo bello y delicado, los dedos tienen que recorrer el relieve de las letras varias veces para poder leerlos, es el uso, su lectura repetida, lo que lleva a descifrarlos y disfrutarlos.

En Los desheredados, ya tratados al hablar del color o de la repetición de elementos, los protagonistas iban a ser africanos o asiáticos, pero su realización coincidió con las acciones del ejercito zapatista de liberación nacional emprendidas por el subcomandante Marcos, los periódicos se llenaron de imágenes muy dramáticas que golpearon la retina del autor, por lo que finalmente fueron indígenas mejicanos, madres buscando a sus hijos, El peón acasillado, otra vez con juego de palabras, peón de hacienda casi esclavizado, alienado, y en ajedrez, el peón que se queda sin salida, sin ninguna posibilidad, bloqueado.  Ambigüedad en los machetes y las botas, o ese fusil de madera con la bayoneta, el muerto parece un niño con una escopeta de juguete.  La única concesión al color es la máxima de Marcos ¡Para todos todo, nada para nosotros!, realizado en tres bandas la central con la frase en el muro y a ambos lados en una los militares y en otra una indígena.

En el calendario de Mariano Castillo, cada grabado sugiere un mes.  Colección de 12 grabados empleando para su realización diversos tejidos, hojas naturales, flores, lavanda, hierbas…  La técnica consiste en impregnar la plancha con un barniz de secado retardado, unos dos días y aplicando a continuación el componente que quiere grabar.  Empleando una o varias planchas, según quiera delimitar el color con las líneas grabadas o no.

Demuestra gran imaginación en toda su obra, pero quizás en Bestiario apócrifo se desborda, vemosseres fabulosos, monstruos, pobres animales que tienen las historias que ha querido inventar su autor, y a los que les atribuye vivencias y sentimientos humanos, animales que él crea muy fértilmente, sin querer le vienen Cabaya, Cierva llena, Potrancas, Coalas, Cucodrilo, Lemurcielago, Flamencoso, Morsalmón… así hasta veintiséis.  Partiendo de aquí surge la idea de El jardín de mis delicias, que está preparando para inaugurar el 25 de septiembre en el CDAN de Huesca.  Va a utilizar la idea, así como la composición y el tamaño del cuadro de El Bosco, dos metros por uno y tendrá puertas, representará sus animales, decidió que necesitaba personas, y surgieron los humanimales, estéticos personajes en posturas clásicas, neoclásicas y academias.  La obra irá acompañada de una publicación en la que a cada ser corresponderá un texto.

A la hora de valorar estos veinticinco años, Castillo habla de evolución técnica, aprendiendo poco a poco, piensa que los cambios en su obra se producen por emociones, sensaciones.  Como El Maestro, dentro de otros veinticinco o treinta años nos dirá Aún aprendo.  Al principio el horror vacui hacía que sus grabados estuviesen plenamente cubiertos, después va consiguiendo seguridad y soltura y ya no le importa que el gofrado o el color puedan dominar una obra suya.  La práctica le facilita la consecución de los efectos que pretende, el dibujo es el cincuenta por ciento del trabajo, luego el color, el conocimiento de la técnica, la limpieza y el equilibrio con el papel empleado el resto, para él es un juego de alquimista.  Compara el grabado a la obra de escritores Beat comoBukowski, Kerouac…  su escritura en apariencia es simple, quizás los que parecen más sencillos son los que más trabajo llevan.  Considera muy importante seguir viendo y aprendiendo, no sólo de los maestros, también de los artistas jóvenes, y sobre todo no perder nunca la capacidad de sorprenderse.

El perro Jirafahumano


Ignacio Fortún. Los nadadores

 

Ignacio Fortún ha expuesto Los nadadores en la galería A del Arte de Zaragoza,  entre el 11 de febrero y el pasado 13 de marzo.  El tema es el agua como refugio, sanación, vía de retorno al origen, a la naturaleza.  La idea surge a partir de la práctica de la natación por el artista, los escenarios van a ser piscinas.  Y junto a ellas, la añoranza de un paisaje descubierto en Asturias, donde las vacas están presentes, son un icono, y a la vez la cercanía de las vacas en el paisaje, la montaña y el mar, y esa forma de estar ajenas a lo que ocurre a su alrededor.  Para el autor es descubrir un paraíso, se trata de una ensoñación, un viaje por el agua hacia otro paraíso, hacia otro lugar.

Esa visión de paz la traslada al hecho de sumergirse en el agua, en esa cápsula en la que parece que el tiempo se detiene, en la que, aunque sea por unos instantes, nos rodea la casi oscuridad y el total silencio, a la manera de un apacible cobijo, en este sentido queremos encontrar paralelismos con la instalación Crisálida presentada por Fortún hace unos años en el espacio Tránsito del Centro de Historias de Zaragoza.

Uniendo estos dos mundos tan diferentes, dominados por el agua, convierte a las vacas en el vehículo para iniciar ese viaje hacia otro paraíso, vacas que conducen en sus lomos a los nadadores, que les indican el camino, que los guían hacia otros horizontes, las vemos en lo que parece un paseo marítimo de un típico e impersonal lugar de vacaciones, vacas que los introducen en el mar, vacas que les despiden…

Descubrimos paisajes urbanos, bucólicos, agrestes, enigmáticos… se trata de un relato abierto que, dependiendo del espectador, puede tener diversas lecturas.  Encontramos piscinas al aire libre, piscinas en las azoteas y piscinas cubiertas con grandes ventanales desde los que podemos ver vacas, ellas vienen a buscarnos y miran el interior.

Vemos un vestuario compartido por diversas personas sin relación entre ellas, están próximas pero extrañas, aquí encontramos correspondencia con la obra de su exposición Tránsito, en la que recreaba sórdidos ambientes de viajeros somnolientos, de salas de espera donde se juntan extraños arrastrando sus historias, exposición anterior a Rural necesario, caracterizada por la ausencia total de la figura humana.  En Los nadadores el autor siente la necesidad de retomar al hombre, y comienza con Vestuario, un cuadro considerable con varias figuras.  Como en la novela de Joaquín Pérez Azaústre Los nadadores, la piscina a veces se nos representa como un espacio social, en el que las personas se relacionan entre sí tangencialmente, cada una nada por su calle, el hombre está solo.

Piscinas realizadas en ocasiones con extrañas perspectivas aéreas, consiguiendo estéticas composiciones lineales. Otras, en la azotea de un edificio, recordando sus planteamientos urbanos de momentos anteriores, pero en otro sentido, parece buscar una salida, una puerta a la ciudad, dejando un espacio al vacío, un abismo al mar o a la nada.

Fortún ha sustituido los corderos de su obra anterior por las vacas, con distinta simbología,  el cordero era el paradigma de la vida rural, los últimos vestigios, casi los últimos habitantes, podemos decir que es una imagen de lo cotidiano, si bien en Rural necesario había una vaca, sólo una, en una obra titulada El último habitante, el animal estaba en unas ruinas de lo que parecía ser un pueblo abandonado.  Las vacas, también ligadas al medio rural, aquí tienen otra función, son una ensoñación, vienen a buscar al hombre, a marcarle el camino, lo acompañan y despiden, casi se les dota del carácter sagrado que les atribuye el hinduismo.  Tendremos que buscar en esta exposición el elemento que será el germen de la próxima, el hilo conductor que une las obras de un artista.

Realmente no se trata de un viaje iniciático, a la manera de El ríode Renoir, aunque hay alguna obra que nos puede evocar aquella película, como Tocando el agua, en la que un niño desnudo, acuclillado en la orilla toca el agua, próximo a un grupo de vacas en diversas actitudes, transmitiéndonos sosiego e inocencia,  la vuelta a la naturaleza.

Los nadadores van en busca de otra ciudad donde desarrollar otra civilización,  utópica, que parecen haber encontrado en  La ciudad de los nadadores, construcción destartalada a modo de atalaya que nos recuerda ligeramente a los grabados de Piranesi, o a las construcciones de los robinsones, alejadas en altura del suelo para protegerse.

A veces sorprendemos a los nadadores contemplando el paisaje, La bañista, con la vista perdida en el horizonte, quizás tratando de encontrar el camino, omirandoa través de la cristalera de la piscina,  soñando con un paraíso.

El artista ha trabajado libremente, no sujeto a un guión cerrado, sin que la historia le condicionara, dejándose llevar por golpes de imágenes, sin seguir un orden de inicio o final de viaje, de piscinas, bosques, ríos, desiertos, montañaso mares. Aunque podemos decir que la piscina es el prólogo donde se inicia toda la historia, ya partir de ahí al artista se le planteaba cierta incertidumbre que le servía de aliciente, una inseguridad positiva, que le aportaba cierta tensión, realmente era una aventura, iba creando escenas sin saber cuál iba a ser el resultado final, el relato le llevaba, tomaba vida propia.  Igual que cada cuadro adquiere personalidad, se vuelve adulto, fuera del estudio.   Porque el taller es un espacio que tiene un magnetismo extraño, tiene una gran carga, podríamos decir que está viciado, los cuadros están al límite, precisan salir de él para expresarse libremente, dejar de ser un poco de su autor para ser más independientes.

Los paisajes nos pueden recordar los de épocas anteriores, Desiertos, Ceniza húmeda, Perfil del agua, y evocan paisajes muy cercanos que podemos ver en Zaragoza, Huesca, la Hoya, o en Almería. Si nos olvidamos del mar, es la estepa desértica de la península, algunas obras nos pueden recordar a los prados de Asturias, pero es sólo un detonante, porque a partir de ahí traza un paisaje imaginario, puede ser un paisaje de montaña, acantilados, una conjugación de recuerdos,  pero no es la imagen de un paraíso, así Senda de los nadadores muestra un campo lleno de cardos, donde a fuerza de pasar una y otra vez han ido abriendo un camino en el que, a lo lejos, cerca del mar, les espera una vaca.  No se trata de  ningún paisaje en concreto, sino de la evocación de muchos, por lo que a cada espectador le sugiere distintos lugares según sus vivencias.

Hay un cuadro que produce extrañeza, provoca una sonrisa, podría parecer un desfile de circo, vacas que llevan a cuestas a  los nadadores, los conducen por un paseo marítimo con palmeras, avanzando hacia el mar, dejando patente el abandono de lo que supone la civilización, altos edificios, terrazas, chiringuitos, caminan hacia otro horizonte, otra civilización, al origen.

Una enigmática mujer flotando en el agua parece diluirse en ella, convertirse ella misma poco a poco en agua, en un estado de calma y relajación,  finalmente perderá su fisicidad para convertirse en un único elemento, formar parte del colectivo universal, otra forma de retorno al inicio.

El soporte que viene utilizando Fortún desde hace ya algunos años es el metal, zinc o aluminio, empleados en función del tamaño del cuadro, emplea aluminio para cuadros de mayor dimensión, simplemente en función del tamaño de las planchas suministradas, y el zinc lo destina a formatos más pequeños.  Se encuentra igualmente cómodo con los dos soportes, a los que aplica sosa caústica diluida en mayor o menor cantidad de agua según el efecto mordiente que desea conseguir.

El colorido aplicado es pigmento, en la exposición dominan distintos matices de azul, un azul casi transparente que se diluye con el metal para conseguir ese efecto de agua, otras veces el aguaesrepresentada por el propio color del metal.  También encontramos bastante representado el color verde en vegetación y agua,  como En el bosque, el nadador es aquí apenas un punto de luz que da movimiento.  En otras obras existe un juego de dos colores que actúan casi como complementarios, un azul más intenso y un ámbar o rosáceo, con pintura consigue los efectos de luz que en la exposición El cuadro mudable realizaba con la aplicación de las luces sobre el metal.

El reflejo de la luz sobre el metal y el movimiento del espectador delante del cuadro hacen que este mude, de una forma sutil, romántica, casi mágica,  aunque  de diferente manera a la conseguida con la aplicación de focos de color.

También pudimos apreciar el efecto más intenso de los focos de color sobre Los Nadadores,  en la misma galería, en la intervención Hacia la Noche, que nos ofreció el artista el día 27 de febrero, acompañado de la violonchelista Dolos Miravete, que interpretó pequeñas piezas de varios compositores, entre ellos Sibelius.  Estos focos de color crean una atmósfera nocturna o seminocturna, de anochecer o incluso amanecer, en función de la luz aplicada.  Intervención parecida a la realizada en Remolinos, en el espacio Enlatamus, allí había tres obras acompañadas de una canción de Vivaldi, el espectador quedaba encerrado durante el tiempo que duraba la pieza, la intención era obligarse a mirar las obras, romper con la dinámica de pasar de largo por delante de ellas, contemplarlas con detenimiento, intercomunicarse.

En Hacia la noche se crea un ambiente más íntimo, con la confluencia de luces azules y violáceas, que proyecta solo sobre algunas obras, pero la calidad metálica de los soportes consigue que estas luces se vayan reflejando también en las obras no iluminadas.  El espectador en su movimiento interactúa con las luces, consiguiendo que la obra se vaya transformando. El ambiente sosegado y mágico creado con luces y música hace que el artista cumpla su intención, la contemplación detenida y gozosa de la obra por el espectador. 

Nadadora.  mixt. zinc. 40 x 40 En el bosque. mixt .zinc. 40 x 40


Entrevista a Diego Arribas

 

La Fundación-Museo Salvador Victoria es un ejemplo de cómo se deben gestionar  los centros monográficos. El edificio ubicado en la localidad natal del artista, Rubielos de Mora (Teruel), alberga una importante colección del propio Salvador Victoria, pero también exhibe las obras de amigos del artista con los que mantuvo relación a lo largo de su vida. La Fundación no solo se nutre de los fondos permanentes sino que cuenta con una sala de exposiciones que desde sus inicios ha mantenido un alto nivel. Baste nombrar la última dedicada a Jorge Oteiza. Una labor que la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte (AACA) ha distinguido con el Premio al Mejor espacio expositivo 2014.

La Fundación Museo Salvador Victoria tiene un alma que es Marie Claire Decay, viuda del pintor, quien no ceja en difundir su obra. Su rostro sereno y su exquisita dulzura, es el puente que facilita la comunicación con los artistas para  configuran el calendario expositivo. Un museo que no podría seguir adelante sin el empeño y el apoyo del alcalde de Rubielos de Mora, Ángel Gracia. Y por último una labor gerente que desempeña con rigor y gran esfuerzo personal, Diego Arribas, director del museo, con quien hablamos.

 

 AACA les ha otorgado el Premio al Mejor espacio expositivo. ¿Cómo se logra mantener un nivel tan alto por el que han pasado los nombres más importantes de la vanguardia contemporánea española como Canogar, Chillida, o Millares? sin olvidar la última exposición dedicada a Jorge Oteiza.

Es la suma de varios factores. Por un lado, la amistad que la mayoría de estos artistas mantuvieron con Salvador Victoria y que pervive a través de su viuda Marie-Claire Decay. Eso facilita que los artistas, o sus herederos, se brinden encantados a participar en nuestras exposiciones. En otros casos, como el de Jorge Oteiza, ha sido fruto de largas negociaciones  y gracias a la sintonía con el director del Museo Oteiza, Gregorio Díaz de Ereño, con el que hemos participado en varias actividades conjuntas previas.

Por otro lado, y tanto o más importante que esta disponibilidad de los artistas, lo que nos permite mantener este nivel expositivo del museo son los bajos costes de personal: toda la actividad del museo la desarrolla un reducido grupo de personas que a menudo trabaja sin cobrar o cobrando muy poco, cuando llega alguna subvención.  

Nuestros recursos económicos están muy alejados de las grandes partidas de dinero que reciben otras fundaciones. No recibimos ni un euro de los fondos FITE, por ejemplo, como sí lo hacen otras fundaciones de la provincia dedicadas a la conservación del patrimonio de la Iglesia. Nuestro presupuesto anual, puedo decirlo así, es ridículo.

El museo funciona gracias a unas pocas personas que dedican su tiempo y su esfuerzo a trabajar en este proyecto después de su jornada laboral. Prácticamente es un voluntariado, que permite que el museo siga vivo en estos tiempos de crisis y de vacas flacas, pero no deja de ser una anomalía laboral y un riesgo para su continuidad. El patronato de la Fundación debería ser realista y pensar que esta buena voluntad no va a durar siempre: las personas se cansan y tienen derecho a invertir su tiempo y su energía en otros proyectos cuando no ven interés en las instituciones por solucionar una situación que dura ya muchos años.

¿Que tiene el Museo Salvador Victoria, para que los más importantes artistas cedan sus obras temporalmente?

R. Poco a poco, a lo largo de estos once años de funcionamiento, hemos mantenido una línea de trabajo seria y coherente, centrándonos en la corriente abstracta y procurando cumplir todas las condiciones y requisitos necesarios para merecer la confianza de los artistas, coleccionistas o museos que nos ceden sus obras temporalmente. Algunos de ellos muy exigentes, por cierto. En este sentido ha sido clave la colaboración de la Diputación Provincial de Teruel, a través del Museo de Teruel, que nos ha ayudado desde el principio con el servicio del transporte y el seguro de las obras. Los artistas que exponen aquí comprueban que las cosas se hacen con garantías de todo tipo y además se encuentran muy a gusto: el museo es un lugar acogedor y procuramos que se sientan como en casa durante la inauguración y en las visitas posteriores. El prestigio adquirido se ha traducido en un incremento del número de solicitudes que recibimos para exponer, sin que podamos atender a todas ellas, ya que sólo programamos tres al año.

¿Qué suponen las exposiciones temporales para el museo?

R. Por un lado, cumplir con uno de los objetivos del museo: la difusión del arte contemporáneo más allá de los fondos de la colección permanente. Con las exposiciones temporales el museo se mantiene vivo, se abre a otros artistas y movimientos y renueva el interés de sus seguidores y de los medios especializados, que vuelven a visitarnos en cada nueva muestra. Por otro lado, contribuyen a contextualizar la obra de Salvador Victoria con la de otros artistas y otras corrientes de la época actual. Con cada nueva exposición el museo se da a conocer entre más personas, en especial en las colectivas, a las que acuden un nutrido grupo de especialistas e interesados por el arte contemporáneo: artistas, coleccionistas, críticos de arte, etc., atraídos por su interés hacia alguna o varias de las obras expuestas.

Por cierto, ¿qué exposiciones hay programadas para 2015?

Cada año programamos tres exposiciones temporales. Acabamos de inaugurar la primera de ellas: “Trazos sensibles”, una exposición colectiva de 28 obras pertenecientes a la colección  Ars Citerior, con el denominador común de la abstracción lírica. La muestra reúne a un elenco de jóvenes artistas como Daniel Verbis, Manuel Blázquez, Robert Ferrer i Martorell, o Albano, junto a otros ya consagrados como José Manuel Broto, Miguel Ángel Campano, José Mª Yturralde, Francisco Farreras o Mitsuo Miura, y un grupo de históricos que, aunque ya no están entre nosotros, podemos seguir disfrutando de sus obras, como José Guerrero, Hernández Pijuan, Ràfols Casamada, Antoni Clavé o Vicente Esteban. Podrá visitarse hasta mediados de junio.

La segunda exposición se desarrollará entre junio y septiembre y estará dedicada a Amelia Moreno, una pintora de sutiles trazas expresionistas que vivió y trabajó entre Madrid, Nueva York y Quintanar de la Orden, su localidad natal, en la que falleció en 2011. Allí fundó un centro de arte en una de las naves de la antigua fábrica de licores de su padre: “El Dorado”. Un interesante proyecto cultural en el medio rural que sigue vivo gracias a su marido David Cohn, y en el que participamos el pasado año con una exposición de alumnos de Salvador Victoria que rindieron homenaje a su profesor en el XX aniversario de su fallecimiento.

La última muestra de 2015 se inaugurará en octubre y reunirá una selección de las enigmáticas composiciones de la pintora Águeda de la Pisa, que formó parte junto a Salvador Victoria de Ruedo Ibérico, un grupo de artistas fundado en los años 80 por el pintor Luis Caruncho y el escritor José Manuel Caballero Bonald.

¿Cómo se mantiene un museo localizado en un municipio, fuera de los circuitos urbanos, como es el caso de Rubielos de Mora (Teruel)?

Ese alejamiento condiciona notablemente nuestra actividad. No es fácil atraer a un público numeroso hasta un pueblecito de 700 habitantes situado en un rincón del sur de Aragón. Sin embargo, en cada inauguración el museo se llena. Con el tiempo se ha constituido un grupo de incondicionales que esperan impacientes cada nueva exposición, al que se van incorporando nuevos seguidores después de descubrir el museo en alguna de sus actividades. Ni que decir tiene que la existencia del museo no sería posible sin el soporte que brinda el ayuntamiento de Rubielos de Mora, con su alcalde Ángel Gracia a la cabeza, en el mantenimiento del edificio: luz, calefacción, limpieza, etc.

El Museo Salvador Victoria, recibe visitas de particulares interesados en la obra de Salvador Victoria, pero también de grupos y colectivos, ¿cómo se lleva a cabo esa labor de difusión?

Desde hace varios años estamos presentes en las redes a través de nuestra página web www.salvadorvictoria.comy nuestro muro de Facebook: www.facebook.com/museo.salvador.victoria, una manera muy eficaz de dar a conocer nuestras actividades puntualmente y mantener informados a todos aquellos interesados en nuestro proyecto museístico. Tenemos también un amplio listado de direcciones de correo electrónico que reciben puntualmente información sobre nuestras actividades, que se va incrementando continuamente.

Cada vez son más los colectivos que solicitan visitar nuestras instalaciones después de conocernos a través de la Red. Además de los colegios e institutos de la comarca, y algunos del resto de la provincia, hemos recibido grupos del colectivo de Enfermería, de la subdelegación del Gobierno en Teruel, de profesores de la Universidad Politécnica de Valencia, del Grado en Bellas Artes de la Universidad de Zaragoza, de la Asociación de Amigos del Centro de Arte Reina Sofía de Madrid… y otros muchos. La Oficina de Turismo de la localidad también coordina visitas al museo con familias, grupos de turistas o de la Tercera Edad.

¿Cómo se percibe la actividad expositiva del museo fuera de Aragón?

Gracias a las ediciones electrónicas de los diarios y de la prensa especializada, nuestra actividad se difunde a nivel nacional por Internet. También hemos aparecido en varias ocasiones en programas e informativos de ámbito nacional, tanto en radio, como “El ojo crítico” de RNE, como en televisión, en los informativos de TVE. La propia revista digital de AACA y de AECA son también excelentes altavoces de la actividad que genera nuestro museo, cuyos efectos se van notando poco a poco.

El origen de nuestros visitantes es mayoritariamente de fuera de Teruel. Tenemos grupos fijos de interesados que acuden a propósito a Rubielos en cada nueva exposición, principalmente de Elche, Valencia, Castellón y otros puntos del arco mediterráneo. También de Zaragoza, Madrid y sus alrededores: Guadalajara, Toledo, Ávila…

Pese a la lejanía y a la dificultad de las comunicaciones, son fieles seguidores que se encargan por sí solos de hacer una buena difusión de nuestra actividad. Son grupos que programan su visita como un fin de semana completo en Rubielos, con el consiguiente gasto en alojamiento, comidas, etc. La hostelería local está encantada y algunos establecimientos ya colaboran con nosotros en determinadas actividades. Con las exposiciones de Chillida y Oteiza, se registró una gran afluencia de visitas de Euskadi y Navarra. Es importante hacer las cosas muy bien para que luego sean buenos embajadores en su tierra.

El museo es un lugar vivo con una destacada agenda de actividades. ¿Cuáles son las líneas que persiguen?

R. El museo ha supuesto una importante inversión económica y con el tiempo se ha convertido en un valioso recurso cultural que hay que dotar de contenido continuamente. Junto a las visitas a la colección permanente y las exposiciones temporales, programamos cursos de pintura y grabado en la Universidad de Verano de Teruel, conferencias, presentaciones de libros, conciertos de música clásica en el periodo estival… el objetivo es consolidar el museo como un lugar de encuentro para los amantes de la cultura, poner a la disposición de profesores y estudiantes de los centros docentes nuestros recursos, como la biblioteca especializada en el arte abstracto español, y que Rubielos de Mora se sienta orgulloso de la actividad que despliega el museo de su célebre paisano.

Para terminar ¿que supone el premio de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte?

R. No ha podido llegar en mejor momento. Con la situación de desidia y apatía de las instituciones hacia la cultura en general y al arte contemporáneo en particular, es fácil desanimarte y venirte abajo. Este galardón ha sido una inyección de energía para continuar trabajando y un estímulo para superarnos. También la satisfacción de saber que en la metrópoli aragonesa, un colectivo de especialistas en arte como es la AACA, se haya fijado en la actividad que se desarrolla en Teruel, en el medio rural y en un proyecto con tan pocos recursos como el nuestro. En ese sentido, estaremos siempre agradecidos.


Dibujando el espacio y esculpiendo trazos: una cartografía de la escultura española del siglo XX

 

Desde el 12 de febrero y hasta el 17 de mayo puede disfrutarse en Zaragoza una exposición de altísimo nivel, tanto por su calidad estética como por el valor historiográfico de la misma. Para descubrirla, basta con acercarse al Palacio de Sástago y recorrer la muestra Dibujar el espacio. De Picasso a Plensa, todo un lujo que permite conocer mejor la escultura española del siglo XX y corroborar la gran habilidad que los escultores han tenido tradicionalmente para afrontar la creación bidimensionalmente (cobrando aquí especial relevancia el dibujo y el grabado). La larga nómina de artistas presentes en la muestra nos acerca a grandes figuras de primer orden. Tal logro resulta factible toda vez que la selección de obras se ha hecho partiendo de los fondos de la Colección ICO de Escultura con Dibujo, (lo cual ayuda a explicar muchas cosas, incluido lo excepcional del evento). Con todo, la exposición no es un trabajo de tesis destinado a deleitar al experto o al erudito –que también–, dado que ofrece múltiples lecturas, pudiendo disfrutarse de la misma independientemente del móvil seguido por el espectador.

Dando algunas pautas orientativas, convendrá señalar que existe un hilo conductor cronológico más o menos lineal, sin olvidar, no obstante, que muchos de los artistas presentes tuvieron una vida creativa muy larga y ello les hizo estar en primera línea durante varias décadas (sin ir más lejos, puede encontrarse un dibujo de Miró de 1930 junto a una pieza en bronce del mismo autor de 1970). Con todo, sí que resulta conveniente trazar algunas divisiones para cartografiar mejor un tema tan amplio como el que centra la exposición, debiendo puntualizar aquí, como subrayaría Calvo Serraller (1992) en su libro Escultura española actual, que en este tipo de estudios es recomendable optar por un mapa político frente al físico, es decir, lo nominal frente a lo  grupal.   

Así las cosas, y lejos de buscar nexos o elementos vertebradores, encontramos un listado de artistas irrepetibles cuyo peso y repercusión es incontestable: Picasso, Dalí, Juan Gris, Gargallo, Julio González o Torres García, por citar solo algunos, evidencian la calidad anunciada. Evidentemente, semejante legado se manifiesta a través de piezas relativamente modestas (si es que tal adjetivo es admisible ante los nombres señalados), pero ello no es óbice para que pequeñas joyas como “Arlequín” (1923) de Juan Gris o “Figura” (1929/30) del hispano-uruguayo Torres Garcíajustifiquen, por sí solas, la visita al palacio de Sástago.

Avanzando algo en el tiempo, las figuras más destacables son Chillida, Oteiza, Tápies, Ferrant, Alberto Sánchez o Esteban Vicente. Como es sabido, casi todos ellos se movieron sin problemas en diferentes disciplinas, intercalándose el rol de pintor y de escultor indistintamente muchas veces. No obstante, los dos creadores vascos marcaron sendos hitos en la historia de la escultura, si bien Chillida cobra un peso específico como dibujante y grabador, (igualándose, en este sentido, al reconocimiento vivido por artistas universales como Henry Moore o Giacometti, lo cual deja todo dicho al respecto).

Desde un punto de vista más general, cabe añadir que el diálogo que establecen las obras gráficas con las esculturas de un mismo autor en la muestra es tan enriquecedor como acertado, aumentado de manera exponencial la sinergia que todas las piezas establecen en el espacio que las alberga de forma conjunta. De todas formas, por buscar algún “pero” –aunque quizá sea más justo hablar de un deseo–, se echa de menos algún dibujo de Chillida, caso, por ejemplo, del personalísimo trabajo que hizo tomando las manos como motivo central (algo que, curiosamente, parece querer contrarrestarse toda vez que se han reproducido en un muro de la sala unas palabras del donostiarra acerca de la fuerte relación existente entre los escultores y los porteros de fútbol –dos mundos que conoció muy bien–, y cuyo nexo no es otro que la necesidad de manejarse adecuadamente en la compleja relación tiempo-espacio).

Siguiendo con el arriesgado ejercicio que venimos haciendo de intentar trazar un surco o dirección en la lectura de la exposición, parece acertado introducir los nombres de AndreuAlfaro y de Pablo Palazuelo. Artistas ambos de larga trayectoria que abrazaron la abstracción de forma muy diferente y cuya producción gráfica no desmerece de su trabajo tridimensional, si bien podría apuntarse –corriendo un nuevo riesgo–, que quizá la huella del segundo ha ido ganando más brillo con el paso del tiempo (insobornable juez y verdadero “escultor” a la postre, como bien diría Marguerite Yourcenar).  

Por otro lado, los casos de Eduardo Arroyo y Antonio López son quizá los más evidentes en lo que se refiere a incursiones de pintores en la escultura, siendo obligado en esta ocasión no perderse la pieza de Arroyo “Mesa Tío Pepe”, pues a la peculiar ironía e idiosincrasia de su trabajo se añade la sorpresa de tratarse de una escultura de 1973 (!) cuya frescura sigue intacta y encajaría sin problemas con sus obras más recientes.

Ironía y frescura que los ochenta trajeron a un país que dejaba atrás una larga dictadura y que ansiaba abrazar una modernidad que le había sido negada. Al respecto, Calvo Serraller anotaría que para revisar la escultura española del siglo XX debe asumirse el gran salto al vacío que se produjo como acceso a la modernidad, es decir, el paso de lo prehistórico a la vanguardia saltándose precisamente la historia. En cualquier caso, y centrándonos en la década anotada, debe recordarse que la misma significó una edad de oro triunfal para la escultura, (llegándose a decir en aquel momento, como suscribió Rosa Olivares, que la escultura apareció, por primera vez en la historia del arte, como sustituta del personaje central de la representación). Así pues, es lógico que el nivel de Dibujar el espacio. De Picasso a Plensavuelve a ganar enteros cuando nos encontramos con figuras tan destacadas de aquella hornada como son Juan Muñoz, Francisco Leiro, Adolfo Schlösser y Miquel Navarro (imperdonable perderse su obra “Cruce”, una de de sus particulares y exitosas “ciudades” fechada en 1990).

Además, por fortuna, a la larga nómina de artistas que vamos desgranando se sumaron en dicha década varias escultoras que se ganaron un merecido reconocimiento, algo que queda constatado en este ocasión con los trabajos de Susana Solano, Carmen Laffón y Eva Lootz (dejando esta última muy alto el listón con su espléndida obra de 1989 “Tarea infinita”). En este punto, podría hacerse una pequeña objeción reclamando más presencia femenina (sorprende mucho la ausencia de Cristina Iglesias), si bien es cierto que también cabría pensarse en muchos otros nombres (como, por ejemplo, los de quienes compusieron la “nueva escultura vasca”: Irazu, Badiola, Moraza…), todo lo cual evidencia tanto la complejidad y dificultad que toda elección conlleva, como el hecho de que ya no queda nada que ejemplifique un sentir colectivo, (habiendo devenido el arte contemporáneo, tal y como mantiene Calvo Serraller, en una suma heteróclita de mónadas).

En resumen, aunque no pueda hablarse propiamente de una antología  de la escultura española del siglo XX (el esfuerzo sería titánico y haría falta la colaboración de numerosos centros e instituciones), estamos ante una exposición tan potente como atractiva que está llamada a dejar huella sin que ello influya en su capacidad para seducir al gran público. La guinda a tan suculento plato la ponen los arquitectos Gaudí y el luso Álvaro Siza, y un aragonés inolvidable: Víctor Mira. El guiño al futuro queda materializado en Jaume Plensa, abriéndose con él una puerta que todavía no sabemos a dónde conducirá y que, a pesar de la promesa que encierra, habrá de ser estudiada en otro momento y, a buen seguro, en otros contextos…