ESCHER. La mayor exposición del genio holandés

Presionado por su padre, en 1919 Maurits Cornelis Escher (1898-1972) ingresaría en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, para poco después abandonar unos estudios que aparentemente no le apasionaban, y comenzar su formación en el arte del grabado con el neerlandés Samuel Jessurun de Mesquita (1868-1944). De esta forma comenzaba su trayectoria en el Arte Gráfico uno de los artistas más prolíficos y reconocibles del siglo XX.

Experimental y matemática, ingeniosa e icónica, la obra de Escher juega con la perspectiva y las dimensiones, creando paisajes imposibles que han influenciado a varias generaciones de artistas posteriores. Una retrospectiva de su trayectoria se puede contemplar en la exposición ESCHER. La mayor exposición del genio holandés en las Drassanes del Museo Marítimo de Barcelona entre el 29 de abril y el 26 de septiembre.

La muestra parte de la colección personal del italiano Federico Giudiceandrea, y se plantea como un recorrido completo por la obra del grabador neerlandés. Desde algunos trabajos de su maestro, Samuel Jessurun de Mesquita, la exposición parte de las raíces del grabador neerlandés y una primera etapa, tal vez menso conocida, en la que trabaja en Italia y el sur de Europa, viajando también a España en hasta dos ocasiones, visitando algunos importantes testimonios del arte hispano-musulmán como la Alhambra, una influencia fundamental para su producción artística. Las xilografías de los paisajes mediterráneos darían paso a una nueva etapa más geométrica y matemática, en la que comienza a experimentar con elementos teselados que cubren el papel en una suerte de horror vacui. Junto con las obras, se incluyen elementos interactivos, juegos de perspectivas y de transformación de la percepción que anima a los espectadores de la exposición a disfrutar de una experiencia más inmersiva.

Uno de los aspectos que parece un éxito de la muestra son las últimas salas dedicadas a la influencia de Escher en la cultura popular. Referencias de sus obras y juegos visuales en el cine, la música, la moda, el diseño o la animación, que el espectador reconoce al instante y que sirven de referencia para explicar la trascendencia del grabado de Escher.

Esta exposición, realizada por la empresa italiana Artemisia-Evolucionarte, parece acogerse a la corriente de las denominadas exposiciones blockbuster: un título grandilocuente para una figura popular de la Historia del Arte en un espacio grande de una ciudad turística, la cual parece que tenga más implicaciones económicas que culturales. No es la primera vez que Escher es usado en este tipo de exposiciones en nuestro país, como ya ocurrió en la Alhambra en 2011, o más recientemente, en el Palacio de Gaviria de Madrid en 2017.

Si bien es cierto que la muestra es una buena oportunidad para poder contemplar las estampas del denominado “genio holandés”, la exposición no aporta nada novedoso, aunque tampoco parece aspirar a ello, simplemente dar a conocer al público general de una manera un poco más detenida la figura tras imágenes muy reconocibles, y captar el mayor número posible de turistas de la Rambla de Barcelona. Aunque la selección de piezas es buena y muy representativa de la obra de Escher, llama la atención la poca precisión a la hora de la catalogación de las estampas en algunas cartelas o la inclusión de reproducciones digitales.

Por lo tanto, ESCHER. La mayor exposición del genio holandés es un título que arroja una promesa grandilocuente y demasiado ambiciosa. La muestra se basa en la acumulación de un conjunto de estampas del grabador neerlandés, acogiéndose a la cantidad antes que a presentar un discurso expositivo rompedor o una revisión novedosa sobre la obra o la figura de Escher. Sin embargo, no deja de ser una buena oportunidad para acercarse al Arte Gráfico y a uno de los artistas más icónicos del siglo XX.