“Posiblemente me levante dadaísta que es un término ligero y cambiante y mucho menos fatigoso que el constructivismo que parece más adecuado para después de almorzar…”
(Enrique Larroy, 2009: 72)
Enrique Larroy (Zaragoza, 1954), pintor aragonés, con una trayectoria artística consolidada en el panorama nacional, muestra por primera vez su trabajo en las salas temporales del Museo de Teruel y posteriormente lo hará en las salas de exposiciones del Ayuntamiento de Alcañiz con el título de “pintura corriente”. Se trata de unas 20 obras de gran formato creadas durante los años 2008 y 2009, sobre lienzo; dos series fotográficas y una intervención.
Larroy, comenzó a pintar de forma autodidacta al principio de la década de los setenta. Adscrito a la pintura abstracta, y buen conocedor de los movimientos pop-art y post-pop art y de los cinéticos e influenciado por el grupo francés supports-surfaces o nuevo reduccionismo, que investigaba la relación entre la pintura, la labor del artista y el soporte. A finales de la década de los setenta se incorporó al Colectivo Plástico de Zaragoza, grupo artístico que se distancia de los circuitos tradicionales de exhibición y también de los formatos clásicos de cuadro y escultura y se decanta por otros medios de masas como la pintura mural, el cartel y las revistas. Desde principios de los noventa continúa investigando dentro de los diversos movimientos geométricos y abstractos.
En esta muestra se puede contemplar su obra procesual, multicolor en la que los planos cromáticos crean el espacio en la superficie pictórica; ya sea con colores complementarios, contonos fríos (dotados de un calor inhabitual), o calientes, con manchas, topos, rayas, campos de color, etc. El color es el gran protagonista de su obra. Larroy escribe: “los planos de color funcionan como partes de una cartografía. Todo esta ordenado y siempre hay grandes espacios desconocidos” (Mariano Navarro, 2002: 10).
Con las composiciones geometrías construye estructuras compositivas (ingrávidas, expansivas y descentradas) con formas, signos, ritmos, texturas que sugieren un movimiento incesante y sensaciones falsas de profundidad, de desenfoque. En ellas se intuyen los experimentos de las técnicas del collage dadaísta y la aplicación del “azar controlado”, pese al aparente orden en la obra. Una pintura en la que hay una interrelación entre el color y su imaginería estrictamente geométrica.
Cabe destacar el impacto visual de su instalación espacial sobre el muro, su poliptico “Insistentemente mareado” (iniciado en el año 2003) montaje estratificado, de gran énfasis cromático, compuesto por óleos, acrílicos e impresiones digitales de gran formato, que se solapan, superponen e intercalan. Representación sicodélica, que se acerca y se aleja y que en algunos segmentos evoca las obras Órficas (cubismo órfico) de Sonia Delaunay (Ritmo, 1938). La obra se constituye en un espacio flotante en el que habitan las formas, que lo ocupan creando ritmos en su superficie. En palabras del propio artista esta pieza ha ido creciendo e incorporando elementos nuevos en cada montaje es por lo tanto una obra “site specific” que tendrá una nueva ampliación en Alcañiz.
Por primera vez, Larroy muestra fotografía. Se trata de dos series: la primera, documenta el proceso de creación del díptico “imagen simplificada de la realidad”; la segunda, es un recorrido perceptivo de una casa dejada en el paisaje “Paisaje inacabado. Régimen abierto”.
Una de las constantes en las exposiciones de Enrique Larroy es realizar una intervención pictórica efímera sobre la pared de la sala donde tiene lugar la muestra. En esta ocasión ha sido “Corriente”, intervención en el hueco de la escalera del Museo, con un equipo de dos estudiantes de la Licenciatura de Bellas Artes de la Universidad de Zaragoza en el Campus de Teruel.