Artix presentó el 23 de junio las obras realizadas por la artista americana Heather Sincavage en la Asociación de vecinos del barrio San José -C/ Ventura Rodriguez, 12-14- acabando así su estancia en España y como colofón a todo el proceso de elaboración de piezas y obras artísticas que ha hecho en un estudio zaragozano. Esto es el inicio de una colaboración mútua entre Artix (www.artixcreativo.com) y la artista internacional (www.heathersincavage.com ; blog.heathersincavage.com)
La artista americana, Heather Sincavage, estuvo en Zaragoza becada por Artix durante 6 semanas en las que ha desarrollado un proyecto artístico. Esta artista internacional -que además es profesora en la Universidad de Lehigh y en la Escuela de artes The Baums School of arts en Pennsylvania- ha venido de la mano de Artix para producir y realizar exposiciones por España, ubicada en un estudio con más artistas aragoneses -Paco Serón, Fernando Clemente, Olga Remón, Raquel García y Esther de la Varga- creó piezas para que sean expuestas en las galerias aragonesas.
Heather Sincavage, artista de 35 años de edad, nacida y residente en Allentown, Pennsylvania (EE.UU.), es licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Temple University de Philadelphia (Pennsylvania-1995)
Además, adquirió Máster en Bellas Artes en la Universidad de Washington en el 2000. Es profesora de Arte (diseño gráfico, escultura y gemología) de la Universidad de Lehigh y de la Escuela de Artes “Baum School of Arts” de Alleytown en Pennsylvania. Ha conseguido diversos premios y becas y actualmente tiene su estudio en Banana-Factory (Art Community Center )-donde realiza su obra y le sirve de showroom- en Bethlehem.
Ha presentado dos instalaciones, cinco piezas enmarcadas en papel y ocho piezas elaboradas en tabla de diversos tamaños. Todas ellas utilizando una técnica mixta, donde conjuga la fotografía, el emsamblaje y el relieve de materia orgánica. Fotografías que suelen ser su autorretrato o en su defecto el retrato de su hermana, a las cuales les añade azúcar -pegada con cola-, agrega más capas de la misma fotografía en diversos papeles, generando un relieve seriado, que multiplica la imagen, y por último escarba, araña, rasga espacios que quedan huecos o dañados -simbolizando esa búsqueda interior que mencionaré posteriormente-.
De una factura magistral, se percibe que ha adquirido muy bien las técnicas tradicionales además de desarrollar sus habilidades, no sólo manuales, sino creativas. Tamaños variados, pero que principalmente expone de gran escala con diminutos. También genera instalaciones –su propia obra es una intervención e instalación artística- con obras pequeñas en cajas que componen un puzzle perfectamente visible que las convierte en una única pieza.
El mito y folklore, así como su amor por la literatura son la base de su simbolismo visual, que lucha hasta emerger y triunfar ante la vida, teniendo su propia vida. Heather comenta: “Mi trabajo se basa en aprender de las lecciones que dan las oportunidades que elegimos, tomando así consciencia y responsabilidad.”
Su estilo es su idiosincrasia, tiene su propia identidad personal como artista. A su afabilidad y simpatía como mujer se agrega delicadeza y belleza inefable como creadora. Pocas influencias se le pueden encontrar, y eso es muy importante, ya que ha conseguido crear su propio camino de expresión. Aunque si percibimos esa rugosidad y volumen característico de Anselm Kiefer, que da a las formas toques existenciales, y del tema femenino, una de sus artistas favoritas es Kiki Smith, la artista feminista que hacia Body Art con tintes políticos y lucha social, siendo la idea fundamental el nacimiento y la regeneración.
Paradójicamente, tenemos un caso muy similar, la artista aragonesa Lina Vila, que tiene ciertas reminiscencias a la obra de la americana. Y eso es lo interesante del arte –desde tiempos remotos- en diferentes culturas, geografías y grupos se pueden encontrar paralelismos, pensamientos y formas similares, sin ser meras copias, siendo auténticas todas las demostraciones artísticas.
Su búsqueda interior como mujer, como persona y humano, no tiene cargas políticas o de lucha social como las Guerrila Girls, sino como algo más trascendente y metafísico –aunque sin connotaciones religiosas, si espirituales-. Su imagen, su cuerpo, su identidad representa esa mirada a uno mismo –no de una manera narcisista-, desde la distancia, desde la objetividad, para encontrarse a uno mismo.
Sus piezas e imágenes sirven al espectador para que le transporte a otros mundos, para que le evoquen mundos oníricos, para que le sugiera la definición de lo femenino, para que se identifique con el sosiego y tranquilidad de la belleza inefable.