No son frecuentes en nuestra ciudad las exposiciones sobre arquitectura, a excepción de las organizadas por la activa Delegación de Zaragoza del Colegio Oficial de Arquitectos de Aragón. Por eso es una buena noticia encontrarnos con la magnífica muestra “2 Arquitecturas Alemanas 1949-1989”, que se exhibe desde el 18 de junio hasta el 23 de agosto en el Centro de Historia de Zaragoza.
Llega a la capital aragonesa, después de haber pasado por otras ciudades españolas (Sevilla 2007, Madrid 2008) bajo el auspicio de la Embajada de la República Federal de Alemania, el Goethe Institut de Barcelona, y el IFA (Institut für Auslandsbeziehungen e.V.), siendo acogida en esta ocasión por la Sociedad Municipal Zaragoza Cultural, del Ayuntamiento de Zaragoza.
La primera nota a destacar es que esta atractiva exposición es el resultado de un largo trabajo de investigación desarrollado desde el Departamento de Arquitectura de la Academia de Bellas Artes de Hamburgo, implicándose en el mismo no sólo los comisarios Simona Hain, Harmut Frank y Christoph Streider (responsable de la exposición en España), y la coordinadora del proyecto Katrin Peter, sino numerosos estudiantes que han aportado diseños y maquetas. Se trataba de realizar la primera revisión histórica sobre el desarrollo de la arquitectura alemana durante el período en que el país estuvo dividido en dos naciones, tras la Segunda Guerra Mundial hasta el momento de la reunificación una vez derribado el tristemente famoso muro de Berlín en 1989.
Es este un período difícil en la historia alemana (como lo es, por otro lado, para el resto del continente europeo), en el que los dos estados en los que quedó dividido el país tras el fin de la contienda bélica, afrontan la ardua tarea de reconstruir materialmente un territorio devastado por la guerra, recomponiendo al mismo tiempo la memoria y la identidad colectivas. ¿Qué papel simbólico y práctico jugó en este proceso la arquitectura? ¿Existen grandes diferencias o, por el contrario, también similitudes entre ambos territorios? Estas y otras preguntas son abordadas y contestadas en parte a través de la exposición.
Planteada de acuerdo a cinco grandes bloques temáticos en torno a los conceptos y tipologías de Estado, Cultura y religión, Vivienda y ocio, Educación y formación profesional, y, por último, Economía, industria y transportes; la exposición muestra la diversidad de respuestas ofrecidas desde la República Federal Alemana y la República Democrática de Alemania, a través de numerosas imágenes, diseños, planos y cuarenta maquetas que ilustran notables edificios, algunos poco conocidos para el público español y otros ya tristemente desaparecidos (como el Palacio de la República 1972-1976, Berlín), a través de los cuales podemos recomponer de manera precisa no sólo las aportaciones de la arquitectura y los arquitectos alemanes a lo largo de más de cuatro décadas de trabajo, sino también el contexto histórico, social, económico y, sobre todo, ideológico, en el que deben situarse.
La exposición, de la que hay que destacar asimismo el diseño moderno, atractivo e impecable desde el punto de vista de la organización y el montaje, presenta muchos atractivos tanto para un público no especializado como para aquellos que tienen ya un cierto conocimiento del tema, bien por ser viajeros y conocer la realidad alemana de primera mano, o por relacionarse con el mundo de la arquitectura. En primer lugar, y no es uno de los menores méritos, consigue hacer visible lo invisible, es decir, muestra de manera bastante completa el panorama de una época de la historia alemana poco conocida en nuestro país, poniendo en evidencia el notable esfuerzo realizado por los alemanes para sacar adelante el país, con todas las extraordinarias limitaciones que se encontraron (en particular en los años cincuenta).
Desde una perspectiva histórica, son de subrayar los puntos de contacto existentes entre arquitectos alemanes y el resto de Europa. Por ejemplo, no me resisto a dejar constancia de la sorpresa (y fascinación) que me ha producido encontrar una serie de teatros (el Liederhalle en Stuttgart y el National Theater en Manheim) que en los años cincuenta presentan evidentes similitudes formales con la arquitectura del ocio española; me refiero en concreto al Cine Palafox en Zaragoza, de José de Yarza, evidenciando una inspiración común en la arquitectura nórdica. Un elemento que pervive en la década siguiente, como evidencia el paralelismo entre el Omnibushalle (estación y garaje para autobuses) de Berlín y la Gasolinera de los Enlaces de Zaragoza (del mismo arquitecto aragonés). No sólo esto, las dos Alemanias comparten con el resto de Europa las mismas tendencias, a veces convertidas en moda, como es la proliferación de museos de arte contemporáneo o la reutilización con usos culturales de los restos del pasado.
Igualmente interesante resulta encontrar atractivos proyectos en los que se evidencia el impacto de las nuevas tecnologías y el avance de la ingeniería aplicada a la arquitectura, como pone de manifiesto el Mercado Central de Hamburgo (1954-1962), una impactante construcción realizada a base de planchas de hormigón armado de diversas curvaturas sobre nervaduras parabólicas de 48 metros de envergadura. Tampoco pueden olvidarse edificios especialmente interesantes por su especificidad arquitectónica y simbólica, como son las Casas de Cultura levantadas en la República Democrática Alemana, por ejemplo el auditorio municipal y hotel “Kongress” en Karl-Marx-Stadt (1969-1974), en las que se evidencia el espíritu de vida colectivo del sistema comunista, o los centros comerciales que empiezan a proliferar en los dos estados desde finales de los años 50, como los almacenes “Merkur” en Duisburg (1957-1958) o “Centrum” en Shul (1966-1969). Resulta curioso constatar como, precisamente en esta última tipología las soluciones arquitectónicas aportadas son similares en ambos territorios a pesar del enfrentamiento político, proliferando en las décadas de los 60 y 70 grandes centros comerciales que presentan unas audaces fachadas metálicas alveoladas características de la cultura arquitectónica más avanzada en la época y que, sin embargo, están desapareciendo al ser víctimas del acelerado proceso de modernización (y de relectura de la historia reciente del país), impuesto tras la reunificación. Es precisamente este uno de los aspectos quizás más conflictivos, no eludidos por los comisarios de la exposición quienes al concluir la muestra, hacen alusión al difícil proceso de integración en la memoria colectiva de las huellas de la RDA como evidencia la controvertida y consciente demolición del Palacio de la República de Berlín que tiene lugar desde hace un par de años en la actual capital alemana.
La exposición se completa con el catálogo en español y con el libro Two German Architectures 1949-1989, dos textos imprescindibles (como la propia exposición), para quienes deseen saber más de este país, a veces tan cercano pero también, al mismo tiempo, tan poco conocido.